¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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El CIS suele acertar con PP y PSOE, sobrevalora a Ciudadanos e infravalora a Podemos

El Preelectoral del CIS, publicado ayer, ha impactado de modo contundente en la campaña. No era para menos. Estaba lleno de conclusiones noticiosas:

  • Que la coalición de Podemos y sus confluencias con IU supera de largo en votos y en escaños al PSOE.
  • Que el PP gana y puede crecer un poco en votos y al mismo tiempo decrecer en escaños.
  • Que PSOE y Ciudadanos -los dos partidos que más activos estuvieron en la legislatura fallida pasada intentando formar Gobierno- dan síntomas de fatiga y caen en votos y en escaños.
  • Que la suma de escaños en la izquierda (PSOE más Podemos y sus socios) supera con amplitud a la suma de la derecha (PP más Ciudadanos).

El preelectoral del CIS es, con gran diferencia, la mayor encuesta que se hace en España en elecciones generales. La muestra es enorme: la de la que se conoció ayer, de 17.488 entrevistas personales en los domicilios de los encuestados. Para que os situéis: la mayoría de las encuestas privadas que se publican tienen una muestra de entre 1.000 y 3.000 entrevistas, que suelen hacerse por teléfono o por internet. ¿Y el hecho de ser la mayor encuesta convierte a la Preelectoral del CIS en la más fiable o la que más acierta? Pues a veces sí y a veces no.

Veamos el grado de acierto de las dos Preelectorales del CIS anteriores.

1 Preelectoral del CIS de 2011, de las elecciones que se iban a celebrar el 20 de noviembre.

  • -Al PP le adjudicó el 46,60% de los votos y 190-195 escaños. La realidad el día electoral fue esta: 44,62% y 186 escaños. Lo había sobrevalorado ligeramente.
  • -Al PSOE le atribuyó el 29,91% de los votos y 116-121 escaños, y tuvo realmente el 28,73% del voto y 110 escaños. También le había sobreprimado, un poco en votos y bastante en escaños.
  • -A IU/ICV, el 6,17% del voto y 8 escaños, y en realidad obtuvo el 6,92% del voto y 11 escaños. El CIS lo había infravalorado.
  • -A UPyD le pronosticó el 2,91% de los votos y 3 escaños, y el 20-N logró casi duplicar esa previsión tanto en votos (obtuvo el 4,69%) como en escaños (consiguió 5).

2 Preelectoral del CIS de 2015, de las elecciones que se iban a celebrar el 20 de diciembre.

  • -A PP le pronosticó el 28,6% de los votos y 120-128 escaños, y en realidad obtuvo el 28,72% de los votos y 123. Acierto prácticamente pleno.
  • -A PSOE le aventuró el 20,8% de los votos y 77-89 escaños, y logró algo más en los votos (el 22,01%) y un poco más en los escaños: 90.
  • -A Podemos y sus confluencias, le adjudicó el 15,7% de los votos y entre 45 y 49 escaños, y la formación morada logró finalmente mucho más: el 20,66% en votos y un tercio más escaños de los que se le presuponían, pues consiguió 69.
  • -A IU, le previó el 3,6% de los votos y 3-4 escaños. Acertó en votos, pues lograron finalmente el 3,67%, y se excedió en escaños, pues IU se quedó en 2.
  • -A Ciudadanos, le auguró el 19,0% del voto y 63-66 escaños. En ambos casos, muy por encima de la realidad, pues finalmente la formación naranja logró casi un tercio menos de votos (el 13,93%) y más de un tercio menos de escaños (logró 40).

Si se observa, vemos que en general el CIS afina bastante con los partidos grandes (PP y PSOE hasta diciembre pasado), con desviaciones mínimas, y acierta bastante menos con los medianos y los pequeños. Sus mayores errores de cálculo de las dos elecciones generales anteriores, tanto en valores absolutos como en relativos, han sido que en 2015 sobrevaloró muchísimo a Ciudadanos e infravaloró muchísimo a Podemos.

¿Quiere decir eso que le puede haber pasado otro tanto con la previsión hecha pública ayer (Resumen: PP, 29,2%, 118-121 escaños; Unidos Podemos, 25,6%, 88-92; PSOE, 21,2%, 78-80 escaños; Ciudadanos, 14,6%, 38-39)? No necesariamente. Lo cierto es que no hay que tomarse las encuestas como una verdad absoluta de lo que va a pasar en las urnas, sino más bien como un retrato más o menos nítido de lo que hubiera pasado si las elecciones se hubieran celebrado cuando se estaban haciendo las entrevistas.

En el caso de la del CIS que comentamos, el trabajo de campo se hizo entre el 4 y el 22 de mayo. La propia encuesta decía que en esas fechas el 32,4% de los que ya habían decidido que iban a votar, no habían decidido aún a quién votar. Nuestra historia reciente demuestra, además, que es durante la campaña electoral -en la que estamos desde la medianoche pasada- cuando muchos de esos indecisos se deciden.

La ley electoral pide más que nunca una reforma

El final del bipartidismo, en las elecciones del pasado 20 de diciembre, apenas ha corregido uno de los efectos perversos de nuestro sistema electoral: la baja proporcionalidad que existe entre votos y escaños, por nuestros sistema de muchas circunscripciones muy desiguales en población, y las pequeñas muy bonificadas en escaños.

Hace cuatro años, en las elecciones generales de noviembre de 2011, tanto PP como PSOE resultaron sobreprimados en el reparto de escaños. El PP, con el 44,62% de los votos, se llevó el 53,1% de los asientos del Congreso: 8,5 puntos porcentuales más. El PSOE, con el 28,7% de los votos, se hizo con el 31,4% de los escaños: casi 3 puntos porcentuales más. Al mismo tiempo, a IU y a UPyD les pasó lo contrario. IU, con el 6,92% de los votos, sólo logró el 3,14% de los escaños. UPyD, con el 4,69% de los votos, sólo tuvo el 1,4%.

Ahora, en las elecciones de diciembre de 2015, las cosas han cambiado poco. El PP, con el 28,7% de los votos, ha logrado 123 escaños, que es el 35,1% del total de escaños del Congreso: 6,4 puntos porcentuales más. El PSOE, con el 22% de los votos, ha logrado el 25,7% de los escaños: 3,7 puntos porcentuales más. Los emergentes se han visto penalizados. Podemos y sus socios, ligeramente: con el 20,66% de los votos ha conseguido el 19,7% de los escaños. Ciudadanos, aún peor: con el 13,93% de los votos, ha logrado el 11,4% de los escaños: 2,5 puntos porcentuales menos. Y para IU, la mayor desproporción: con el 3,67% de los votos sólo ha alcanzado el 0,57% de los escaños.

Hay otra manera de medir la desproporción entre votos y escaños: las papeletas que le cuesta un escaño a cada formación. Al PP, cada escaño le ha salido ahora a 58.664 votos. Al PSOE, a 61.453. A Podemos y sus marcas asociadas, a 75.210. A Ciudadanos, a 87.514. Y a IU, nada menos que a 486.470 votos.

La ley electoral pide más que nunca una reforma. Ya no vale la excusa de que el actual sistema potencia la gobernabilidad de la institución para la que se celebran las elecciones, al primar a las listas más votadas y facilitar la obtención de mayorías, aunque sea a costa de la proporcionalidad entre los votos de los ciudadanos y los escaños a que dan derecho. Ahora, con la fragmentación del voto, no hemos ganado en proporcionalidad ni hemos conservado la gobernabilidad. Si hemos entrado en un periodo de más diálogo, más negociación y más pactos, mejor que sea entre formaciones que realmente tengan una fuerza similar en votos populares y en escaños, mejor que todos los votos valgan igual, mejor que ningún votante -elija lo que elija- se sienta discriminado.

La ideología ya pesa menos en el voto

Definitivamente, la ideología ya no es el factor determinante del voto. Solo uno más, y probablemente por debajo de otros mucho más novedosos.

Me he ido a la letra pequeña del estudio Preelectoral del CIS, publicado el pasado jueves, en concreto a las preguntas de la escala ideológica. ¿Qué es la escala ideológica? El CIS propone al encuestado que, en una escala en la que el 1 fuera la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha (y el 5,5, por tanto, el centro exacto), se coloque a sí mismo y coloque a los principales partidos.

Atentos al detalle de qué porcentaje de la población se coloca en cada punto de la escala (los que faltan para llegar al 100%, no saben o no contestan):
-En el 1, el 4,0%.
-En el 2, el 5,1%.
-En el 3, el 14,9%.
-En el 4, el 13,9%.
-En el 5, el 22,2%.
-En el 6, el 10,1%.
-En el 7, el 6,2%.
-En el 8, el 4,2%.
-En el 9, el 1,6%.
-En el 10, el 1,6%.

La posición ideológica media donde se ven los encuestados es de 4,69, luego se podría afirmar que el conjunto de la población española se considera de centro izquierda. Insisto, 4,69, a casi un punto a la izquierda del centro exacto, que es 5,5.

¿Y en qué punto ven los encuestados a cada uno de los partidos? A Podemos, en el 2,30, y a IU, en el 2,46, luego cercanos ambos a la extrema izquierda. Al PSOE, en el centro izquierda, en el 4,40, y el más cercano a la media de la población. A UPyD, en el 5,33, luego sería el más cercano al centro. A Ciudadanos, en el 6,37, el centro derecha. Y al PP, en el 8,26, casi la extrema derecha.

Un marciano que aterrizara entre nosotros y viera todos estos datos le auguraría una victoria cómoda al PSOE, un buen resultado a UPyD, un papel muy secundario a Ciudadanos… y nada de eso parece que vaya a producirse.

Definitivamente, la ideología ya no es el factor determinante del voto. Solo uno más, y probablemente por debajo de conceptos más novedosos como la experiencia personal del votante con unos u otros gobernantes, la intuición sobre cómo le afectaría la gestión económica de cada uno en su propio bolsillo, la telegenia de los candidatos, su edad, su experiencia, su mochila buena o mala, su capacidad de trasversalidad, los equipos que tenga o no tenga detrás, los aciertos y los errores en la campaña…

El cambio social probablemente también es todo esto.

Ciudadanos se va hacia la derecha, Podemos sigue muy a la izquierda… y otros detalles del CIS

Como siempre, muy interesante el Barómetro del CIS de octubre, que se ha conocido hoy.
Respecto al de hace un año, los encuestados ven a Ciudadanos como bastante más de derechas que entonces (un punto de deriva en un año en la escala ideológica 1-10, que es muchísimo), no perciben el viaje al centro de Podemos (al partido de Pablo Iglesias se lo percibe hoy unas décimas más a la izquierda que hace 12 meses: 2,25 ahora, 2,43 antes), mejoran algo la nota que le ponen a Mariano Rajoy (sube de 2,31 a 2,82) y a algunos otros miembros del Gobierno, ven aún muy negativa la situación económica y aún peor la situación política… pero aun así se sienten más felices que en octubre de 2014.

Y en la previsión electoral, baja bastante las expectativas de Ciudadanos y de Podemos respecto a las que le dan otras encuestas recientes. Hay que recordar, para matizar ese resultado, que el trabajo de campo del Barómetro se hizo del 1 al 12 de octubre, hace ya un mes, y un mes en política es muchísimo tiempo, en estos de voto tan volátil…

Estos son, en tuits, algunos detalles del Barómetro que me han llamado especialmente la atención.

Un diputado más en Málaga y Cádiz y uno menos en Valencia y Jaén

Además de mucha incertidumbre en el resultado, las elecciones del 20 de diciembre traen una novedad técnica: el reparto de escaños por circunscripciones, que en cada convocatoria electoral se adapta en función de la población, va a afectar esta vez a cuatro provincias. Dos que pierden un diputado y dos que ganan también un diputado cada una de ellas.
Las dos primeras son Valencia, que pasa de 16 a 15 escaños, y Jaén, que pasa de 6 a 5.
Las dos que ganan un escaño, Málaga, que pasa de 10 a 11, y Cádiz, que pasa de 8 a 9.
¿Benefician o perjudican especialmente a algún partido estos cambios?
Veamos que pasó en cada una de esas circunscripciones en 2011 y qué puede pasar ahora:

En Valencia, en 2011 el PP logró 9 escaños con el 52,24% de los votos, el PSOE 4 con el 25,98%, EUPV-EV 1 con el 6,77%, Compromís 1 con el 6,03% y UPyD 1 con el 5,92%. Con la aplicación de la Ley D’Hondt, el último diputado adjudicado fue para el PP. El clima político ha cambiado radicalmente durante estos cuatro años en Valencia, y municipales y autonómicas de mayo pasado y las encuestas más recientes apuntan a que el PP se hundirá a 5/4 escaños, PSOE se mantendría en los 4, Ciudadanos puede lograr 3, UPyD se quedaría sin representación, Compromís y Podemos dependerá de si van por separado (2 para Compromís y 1 para Podemos) o si van juntos (4) e IU sufriría para mantener el escaño. Con ese nuevo mapa, es imposible saber ahora quién pierde en Valencia el escaño número 16 si ahora se repartiera.

En Jaén el cálculo parece más sencillo. En 2011, el PP se hizo con 3 escaños, con el 45,31% de los votos; y el PSOE con otros 3, con el 40,99%. También allí el clima político ha cambiado. Con el último indicador fiable (las elecciones andaluzas de marzo pasado -en las que el PSOE tuvo el 42,68% de los votos, el PP el 29,08%, Podemos el 11,04% y Ciudadanos el 5,95%-, aunque ya sabemos que en las generales no se vota como en las autonómicas y que desde marzo el voto en general ha estado muy volátil), de los 5 escaños ahora disponibles el PSOE se llevaría 3/2, el PP 2/1, Podemos 0/1 y Ciudadanos 0/1. ¿Y de quién sería ese sexto escaño de Jaén, si se repartiera? De alguno de los dos nuevos partidos: Podemos o Ciudadanos.

En Málaga, los 10 escaños de entonces se repartieron así: el PP logró 6 con el 49,7% de los votos, el PSOE 3 con el 31,55% e IU 1 con el 9,02%. Ahora, con un escaño más en total a repartir y la eclosión de los partidos nuevos, el reparto sería muy diferente. Tomando otra vez como referente las autonómicas de marzo pasado -en las que el PSOE logró el 30,11% de los votos, el PP el 28,34%, Podemos el 15,08%, Ciudadanos el 11,78% e IU el 7,37%- y matizándolas con las últimas encuestas generales, el reparto podría quedar así: PSOE 4/3, PP 3, Podemos 2/1, Ciudadanos 1/2 e Izquierda Unida 1. El escaño de más de estas elecciones, el décimo primero, sería precisamente para IU, si mantiene el porcentaje de votos de marzo pasado.

En Cádiz, en 2011, PP y PSOE acapararon los 8 escaños que se elegían. El PP se hizo con 5, con el 47,06% de los votos, y el PSOE se llevó 3 con el 32,76%. Ahora, con la referencia de las andaluzas de marzo -PSOE 31,64% de los votos, PP 24,02%, Podemos 18,86%, Ciudadanos 10,42%, IU 6,69%- y con algunas novedades más (por ejemplo, las municipales de mayo pasado, en las que Podemos se hizo con la Alcaldía de Cádiz ciudad), el reparto podría ser este: PSOE 3, PP 3/2, Podemos 2/1, Ciudadanos 1/2. El último escaño, el noveno que ahora gana la provincia, sería o bien para Podemos o bien para Ciudadanos.

El factor edad: Rajoy 60, Sánchez 43, Iglesias 37, Rivera 36, Garzón 30

Un veterano ya cerca de la edad legal de jubilación y que lleva varias décadas en coche oficial y cuatro jóvenes que han pasado hace casi nada a la primera línea de la política y están vírgenes en gestión. En las elecciones del 20 de diciembre va a jugarse un partido entre experiencia y bisoñez o -visto de otra manera- entre un candidato que está ya un poco de vuelta de todo y otros cuatro que están llegando con mucha hambre de balón.
El 20-D, el día de las elecciones, Mariano Rajoy (PP) tendrá 60 años; Pedro Sánchez (PSOE), 43; Pablo Iglesias (Podemos), 37 (los cumple este sábado); Albert Rivera (Ciudadanos), 36 (los hace en un mes); y Alberto Garzón (IU), 30 (los hizo la semana pasada).
Son unas diferencias enormes en sus extremos: 17 años del mayor al segundo mayor; 30 años del mayor al más joven. Salvo en los primeros años de la transición, nunca en las elecciones generales de la democracia ha habido tanta brecha de edad entre los principales líderes.
En las elecciones de 2011, celebradas el 20 de noviembre, Rajoy tenía 56 años; Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE), 60; Cayo Lara (IU), 59; y Rosa Díez (UPyD), también 59. Sólo 4 años de diferencia entre los extremos. Ganó Rajoy.
En las de 2008, el 9 de marzo, José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) tenía 47; Rajoy, 52; y Gaspar Llamazares (IU), 50. Solo 5 entre los extremos. Ganó Zapatero.
En las de 2004, celebradas el 14 de marzo, Zapatero tenía 43; Rajoy, 48; y Llamazares, 46. También 5 años entre los extremos. Ganó Zapatero.
En las de 2000, el 12 de marzo, José María Aznar (PP) tenía 47; Joaquín Almunia (PSOE), 51; y Francisco Frutos (IU), 60. Una ligera excepción, por Frutos: 13 años de diferencia entre los extremos. Ganó Aznar.
En las de 1996, el 3 de marzo, Aznar tenía 43; Felipe González (PSOE), 53; y Julio Anguita (IU), 54. 11 entre los extremos. Ganó Aznar.
En las de 1993, celebradas el 6 de junio, González tenía 51 años; Aznar, 40; Anguita, 51. 11 entre los extremos. Ganó González.
En las de 1989, el 29 de octubre, González tenía 47; Aznar 36; Anguita, 47. 11 entre los extremos. Ganó González.
En las de 1986, celebradas el 22 de junio, González tenía 44 años; Manuel Fraga (AP, luego PP), 63; y Adolfo Suárez (CDS), 53 años. 19 entre los extremos, por Fraga. Ganó González.
En las de 1982, 28 de octubre, González tenía 40 años; Fraga, 59; Landelino Lavilla (UCD), 48; y Santiago Carrillo (PCE), 67. Otra excepción: 27 entre los extremos, por el efecto Carrillo, nacido en 1915. Ganó González.
En las de 1979, el 1 de marzo, Suárez tenía 46 años; González, 36; Carrillo, 64; y Fraga, 56 años. 28 de distancia entre los extremos. Ganó Suárez.
En las de 1977, celebradas el 15 de junio, Suárez tenía 44 años; González, 35; Carrillo, 62; y Fraga, 54 años. Entre los extremos, 27 años. Ganó Suárez.

Algunas conclusiones estadísticas:
-Tras 11 elecciones generales de la democracia, en 9 ocasiones ganó un candidato quadragenario o cuarentón (Suárez en 1977 y 1979; González en 1982, 1986 y 1989; Aznar en 1996 y 2000; Zapatero en 2004 y 2008) y en 2 un quincuagenario o cincuentón: González en 1993 y Rajoy en 2011.
-Nunca ha ganado un treintañero. Nunca tampoco un sesentón.
-El más joven al ganar, González en 1982. Tenía 40 años, 7 meses y 26 días de edad.
-El más mayor al ganar, Rajoy en 2011. Tenía 56 años, 7 meses y 24 días.

PD. La semana pasada, preguntada sobre sus posibilidades de relevar a Mariano Rajoy como cabeza de lista del PP en las elecciones del 20-D, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dijo : «Lo que sea sonará».
El 20-D, Sáenz de Santamaría tendrá 44 años.

Tarjeta roja al PP y otras claves del 24M

El pulso entre la vieja y la nueva política lo ha ganado claramente la segunda. A los nuevos partidos y a los viejos partidos reseteados les fue regular o bien. Al PP, la formación dominante de los años de la crisis y la corrupción, le fue muy mal. Se dio un enorme batacazo, y vio cómo el renovado PSOE recupera poder territorial y cierto impulso, si bien al tiempo este ve cómo Podemos sigue creciendo a su izquierda y lo desborda incluso en algunas grandes plazas como Madrid. También a los dos grandes partidos nuevos les arroja el 24M un saldo diferente. Para Podemos, bueno. Para Ciudadanos, agridulce. Estas son algunas de las claves que deja el 24M:
Batacazo del PP, que pierde muchos votos y muchísimo poder. En votos, la caída es severísima: en las municipales (las únicas elecciones de ayer que abarcaban toda España) le desaparecen 2,4 millones de votos (pasa de 8,47 millones en 2011 a 6 millones ahora) y más de diez puntos porcentuales (del 37,53% hace cuatro años al 27% ahora). Y pierde sobre todo poder. Cede comunidades autónomas como Extremadura, claramente, y tras los previsibles pactos de la izquierda, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Aragón, quizás Baleares y Cantabria y, también por pactos, probablemente las alcaldías de grandes ciudades como Madrid, Valencia o Sevilla. Al PP le queda el consuelo de ser el partido más votado en las municipales, con dos puntos porcentuales sobre el PSOE, pero el aviso que los ciudadanos le han dado al partido de Rajoy y de Cospedal –que previsiblemente pierde el Gobierno castellano-manchego– es muy contundente. Al PP los españoles le han sacado tarjeta roja, tras las amarillas de las europeas de hace un año y de las andaluzas de hace dos meses. Salvo reacción rápida de Rajoy, las generales de otoño confirmarán el fin del ciclo de dominio del Partido Popular.
El PSOE renovado aguanta el tipo. Respecto a las municipales de hace cuatro años, sigue cayendo (27,8% del voto entonces, 25% ahora), pero cambia por primera vez en cuatro años la tendencia a la baja (en las europeas de hace un año se quedó en el 23%) y recupera poder territorial. En Extremadura, sin necesidad de pactos. Y si logra acuerdos a su izquierda, en todas las comunidades y algunos grandes ayuntamientos en los que el PP no suma mayorías ni con Ciudadanos. La mala noticia para el PSOE es que Podemos le pondrá duras condiciones para esos pactos, como ha hecho en Andalucía, y que en algunos territorios el partido de Pablo Iglesias ya le disputa al de Pedro Sánchez el liderazgo de la izquierda e incluso se lo arrebata.
Podemos exhibe fuerza en Barcelona y Madrid, si bien no con su propia marca, sino impulsando candidaturas populares lideradas por sendos nuevos iconos de la izquierda: Ada Colau y Manuela Carmena. En muchas otras ciudades y comunidades, Podemos tiene la llave si el PSOE quiere gobernar. Sus resultados, por lo demás, son irregulares, con territorios donde logra o ronda el 20% del voto –Aragón, 20,5%; Asturias, 19%, o Comunidad de Madrid, 18,6%– y otros donde no llega al 10%, como Castilla-La Mancha, Extremadura o Cantabria.
Ciudadanos crece más despacio de lo previsto. Hace dos meses, la formación de Albert Rivera se apuntaba un gran éxito con el 9,2% del voto en las andaluzas. Ahora supera esa marca en Barcelona, Madrid ciudad y comunidad, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla y León, Aragón… pero se queda lejos de lo que las encuestas le auguraban (en torno al 15%) y apenas tiene llaves de gobierno para el PP.
CiU es la más votada en Cataluña, pero cede muchos puntos y pierde la primacía en Barcelona, un grave contratiempo para el proyecto soberanista de Artur Mas, que ve, además, como ERC duplica sus resultados de 2011 y se le acerca.
PNV logra una victoria clara en Euskadi.
IU y, sobre todo, UPyD se convierten en formaciones marginales.

A UPyD se le ha estrechado mucho el mercado

UPyD afronta estos días quizás el momento más delicado de su corta historia. Tras el desastre electoral del pasado domingo en Andalucía, las tensiones internas que sacuden a la formación desde que su líder, Rosa Díez, descartara hace unos meses pactar con Ciudadanos han aflorado en toda su intensidad.
La previsión sobre el futuro de UPyD no es optimista. Es más bien lo contrario. El partido tiene muchas papeletas para acabar o desapareciendo o convirtiéndose en irrelevante o residual. Y es una pena, porque tanto en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas como en el Congreso de los Diputados ha jugado un buen papel en la regeneración de la política, en la denuncia de la corrupción y en alentar un debate público más transparente y democrático. Pero así es el marcado, incluso el mercado de las ideas políticas. Dos productos nuevos, Podemos y sobre todo Ciudadanos, le han arrebatado en un pispás a UPyD el hueco que tan trabajosamente durante una década se había abierto a codazos entre los dos grandes partidos -PP y PSOE- que dominan el escenario desde hace ya más de 30 años.
Rosa Díez, que tuvo el enorme mérito de fundar UPyD y hacerlo crecer, tiene ahora el demérito de no haber sabido reaccionar a tiempo ante el cambio súbito de hábitat que le venía. Ya al arranque del otoño pasado, cuadros internos de UPyD que analizaban los pequeños detalles de las encuestas contaban su preocupación porque alguien tan alejado ideológicamente de ellos como es Podemos les estaba minando apoyos electorales en colectivos como, por ejemplo, los jóvenes universitarios. Cuando poco después Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, anunció que su formación quería expandirse desde Cataluña a todo el territorio nacional y planteó a Díez explorar la posibilidad de una fusión de los dos proyectos, la líder de UPyD debería habérselo tomado con mayor interés y menos displicencia y soberbia. Hoy la contundencia de los datos de Andalucía -Ciudadanos, el 9,28% de los votos; UPyD, el 1,93%- ya no apuntan a un escenario de posible nueva negociación entre iguales sino más bien a una desbandada de militantes y dirigentes de la formación de Díez a la de Rivera.