¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de abril, 2017

Francia, en claves españolas

Ya estábamos en España acostumbrados a que, en las noches electorales, casi todos los partidos -salvo desastre estrepitoso- se presentaran como los ganadores. Ahora estamos viendo que nuestras formaciones políticas, y especialmente las dos nuevas, son capaces incluso de proclamarse los ganadores de unas elecciones fuera de España; por ejemplo, en las francesas de ayer.

Algunos dirigentes de Ciudadanos están celebrando la victoria y el paso a la segunda vuelta de Enmanuel Macron -y su probable triunfo holgado sobre Marine Le Pen el próximo 7 de mayo- como si fuera la prueba definitiva de la inminente llegada de Albert Rivera al Palacio de la Moncloa como presidente del Gobierno español. Y algunos de Podemos se congratulan del enorme y meritorio salto de Jean-Luc Mélenchon, que se ha convertido en el principal referente de la izquierda, dejando a los socialistas en posiciones residuales al triplicarlos en votos, como si el fenómeno fuera totalmente trasladable aquí, y con el mismo efecto en el campo socialista.

Es cierto que hay algunos paralelismos entre la situación política en Francia y la que tenemos en España. Pero también lo es que hay muchas diferencias. Aquí -por suerte- no tenemos, ni de lejos, un partido xenófobo de extrema derecha con la fuerza, implantación y transversalidad ideológica al captar apoyos electorales como los que muestra el Frente Nacional francés. Aquí tampoco tenemos -por desgracia- la fina pituitaria que muestran los votantes franceses ante la corrupción de sus políticos afines, sensibilidad que explica por qué François Fillon ha pasado en pocos meses de ser el casi seguro presidente galo a quedarse por debajo del 20% de los votos y no superar el corte de la primera vuelta.

Mención aparte merece, en los paralelismos y en las diferencias, el caso de los socialistas franceses. El hundimiento de su candidato, Benoît Hamon, recuerda demasiado a otros de nuestro entorno europeo, desde más lejanos en el tiempo, como el del Pasok en Grecia hasta recientes como el del PvdA holandés, que ha pasado en nada de gobernar -en alianza con la derecha- a ser sólo el séptimo partido en votos en las elecciones de hace poco más de un mes. En las urnas, Hamon no ha pagado tanto su anunciado giro a la izquierda como las políticas erradas de Hollande y la división interna en sus filas, en las que al perdedor frente al propio Hamon en las primarias, Manuel Valls, le faltó tiempo para anunciar… que votaría a Macron.

En resumen: abrazar desde la socialdemocracia las recetas liberales y traicionar a los que internamente han ganado procesos internos es tomar muchas papeletas para el desastre y el paso a la marginalidad. En el PSOE deberían tomar nota.

El día en que Zapatero cedió ante Rubalcaba y renunció a las primarias y a Chacón

Se ha especulado mucho estos últimos días, tras la muerte de Carmen Chacón: ¿Hubiera sido muy diferente la historia del PSOE durante estos últimos cinco años si en el 38º Congreso Federal del partido, celebrado en Sevilla en febrero de 2012, en vez de ganar Alfredo Pérez Rubalcaba lo hubiera hecho Chacón? Vayámonos un poco más atrás en el calendario, a casi un año antes. ¿Hubiera sido muy diferente la historia del PSOE y de España si en la primavera de 2011 Zapatero no hubiera sucumbido a las presiones y hubiera permitido, como había prometido antes, que su sucesión se decidiera en unas primarias?

La secuencia de hechos y los detalles de aquellos días son interesantes, porque encierran enseñanzas aún vigentes y debates internos no resueltos. (Te aconsejo que, si tienes tiempo e interés, abras los enlaces).

Sábado 2 de abril de 2011. Para sorpresa de muchos (no de todos), el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hace dos anuncios muy relevantes en el Comité Federal del PSOE. El primero, que no será candidato en las siguientes elecciones generales, previstas entonces para 2012. El segundo, que el cabeza de cartel socialista saldría de un proceso de primarias. Con el primer anuncio, Zapatero, muy deteriorados ya su reputación y su crédito político tras las controvertidas -incluso dentro del Gobierno- medidas ‘neoliberales’ que había tomado en mayo de 2010 frente a la crisis económica, cedía así a dos diferentes tipos de presiones internas: unas, de los que aspiraban a sucederle como líder del PSOE; otras, de presidentes autonómicos y alcaldes socialistas que temían pagar ellos los platos rotos de ZP en las elecciones autonómicas y municipales previstas para el 22 de mayo. Con la segunda decisión, se sacudía Zapatero -o eso creía él entonces- las presiones de su número dos en el Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, vicepresidente del Ejecutivo y ministro del Interior, y de su número dos en el partido, el vicesecretario general José Blanco, que le empujaban a designar a dedo a un sucesor: al propio Rubalcaba.

Domingo 22 de mayo de 2011, una semana después de que hayan comenzado las movilizaciones ciudadanas del 15-M contra la vieja política. El PSOE cae estrepitosamente derrotado en las elecciones autonómicas y municipales. En las municipales, que se celebran en toda España, el PP le saca casi 10 puntos porcentuales: 37,53% frente a 27,79%. Los socialistas pierden varios gobiernos autonómicos y grandes alcaldías. ‘Del bipartidismo al partido y medio’, titulé una entrada ya al día siguiente en este blog, en la que decía: «El PSOE entonó anoche el final de uno de sus ciclos históricos, el del zapaterismo. Aunque quizás no fue ayer cuando se produjo el final, quizás fue hace un año, cuando, acuciado por la crisis económica generalizada y por el acoso de los mercados financieros, el líder socialista y su Gobierno emprendieron un viraje de sus políticas económicas y sociales que su electorado no le han perdonado».

Lunes 23 de mayo de 2011. Zapatero comunica a la Comisión Ejecutiva del PSOE que ese mismo sábado, día 28, va a llevar al Comité Federal del partido una propuesta de calendario para las primarias que él mismo había anunciado en el anterior Comité Federal, el 2 de abril.

Martes 24 de mayo de 2011. Carmen Chacón, ministra de Defensa, se reúne con Zapatero y le confirma oficialmente lo que desde días atrás era un secreto a voces en muchos círculos políticos de Madrid: que se va a presentar a esas primarias del PSOE anunciadas en abril por ZP para elegir al candidato socialista a presidente del Gobierno y que quiere abrir un debate en profundidad sobre el partido y sus políticas. Pero ese mismo día, varios medios contamos que la dirigente catalana estaba siendo presionada para que no lo hiciera o para que aceptara unir fuerzas con Rubalcaba, como segunda suya. Esa tarde, el líder de los socialistas vascos y lehendakari, Patxi López, anuncia que va a proponer que en el Comité Federal previsto para el sábado 28, en principio para convocar las primarias, no se aprueben estas sino un congreso extraordinario del PSOE. El órdago es muy claro: si se hace así, Zapatero y su Ejecutiva caen en sus puestos en el partido, y el propio Gobierno queda desestabilizado.

Jueves 26 de mayo de 2011. A primera hora de la mañana, circula la especie –que recogemos varios medios en nuestras ediciones online- de que Rubalcaba y Blanco «retirarían los tanques que le han puesto en la puerta a Zapatero» -me autocito- «si a cambio Zapatero convence a Chacón de que anuncie que no será candidata y se va a unas primarias con un solo candidato: Rubalcaba». Ese mismo día, al final de la mañana, Chacón cede: anuncia casi entre lágrimas en una comparecencia en la sede central del PSOE que renuncia a ser candidata, al tiempo que denuncia, sin dar nombres, las maniobras internas que arriba se relatan. No habrá en el PSOE ni primarias ni «un debate ideológico sobre si volver o no a las esencias del partido o sobre por qué les dan la espalda los ciudadanos». La guerra interna la ha ganado Rubalcaba.

Lo que siguió es mucho más conocido. Las elecciones generales se celebraron finalmente en noviembre de 2011. El PSOE -sin debate interno, sin autocrítica, sin revisión de sus políticas y de su viraje de mayo de 2010 y con Rubalcaba de candidato sin pasar por primarias- sufre una derrota severa: pasa del 43,87% de los votos y 169 diputados al 28,73% y 110 escaños. Pocos meses después, en febrero de 2012, Rubalcaba salva su cabeza por muy poco en el 38º Congreso Federal del PSOE. Apoyado por la vieja guardia del partido -Felipe González, Alfonso Guerra, José Bono, Manuel Chaves…-, derrota a Carmen Chacón -a la que apoyaba la entonces estrella andaluza emergente Susana Díaz- por 487 votos a 465 de los delegados. Rubalcaba aguantó un par de años más, hasta la siguiente derrota electoral, la de las europeas de mayo de 2014, en las que el PSOE cae al 23% de los votos y emerge Podemos con casi el 8%.

Chacón hizo aquellos días algunas reflexiones en público muy reveladoras: los socialistas hemos «perdido la conexión con la realidad» y solo se recuperará «si demostramos un propósito sincero de rectificación de nuestras políticas, nos abrimos y escuchamos». Y cometió un error, quizás el mayor en su carrera: no presentarse a las primarias convocadas para la secretaría general, a las que finalmente acudieron Pedro Sánchez, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.

Rectificación de las políticas, abrirse, escuchar… La asignatura del PSOE sigue pendiente.

La tregua de Chacón, una oportunidad para el PSOE

Todo el PSOE -sus militantes, sus cuadros medios, sus dirigentes orgánicos, sus altos cargos institucionales, sus tres candidatos a liderarlo…- debería aprovechar y ampliar la tregua que en su guerra interna se ha concedido tras la muerte de Carmen Chacón para abordar en serio y a fondo los graves problemas que tiene.

Desnortado y declinante desde sus últimos años en el Gobierno central, dividido, resquebrajado, con odios cainitas dentro, con un divorcio a garrotazos entre buena parte de sus bases y gran parte de su dirigencia, sin liderazgo claro, sin discurso reconocible para gran parte de la sociedad que durante décadas lo ha tenido como uno de sus principales referentes, estrechado su campo de juego por el nacimiento de nuevos y potentes partidos a su izquierda y a su derecha, inadaptado aún en el nuevo hábitat y la nueva sociedad de la postcrisis y la globalización… el PSOE corre un serio riesgo de irse en los próximos años hacia la irrelevancia. 

Las primarias y el congreso que afronta en las próximas semanas serán la clave. Hagan todos autocrítica, renuncien a ventajismos, proclamen y practiquen el juego limpio, debatan con altura de miras, acepten el resultado aun antes de conocerlo, aspiren a la unidad del día después. Por su bien, y por el conjunto de la sociedad.

Aznar se asoma al espejo de las Azores y aún se sigue viendo guapo

Quizás José María Aznar López tenga algún debate interno consigo mismo sin resolver. Alguna tensión indebida entre su consciente, su preconsciente y su inconsciente -algún conflicto entre su ello, su yo y su superyó- que le impida discernir entre lo positivo y lo negativo, entre lo bueno, lo malo y lo horroroso cuando repasa los episodios más significativos de su vida. Creíamos muchos que se miraba muchísimo al espejo, y o estábamos equivocados y apenas se mira o se mira y solo ve lo que le deja vislumbrar su megayó, su hiperyó.

El domingo 16 de marzo de 2003, los entonces presidentes de Estados Unidos, George W. Bush; de Reino Unido, Tony Blair; de España, José María Aznar, y de Portugal, José Manuel Durâo Barroso, que ejercía de anfitrión, se reunieron en las Azores y lanzaron un ultimátum de 24 horas y una amenaza de declaración de guerra al régimen iraquí de Sadam Husein. Le exigían al dirigente iraquí que se desarmara y entregara «las armas de destrucción masiva» de que, según los cuatro presidentes reunidos en la isla portuguesa, Husein disponía.

El jueves 20, cuatro días después de aquel encuentro y aquella famosa foto de las Azores, una coalición internacional liderada por EE UU y sin respaldo explícito de la ONU invadía Irak e iniciaba la Segunda Guerra del Golfo, un conflicto que provocó unos 200.000 muertos directos -la inmensa mayoría de ellos civiles- y una descomunal crisis humana en toda la zona y que está entre los principales aceleradores de movimientos yihadistas de todo el mundo que acabaron atentando en ciudades de varios continentes, incluida Madrid el 11 de marzo de 2004. Los bomberos pirómanos de las Azores habían echado gasolina a un fuego local y provocado un incendio casi universal.

La guerra duró hasta finales del 2011, pero la mentira de las armas de destrucción masiva tenía las patas cortas y fue desmontándose mucho antes.

El 21 de agosto de 2006, George W Bush reconocía en una rueda de prensa en la Casa Blanca que en Irak no había armas de destrucción masiva. El 2 de diciembre de 2008, en una entrevista en el canal Abc, reconocía expresamente «el error» y lo achacaba a los servicios de inteligencia. El 20 de marzo de 2013, Bush ya calificaba el asunto como el «mayor error» de su presidencia, y reconocía: «Cuando no pudimos hallar las pruebas, las fabricamos». Le añadió un final a aquella confesión: «Pido disculpas al pueblo americano y a nuestros soldados y veteranos».

El 18 de de noviembre de 2007, Durâo Barroso, que ya no era presidente portugués sino presidente de la Comisión Europea, contaba a un diario luso que sus tres invitados le presentaron en las Azores documentos sobre Sadam. «Yo los vi, los tuve delante y decían que había armas de destrucción masiva en Irak». Pero añadía después: «Eso no correspondía a la verdad».

El 29 de enero de 2010, Tony Blair comparecía ante una comisión parlamentaria británica y pedía «disculpas por el hecho de que la información de inteligencia que recibimos era errónea».

Aznar tuvo un atisbo de sacar la pata, pero le duró poco. El 8 de febrero de 2008 -es decir, después de la rectificación de Bush-, admitió en un acto en Pozuelo de Alarcón (Madrid): «Todo el mundo pensaba que en Irak había armas de destrucción masiva, y no había armas de destrucción masiva. Eso lo sabe todo el mundo, y yo también lo sé… ahora. Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes». Pero en agosto de ese mismo año, cegaba cualquier atisbo de disculpa y se jactaba incluso de su presencia en la cumbre y foto de las Azores al calificarlo como «el momento histórico más importante que ha tenido España en 200 años».

Y anoche, en un programa de televisión con Bertín Osborne, sostenella y no enmendalla por parte de Aznar: «Nunca he tenido mejor foto que la de las Azores».

En el Callejón del Gato de Valle-Inclán, quienes se asomaban a los espejos se veían deformes, recargados sus rasgos grotescos hasta el esperpento. En el espejo de las Azores, el Aznar más feo y esperpéntico aún se ve guapo y deslumbrante, como nunca ningún español en los últimos 200 años.

Un parche para las pensiones

El 40,7% de todo el dinero público que se va a mover este año en España se destinará a pagar las pensiones. En 2016 fue el 38,5% del total. 2,2 puntos porcentuales más sobre el gasto total es mucha subida y muchísimo dinero. En total, en 2017 dedicaremos 139.647 millones de euros a las pensiones. Como hay doce pagas y dos extras, la cuenta es fácil: nuestro sistema de pensiones necesita casi 10.000 millones cada vez que paga a los pensionistas. Y como ingresa a ritmo de algo más de 8.500 millones al mes, el agujero que genera fue el año pasado de 18.096 millones y probablemente será de al menos otros tantos este año.

La afiliación a la Seguridad Social crece a buen ritmo en número de personas, es verdad, pero esos nuevos afiliados no aportan mucho dinero a la caja. Muchos de los nuevos cotizantes tienen contratos precarios, baratos, temporales, a tiempo parcial… mientras que muchos de los nuevos jubilados tenían empleos más sólidos y cotizaron largo años con bases altas, por lo que su pensión es bastante más elevada (unos 1.400 euros al mes) que la pensión media del sistema (algo más de 900 euros).

Los políticos, los del Gobierno y los de la oposición, saben del problema desde hace muchos años. Al menos desde que en 2012 Mariano Rajoy, recién llegado al Gobierno, empezó a echar mano de la hucha de las pensiones hasta dejarla casi seca. Zapatero se la pasó con 66.815 millones de euros dentro, y hoy ya solo quedan 15.915. Para la extra de verano y poco más. Volverá a meter la mano en la caja a finales de junio próximo. Por eso, para asegurarse el Gobierno de que cuando llegue la siguiente extra, la de navidad, puede pagarla, ha consignado también en los Presupuestos Generales del Estado presentados ayer la posibilidad de un préstamo a la Seguridad de hasta 10.192 millones financiado contra la deuda pública.

Un parche. Bienvenido sea, bien viene disponer de él y tranquilizar a los pensionistas con que sus pensiones están aseguradas. Pero el problema de la financiación de la Seguridad Social sigue ahí, sin resolver y casi sin afrontar. El año pasado era porque el Gobierno estaba en funciones y no había estabilidad parlamentaria. Ahora, en el casi medio año que llevamos de legislatura, la comisión del Pacto de Toledo -que se ocupa en el Congreso de las pensiones- ha recibido ya a una treintena larga de comparecientes y -aseguran- pasada la Semana Santa comenzará a trabajar en las recomendaciones. Sea, dense prisa. Y que entre ellas no haya alguna cuyo efecto final sea que los pensionistas siguen perdiendo poder adquisitivo, como ocurrió con la última reforma.