¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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El rey debe nominar un candidato con rapidez

En su estrategia para lograr la investidura de Rajoy, el PP amplió hace ya unos días su campo de presión, de modo que les llegara no solo a Pedro Sánchez (PSOE) y a Albert Rivera (Ciudadanos), sino incluso al propio rey.

«Intentarán que Felipe VI no proponga la investidura al partido más votado, para no verse Rajoy en la tesitura de declinar la invitación y decirle de nuevo que no al Rey, y también para que así no pase de nuevo el turno a Sánchez, no sea que lo vuelva a intentar», escribí el pasado 17 de julio.

La estrategia ha dado ya algún fruto, al menos a efectos de opinión publicada. Dirigentes políticos ( y no solo del PP), analistas diversos, algunos periódicos… dan por hecho, y les parece normal, que el monarca probablemente no nomine a nadie cuando el jueves acabe la ronda de consultas con los representantes de los diferentes grupos políticos que ha comenzado hoy.

No lo es, no es normal. El artículo 99 de la Constitución dice en su punto 1, literalmente:

«Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno».

Es cierto que no hay un plazo concreto, pero esa forma de redacción adoptada por los padres de la Carta Magna -«previa consulta… propondrá un candidato»- parece más una invitación a la inmediatez que a lo contrario, al retardo.

En el Diccionario de la Real Academia, «previo» o «previa» se define como «anticipado, que va delante o que sucede primero», y tanto «delante» como «primero» apuntan a una sucesión inmediata, a un «detrás» y a un «segundo» que no se demoran.

Empujar al rey a que demore su propuesta de candidato es hacerle correr riesgos reputacionales innecesarios e incluso poner en cuestión su neutralidad.

El rey debería proponer a un candidato cuanto antes. ¿Y a quién? Si, con lo que le están contando los distintos líderes, no ve clara Felipe VI la investidura de ninguno, tendría que empezar por proponérselo a Rajoy, cuyo partido fue el más votado el 26-J y es el que más síes tiene ya asegurados, los 137 del PP, y más posibilidades de sumar los que le faltan.

Si no propusiera a nadie, si se tomara el rey demasiado tiempo, estaría demorando el procedimiento y la puesta en marcha de los pasos y los plazos que prevé el artículo 99 de la Constitución en sus siguientes puntos -la celebración del pleno de investidura, las votaciones, la cuenta atrás de dos meses para convocar elecciones si no queda otra…-, lo que podría interpretarse como una colaboración indebida de Felipe VI en la estrategia del PP y una posible merma de derechos del resto de grupos políticos, que no tendrían la oportunidad de jugar su propia baza en una investidura alternativa.

Estaría en cuestión, en definitiva, el papel de árbitro y moderador que la Constitución establece para el rey.

Dejen al rey por ahora en su prudencia

Ni hace dos semanas en el mensaje de Nochebuena ni hoy en el de la Pascua militar ha querido Felipe VI significarse sobre el panorama político que ha arrojado el 20-D. Ya se está ganando el apodo de Rey Prudente, el que tuvo su en parte homónimo Felipe II, que era Austria, no Borbón.

Hace bien Felipe VI. Los tiempos están tan convulsos, y el debate tan a la vez larvado y enconado, que el rey no puede correr riesgos propios ni de la Corona con alguna frase inoportuna que pueda ser interpretada a favor y/o en contra por tirios y/o troyanos. Harto convulsas tenemos otras instituciones del Estado como para tensar también esta, que aún está saliendo de uno de sus periodos más delicados.

La Constitución vigente le otorga al rey un papel muy concreto en la vida pública. Dice el artículo 56:

«El Rey (…) arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…»

Y el 62:

«Corresponde al Rey:
a) Sancionar y promulgar las leyes.
b) Convocar y disolver las Cortes Generales y convocar elecciones en los términos previstos en la Constitución.
c) Convocar a referéndum en los casos previstos en la Constitución.
d) Proponer el candidato a Presidente del Gobierno y, en su caso, nombrarlo, así como poner fin a sus funciones en los términos previstos en la Constitución.
e) Nombrar y separar a los miembros del Gobierno, a propuesta de su Presidente.
f) Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros, conferir los empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes.
g) Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno.
h) El mando supremo de las Fuerzas Armadas.
i) Ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, que no podrá autorizar indultos generales.
j) El Alto Patronazgo de las Reales Academias.

Nada dice la Carta Magna de que tenga que instar a la negociación y mucho menos al acuerdo a los grupos parlamentarios surgidos de unas elecciones, o buscarlo o propiciarlo o impulsarlo.

No enreden los poderes oscuros ni ningún otro. Dejen al rey por ahora en su papel de árbitro y moderador. Cuando empiece realmente el partido, tiempo tendrá Felipe VI de arbitrar y moderar si le corresponde. Mientras tanto, prudencia y ni barajar.

El rey, mejor valorado entre mujeres y mayores

Tras muchos Barómetros del CIS de silencio, el de ayer volvía a preguntar por la Monarquía y por el Rey. La institución empieza a remontar en el grado de confianza que genera, después de varios años de caída. Aún no llega al aprobado, logra una nota de 4,34 sobre 10, pero esa primera calificación de la institución con Felipe VI es meritoria dado que con Juan Carlos I la última nota cosechada fue un 3,73.
En el Barómetro hay una pregunta muy directa sobre el nuevo rey. Dice así: «A punto de cumplirse un año de su proclamación, ¿cómo valora Ud., positiva o negativamente, la forma en la que realiza su labor el Rey Felipe VI?». El 57,4% contesta que positivamente, el 17,8% que negativamente, el 17,6% no sabe y el 7,2% no contesta.
Entre los que valoran la labor de Felipe VI hay matices y diferencias muy diversas. Por ejemplo, estas:
-El rey sale mucho mejor valorado por las mujeres que por los hombres. Media de valoración positiva, 57,4%. Hombres, 53,7%. Mujeres, 60,9%. ¡Más de siete puntos porcentuales de diferencia!
-Sale muchísimo mejor entre mayores que entre jóvenes. Media general, 57,4%. Media entre población de 18 a 24 años, 45,0%. Entre población de 25 a 34 años, 48,3%. Entre población de 35 a 44 años, 54,4%. Entre población de 45 a 54 años, 56,4%. Entre población de 55 a 64 años, 61,7%. Y entre los de 65 años y más, 70,3%. Entre los dos extremos, los más jóvenes y los más mayores, más de 25 puntos porcentuales de diferencia.
-Estudiantes, agricultores y profesionales y técnicos por cuenta ajena, menos entusiastas. El CIS agrupa a la población en categorías socioeconómicas. La valoración más baja la tiene el rey ente los estudiantes (41,7% lo valoran positivamente, frente al 57,4% de media total), entre los agricultores/as -empresarios/as sin asalariados/as y miembros de cooperativas- (44,4%) y entre profesionales y técnicos/as por cuenta ajena, y cuadros medios (46,7%). Las más altas, entre población con trabajo doméstico no remunerado (74,7%) y entre jubilados y pensionistas (68,4%).
-La clase alta y media alta, también más fría con Felipe VI. El 51,4% de ellos valora positivamente al rey. (Entre el total de población, recuerda, es el 57,4%). Es el porcentaje más bajo entre las diferentes clases sociales. El más alto lo logra en las viejas clases medias (63,7%). El resto es así: Nuevas clases medias, 54,8%. Obreros/as cualificados/as, 59,6%. Obreros/as no cualificados/as, 60,9%.
-Muy bien valorado entre votantes del PP y muy mal entre los de CiU. Es el epígrafe donde se aprecian mayores diferencias de valoración de la labor de Felipe VI. La valora positivamente -recuerda- el 57,4% de la población total. La más alta, entre los que recuerdan que votaron al PP: el 81,0%. La más baja, entre los de CiU: 19,7% (¿por el proceso soberanista?). En medio, los de UPyD (69,9%), PSOE (64,2%) e IU (24,0%).
-Muy bien valorado en la derecha y mal valorado en la izquierda. En sus Barómetros, el CIS pregunta a los encuestados dónde se ubican ideológicamente en una escala en la que el 1 representa la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha. Entre los del 1 (extrema izquierda) el rey es valorado positivamente por el 30,6% y negativamente por el 46,3%. En el otro extremo, los del 10 (extrema derecha), valoración positiva del 87,1% y negativa del 3,2%. Así quedan los otros puntos. En la izquierda: En la posición 2, 35,5% positivos y 32,2% negativos. En la 3, 42,0%/30,5%. En la 4, 55,5%/16,5%. En el centro: En la posición 5, 60,9%/16,0%. En la 6, 81,9%/6,2%. En la derecha: En la posición 7, 80,0%/4,5%. En la 8, 77,1%/7,2%. En la 9, 81,5%/7,4%.
El informe completo del CIS puedes verlo aquí.

Un buen discurso al que le faltó la guinda

La crisis económica no ha acabado, la corrupción es uno de nuestros grandes problemas -pero en algunas direcciones cercanas a mí, mejor no miro-, los ciudadanos están lícitamente indignados y desencantados, necesitamos una regeneración profunda de la vida pública.
Estos han sido los principales ejes del primer mensaje de Navidad de Felipe VI. Una frase, casi al final, ha resumido casi todo: «Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos».
La intervención del rey ha tenido un buen tono general medio, pero le ha faltado la guinda más esperada: una mención explícita, y crítica, a su hermana Cristina, a la que un juez mandó hace apenas 48 horas al banquillo, acusada de dos delitos fiscales. La infanta ha brillado por su ausencia en el discurso del rey.
Estas han sido algunas claves del mensaje.
– Un lenguaje muy empático y cercano: «Gracias por abrirme vuestras casas», «quiero estar a vuestro lado para compartir unas reflexiones sobre nuestro futuro».
– Una visión realista de la situación. «Vivimos tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general». «La importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud».
– Pero «no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra»
– Los ciudadanos están indignados «con toda razón» por la corrupción… «Las «conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público provocan, con toda razón, indignación y desencanto». «Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción». «Necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva»…
– …pero ni una alusión a la infanta Cristina, ni siquiera indirecta, en las muchas palabras de Felipe VI sobre la corrupción.
– La crisis, en opinión del rey, no ha terminado. Ha hablado de ella en presente, y admitiendo que aún «produce en muchas familias incertidumbre por su futuro». La economía «continúa siendo un motivo de grave preocupación para todos. Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro». «Nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental». «La economía debe estar siempre al servicio de las personas.»
– Las cosas mejoran, pero necesitamos «empleos de calidad». «Las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad».
– Una llamada a las políticas sociales. «Debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables. Y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las familias y a las asociaciones y movimientos solidarios»
– Cataluña, te necesitamos. «Desde Cataluña, se ha contribuido a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico». «Todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común». «Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón». «Me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos»
– España, unidad y diversidad. «Lo que hace de España una nación con una fuerza única es la suma de nuestras diferencias».
– Respetemos la Constitución… «Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad».
– …¿cambiándola? «Debemos seguir avanzando en nuestra convivencia política, paso a paso, adaptándola a las necesidades de nuestro tiempo. Poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones».
-Y Juan Carlos, sólo de pasada y fríamente. La única mención de Felipe VI a su padre y antecesor en el trono, Juan Carlos I, ha sido lateral, para referirse a su abdicación, y sin ninguna muestra de cercanía. La felicitación final la ha hecho Felipe «en nombre de la Reina, de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía», sin añadir a sus padres, los reyes Juan Carlos y Sofía.

Iglesias, Garzón, Colau… esto se mueve

Pablo Iglesias (35 años, de Madrid, profesor, escritor, estrella televisiva) agitaba esta mañana las aguas del Parlamento Europeo con unas palabras que no suelen pronunciarse en tan sosegado foro, cinco semanas después de que la candidatura que él encabezaba, Podemos, provocara una tempestad en las aguas plomizas de la política española al lograr 1,25 millones de votos y 5 escaños en las elecciones europeas.
Alberto Garzón (28 años, de Logroño, economista, profesor, autor de varios libros -el más reciente, La Tercera República) hacía removerse el sábado pasado las turbulentas aguas profundas interiores de Izquierda Unida al ser comisionado por la formación para explorar acuerdos con formaciones políticas afines, como Podemos.
Ada Colau (40 años,, de Barcelona, activista social, escritora, casi licenciada en Filosofía -le quedaron dos asignaturas-, fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca) agitaba también el pasado jueves las aguas ya convulsas del Ayuntamiento de Barcelona al presentar una plataforma que se llama Guanyem Barcelona y que aspira, en efecto, a aglutinar a toda la izquierda y a tomar el poder municipal en la ciudad.
La izquierda sociológica y política se está moviendo, y mucho, y todo ello en pocos días, impulsados los movimientos sobre todo por el seísmo -para la política tradicional- de las elecciones europeas del 25 de mayo, las que escenificaron como nunca antes el enorme divorcio que la crisis económica e institucional ha provocado entre las élites y los ciudadanos.
La izquierda… y el centro izquierda, con un PSOE que va a tener en breve un nuevo líder, joven, Pedro Sánchez (42), o muy joven, Eduardo Madina (38) -con permiso de José Antonio Pérez Tapias (59)- tras la caída por el 25M de Alfredo Pérez Rubalcaba (63).
Y la Jefatura del Estado, con el relevo de Juan Carlos I (76 años) por su hijo Felipe VI (46), que ha llegado al trono con pasos vacilantes, abogando sí por una «monarquía renovada para un tiempo nuevo» y prescindiendo de símbolos religiosos el día de su proclamación, pero también girando su primera visita al extranjero… al Vaticano, donde la reina Letizia (41) hizo ante el papa una inclinación perfectamente prescindible.
¿Y en la derecha? Sin noticias de que las ondas el seísmo del 25M vayan a tener efectos por ahora. Le decía Mariano Rajoy (59) a la mujer de Bárcenas, en uno de sus famosos SMS y como consejo para que lo trasladara a su marido: «Rosa (…) al final la vida es resistir». ¿Resistirá?

Vacaciones reales entre Mallorca y Asturias

Tras su discurso de ayer en el Congreso, hay cierta expectación sobre algunos de los primeros pasos que dé el rey Felipe VI que supongan una nueva manera de hacer las cosas, diferente a la de su padre, Juan Carlos I. Desde asuntos relevantes (la transparencia de las cuentas de la Casa Real, por ejemplo) a otros quizás poco importantes pero sí muy interesantes. Entre estos, por ejemplo, el de sus primeras vacaciones. ¿Serán en Mallorca, en el Palacio de Marivent, como sus padres; o serán en algún otro lugar? En la decisión influirá mucho la ya reina Letizia, y es sabido que a ella no la entusiasman los veraneos mallorquines. El agosto pasado permaneció en Mallorca apenas cuatro días, mucho menos tiempo que su marido y sus hijas.
En el entorno del nuevo rey se baraja la hipótesis de que la Familia Real (Felipe y Letizia, y sus hijas, Leonor y Sofía) vayan este año de vacaciones a dos destinos diferentes: unos días a Marivent y otros a algún lugar de Asturias, probablemente de la costa. Los argumentos de Letizia -además de su poco aprecio por Mallorca- son incontestables: ella es asturiana de Oviedo y -sobre todo- el heredero o heredera de la Corona lleva el título de Príncipe o Princesa de Asturias, hasta el miércoles pasado Felipe y desde ayer Leonor.
La logística (la dificultad de encontrar en Asturias un sitio adecuado y con medidas de seguridad suficientes) y la premura del calendario pueden hacer que se deje para 2015 el plan de vacaciones reales en dos destinos diferentes.

La Corona, motor del cambio

Ha sido un buen discurso el de hoy, el primero de Felipe VI tras la abdicación de su padre y su proclamación como nuevo rey. Y un buen augurio que lo hiciera hablando de sí mismo como de «un Rey constitucional». Integridad, ejemplaridad, transparencia, diversidad, solidaridad, igualdad, cohesión social, innovación, diálogo, acuerdos, creatividad, renovación, cambio, adaptación a una nueva realidad, afrontar los nuevos tiempos más como una oportunidad que como una amenaza… y todo ellos apelando una y otra vez a los ciudadanos.
Felipe pronunció palabras y esbozó ideas que no abundan en boca del poder vigente. Dio la impresión de que Felipe VI entiende lo que está pasando en la sociedad española y en el mundo globalizado bastante mejor que la mayor parte de los políticos.
El nuevo rey llega al trono de una España muy deteriorada, necesitada de una refundación casi al completo. De sus instituciones, de su vida pública, de su economía, de su política, de su modelo territorial, de su estructura social… El rey tiene unas atribuciones constitucionales que le permiten impulsar esa refundación, esa regeneración, pero con muchos límites. El impulso definitivo, la realización de esos profundos cambios corresponde a otros, a la clase política, a los dirigentes del resto de instituciones. Si no están a la altura de la tarea, serán los ciudadanos los que les lleven a ellos a la abdicación, los que les empujen con sus votos a dar paso a otras caras, a otras fuerzas, a otras ideas.

De rey a rey en 26 tuits

Rey en el limbo

Han pasado 8 días desde el anuncio de abdicación del rey, faltan 9 para que sea efectiva y acabe su mandato, y aún no sabemos qué será de él a partir de esa fecha. Desconocemos cuál será su estatus legal, su título, su papel en la vida pública, sus prerrogativas jurídicas y judiciales, su salario y de dónde saldrá, sus incompatibilidades si las tuviere, su situación en cuanto militar, su exposición o no a demandas o reclamaciones judiciales, etc.
La Casa del Rey, el Gobierno del PP y la muy leal oposición del PSOE se intercambian felicitaciones de lo bien que están pilotando la sucesión. Efusivas felicitaciones. En autoestima, ciertamente, van sobrados. Son los mismos que durante 36 años de Constitución no han tenido tiempo de desarrollar la ley orgánica que debía haber fijado todos esas minucias sin importancia sobre el que en pocos días será exrey.
Legislar en caliente es malo, hacerlo en caliente y además contra reloj es nefasto.
Juan Carlos entra el 19 de junio en un limbo que no sabemos bien cuánto durará ni qué le espera. Y en la planta noble del Titanic del sistema, la orquesta sigue tocando.

El reto del príncipe

Quizá un poco tarde, pero el rey ha entendido el mensaje y ha actuado en consecuencia. La revolución tecnológica, la globalización, la crisis económica, los recortes, el incremento de la desigualdad, el descrédito de los políticos y de las instituciones, la crisis de la democracia… están provocando cambios radicales en la sociedad española. Los ciudadanos se sienten abandonados por las élites. Quizá un poco tarde, pero el rey –cuya reputación y credibilidad se han desplomado en los últimos años- ha entendido el mensaje y ha decidido ceder el paso a su hijo, pasar el testigo a la siguiente generación.
¿Por qué ahora? Quizás porque era la última oportunidad de hacerlo sin incertidumbres graves, antes de que la crisis del bipartidismo y el nuevo mapa político que ha emergido tras las elecciones europeas lo hicieran mucho más difícil.
El príncipe -Felipe VI en breve- no lo va a tener fácil. No basta con el cambio generacional. Tendrá que ganarse la legitimidad con transparencia, cercanía a los ciudadanos, asunción de responsabilidades cuando toque, distancia sideral de las zonas oscuras del poder…
Si Felipe acierta, puede ser el tren de la renovación de la vida pública en su conjunto, de todo el sistema. Si no acierta, el cambio social le pasará por encima, le desbordará.