¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Llámame caradura y sigue dándome pan

El mismo día en que el juez Eloy Velasco, que instruye el caso Púnica, interroga al que fue consejero de Transportes de Esperanza Aguirre y acelera su investigación porque ha encontrado nuevos y graves indicios de financiación ilegal del PP de Madrid…

y solo un día después en que uno de los tesoreros históricos del partido, Naseiro -sospechoso en su día de corrupción-, deje en evidencia de corrupción a otro de los tesoreros recientes, Bárcenas…

y solo dos días después de que el presidente de Murcia (PP) haya tenido que comparecer ante un juez imputado en cuatro graves delitos de corrupción y siga sin dimitir…

y solo tres días de, y cuatro días de, y cinco días de…

… Mariano Rajoy amenaza en el Congreso de los Diputados con meter en vía muerta la comisión parlamentaria de investigación sobre «la presunta financiación ilegal del PP» que acordó con Albert Rivera en el pacto que le permitió al líder del Partido Popular seguir de presidente del Gobierno.

Rivera y su partido, Ciudadanos, tuvieron un cierto éxito electoral tanto en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 como en las generales de 2015 y de 2016 gracias, entre otras razones, a que enarbolaron la bandera de la regeneración, de limpiar a fondo la corrupción galopante que asolaba a los viejos partidos y de recuperar el prestigio de la política, de no hacer trampas, de cumplir la palabra dada…

Si Rivera no reacciona ahora de modo contundente a los desplantes que a diario le hace Rajoy -e incluso al modo en que alardean algunos en el PP de su incumplimiento del pacto-, el partido naranja y su líder se ponen en grave riesgo de perder gran parte de su caudal político y de reputación. Está bien decirle por gestos en el Congreso a Rajoy que es un caradura, pero Rivera ha de ir más allá, incluso más allá de impulsar con PSOE y Podemos la comisión de investigación que intenta bloquear el PP. Ha de acabar Rivera con el ‘llámame caradura, pero sigue dándome tus votos cuando los necesite’ a que le tiene sometido Rajoy.

El ninguneo a Ciudadanos y el desprecio a lo firmado -a la palabra dada y firmada- a que está llegando el PP ya no debería contestarlo el partido de Rivera solo con gestos y con algunas acciones puntuales. Si el socio PP sigue así, Rivera ha de cuestionarse el pacto en su conjunto.

Ciudadanos y Podemos, ante el espejo de la melancolía

Decía anoche en Salvados (La Sexta) el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que apoyaría ahora -con algunas condiciones previas, lógicamente- una moción de censura con el PSOE para sacar a Mariano Rajoy del Gobierno.

Lleva varios días el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, amagando en público con romper su pacto en Murcia con el PP (que ya lo ha roto e incumplido, véase el segundo folio de este documento) e insinuando algunos de su entorno en privado que se podría incluso poner en cuestión el pacto de investidura de Rajoy, también por incumplimiento del PP nacional.

Los dos partidos hace apenas tres años emergentes tenían muy claro entonces, cuando emergían, que para cambiar realmente la vida pública y la política en España, y regenerarlas con garantías de que la corrupción se arrancara de raíz, era condición imprescindible sacar a Rajoy y al PP de Rajoy del mayor número de instituciones posible. Tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, y aliándose con el PSOE, tanto Ciudadanos como Podemos sacaron al PP de Rajoy de algunos gobiernos regionales y grandes ayuntamientos. Pero tras las elecciones generales, especialmente tras las del 20 de diciembre de 2015, ambos partidos -y ambos líderes- tuvieron en su mano lograr el objetivo principal, el de sacar a Rajoy de la Moncloa, que era parte nuclear de su fundación, de su emergencia y de su éxito electoral, y no lo hicieron.

En amplísimas capas de sus respectivos votantes, de los de Ciudadanos y de los de Podemos, aquel esfuerzo que resultó inútil ha generado una enorme melancolía. Quizás ahora Rivera e Iglesias, mirándose en el espejo retrovisor, también la sientan y por eso dicen lo que dicen. No debieran ni engañarse ni engañar a sus electorados: el objetivo ahora es remoto o directamente imposible.

Sánchez e Iglesias, casi dos años de desencuentros

Además de programas, de puntos de vista, de estrategias y de que en el fondo ambos están compitiendo a cara de perro por una misma parroquia electoral, hay algo que dificulta sobremanera el acercamiento y la negociación entre PSOE y Podemos, entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, No sólo apenas hay sintonía personal entre ellos, sino que han protagonizado muchos desencuentros. El primero no se fía del segundo, y el segundo apenas considera al primero.

Sánchez e Iglesias se miran con recelo mutuo desde el comienzo de sus respectivos liderazgos. En septiembre de 2014, dos meses después de convertirse Sánchez en secretario general del PSOE, le hice una larga entrevista. Hablamos de todo, también de Podemos, que había cosechado un cierto éxito en las elecciones europeas en mayo anterior y empezaba a crecer en las encuestas para unas hipotéticas elecciones generales:

-¿Conoce personalmente a Pablo Iglesias?
-No.
-¿No ha hablado nunca con él?
-Alguna vez nos hemos cruzado en algún debate en alguna cadena de TV.
-¿No ha tenido la curiosidad de conocerlos mejor para ver si se hace una idea de que son un posible aliado u otro adversario?
-El Partido Socialista no está en mirar de reojo a unos y a otros. Estamos en construir nuestra alternativa…

Un mes después, en noviembre de 2014, entrevisté a Pablo Iglesias…

-¿Ya ha hablado directamente con Pedro Sánchez?
-Hemos intercambiado un par de wasaps.
-¿Nada más?
-Nada más.

 

En mayo de 2015, en vísperas de las elecciones autonómicas y municipales, volví a entrevistar a Iglesias:

-¿Ya ha tenido algún contacto oficioso u oficial con la dirección del PSOE?
-No, solamente se ha producido una reunión informal entre un miembro de nuestra ejecutiva, Carolina Bescansa, y un miembro de la ejecutiva del PSOE, Patxi López, para establecer un canal continuo de comunicación.
-¿Cuándo fue eso?
-Hace como un mes y medio. Y desde entonces no ha habido más contactos digamos formales, contactos de ejecutiva.

Unos minutos después, en esa misma entrevista, Iglesias me contaba que quien sí le había llamado, y varias veces, era Susana Díaz, la líder de los socialistas andaluces y presunta rival interna de Sánchez en el PSOE.

-Me parece paradójico que yo pueda hablar por teléfono con Susana Díaz y que no haya hablado nunca por teléfono con Pedro Sánchez.

Más recientemente, en la campaña electoral, hice de nuevo entrevistas en diciembre de 2015 a ambos. Le pregunté a Sánchez:

-En su opinión, ¿qué es lo mejor y lo peor de Pablo Iglesias?
-Me parece que es un buen crítico que acepta mal la crítica.

Y le pregunté a Iglesias:

-En su opinión, ¿qué es lo mejor y lo peor de Pedro Sánchez?
-Lo peor es su escasa naturalidad. Creo que lo ha reconocido él. Y lo mejor es que es un hombre muy guapo.

El pasado 11 de febrero, cuando ya tenía Sánchez el encargo del Rey de intentar la investidura y había comenzado los contactos y negociaciones con varios grupos, volví a entrevistar a Sánchez:

-A Iglesias le estamos esperando. (…) ¿Por qué no hay cita todavía? Tendrá que preguntárselo a él. Yo lo único que puedo decir es que tienen la puerta abierta.

Un mes después, siguen en teoría las manos tendidas, las voluntades de diálogo, las puertas abiertas… pero en realidad los recelos y los desencuentros aún no se despejan.

Dos meses con un ojo en hoy y el otro ojo en junio

Segunda votación, y de nuevo fallida. ¿Y ahora qué? Pues ahora un plazo máximo de casi dos meses (hasta el 2 de mayo) en los que se juega la segunda parte del partido y en la que puede pasar casi de todo: cambios de estrategia de algunos de los equipos, intentos de alianzas diferentes a las negociadas hasta ahora, incluso quizás sustituciones y bailes en algún banquillo…

Mariano Rajoy seguirá pidiéndoles a Ciudadanos y al PSOE la Gran Coalición con el PP, pero lo cierto es que su capacidad de maniobra es mínima y su partido parece totalmente aislado, al menos mientras lo lidere el todavía presidente del Gobierno en funciones.

Albert Rivera, crecido por los dos debates, instando al PP de forma cada vez más directa a que jubile a Rajoy -hoy ha apelado a lo que quede de la centrista UCD en el Partido Popular- y al mismo tiempo disputándole claramente el territorio político y la parroquia del centro derecha y de la derecha, por si hay nuevas elecciones. Y algunas encuestas dicen que con éxito.

Pablo Iglesias y el resto de la izquierda, que hoy ven a Sánchez más débil tras sus dos derrotas, instándole a un diálogo y una negociación para un Gobierno de coalición con todos ellos y sin Ciudadanos.

¿Y Pedro Sánchez? Pues probablemente seguirá en lo mismo en que está desde hace semanas, por ahora sin éxito porque es difícil lograrlo: cuadrar un círculo donde con el PSOE quepan Ciudadanos y las izquierdas, unos con un sí y entrando en el Gobierno y otros con una abstención y apoyando después en el Parlamento. Y en cualquier caso, eso sí, evitando Sánchez las minas internas que aún pueden ponerle algunos de los barones socialistas.

En las segundas partes de los partidos, unas veces cambia radicalmente el juego y el resultado y otras veces los minutos se convierten en basura, por inútiles y tediosos. Como lo saben, todos los partidos estarán también estos próximos dos meses con un ojo en el día a día de las negociaciones y los acercamientos y alejamientos y con el otro mirando a finales de junio, por sí hay que ir a una nueva competición, a unas nuevas elecciones.

Estamos en la mitad de primer tiempo del partido

Si esto fuera un partido de fútbol, estamos en la mitad de la primera parte del partido. Como estaba previsto, Pedro Sánchez ha fracasado hoy, 2 de marzo, en su primer intento de lograr la investidura como presidente del Gobierno. «Pondré difícil a Pablo Iglesias decirme no», decía Sánchez el pasado jueves a 20minutos. Se lo ha puesto difícil estos días, ha presionado cuanto ha podido al líder de Podemos, buscando su abstención. Seguirá haciéndolo hasta la tarde noche del viernes, cuando se produzca la segunda votación. Previsiblemente, con el mismo resultado: no. Y ahí llegaremos a la mitad del partido.

La segunda parte va a ser muy larga y muy imprevisible. Hasta el 2 de mayo (dos meses después de la primera votación, como dispone el artículo 99.5 de la Constitución), el Rey no podrá disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Estemos preparados, porque en esos dos meses puede pasar de todo. Negociaciones más intensas que las celebradas hasta ahora entre el PSOE y su izquierda. Nuevas gestiones a dos bandas de Ciudadanos o bien para que el PP se abstenga ante una posible nueva sesión de investidura de Sánchez o bien para intentar que el PP jubile a Rajoy y busque otro nombre que pueda ganarse la abstención del PSOE. Búsqueda de un independiente que pueda ser investido con síes y abstenciones de tres de las cuatro grandes fuerzas…

A veces, las segundas partes apenas añaden nada al partido: ni goles, ni momentos estelares de algún jugador, ni emoción en la grada. En ocasiones, además, provocan lesiones, tarjetas o expulsiones incluso. Pero otras veces, hay cambios de estrategia de juego o sustituciones de jugadores que dan un vuelco al marcador con que se fue al descanso. Veremos qué da de sí este partido tan raro, en el que además no están jugando dos equipos, sino una docena larga, y algunos de ellos debutantes.

El discurso de Sánchez, mestizo y femenino

El tono ha sido moderado, sin aires mitineros –y quizás sí debía de haberle dado alguno, para reforzar la idea de que la oportunidad es única para todos los que no son el presidente en funciones-, y al mismo tiempo un poco acelerado, como si no quisiera Pedro Sánchez consumir más de hora y media en los 42 folios que llevaba impresos. A final fueron 96 minutos, una hora y 36 minutos.

Los periodistas teníamos el texto delante, lo ha distribuido el PSOE cuando Sánchez apenas comenzaba su discurso de investidura, y hemos visto cómo el candidato se saltaba algunos fragmentos de lo que llevaba escritos y cómo metía, una y otra vez, la misma morcilla que no llevaba escrita: “Y esto lo podemos poner en marcha la próxima semana”. La frase a veces quedaba al final suspendida en su boca, como si estuviera a punto de completarla así: “Y esto también lo podemos poner en marcha la próxima semana, Pablo”.

Muchas críticas a Mariano Rajoy y a su ejecutoria en el Gobierno durante los últimos cuatro años, cosa esperable para reforzar la idea de lo urgente y perentorio que es el cambio. Bastantes piropos a Ciudadanos y a Albert Rivera, lógicos por el pacto previo que han firmado. Y muchos recados y aún más presión a Podemos y a Pablo Iglesias. A este, sin citarlo, quizás para bajarle algo los humos de las últimas semanas y los varios feos personales que el líder de Podemos le ha hecho al del PSOE desde «la sonrisa del destino» hacia acá.

Y lo más novedoso, en mi opinión: el concepto del mestizaje, de que somos un país de cruces, de mezclas, de combinaciones, de transversalidades… En todo, hasta en la ideología. Quizás debería haber explotado algo más Pedro Sánchez ese camino.

Nada más acabar el discurso, les he mandado el mismo whatsapp a una docena de dirigentes socialistas (sanchistas y antisanchistas, hombres y mujeres, mayores y jóvenes). La gran mayoría lo elogia y aplaude: lógico, es su jefe político.

Me ha parecido muy interesante una de las respuestas: “Es el discurso de investidura que perfectamente podría haber pronunciado una mujer candidata: por forma y por fondo, por apelación a la ternura, a la emoción, a sentimientos, por reconocer vulnerabilidad… Me ha llegado al corazón, y te aseguro que en política eso es difícil. Soy dura”. Sí, era una mujer la que así contestaba.

Mil veces políticamente muerto, Pedro Sánchez sigue vivo

Tras el rechazo ayer de Podemos al pacto del PSOE con Ciudadanos, vuelven algunos a dar por muerto políticamente a Pedro Sánchez. Quizás deberían ir un poco más despacio en el obituario.

No sé si es por un gran tesón y una gran capacidad de resistencia y de maniobra o si es sólo por baraka, esa especie de suerte providencial que a algunos les conceden los dioses, pero lo cierto es que Sánchez ha salido indemne e incluso crecido de muchas situaciones adversas.

En 2003, iba en el puesto 23 de la lista del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, y el PSOE consiguió 21 escaños… pero en 2004 dos concejales salieron y Sánchez no solo se convirtió en edil, sino en uno de los puntales de la entonces jefa municipal socialista, Trinidad Jiménez.

En las elecciones generales de 2008, Sánchez ocupaba el puesto 21 de la lista socialista al Congreso de los Diputados. El PSOE sacó 15 escaños, y Sánchez se fue a ganarse a vida de profesor a la Universidad Camilo José Cela… hasta que en 2009 se había corrido tanto la lista con nombramientos del Gobierno de Zapatero que Sánchez no solo entró en el Congreso, sino que incluso era elegido por los periodistas como diputado revelación del 2010.

En las elecciones generales de 2011, iba el undécimo en la lista socialista por Madrid al Congreso. El PSOE sacó 10 asientos, y Sánchez se volvió a la universidad y se dedicó a preparar su doctorado… hasta que en 2013 se corrió de nuevo la lista y volvió de diputado al Congreso y a tener un papel relevante en la conferencia política con la que ese otoño el PSOE intentó reinventarse con el empuje y el freno de Rubalcaba.

En 2014 iba a ser arrasado por Eduardo Madina en la votación directa entre los militantes socialistas para elegir a su secretario general… pero no, fue él quien arrasó. El 20 de diciembre pasado por la noche, con los pobres resultados electorales del PSOE humeantes, Susana Díaz y algunos otros barones socialistas lo iban a matar, pero no, sobrevivió. El Comité Federal socialista de enero también parecía que iba a matarlo, pero tampoco. Rajoy y el PP lo iban a aplastar hace pocos días, presionándolo con los mercados, el Ibex y Felipe González… pero tampoco. Pablo Iglesias y su sonrisa del destino lo iban a matar por ahogamiento, tomándolo como presidente del Gobierno cautivo y desarmado… pero por ahora tampoco.

Tiene difícil la investidura. La próxima semana, casi imposible. Pero, visto su pasado remoto y reciente de tesón y/o de baraka, a mí no me sorprendería que a la postre le salga.

Podemos, entre pájaro en mano o ciento volando

En el debate interno de Podemos, parece que no hay uniformidad de criterio y análisis sobre la coyuntura política ni sobre la estrategia a seguir. Habría dos posiciones. La de quienes apuestan por un acuerdo de mínimos con el PSOE para propiciar un Gobierno de cambio que abra una nueva etapa en la vida política española en la que la formación morada tendría una alta cuota de poder y de protagonismo, y la de quienes, con el argumento de la letra pequeña de algunas encuestas recientes (sobre todo, el Barómetro de enero del CIS) y otros indicadores e intuiciones de politólogo, sostienen que no hay que pactar sino ir directamente a nuevas elecciones, sin que se note mucho la intención, y convencidos de que la formación morada puede dar en ellas el sorpasso no sólo al PSOE sino incluso al PP y lograr el poder y el protagonismo completos.

Las elecciones, si finalmente las hay, serían a finales de junio. Hacer cálculos electorales a cuatro meses vista es un ejercicio inútil. Decidir la estrategia general con esos cálculos, una temeridad. Cierto que a primeros de enero Podemos era una de las formaciones con más alta fidelidad de voto, cierto que en voto directo podría estar en esas fechas superando al PP, cierto que Podemos tiene una posición privilegiada para satelitelizar a IU, cierto que la mayoría de encuestas públicas y privadas siempre infravaloran la fuerza real de la formación de Pablo Iglesias… Pero cierto también que el voto está muy volátil -lo vimos en la campaña del 20-D- y que aciertos y errores en la gestión y en la comunicación de estos meses pueden convertir las encuestas en un carrusel.

Sí, es posible que aún más votantes del PSOE pierdan en unas nuevas elecciones el miedo al cambio y abandonen al partido de Pedro Sánchez para irse a Podemos, y que se acelere aún más el trasvase del voto urbano de una a otra formación. Pero sí, también es posible que votantes que el 20-D apostaron por Podemos vuelvan en junio al PSOE, desengañados o alarmados tras ver prácticas de «la casta» en el partido morado, y niñerías tacticistas en las no negociaciones con el PSOE, y tensiones internas irresolubles con las confluencias, y algunas intervenciones públicas de un Pablo Iglesias a veces demasiado pagado de sí mismo… Medir ahora cuál de esas corrientes es más fuerte y cómo evolucionarán una y otra en los próximos meses es imposible.

Una de las dos posiciones se impondrá en breve. En los próximos días, quizás esta misma semana, veremos si Podemos opta por pájaro en mano o por ciento volando.

Pedro Sánchez mete presión a Pablo Iglesias: Si no te mueves, sigue Rajoy

Directos o indirectos, tajantes o sutiles, explícitos o tácitos, y siempre en tono moderado, sin acritud, quizás intentado no herir la fina piel del destinatario ni darle una excusa para un nuevo distanciamiento. Pedro Sánchez sembró de mensajes a Pablo Iglesias la entrevista que le hice ayer. Con frases como estas:

Voy en serio. Insto a todas las fuerzas del cambio a que den también otro paso al frente.

A Podemos, de Pablo Iglesias, le estamos esperando. La puerta la tiene abierta. Espero que podamos sentarnos a negociar un programa de Gobierno.

El monopolio del cambio no lo tiene un partido político y un líder, sino que lo tenemos distintos líderes de distintos partidos.

Nosotros hemos puesto encima de la mesa un programa de Gobierno, que incluso el propio Iglesias ha dicho que comparte en buena medida. Encuentro difícil para los votantes de Podemos que Pablo Iglesias se niegue a debatir sobre cómo resolver la pobreza energética, sobre cómo reducir la tasa de paro a la mitad en cuatro años, de cómo aprobar el Estatuto de los Trabajadores que recupere muchos de los derechos laborales perdidos. Hay mucho terreno común que tenemos con el partido de Pablo Iglesias, y le estamos esperando.

Si la alcaldesa de Barcelona [Ada Colau] quiere reunirse conmigo, yo no tengo ningún problema. Al contrario, para mí será un placer. Pero yo respeto mucho que son los partidos políticos quienes deciden quiénes son los interlocutores a la hora de negociar.

La suma entre Podemos, Izquierda Unida y el Partido Socialista no da mayoría respecto a una suma entre Partido Popular y Ciudadanos. Por tanto tenemos que abrir el espectro.

Al final tenemos que exigir a todos que estén a la altura del momento político que hay en España.

Para sacar adelante el cambio todos tendremos que ceder, y ceder no significa perder, ceder significa sumar.

A día de hoy, y no quiero por esto criticar a Iglesias, quien ha demostrado voluntad por sentarse a debatir sobre las políticas ha sido Ciudadanos. A Iglesias le estamos esperando. (…) Espero que recapaciten, que rectifiquen.

Lo que no podemos permitirnos son cuatro años más de Mariano Rajoy al frente del Gobierno, y los vetos pueden tener una consecuencia, y es que Mariano Rajoy siga siendo presidente del Gobierno. A mí cuando me dicen “el PSOE tiene que decidir entre Podemos y Ciudadanos”, yo digo “no, no; el PSOE ya decidió, y es que no gobierne el PP y se produzca el cambio”.

Eso fue ayer, por la mañana. Hoy, esta mañana, el propio Sánchez ha enlazado en su cuenta de Twitter la entrevista…

Como veis, con un titular diferente al que le puse yo anoche. «Muchos partidos han entendido que tenemos una oportunidad de cambio». Muchos partidos… Quizás haya estado Sánchez tentado de añadir: «y el tuyo por ahora no, Pablo. Muévete, que si no sigue Rajoy».

¿No le cabría en el tuit?

Los números de la tentación de Podemos para ir de nuevo a elecciones

Primera reunión, ayer viernes, de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias para negociar un posible acuerdo de Gobierno, y lo que parece una nueva línea roja del segundo al primero: No seguiremos hablando si no dejas de hacerlo con Albert Rivera, le vino a decir el líder de Podemos al del PSOE.

¿Es un farol, un primer movimiento táctico para ver cómo reacciona el rival? ¿O es una segunda señal de que Podemos juega a que no haya acuerdo y se vaya de nuevo a elecciones, tras la primera señal, el miércoles pasado, al coincidir Podemos con el PP en el Congreso en su posición de darle solo dos semanas a Sánchez para negociar sus apoyos de investidura?

Sea como fuere, lo cierto es que desde el jueves pasado tienen más argumentos quienes en Podemos quieren apostar por nuevas elecciones. Ese día se publicó el Barómetro del CIS. Aunque las encuestas se habían hecho un mes antes y el estudio quedaba un poco viejo, la mayoría de los políticos y de los medios nos fijamos en un dato muy relevante: en unos nuevos comicios, Podemos y sus confluencias, con el 21,9% de los votos, superarían al PSOE, con el 20,5%. Pero hay otros muchos datos en el estudio que están aumentando en el seno dd Podemos la tentación de no pactar con el PSOE y forzar nuevas elecciones. Entre ellos estos:

-IU, a pesar del fiasco del 20 de diciembre pasado (sólo 2 diputados pese a superar los 923.000 votos), sigue manteniendo fiel a su parroquia, probablemente por el creciente tirón de su líder, Alberto Garzón: tuvo en las elecciones del 20-D el 3,67% de los votos y tendría ahora, según el Barómetro del CIS, el 3,7%.

-El PSOE tiene problemas para mantener la fidelidad de sus votantes. Vete a la página 49 de este enlace del estudio del CIS: de los que votaron al PSOE el 20-D, el 78,8% volvería a hacerlo, el 10,8% no saben todavía qué harían y el 2,4% votarían a Podemos. Para Podemos, las cifras son menos preocupantes: de los que le votaron el 20-D, el 84,7% volverían a hacerlo ahora, el 4,3% no saben aún qué harían y el 1,5% votarían al PSOE.

-Podemos más sus confluencias no solo superarían ahora al PSOE en unas nuevas elecciones, según el CIS, sino que incluso superan el PP en voto directo, el que espontáneamente declara el encuestado: página 33 de este enlace: 18,4% de la suma de Podemos y las otras tres marcas aliadas frente a 18,2% del PP.

-El CIS tradicionalmente infravalora a Podemos en sus encuestas. Hay una prueba reciente. A primeros de diciembre pasado, el CIS publicó una macroencuesta previa a las elecciones que se iban a celebrar el día 20. Predijo que el PP tendría el 28,6% de los votos, el PSOE el 20,8%, Ciudadanos el 19%, IU el 3,6% y Podemos y sus confluencias el 15,7%. Puedes verlo aquí, en la página 32 de este enlace. La realidad de las urnas el 20-D fue esta: el PP logró el 28,72%, el PSOE el 22,01%, Ciudadanos el 13,93%, IU el 3,67% y Podemos y sus confluencias el 20,66%. Es decir, el CIS acertó bastante con PP, PSOE e IU, se equivocó mucho por exceso con Ciudadanos (le auguró 5 puntos largos más de lo que luego logró) y se equivocó también mucho por defecto con Podemos, al que le pronosticó casi 5 puntos menos de los que realmente logró. Para que os situéis: un punto porcentual en las elecciones del 20-D equivalió a unos 251.000 votos, luego el CIS no detectó unas semanas antes de las elecciones a 1,25 millones de votantes de Podemos.

La cocina del último Barómetro del CIS, el del jueves pasado, prevé para Podemos y sus confluencias el 21,9% de los votos, a unos 6 puntos porcentuales del PP, al que la adjudica el 28,8%. En Podemos probablemente aumenten quienes apuesten por nuevas elecciones porque, a la luz de todos los factores arriba enumerados (y con un acuerdo preelectoral con IU para sumarse sus casi millón de votantes) creen que la formación liderada por Pablo Iglesias podría conseguir no sólo superar al PSOE, sino incluso al PP.

¿El cuento de la lechera? Quizás: la opinión pública y la intención de voto está muy volátil, y hay muchos factores que podrían cambiar las corrientes de fondo del voto ante esas hipotéticas nuevas elecciones. Por ejemplo, a quién responsabilicen los ciudadanos, sobre todo los de izquierda y centroizquierda, de que no haya ese «Gobierno de cambio» que intenta Pedro Sánchez.

En los próximos días, habrá que mirar cada gesto y cada palabra de cada actor con extrema atención y preguntarse qué pretende, qué busca, qué dice, qué quiere en realidad decir y a quién…