¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Qué harán los cuatro grandes partidos esta última semana

Panorama aún bastante abierto el que dejan varias de las encuestas que se publican hoy, último día hábil para darlas a conocer. Abierto sobre todo, por el alto porcentaje de indecisos (el 22,9% de los votantes, según el estudio de Grupo Heraldo para 20minutos), de ciudadanos que tienen decidido que el próximo domingo van a votar, pero que aún no tienen claro a quién.

A la luz de los datos, a esto parece que jugará estos últimos días de campaña cada uno de los cuatro grandes partidos:

-El PP, a trabajar insistentemente -como hasta ahora- en la polarización del voto -el o yo (Partido Popular) o el caos (Unidos Podemos)- y a llamar cada vez de modo más insistente al voto útil para rebañar sufragios a Ciudadanos sobre todo en las pequeñas circunscripciones donde todo indica que la formación naranja tiene difícil entrar. Son 28 de las 52 del total, según un pormenorizado estudio de GAD3. Veremos mucha siembra ‘popular’ estos días en todas ellas.

-El PSOE, a que no cunda en sus filas el desánimo del posible sorpasso y a movilizar lo más posible a sus muchísimos indecisos, sean los que dudan entre abstenerse y votar o los que dudan -en ese orden- entre PSOE y Unidos Podemos, entre PSOE y Ciudadanos y entre PSOE y PP.

-Unidos Podemos, a mantener lo que le dan casi todos las encuestas: una ligera o incluso cómoda ventaja sobre el PSOE de Pedro Sánchez que le permita llevar la voz cantante de la izquierda en las conversaciones a partir del próximo lunes. ¿Cómo? Con moderación, arriesgando poco, procurando no asustar a los indecisos y no cometer errores (ni uno más como el de Monedero hace unos días).

-Ciudadanos, a recuperar territorio entre los dos grandes que tiene a derecha e izquierda (PP y PSOE), criticando Albert Rivera -como hasta ahora- al PP de Mariano Rajoy y su equipo y ampliando el tiro a partir de ahora a Pedro Sánchez para disputar la frontera a los socialistas y romper con la idea de que el pacto de la legislatura fallida sigue en pie y que C’s es un simple apéndice del PSOE (idea que propagan tanto PP como Unidos Podemos).

Y, en general, ojo a este dato del postelectoral del CIS de las anteriores generales: el 26,9% de los que votaron el 20 de diciembre pasado decidieron qué papeleta metían en la urna durante la última semana de campaña. Entonces se debía a la llegada de las dos nuevas fuerzas emergentes. Ahora no será tan alto, pero si fuera en torno al 20% tendríamos unos 5 millones de votos aún bailando. ¡Muchísimos!

El ‘Debate a 4’ y las encuestas no científicas

En la noche del lunes al martes pasado, la del Debate a 4 entre los candidatos a presidente del Gobierno por las principales formaciones políticas, muchos de los principales medios online lanzamos una encuesta entre nuestros lectores. «¿Quién crees que ha ganado?», preguntábamos -más o menos- todos a nuestras respectivas comunidades de lectores.

Cuando salí de la redacción de 20minutos, sobre la 1.30 de la madrugada ya del martes, en nuestra encuesta ya habían participado muchos miles de internautas, y Pedro Sánchez (PSOE) iba ganando por bastantes puntos porcentuales a Pablo Iglesias (Unidos Podemos), mientras que Albert Rivera (Ciudadanos) y Mariano Rajoy (PP) estaban claramente descolgados. Cuando volví a mirar la encuesta, ya en mi casa, Iglesias había protagonizado una fulgurante remontada y superaba a Sánchez, si bien aún por muy poco. Cuando miré de nuevo, sobre las 7 de la mañana del martes, Iglesias ya ganaba con clara ventaja. Y ahora, dos días largos después, la encuesta está así: con más 65.000 votos emitidos, va en cabeza Iglesias con el 40% de los votos, seguido de Sánchez (26%), Rivera (21%) y Rajoy (13%).

Vi en otros medios fenómenos parecidos, remontadas y pájaras -no sólo de Iglesias, también de otros candidatos- que parecían las del Perico Delgado más extremo del Tour de Francia. ¿Qué había pasado? ¿Que el conjunto de la población al unísono había caído en la cuenta en la madrugada del martes de que estaba votando erróneamente y rectificó ella solita y empezó a votar acertadamente? ¿Que el colectivo de seguidores de un candidato trasnocha más que el de otros, y sus votos entran más tardíos? ¿Que los diferentes colectivos de seguidores de cada candidato se habían activado votando en distintos tramos horarios? 

Ayer, miércoles, mientras lanzaba este tuit

vi que algunos medios hacían informaciones presuntamente serias con el resultado de su encuesta, y que otros incluso realizaban comparativas, también presuntamente serias, entre las encuestas de diferentes medios.

¿Debemos llegar a tanto? ¿Podemos sacar conclusiones creíbles? Y otras preguntas: Las encuestas online hechas con métodos como todos sabemos nada científicos, ¿añaden información o añaden ruido? ¿Le dan información a nuestros lectores o le dan solo entretenimiento?

Desde hace ya años, todas las encuestas de 20minutos.es llevan esta leyenda, que sale en la página del resultado:

«Esta encuesta no es científica y sólo refleja la opinión de aquellos lectores que han elegido participar. Los resultados no representan necesariamente la opinión de los internautas en general o de los lectores de 20minutos al completo»

En 20minutos, vamos a seguir haciéndolas, creemos que algo aportan al debate público, pero os pido desde aquí que las hagáis caso en su justa medida. No le deis más importancia de la que realmente tienen. Nosotros tampoco lo haremos.

 

Apártate, Pablo. Apártate tú, Albert

Lo escribí aquí, en este blog, el pasado 13 de enero, recién constituidas las Cortes emanadas de las elecciones del 20 de diciembre:

«A Ciudadanos le hablará Sánchez de pactar un calendario de reformas profundas y de medidas de regeneración democrática. A Podemos (…) le hablará de medidas de regeneración democrática y de acordar una potente agenda social. Con uno negociará el sí en su investidura y con el otro la abstención. Y a cada uno de ellos intentará convencerlo de que su presencia en el acuerdo asimétrico a tres es imprescindible porque vacunaría al PSOE y a sí mismo, al propio Sánchez, de caer en algún momento en una deriva excesiva hacia alguno de los dos lados, hacia su derecha -Ciudadanos- o hacia su izquierda -Podemos-.»

Tres meses largos después, ha habido algunas variaciones notables (el PSOE firmó un pacto con Ciudadanos, Podemos insiste en su fórmula de Gobierno de izquierdas, y Pablo Iglesias la ha blindado con una seudoconsulta a sus afiliados), pero en el fondo Pedro Sánchez está ante la misma cuadratura del círculo en que estaba en enero… pero con sólo cinco días por delante para resolverla. ¿Cómo convence a uno de los dos partidos recién emergidos, a Podemos o a Ciudadanos, de que ceda una abstención de sus diputados que permita la investidura del propio Sánchez para un Gobierno del PSOE con el otro partido emergido?

Albert Rivera esgrime ante Pablo Iglesias que es Ciudadanos quien tiene un acuerdo firmado con PSOE, luego que quien debería apartarse de la pugna por la boda con Sánchez es Podemos. Pablo Iglesias esgrime ante Albert Rivera que él tiene un doble mandato de sus bases de no apoyar el pacto PSOE-Ciudadanos y de intentar el pacto de izquierdas.

-Apártate tú.

-No, te apartas tú.

A cinco días de que acabe el plazo, no se vislumbra aún que ninguno de los dos vaya a ceder. ¿Y el PSOE y Pedro Sánchez? ¿Aún tienen alguna herramienta nueva que utilizar para moverlos?

Dos meses con un ojo en hoy y el otro ojo en junio

Segunda votación, y de nuevo fallida. ¿Y ahora qué? Pues ahora un plazo máximo de casi dos meses (hasta el 2 de mayo) en los que se juega la segunda parte del partido y en la que puede pasar casi de todo: cambios de estrategia de algunos de los equipos, intentos de alianzas diferentes a las negociadas hasta ahora, incluso quizás sustituciones y bailes en algún banquillo…

Mariano Rajoy seguirá pidiéndoles a Ciudadanos y al PSOE la Gran Coalición con el PP, pero lo cierto es que su capacidad de maniobra es mínima y su partido parece totalmente aislado, al menos mientras lo lidere el todavía presidente del Gobierno en funciones.

Albert Rivera, crecido por los dos debates, instando al PP de forma cada vez más directa a que jubile a Rajoy -hoy ha apelado a lo que quede de la centrista UCD en el Partido Popular- y al mismo tiempo disputándole claramente el territorio político y la parroquia del centro derecha y de la derecha, por si hay nuevas elecciones. Y algunas encuestas dicen que con éxito.

Pablo Iglesias y el resto de la izquierda, que hoy ven a Sánchez más débil tras sus dos derrotas, instándole a un diálogo y una negociación para un Gobierno de coalición con todos ellos y sin Ciudadanos.

¿Y Pedro Sánchez? Pues probablemente seguirá en lo mismo en que está desde hace semanas, por ahora sin éxito porque es difícil lograrlo: cuadrar un círculo donde con el PSOE quepan Ciudadanos y las izquierdas, unos con un sí y entrando en el Gobierno y otros con una abstención y apoyando después en el Parlamento. Y en cualquier caso, eso sí, evitando Sánchez las minas internas que aún pueden ponerle algunos de los barones socialistas.

En las segundas partes de los partidos, unas veces cambia radicalmente el juego y el resultado y otras veces los minutos se convierten en basura, por inútiles y tediosos. Como lo saben, todos los partidos estarán también estos próximos dos meses con un ojo en el día a día de las negociaciones y los acercamientos y alejamientos y con el otro mirando a finales de junio, por sí hay que ir a una nueva competición, a unas nuevas elecciones.

El discurso de Sánchez, mestizo y femenino

El tono ha sido moderado, sin aires mitineros –y quizás sí debía de haberle dado alguno, para reforzar la idea de que la oportunidad es única para todos los que no son el presidente en funciones-, y al mismo tiempo un poco acelerado, como si no quisiera Pedro Sánchez consumir más de hora y media en los 42 folios que llevaba impresos. A final fueron 96 minutos, una hora y 36 minutos.

Los periodistas teníamos el texto delante, lo ha distribuido el PSOE cuando Sánchez apenas comenzaba su discurso de investidura, y hemos visto cómo el candidato se saltaba algunos fragmentos de lo que llevaba escritos y cómo metía, una y otra vez, la misma morcilla que no llevaba escrita: “Y esto lo podemos poner en marcha la próxima semana”. La frase a veces quedaba al final suspendida en su boca, como si estuviera a punto de completarla así: “Y esto también lo podemos poner en marcha la próxima semana, Pablo”.

Muchas críticas a Mariano Rajoy y a su ejecutoria en el Gobierno durante los últimos cuatro años, cosa esperable para reforzar la idea de lo urgente y perentorio que es el cambio. Bastantes piropos a Ciudadanos y a Albert Rivera, lógicos por el pacto previo que han firmado. Y muchos recados y aún más presión a Podemos y a Pablo Iglesias. A este, sin citarlo, quizás para bajarle algo los humos de las últimas semanas y los varios feos personales que el líder de Podemos le ha hecho al del PSOE desde «la sonrisa del destino» hacia acá.

Y lo más novedoso, en mi opinión: el concepto del mestizaje, de que somos un país de cruces, de mezclas, de combinaciones, de transversalidades… En todo, hasta en la ideología. Quizás debería haber explotado algo más Pedro Sánchez ese camino.

Nada más acabar el discurso, les he mandado el mismo whatsapp a una docena de dirigentes socialistas (sanchistas y antisanchistas, hombres y mujeres, mayores y jóvenes). La gran mayoría lo elogia y aplaude: lógico, es su jefe político.

Me ha parecido muy interesante una de las respuestas: “Es el discurso de investidura que perfectamente podría haber pronunciado una mujer candidata: por forma y por fondo, por apelación a la ternura, a la emoción, a sentimientos, por reconocer vulnerabilidad… Me ha llegado al corazón, y te aseguro que en política eso es difícil. Soy dura”. Sí, era una mujer la que así contestaba.

Los números de la tentación de Podemos para ir de nuevo a elecciones

Primera reunión, ayer viernes, de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias para negociar un posible acuerdo de Gobierno, y lo que parece una nueva línea roja del segundo al primero: No seguiremos hablando si no dejas de hacerlo con Albert Rivera, le vino a decir el líder de Podemos al del PSOE.

¿Es un farol, un primer movimiento táctico para ver cómo reacciona el rival? ¿O es una segunda señal de que Podemos juega a que no haya acuerdo y se vaya de nuevo a elecciones, tras la primera señal, el miércoles pasado, al coincidir Podemos con el PP en el Congreso en su posición de darle solo dos semanas a Sánchez para negociar sus apoyos de investidura?

Sea como fuere, lo cierto es que desde el jueves pasado tienen más argumentos quienes en Podemos quieren apostar por nuevas elecciones. Ese día se publicó el Barómetro del CIS. Aunque las encuestas se habían hecho un mes antes y el estudio quedaba un poco viejo, la mayoría de los políticos y de los medios nos fijamos en un dato muy relevante: en unos nuevos comicios, Podemos y sus confluencias, con el 21,9% de los votos, superarían al PSOE, con el 20,5%. Pero hay otros muchos datos en el estudio que están aumentando en el seno dd Podemos la tentación de no pactar con el PSOE y forzar nuevas elecciones. Entre ellos estos:

-IU, a pesar del fiasco del 20 de diciembre pasado (sólo 2 diputados pese a superar los 923.000 votos), sigue manteniendo fiel a su parroquia, probablemente por el creciente tirón de su líder, Alberto Garzón: tuvo en las elecciones del 20-D el 3,67% de los votos y tendría ahora, según el Barómetro del CIS, el 3,7%.

-El PSOE tiene problemas para mantener la fidelidad de sus votantes. Vete a la página 49 de este enlace del estudio del CIS: de los que votaron al PSOE el 20-D, el 78,8% volvería a hacerlo, el 10,8% no saben todavía qué harían y el 2,4% votarían a Podemos. Para Podemos, las cifras son menos preocupantes: de los que le votaron el 20-D, el 84,7% volverían a hacerlo ahora, el 4,3% no saben aún qué harían y el 1,5% votarían al PSOE.

-Podemos más sus confluencias no solo superarían ahora al PSOE en unas nuevas elecciones, según el CIS, sino que incluso superan el PP en voto directo, el que espontáneamente declara el encuestado: página 33 de este enlace: 18,4% de la suma de Podemos y las otras tres marcas aliadas frente a 18,2% del PP.

-El CIS tradicionalmente infravalora a Podemos en sus encuestas. Hay una prueba reciente. A primeros de diciembre pasado, el CIS publicó una macroencuesta previa a las elecciones que se iban a celebrar el día 20. Predijo que el PP tendría el 28,6% de los votos, el PSOE el 20,8%, Ciudadanos el 19%, IU el 3,6% y Podemos y sus confluencias el 15,7%. Puedes verlo aquí, en la página 32 de este enlace. La realidad de las urnas el 20-D fue esta: el PP logró el 28,72%, el PSOE el 22,01%, Ciudadanos el 13,93%, IU el 3,67% y Podemos y sus confluencias el 20,66%. Es decir, el CIS acertó bastante con PP, PSOE e IU, se equivocó mucho por exceso con Ciudadanos (le auguró 5 puntos largos más de lo que luego logró) y se equivocó también mucho por defecto con Podemos, al que le pronosticó casi 5 puntos menos de los que realmente logró. Para que os situéis: un punto porcentual en las elecciones del 20-D equivalió a unos 251.000 votos, luego el CIS no detectó unas semanas antes de las elecciones a 1,25 millones de votantes de Podemos.

La cocina del último Barómetro del CIS, el del jueves pasado, prevé para Podemos y sus confluencias el 21,9% de los votos, a unos 6 puntos porcentuales del PP, al que la adjudica el 28,8%. En Podemos probablemente aumenten quienes apuesten por nuevas elecciones porque, a la luz de todos los factores arriba enumerados (y con un acuerdo preelectoral con IU para sumarse sus casi millón de votantes) creen que la formación liderada por Pablo Iglesias podría conseguir no sólo superar al PSOE, sino incluso al PP.

¿El cuento de la lechera? Quizás: la opinión pública y la intención de voto está muy volátil, y hay muchos factores que podrían cambiar las corrientes de fondo del voto ante esas hipotéticas nuevas elecciones. Por ejemplo, a quién responsabilicen los ciudadanos, sobre todo los de izquierda y centroizquierda, de que no haya ese «Gobierno de cambio» que intenta Pedro Sánchez.

En los próximos días, habrá que mirar cada gesto y cada palabra de cada actor con extrema atención y preguntarse qué pretende, qué busca, qué dice, qué quiere en realidad decir y a quién…

Las aguas se calman en el PSOE

Calma poco tensa en el PSOE, en vísperas del Comité Federal de pasado mañana sábado, el que en teoría era un Rubicón que se iba a ocupar de dos asuntos relevantes: por un lado poner fecha al congreso en el que algunos preparaban la derrota y sustitución del secretario general, Pedro Sánchez, y por otro aprobar o no los preacuerdos de Sánchez con Podemos y otras fuerzas políticas para lograr su investidura como presidente del Gobierno.

Previsiblemente, no se decidirá ni una cosa ni la otra. La primera, porque hay tantas incertidumbres sobre el panorama político general y dónde acabaremos que no parece sensato ponerse ahora el pie forzado de una fecha para el congreso. La segunda, porque Sánchez ha ralentizado esta semana, adrede, los contactos, y les va a decir el sábado a los miembros del Comité Federal que aún no se ha puesto a negociar con otras formaciones, que cree que de nuevo le propondrá el rey a Rajoy que intente la investidura y que, si este declina la invitación por segunda vez, será entonces cuando toque el turno al PSOE.

Sánchez está dedicando la semana, entre otros asuntos, a dos muy importantes para él: a parar la nueva embestida de Rajoy y del PP para intentar la Gran Coalición (un acuerdo de Gobierno entre PP, Ciudadanos y el PSOE) y a tomar medidas preventivas de pacificación de su Comité Federal.

Para lo primero ha contado con un aliado imprevisto: la nueva tufarada de corrupción a gran escala que desde el martes sale de Valencia (video TeQuieroAlfonsoCoño incluido) ha dejado algo grogui a Rajoy, aunque él aún no lo sepa o no lo admita. Además, la anunciada montaña interna que venía en este asunto, Felipe González, ha parido poco más que un ratoncito.

Para lo segundo, Sánchez está recibiendo a solas, desde el lunes, a todos o casi todos los barones territoriales del partido, uno por uno. Sobre su cita con Susana Díaz hay dos versiones. Una, que habían quedado ayer, miércoles, y tuvo que ser por teléfono por problemas de agenda de la líder socialista andaluza en cuanto presidenta de la Junta. Otra, que la cita será mañana, viernes.

En cualquier caso, cuentan los más cercanos a Sánchez que el saldo de las citas es muy positivo. Los barones más cercanos al secretario general han cerrado fijas con él y algunos de los hasta hace unos días más críticos (por ejemplo, el aragonés, Javier Lambán; y el extremeño, Guillermo Fernández Vara) han ido moderando el tono y se han acercado en son de paz a las posiciones de Sánchez.

¿Y ahora qué? Esperar que, cuando el rey acabe su ronda de consultas, le proponga de nuevo a Rajoy y este se vea impelido a declinar de nuevo la invitación… y de manera definitiva. E intentar Sánchez en ese momento -con un programa de agenda social, reformas institucionales y regeneración democrática- un acuerdo a tras bandas para que Pablo Iglesias le dé un sí a su investidura y Albert Rivera se abstenga y el PSOE se quede relativamente tranquilo.

-¿Y la propuesta de Pablo Iglesias de entrar Podemos en el Gobierno y además con él mismo de vicepresidente y varias carteras para su formación? -pregunto.
-Pablo y Podemos ya han renunciado a varias propuestas relevantes o líneas rojas en poco tiempo -me contesta alguien cercano a Sánchez-: la del presidente del Gobierno independiente, la del referéndum en Cataluña, la de los cuatro grupos parlamentarios para Podemos y sus confluencias, la de que no entraría en Gobierno que no fuera presidido por él… Renunciará también a la última, en todo o en parte

Las 18.10 del jueves 28 de enero y así están las cosas. Pero no os fiéis, que el tiempo político está tan volátil que un estornudo mediano puede desencadenar una nueva tormenta.

Semana clave en 6 claves

Todas las semanas tras el 20-D han sido importantes, pero la que ahora entra puede ser decisiva. Estas son las claves:

1. Segunda ronda del Rey, a partir del miércoles 27. Al finalizarla, propondrá a un candidato que afronte la investidura. Salvo gran sorpresa, de nuevo a Mariano Rajoy.

2. Segunda oportunidad de Rajoy. Rechazó la primera, el viernes pasado, en un gesto insólito y sin precedentes que dificulta a Felipe VI el desempeño de su papel institucional. Es improbable que estos días sume Rajoy algún apoyo. Una segunda renuncia sólo se entendería si fuera definitiva. Y hasta en el PP habría quienes pensaran en un nuevo nombre. El previsible, Soraya Sáenz de Santamaría, ha quedado salpicado por el caso Acuamed, y ya circulan otros: Feijóo, Cifuentes, Alfonso Alonso…

3. Muchas tareas para Pedro Sánchez, y todas muy delicadas. Hablar tanto con su derecha (Ciudadanos) como con su izquierda (Podemos, IU) y con los nacionalistas, sin disgustar a nadie. Aguantar las muchas y cada vez mayores presiones para que el PSOE ceda una abstención a la investidura de un candidato del PP. Y, sobre todo, pasar el Rubicón el sábado 30 del Comité Federal socialista, donde sus correligionarios le van a examinar con lupa cualquier preacuerdo y donde algunos le esperan con el cuchillo desenvainado.

4. Podemos: acelerar o ralentizar. El acelerón del viernes pasado, con la propuesta de Pablo Iglesias a Sánchez de formar un Gobierno entre PSOE, Podemos e IU, con el propio Iglesias de vicepresidente, ha desatado primero las suspicacias y después las alarmas en el PSOE. Hoy hay más jefes socialistas que creen que se enfrentan a una OPA hostil que los que piensan que es una oferta de leal colaboración. Si el acelerón de Podemos sigue -hoy seguía-, en el PSOE estarán convencidos de que es una oferta trampa, una estrategia para culpabilizar al PSOE de que no haya un Gobierno de izquierdas, forzar nuevas elecciones e intentar el sorpasso.

5. Ciudadanos sigue viéndose bisagra. Ayer dijo que «en ningún caso» votará sí a Sánchez. Pero no dijo que no se vaya a abstener. En las idas y venidas, hay en C’s incluso quien cree que Albert Rivera podría ser presidente de un pacto PP-Ciudadanos-PSOE.

Y 6. La semana pasada tuvo dos grandes golpes de efecto: el de Iglesias y el de Rajoy. No es descartable que la nueva semana también traiga algo imprevisto. La partida se juega en un escenario nuevo entre nosotros: mucha tensión y presión, gran fragmentación parlamentaria y difíciles sumas de síes, de noes y de abstenciones.

La hoja de ruta de Pedro Sánchez (a hoy)

Previsiblemente, la próxima semana (martes 26 y jueves 28) o la siguiente (martes 2 y jueves 4 de febrero), Mariano Rajoy intenta su investidura en el Congreso, y no la consigue. Previsiblemente, pocos días después, es el turno de intentos de Pedro Sánchez (martes 2 y jueves 4 de febrero o martes 9 y jueves 11, o como mucho una semana más tarde: martes 16 y jueves 18).

Sea como fuere, aún estamos relativamente lejos del intento del secretario general socialista por convertirse en presidente del Gobierno. Pueden pasar muchas cosas en medio. Encuentros y desencuentros, Acercamientos y alejamientos. Tiras y aflojas. Hace una semana, Sánchez estaba en conseguir el sí o la abstención de Podemos a su investidura, y al mismo tiempo la abstención o el sí de Ciudadanos. Casi indistintamente una u otra solución. Ahora ha fijado una prioridad, un objetivo más concreto: conseguir que al sí de los escaños del PSOE (90) se sume el sí de Podemos y sus confluentes (69) y la abstención de Ciudadanos (40). ¿Y con los nacionalistas? Con el PNV (6 escaños) se empleará a fondo para el sí (muy valioso, porque contrarrestaría lo suficiente un no de Ciudadanos a última hora); con los catalanes (9 de ERC y 8 de DL), algo menos: los socialistas dan por hecho que los nacionalistas catalanes no se retratarán votando no con los diputados del PP (123) a un presidente socialista y más sensible a atender el problema catalán.

Pero eso es a hoy, insisto. En política pueden pasar en pocas horas muchas cosas que tuerzan o corrijan las hojas de ruta previamente trazadas.

PD Las encuestas publicadas estos días, que dicen que en unas nuevas elecciones Ciudadanos tendría peor resultado que el pasado 20 de diciembre y que Podemos mejoraría algo, pero no mucho o muchísimo, pueden pesar mucho en los dos partidos y líderes emergentes (Albert Rivera y Pablo Iglesias) a la hora de negociar. Hoy estarían ambos más dispuestos que hace una semana.

La Operacion Patxi López vigoriza a Pedro Sánchez

El éxito de su primera operación de cierto calado tras el 20-D, llevar a Patxi López a la Presidencia del Congreso de los Diputados, le ha llenado de optimismo a Pedro Sánchez. «Estoy muy contento», dice en privado. Está vigorizado, con un tono muscular bastante superior al de los primeros días tras las elecciones, cuando Susana Díaz y otros barones territoriales socialistas amagaban con moverle la silla. Cree Sánchez que, si ha logrado convencer ahora de este acuerdo a su derecha -a Albert Rivera y Ciudadanos-, puede intentar en unas semanas -cuando Mariano Rajoy previsiblemente fracase en sus intentos de investidura- jugar su opción de Gobierno de cambio con el apoyo y/o la abstención de Ciudadanos o de Podemos, de su derecha y de su izquierda.

Va a jugar a los dos lados, a los dos palos.

A Ciudadanos le hablará Sánchez de pactar un calendario de reformas profundas y de medidas de regeneración democrática. A Podemos -cuando se le pase el cabreo y/o el postureo que mostraba esta mañana Pablo Iglesias-, le hablará de medidas de regeneración democrática y de acordar una potente agenda social. Con uno negociará el sí en su investidura y con el otro la abstención. Y a cada uno de ellos intentará convencerlo de que su presencia en el acuerdo asimétrico a tres es imprescindible porque vacunaría al PSOE y a sí mismo, al propio Sánchez, de caer en algún momento en una deriva excesiva hacia alguno de los dos lados, hacia su derecha -Ciudadanos- o hacia su izquierda -Podemos-.

¿Le saldrá esta nueva operación? Difícil, pero no más que hace dos semanas, quizá un poco menos. Del escollo, complicadísimo de sortear, del referéndum en Cataluña que piden Podemos e Iglesias, aún no hablan los estrategas socialistas. No quieren que ese negro nubarrón en el horizonte les enturbie hoy el éxito de la Operación Patxi López.