Sostienen algunos expertos demoscópicos -y probablemente tengan alguna razón- que una de las batallas del 26-J se va a dar en el voto rural, especialmente en las circunscripciones pequeñas, las de 3, 4 o 5 escaños, en las que el último asiento adjudicado el 20 de diciembre por muy pocos votos de diferencia pueda ahora cambiar de manos. Puede ser. Esa batalla tiene dos pulsos: PP contra Ciudadanos y PP contra PSOE, los tres partidos en disputa del voto conservador y envejecido predominante en esos escenarios demográficos.
Creo, sin embargo, que hay otra batalla más relevante, más decisoria y decisiva. Es la que se va a dar en la disputa por los votantes más jóvenes, más formados e ideológicamente en la izquierda y el centro izquierda de las grandes zonas urbanas.
Más decisoria y decisiva primero porque en ella hay muchos más escaños en disputa, segundo porque en ella tienen amenazas y oportunidades los cuatro grandes partidos y tercero y principal porque las grandes ciudades son los lugares donde más deprisa se están produciendo los cambios sociales y donde más se está desplazando antiguo voto de PSOE a nuevo voto de Podemos.
Hay unos datos contundentes: en las elecciones del pasado 20 de diciembre, Podemos ganó al PSOE en 17 de las 25 ciudades españolas más pobladas. El PSOE sólo aguantó la arremetida en las cinco ciudades andaluzas de la lista (Sevilla, Málaga, Córdoba, Granada y Jerez), más Valladolid, Elche y Cartagena. ¿Reconquistará ahora el PSOE en alguna de las 17 que perdió en diciembre la primacía de la izquierda, por la vuelta de voto decepcionado con Podemos, o perderá incluso alguna más, ante las fuerzas recrecidas de Unidos Podemos, la coalición entre Podemos e IU?