Derrocar al secretario general elegido por los militantes y sin darles a estos la oportunidad de pronunciarse. Hacerlo no por los procedimientos legales previstos en los Estatutos del partido –una moción de censura a la Comisión Ejecutiva en el Comité Federal, conforme a lo que prevé el artículo 36, letra C- sino provocando la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva sin dar luego lugar a lo que los Estatutos también dictan, en el 36, letra O: convocar de inmediato un congreso extraordinario para elegir una nueva dirección. Poner una Gestora, que no está prevista en los Estatutos para el nivel federal, y darle atribuciones y eternizarla en sus funciones para ver si los militantes se olvidaban del pecado original del 1 de octubre y para que el cadáver del exlíder se pudriera a la intemperie orgánica. Abstenerse y dar la investidura a Rajoy y obligar a todos los diputados a hacerlo para empujar al exlíder a comerse su ‘no es no’ o a dejar el escaño e irse a la intemperie institucional. Convertirse sin recato en la gestora de la Gestora…
Tras la contundente derrota del domingo, la ristra de errores que han cometido Susana Díaz y su equipo eran enumeradas ayer en diferentes conversaciones privadas por partidarios y detractores, como una larga letanía. Los errores de las primeras semanas… y los errores de estas últimas:
Menospreciar la capacidad de movilización de Sánchez en sus actos de precampaña («no son militantes», «son siempre los mismos», «los lleva en autobús de mitin en mitin»…). Creer que movilizando a toda la vieja guardia al acto de Ifema se rendiría el ejército rival, sin reparar en que muchos de los militantes ven en algunos de ellos un mal ejemplo de puertas giratorias o de gestión de la crisis con recetas liberales. Basar toda la estrategia en ganar por aplastamiento del rival en el prólogo de la recogida de avales, sin enterarse de que la otra parte también estaba recogiéndolos a mansalva. No tener plan B si el aplastamiento en lo de los avales no funcionaba. Tratar de adueñarse de la ponencia política de la Gestora, no elaborar un programa propio y centrar la campaña en frases hueras y manidas -«100% PSOE», «El PSOE es mucho PSOE», «un PSOE ganador»- que solo conven-cían a los ya convencidos. Improvisar un programa a última hora y meter en él una nueva formulación del sistema de primarias que fue interpretado por muchos militantes como un paso atrás, como un recorte de un derecho que las bases ya tenían adquirido…
«La campaña de Susana ha sido una mezcla de soberbia, endogamia y burbuja», me comenta un ex alto cargo socialista que estaba retirado de la brega política y dedicado ya a su profesión y que en las últimas semanas se sumó al equipo de Sánchez.
¿Burbuja Susana? Ya en noviembre -y aquí lo publicamos-, algunos ilustres antisanchistas que habían colaborado en el derrocamiento del líder empezaron a preguntarse si Susana Díaz realmente daba el perfil de lo que buscaban, si no estaba sobrevalorada, si al norte de Despeñaperros tendría el tirón que mostraba en su territorio andaluz. Tanto desconfiaron que barajaron incluso algunos nombres alternativos; al menos, tres. Finalmente, no hicieron nada. Ayer, digiriendo la derrota, estos ya no hablaban solo de los errores de Susana. También del suyo propio, del ‘error Susana’.
P.D. Más sobre la ‘burbuja Susana’. La politóloga María Ramos me envía este comentario a mi post: «La candidatura de Susana estaba muy inflada, pero esta vez no era por las encuestas sino por algunos medios». Las urnas del domingo pasado hicieron estallar la burbuja.