¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Todas hieren, la última mata

En sus comparecencias sobre la corrupción en su partido -judiciales, parlamentarias, ante la prensa…-, Mariano Rajoy es de ciclo alterno trifásico: unas veces miente, otras no contesta a lo que le preguntan y otras ataca a quien le interpela con un ‘y tú más’. Hoy, en el Congreso de los Diputados, el presidente del PP y del Gobierno ha activado las tres fases. Los suyos en el pleno le ovacionan el trifásico, en vez de preguntarse el porqué de la sobreactuación, y se dicen a sí mismos a la salida, una vez más, que su líder sale indemne de la cita.

Creo que se equivocan. Ni el PP logra desprenderse de las muchas inmundicias de corrupción que le han minado internamente estos años ni Rajoy se quita ante buena parte de la opinión pública el estigma de que sabe mucho más de lo que dice sobre la corrupción en su partido. Que quizás la toleró, la propició o se pudo beneficiar personalmente de ella. Y que cuanto más calla o que cuanto menos se explica, más crecen las sospechas.

Dice Rajoy que ya ha comparecido en sede parlamentaria 52 veces sobre temas de corrupción. Es muy probable que le queden algunas más. Al calendario policial y judicial sobre la corrupción en el PP le faltan aún muchas hojas por arrancar.

‘Omnes feriunt, ultima necat’, dice un lema frecuente en algunos viejos grandes relojes de pared o de torre. Todas (las horas) hieren, la última mata. Con la corrupción pasa algo parecido. Aunque no lo parezca, cada caso, cada episodio, cada detalle -y cada mentira o media verdad consiguientes- es una gota más que se añade al vaso. Hasta que rebosa.

Le pasó a Esperanza Aguirre. Se creía siempre a cubierto de las hediondas salpicaduras del PP de Madrid, hasta que la hora Ignacio González la mató políticamente.

El reloj sigue en marcha, presidente.

 

Buenas noticias para Pedro Sánchez

El Barómetro del CIS de julio, publicado hoy, está lleno de buenas noticias para el PSOE y para su líder, Pedro Sánchez.

– Coloca al PSOE a menos de cuatro puntos porcentuales del PP: 28,8% de voto estimado CIS para el PP y 24,9% al PSOE (en las últimas elecciones generales, la diferencia a favor del PP fue de 10,37 puntos).

– En voto directo, el partido que lidera Pedro Sánchez aventaja con cierta holgura al que lidera Mariano Rajoy: 19,1% para el PSOE frente a 17,1% para el PP.

– Pobre reputación para ambos líderes, pero Sánchez sale bastante mejor valorado que Rajoy cuando se les puede medir con datos homogéneos: en la valoración del 0 al 10, ambos suspensos, pero el socialista logra 3,73 puntos de nota media y el popular 2,79.

– Cuando se pregunta por la confianza que inspiran uno y otro, están muy igualados tanto en los apoyos (al 18,6% de los encuestados le inspira mucha o bastante Rajoy y al 18,4% mucha o bastante Sánchez), como en los rechazos (al 79,8% de los encuestados, Rajoy les inspira poca y ninguna confianza, y al 78,5% poca o ninguna Sánchez).

-El incremento de voto le llegaría ahora al PSOE de sus dos graneros más ansiados: el 6,7% de los que le votarían ahora votaron a Unidos Podemos en 2016 y el 12,3% de sus  ahora votantes no votó en las elecciones de hace poco más de un año.

Sin elecciones a la vista, el reto del PSOE esa hora consolidar la tendencia, cosa harto difícil por la volatilidad del voto. «En ello estamos», comentan en la dirección socialista.

Miguel Ángel Blanco es de todos

Además de uno de sus más crueles crímenes, el asesinato de Miguel Ángel Blanco fue uno de los mayores errores de ETA en su historia. A quienes tenían aún dudas sobre la banda terrorista, se les quitaron de golpe. Muchos se sacudieron el miedo. Votantes de HB condenaban el crimen en las emisoras de radio. En la comunidad internacional, dirigentes que aún creían que los etarras eran valientes defensores de un pueblo oprimido vieron que la realidad era muy diferente. La unidad social y política mostrada por casi todos fue ejemplar.

El error de los etarras al secuestrar a un joven concejal del PP del pequeño pueblo de Ermua y asesinarlo después tras su chantaje y extorsión fallidos sobre el Gobierno de José María Aznar probablemente significó el punto de inflexión crucial de la opinión pública sobre ETA, el principio del fin de la banda. Si a ésta le quedaba aún alguna reputación, la perdió de golpe. Al matar a Blanco, ETA nos golpeaba a todos. Blanco era de todos.

¡Qué triste comprobar, 20 años después, que algunas lecciones aún no calan! Triste ver que Gobierno y PP se adueñan de la figura de Blanco, y le hacen un homenaje en la sede central del partido, y no con todos en un lugar de todos: el Congreso, por ejemplo. Y tristísimo ver cómo algunos alcaldes -de Podemos, IU, PSOE, PNV…- le niegan a Blanco los homenajes más simples. ¡Qué triste, qué tristísimo…!  Y sobre todo, ¡qué error!

 

Solo una sombra de inquietud en la cara de Rajoy, y no es por Sánchez

Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja. ¡Quién los ha visto y quién los ve! Todos ellos, que mandaron lo indecible en el PP hasta hace no mucho tiempo -Arenas aún manda algo, pero cada vez menos-, comparecen estos días ante el tribunal que juzga parte del caso Gürtel y los enredos de Bárcenas.

Felipe González (por plasma), José Luis Rodríguez Zapaero, Alfredo Pérez Rubalcaba. Todos ellos tótems hasta hace nada del PSOE, miembros de la exclusiva lista de dirigentes socialistas pata negra, creían resucitar hace apenas tres meses cuando asistían en primera fila al acto en Ifema que lanzaba la candidatura de Susana Díaz a las primarias socialistas… Vano intento. Este pasado fin de semana, todos ellos (González, vía plasma) asistían a su propio funeral político definitivo: la proclamación de su denostado Pedro Sánchez como máximo líder del PSOE, casi en el mismo lugar donde hace tres meses creyeron asistir todos tres a su propia resurrección.

La política es cada día más líquida, los liderazgos más volátiles, los principios más secundarios (mirad los de los dos partidos emergentes, que se han hecho ya varios liftings cada uno en menos de tres años), la realidad más difusa, el votante menos crédulo, el ciudadano en general más autónomo y empoderado…

Sic transit gloria mundi… salvo para Mariano Rajoy, por ahora. No se le ve preocupación alguna por ese nuevo intento (al menos de boquilla) de Pedro Sánchez de montarle en Moncloa un escrache y desalojo con la ayuda de los agentes Iglesias y Rivera. Estos se repelen cada día más, y mientras tanto Rajoy se fuma un puro con solo una sombra de inquietud en el gesto, quizás solo preocupado por la delicada cita que tiene dentro de un mes con el mismo tribunal y por los mismos graves hechos que Cascos, Arenas Acebes, Rato, Mayor…

Moix, una pieza de una estrategia

El paso de Manuel Moix por la Fiscalía Anticorrupción acaba como tenía que acabar. Mal, rematadamente mal. Acaba en ‘caso Moix’. O bien, pues deja el cargo. Moix era el más indicado para desempeñarlo en opinión del fiscal general, José Manuel Maza; del ministro de Justicia, Rafael Catalá; del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; y del expresidente de la Comunidad de Madrid y principal presunto corrupto de la operación Lezo Ignacio González. Moix era el menos indicado para desempeñarlo para el sentido común de la lucha anticorrupción.

Su trayectoria como fiscal jefe de Madrid avalaban tanto que era el mejor para los arriba citados como que era el peor para lo que se necesita en esa Fiscalía.

Moix fue en Madrid el fiscal jefe que intentó archivar el caso de los espías, el que evitó que Rodrigo Rato durmiese en el calabozo cuando fue detenido en abril de 2015, el que impulsó la acusación contra el juez Elpidio Silva por haber encarcelado a Miguel Blesa, el que descartó acusar a Esperanza Aguirre cuando se fugó de los agentes de tráfico e incluso el que, cuando eldiario.es publicó los correos de Blesa que destaparon las tarjetas black de Cajamadrid –y andando el tiempo supusieron el procesamiento y la condena de docenas de políticos- sólo vio indicios de delito… en el hecho de que se publicaran las correos y en el medio que lo publicaba.

Con esos antecedentes, que ya en Anticorrupción intentara purgar a los fiscales que realmente investigaban a los políticos (sobre todo si eran del PP) o que tratara de frenar investigaciones como las del caso Lezo en Madrid o el caso Auditorio en Murcia no hacía sino confirmar que Moix traía un mandato, una misión. Un pastel… que se ha venido abajo por un imprevisto, por la guinda de la sociedad offshore en Panamá.

El nombramiento de Moix, el de Maza, el de Concepción Espejel para la delicada Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el de Enrique López para la Sala de Apelaciones, el facilitar la salida de Eloy Velasco del juzgado donde investigaba Púnica y Lezo… no son asuntos aislados e inconexos. Responden a una estrategia: la del Gobierno por controlar y minimizar riesgos en el único tema que realmente puede desestabilizar a Rajoy: el pozo negro de corrupción en el que el PP ha chapoteado durante décadas y que, con la imprevisibilidad de un volcán, arroja de vez en cuando toneladas de material abrasivo.

Ha caído una pieza de la estrategia. Atentos al repuesto.

La presunta trama tapacorrupción

La finta a Consuelo Madrigal para que no siguiera en la Fiscalía General del Estado. El nombramiento para el puesto del dócil José Manuel Maza. Las idas y venidas y enredos del ministro Rafael Catalá, incluido su “ojalá se cierren pronto los líos” que le dice a Ignacio González. El nombramiento como fiscal anticorrupción de Manuel Moix, el candidato preferido y se diría que promocionado por el propio González desde mesas atrás. Los intentos de Moix de frenar o minimizar la investigación al expresidente madrileño y de descabalgar a los fiscales que la impulsaban. La visita de Pablo González -hermano de Ignacio y también imputado- al número dos de Interior, José Antonio Nieto, el 8 de abril, 11 días antes de las detenciones. La grabación policial el 6 de abril, dos días antes de esa reunión en Interior, de una conversación de los hermanos González en la que se preguntan preocupados quién está al frente de la Policía que los investiga. La afirmación de la Fiscalía en un documento procesal, a propósito de esa conversación entre los González, de la «presunta investigación chivada del secretario de Estado de Seguridad», o sea Nieto…

Demasiados indicios, pistas y evidencias. ¿Está realmente el Gobierno impulsando la investigación a los corruptos del PP, y ahora en concreto a los del caso Lezo, o está haciendo lo contrario: frenarla? ¿Hay en algunas de nuestras principales instituciones una trama tapacorrupción? Y si la hubiera, ¿ha surgido esa presunta trama de modo natural, ha crecido sola, como una suma de ayudas a correligionarios y afines con problemas con la Justicia por presunta corrupción, o responde a un plan minuciosamente preparado? Si todo ha sido planificado, ¿hay un señor X?

Demasiados indicios, pistas, evidencias. Y esta mañana en el Congreso de los Diputados, cuando a Mariano Rajoy le preguntan cómo valora el trabajo de la Fiscalía Anticorrupción responde que «muy positivamente» y añade que Moix «es un profesional con amplia y exitosa trayectoria. Con total independencia y personalidad. Funciona muy bien». Amén.

La moción de censura a Rajoy por ahora impacta en el PSOE

Las mociones de censura se presentan con dos objetivos: o bien para derribar a un presidente o a un partido que están en el poder, o al menos para debilitarlos políticamente; o bien para reforzarse el partido y/o el líder que presentan la moción.

La que presentó Felipe González (PSOE) en mayo de 1980 contra Adolfo Suárez (UCD) no logró que este cayera, pero sí les hizo mucho daño político tanto al presidente como a su partido al tiempo que reforzaba a González y al PSOE: Suárez cayó apenas nueve meses después, y González y el PSOE desalojaron a UCD de la Moncloa dos años y medio después de la moción.

La que presentó en marzo de 1987 Antonio Hernández Mancha, entonces recién elegido líder de Alianza Popular (luego PP), contra Felipe González (PSOE) no logró ni que este cayera ni debilitar al PSOE ni fortalecer al AP o al propio Hernández Mancha. Más bien al revés. El debate de la moción de censura dejó a Mancha tan tocado que su liderazgo en la derecha declinó hasta el punto de que lo perdió en febrero de 1989. Y tan hecha unos zorros quedó Alianza Popular del liderazgo de Hernández Mancha que tuvo que refundarla el fundador, Manuel Fraga, convertirla en el Partido Popular y darle el mando a José María Aznar.

Aún es pronto para calibrar los efectos políticos de la anunciada moción de censura de Unidos Podemos y Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy y el PP. No sabemos cuándo se presentará, ni tenemos la certeza de que se presente. No sabemos si acabará con Rajoy y/o el PP saliendo de Moncloa (es improbable, pero no imposible), si debilitará al PP (es posible, pero no es seguro) ni si fortalecerá o debilitará a Podemos y a Iglesias (una y otra cosa pueden producirse). Lo que sí parece ya es que esta moción trae una novedad política: aún no se ha presentado, solo anunciado, y donde más impacto político está teniendo no es ni en el partido o el líder que anuncian que la van a presentar ni en el partido y el líder mocionados (no me crucifiquéis, el verbo y su participio existen en el DRAE), sino en un tercero, el PSOE, al que Iglesias y Podemos le han puesto un espejo para que vea de modo crudo su división interna, sus contradicciones, su desorientación, su falta de liderazgo y, en resumen, su estado de crisis.

Rajoy y el lío de Murcia

Se acumula cada día más basura y basurilla en los distintos estercoleros en los que Pedro Antonio Sánchez, aún presidente de Murcia, ha andado metido. Su resistencia a dimitir, incumpliendo tanto el pacto que firmó con Ciudadanos como sus propias promesas solemnes, es escandalosa, pero comprensible: Sánchez sabe que, si cae, su carrera política habrá acabado para siempre, y la profesional también, pues es la misma: ingresó de muy joven como militante en el PP y como becario en el Palacio de San Esteban, sede de la Presidencia de la Región de Murcia, y en la comunidad autónoma ha sido director general, alcalde, diputado autonómico, consejero, vicepresidente, presidente…

Pero hay otra resistencia también escandalosa y por ahora incomprensible. La de Mariano Rajoy apoyándolo sin titubeos pese a lo fácil que tendría dejarlo caer y poner a otro presidente también del PP. Los observadores están divididos: hay quien piensa que el apoyo impertérrito de Rajoy a Sánchez es para hacer pedagogía interna (a los heridos en combate no se les abandona), hay quien cree que es por prudencia y/o cinismo (si lo judicial se archiva, lo poco ético se acabará olvidando) y hay quien, como Ciudadanos -socio del PP en Murcia y en el Congreso de los Diputados y que exhibe la lucha contra la corrupción como una de sus mejores banderas-, empieza a sospechar, y a insinuar en público, que quizá Sánchez tenga información sensible que ni a Rajoy ni al PP les convenga nada que se conozca.

Las dudas quizás se resuelvan en breve, esta o la próxima semana. O quizás nunca.

Rajoy deshoja su margarita electoral

Su cara de ayer, tras perder la votación sobre la ‘ley mordaza’, y la de la semana pasada, tras ver con lo de los estibadores cómo un Gobierno perdía por primera vez desde 1979 la votación de refrendo de un decreto ley en el Parlamento, lo expresan a las claras: Mariano Rajoy lleva muy mal que la oposición le recuerde, con sus votos, que ya no tiene mayoría absoluta en el Congreso y que no puede ya gobernar a su antojo.

Al tiempo que la debilidad parlamentaria del Gobierno crece, lo hacen también las tufaradas de corrupción que emanan de juzgados, investigaciones policiales o revelaciones de medios de comunicación.

Mañana hay una cita judicial que puede dar mucho de sí. Declara de nuevo Francisco Correa, el cabecilla de la trama Gürtel, y lo hará en un sumario especialmente delicado para Rajoy: el que instruye en la Audiencia Nacional el juez José de la Mata, que ha resucitado la investigación judicial sobre la existencia de una caja B del PP. La causa se ha reabierto tras unas revelaciones del propio Correa hace unos meses en el juicio de Gürtel. Aseguró allí que, durante periodos de gobierno del PP, empresas como OHL, ACS y Dragados recurrían a sus servicios para que mediase por ellas ante los ministerios de Fomento y Medio Ambiente, entre otros, y que, tras lograr la concesión de «muchas obras», abonaba comisiones de hasta el 3% al entonces tesorero del PP, Luis Bárcenas. La expectación es máxima. ¿Dará Correa mañana más detalles y más nombres de esas operaciones? ¿Estará pactando algo con el fiscal, como los acusados del Palau de la Música?

Tras las elecciones generales de diciembre de 2015, en las que el PP cayó mucho, pero siguió siendo el partido más votado, y tras las de junio de 2016, en las que remontó respecto a diciembre y puso aún más distancia sobre el segundo, algunos dirigentes del PP pregonaron que los ciudadanos habían redimido con su votos al Rajoy de los sms de apoyo a Bárcenas y de los muchos sumarios que salpican a su partido con negras manchas de corrupción. Insistieron en que las urnas lavan los presuntos delitos e indultan al presunto delincuente, en conclusión.

Llevados esos argumentos a la situación actual, el Rajoy contrariado con la oposición probablemente empiece en breve a deshojar la margarita electoral:

Que Ciudadanos no me quiere, disuelvo y convoco elecciones. Que PNV me quiere, no disuelvo.

Que en el PSOE vuelve el ‘noesno’ si gana Sánchez, disuelvo. Que el PSOE se porta como un partido de Estado si gana Susana, no disuelvo.

Que las encuestas dicen que subo, disuelvo. Que las encuestas van mal, no disuelvo.

Rajoy no puede disolver las Cámaras hasta primeros de mayo, pero la hoja de margarita definitiva no la tendrá hasta conocer quién será el nuevo líder del PSOE, en las primarias de mediados o finales de mayo y en el congreso socialista de mediados de junio que lo refrendará. Antes, nos dará algunas pistas a los ciudadanos… y/o algunos recados a sus rivales políticos para influir en su desempeño. A su favor (el de Rajoy), claro.

Un PSOE casi en estado de coma

Además del dato general de estimación de voto que le adjudica al PSOE, que es paupérrimo -tercero, con solo el 19%, a la misma distancia de Podemos que ventaja sobre Ciudadanos, dos puntos y medio en ambos casos-, la encuesta de Metroscopia que publica El País tiene algunos otros datos muy preocupantes para el PSOE.

Uno de ellos es la intención directa de voto. El PSOE solo es cuarto, con el 12,7%, casi duplicado por el PP (20,2%), muy descolgado respecto a Podemos (17,9%) y ampliamente superado por Ciudadanos (14%).

El otro dato muy inquietante tanto para los barones del golpe de mano de octubre pasado contra Pedro Sánchez como para la gestora que ha decidido eternizarse en unas funciones que tendría que haberse autolimitado -en el calendario y en las atribuciones- es el de la satisfación de los votantes de cada uno de los cuatro grandes partidos con la labor parlamentaria que está realizando cada una de las formaciones. Todos tienen bastante contenta a su parroquia -al PP lo aprueba el 80% de sus votante y lo desaprueba el 18%; a Podemos, 71% a 26%; a Ciudadanos, 83% a 14%- salvo el PSOE, que pierde entre sus partidarios: el 46% de sus votantes lo aprueba frente al 51% que lo desaprueba. Los datos, tan contundentes, desmienten la teoría del PSOE oficial de que con su gestión de «oposición responsable» -apoyar al Gobierno en algunos temas y votar en contra en otros- recuperarían el favor de su electorado.

Hay otro epígrafe de la encuesta que, por desgracia, esta vacío para el PSOE. Es el de la valoración de líderes políticos. Se ofrecen resultados sobre Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera, y no los hay sobre ningún dirigente del PSOE. Ni el presidente de la gestora, Javier Fernández, ni los candidatos a las primarias ya anunciados Pedro Sánchez y Patxi López ni la probable candidata Susana Díaz han sido sometidos al escrutinio de los entrevistados por Metroscopia (y si lo han sido, no se han publicado los resultados). Una pena, porque quizás investigando sobre los diferentes proyectos de liderazgos que ahora tiene el PSOE se podría realizar un mejor diagnóstico de qué le pasa al partido socialista, a qué le atribuyen sus votantes y el público en general su estado casi de coma y si se atisba alguien en el horizonte capaz de sacarle de ese agujero.