¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Llámame caradura y sigue dándome pan

El mismo día en que el juez Eloy Velasco, que instruye el caso Púnica, interroga al que fue consejero de Transportes de Esperanza Aguirre y acelera su investigación porque ha encontrado nuevos y graves indicios de financiación ilegal del PP de Madrid…

y solo un día después en que uno de los tesoreros históricos del partido, Naseiro -sospechoso en su día de corrupción-, deje en evidencia de corrupción a otro de los tesoreros recientes, Bárcenas…

y solo dos días después de que el presidente de Murcia (PP) haya tenido que comparecer ante un juez imputado en cuatro graves delitos de corrupción y siga sin dimitir…

y solo tres días de, y cuatro días de, y cinco días de…

… Mariano Rajoy amenaza en el Congreso de los Diputados con meter en vía muerta la comisión parlamentaria de investigación sobre «la presunta financiación ilegal del PP» que acordó con Albert Rivera en el pacto que le permitió al líder del Partido Popular seguir de presidente del Gobierno.

Rivera y su partido, Ciudadanos, tuvieron un cierto éxito electoral tanto en las elecciones municipales y autonómicas de 2015 como en las generales de 2015 y de 2016 gracias, entre otras razones, a que enarbolaron la bandera de la regeneración, de limpiar a fondo la corrupción galopante que asolaba a los viejos partidos y de recuperar el prestigio de la política, de no hacer trampas, de cumplir la palabra dada…

Si Rivera no reacciona ahora de modo contundente a los desplantes que a diario le hace Rajoy -e incluso al modo en que alardean algunos en el PP de su incumplimiento del pacto-, el partido naranja y su líder se ponen en grave riesgo de perder gran parte de su caudal político y de reputación. Está bien decirle por gestos en el Congreso a Rajoy que es un caradura, pero Rivera ha de ir más allá, incluso más allá de impulsar con PSOE y Podemos la comisión de investigación que intenta bloquear el PP. Ha de acabar Rivera con el ‘llámame caradura, pero sigue dándome tus votos cuando los necesite’ a que le tiene sometido Rajoy.

El ninguneo a Ciudadanos y el desprecio a lo firmado -a la palabra dada y firmada- a que está llegando el PP ya no debería contestarlo el partido de Rivera solo con gestos y con algunas acciones puntuales. Si el socio PP sigue así, Rivera ha de cuestionarse el pacto en su conjunto.

Ciudadanos y Podemos, ante el espejo de la melancolía

Decía anoche en Salvados (La Sexta) el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que apoyaría ahora -con algunas condiciones previas, lógicamente- una moción de censura con el PSOE para sacar a Mariano Rajoy del Gobierno.

Lleva varios días el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, amagando en público con romper su pacto en Murcia con el PP (que ya lo ha roto e incumplido, véase el segundo folio de este documento) e insinuando algunos de su entorno en privado que se podría incluso poner en cuestión el pacto de investidura de Rajoy, también por incumplimiento del PP nacional.

Los dos partidos hace apenas tres años emergentes tenían muy claro entonces, cuando emergían, que para cambiar realmente la vida pública y la política en España, y regenerarlas con garantías de que la corrupción se arrancara de raíz, era condición imprescindible sacar a Rajoy y al PP de Rajoy del mayor número de instituciones posible. Tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, y aliándose con el PSOE, tanto Ciudadanos como Podemos sacaron al PP de Rajoy de algunos gobiernos regionales y grandes ayuntamientos. Pero tras las elecciones generales, especialmente tras las del 20 de diciembre de 2015, ambos partidos -y ambos líderes- tuvieron en su mano lograr el objetivo principal, el de sacar a Rajoy de la Moncloa, que era parte nuclear de su fundación, de su emergencia y de su éxito electoral, y no lo hicieron.

En amplísimas capas de sus respectivos votantes, de los de Ciudadanos y de los de Podemos, aquel esfuerzo que resultó inútil ha generado una enorme melancolía. Quizás ahora Rivera e Iglesias, mirándose en el espejo retrovisor, también la sientan y por eso dicen lo que dicen. No debieran ni engañarse ni engañar a sus electorados: el objetivo ahora es remoto o directamente imposible.

Tarjeta roja al PP y otras claves del 24M

El pulso entre la vieja y la nueva política lo ha ganado claramente la segunda. A los nuevos partidos y a los viejos partidos reseteados les fue regular o bien. Al PP, la formación dominante de los años de la crisis y la corrupción, le fue muy mal. Se dio un enorme batacazo, y vio cómo el renovado PSOE recupera poder territorial y cierto impulso, si bien al tiempo este ve cómo Podemos sigue creciendo a su izquierda y lo desborda incluso en algunas grandes plazas como Madrid. También a los dos grandes partidos nuevos les arroja el 24M un saldo diferente. Para Podemos, bueno. Para Ciudadanos, agridulce. Estas son algunas de las claves que deja el 24M:
Batacazo del PP, que pierde muchos votos y muchísimo poder. En votos, la caída es severísima: en las municipales (las únicas elecciones de ayer que abarcaban toda España) le desaparecen 2,4 millones de votos (pasa de 8,47 millones en 2011 a 6 millones ahora) y más de diez puntos porcentuales (del 37,53% hace cuatro años al 27% ahora). Y pierde sobre todo poder. Cede comunidades autónomas como Extremadura, claramente, y tras los previsibles pactos de la izquierda, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Aragón, quizás Baleares y Cantabria y, también por pactos, probablemente las alcaldías de grandes ciudades como Madrid, Valencia o Sevilla. Al PP le queda el consuelo de ser el partido más votado en las municipales, con dos puntos porcentuales sobre el PSOE, pero el aviso que los ciudadanos le han dado al partido de Rajoy y de Cospedal –que previsiblemente pierde el Gobierno castellano-manchego– es muy contundente. Al PP los españoles le han sacado tarjeta roja, tras las amarillas de las europeas de hace un año y de las andaluzas de hace dos meses. Salvo reacción rápida de Rajoy, las generales de otoño confirmarán el fin del ciclo de dominio del Partido Popular.
El PSOE renovado aguanta el tipo. Respecto a las municipales de hace cuatro años, sigue cayendo (27,8% del voto entonces, 25% ahora), pero cambia por primera vez en cuatro años la tendencia a la baja (en las europeas de hace un año se quedó en el 23%) y recupera poder territorial. En Extremadura, sin necesidad de pactos. Y si logra acuerdos a su izquierda, en todas las comunidades y algunos grandes ayuntamientos en los que el PP no suma mayorías ni con Ciudadanos. La mala noticia para el PSOE es que Podemos le pondrá duras condiciones para esos pactos, como ha hecho en Andalucía, y que en algunos territorios el partido de Pablo Iglesias ya le disputa al de Pedro Sánchez el liderazgo de la izquierda e incluso se lo arrebata.
Podemos exhibe fuerza en Barcelona y Madrid, si bien no con su propia marca, sino impulsando candidaturas populares lideradas por sendos nuevos iconos de la izquierda: Ada Colau y Manuela Carmena. En muchas otras ciudades y comunidades, Podemos tiene la llave si el PSOE quiere gobernar. Sus resultados, por lo demás, son irregulares, con territorios donde logra o ronda el 20% del voto –Aragón, 20,5%; Asturias, 19%, o Comunidad de Madrid, 18,6%– y otros donde no llega al 10%, como Castilla-La Mancha, Extremadura o Cantabria.
Ciudadanos crece más despacio de lo previsto. Hace dos meses, la formación de Albert Rivera se apuntaba un gran éxito con el 9,2% del voto en las andaluzas. Ahora supera esa marca en Barcelona, Madrid ciudad y comunidad, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla y León, Aragón… pero se queda lejos de lo que las encuestas le auguraban (en torno al 15%) y apenas tiene llaves de gobierno para el PP.
CiU es la más votada en Cataluña, pero cede muchos puntos y pierde la primacía en Barcelona, un grave contratiempo para el proyecto soberanista de Artur Mas, que ve, además, como ERC duplica sus resultados de 2011 y se le acerca.
PNV logra una victoria clara en Euskadi.
IU y, sobre todo, UPyD se convierten en formaciones marginales.

Hasta el 40% sin decidir el voto del todo

He hablado en los últimos días con dirigentes de prácticamente todos los partidos políticos con opciones de lograr representación en los ayuntamientos y comunidades autónomas que celebran elecciones en dos domingos, el próximo 24 de mayo. Todos dicen lo mismo, los que salen bien en las encuestas y los que salen menos bien o directamente mal o muy mal: «Prudencia». «El voto está muy volátil». «El volátil es el elector, que no acaba de decidirse». «El xx% está aún indeciso, sin tomar una decisión definitiva sobre el sentido de su voto». «La cocina de las encuestas está más confusa y con más humo que nunca, con tanto partido nuevo del que no hay recuerdo de voto». Y en el xx% de indecisos algunos dicen el 30% e incluso hasta el 40%. Mucho parece…
Todos coinciden, además, en su percepción de que serán pequeñas, medianas o grandes noticias de última hora que salten durante la campaña y afecten a la reputación de alguno de los candidatos o de las marcas lo que decidirá muchos miles de votos. Un escándalo o un escandalillo, una frase afortunada o una desafortunada, una metedura de pata, un rasgo de soberbia o de ostentación, un acierto, un gesto, una foto…
Rus, Aznalcóllar, Monedero, los pisos patera… Asuntos importantes o menos importantes, anecdóticos o sustanciales, estructurales o circunstanciales… van a decidir papeletas de última hora como nunca antes.
Y por si todo fuera poco, el fallo clamoroso de las encuestas en las recientes elecciones en Reino Unido como un aliento de esperanza para los que en las de aquí salen mal retratados y de toma de tierra para los que salen altos y guapos.

Qué esperan de las autonómicas PP, PSOE, Podemos…

A poco más de cuatro meses de las elecciones autonómicas y locales del próximo 24 de mayo, los partidos ya han puesto en marcha sus maquinarias electorales, y algunos sus cálculos internos de objetivos y pretensiones.
-PP. En la anterior cita, en mayo de 2011, el hundimiento del PSOE de Zapatero, tan deteriorado por la gestión de la crisis, llevó al Partido Popular a una victoria amplísima tanto en autonómicas como en municipales. Retener en mayo próximo tanto poder parece difícil, sobre todo considerando que es el PP de Rajoy quien tiene ahora que rendir cuentas ante los ciudadanos de su gestión de la crisis -y de los escándalos de corrupción-. Aun así, el Partido Popular considera que en las autonómicas tiene fácil ganar sin problemas en Castilla y León, La Rioja y Murcia, y aspira a hacerlo también aunque sea más ajustado en Castilla-La Mancha, Cantabria, Aragón y Baleares y a entrar en el Gobierno en Asturias. Las incertidumbres las tienen en Extremadura, Comunidad de Madrid y Comunitat Valenciana.
-PSOE. Los cálculos socialistas son muy diferentes. Un alto cargo se atreve a pronosticar, en privado, que el PSOE seguirá gobernando en Asturias y logrará los gobiernos -ahora en manos del PP- de Extremadura y de Castilla-La Mancha, sin necesidad de pactos, y podría gobernar con pactos en Comunidad de Madrid, Comunitat Valenciana y Aragón.
-Podemos. En la dirección del partido de Pablo Iglesias -aún en construcción, puesto que no tendrá las cúpulas regionales internas hasta mediados de febrero, y las candidaturas autonómicas previsiblemente hasta marzo o abril- creen que pueden entrar en los gobiernos autonómicos de Comunidad de Madrid, Comunitat Valenciana, Asturias y, «si finalmente hay elecciones anticipadas, Andalucía».
Casi todos los consultados, de los diferentes partidos, coinciden en que el voto en todas las autonomías se va a fragmentar mucho, en que habrá poquísimas mayorías absolutas y en que en algunas comunidades de muchísima fragmentación la llave definitiva la pueden tener alguna formación regional o alguna de las estatales de mediano tamaño: UPyD, Ciudadanos o IU (si sobrevive al vendaval Podemos).