¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de enero, 2016

Las aguas se calman en el PSOE

Calma poco tensa en el PSOE, en vísperas del Comité Federal de pasado mañana sábado, el que en teoría era un Rubicón que se iba a ocupar de dos asuntos relevantes: por un lado poner fecha al congreso en el que algunos preparaban la derrota y sustitución del secretario general, Pedro Sánchez, y por otro aprobar o no los preacuerdos de Sánchez con Podemos y otras fuerzas políticas para lograr su investidura como presidente del Gobierno.

Previsiblemente, no se decidirá ni una cosa ni la otra. La primera, porque hay tantas incertidumbres sobre el panorama político general y dónde acabaremos que no parece sensato ponerse ahora el pie forzado de una fecha para el congreso. La segunda, porque Sánchez ha ralentizado esta semana, adrede, los contactos, y les va a decir el sábado a los miembros del Comité Federal que aún no se ha puesto a negociar con otras formaciones, que cree que de nuevo le propondrá el rey a Rajoy que intente la investidura y que, si este declina la invitación por segunda vez, será entonces cuando toque el turno al PSOE.

Sánchez está dedicando la semana, entre otros asuntos, a dos muy importantes para él: a parar la nueva embestida de Rajoy y del PP para intentar la Gran Coalición (un acuerdo de Gobierno entre PP, Ciudadanos y el PSOE) y a tomar medidas preventivas de pacificación de su Comité Federal.

Para lo primero ha contado con un aliado imprevisto: la nueva tufarada de corrupción a gran escala que desde el martes sale de Valencia (video TeQuieroAlfonsoCoño incluido) ha dejado algo grogui a Rajoy, aunque él aún no lo sepa o no lo admita. Además, la anunciada montaña interna que venía en este asunto, Felipe González, ha parido poco más que un ratoncito.

Para lo segundo, Sánchez está recibiendo a solas, desde el lunes, a todos o casi todos los barones territoriales del partido, uno por uno. Sobre su cita con Susana Díaz hay dos versiones. Una, que habían quedado ayer, miércoles, y tuvo que ser por teléfono por problemas de agenda de la líder socialista andaluza en cuanto presidenta de la Junta. Otra, que la cita será mañana, viernes.

En cualquier caso, cuentan los más cercanos a Sánchez que el saldo de las citas es muy positivo. Los barones más cercanos al secretario general han cerrado fijas con él y algunos de los hasta hace unos días más críticos (por ejemplo, el aragonés, Javier Lambán; y el extremeño, Guillermo Fernández Vara) han ido moderando el tono y se han acercado en son de paz a las posiciones de Sánchez.

¿Y ahora qué? Esperar que, cuando el rey acabe su ronda de consultas, le proponga de nuevo a Rajoy y este se vea impelido a declinar de nuevo la invitación… y de manera definitiva. E intentar Sánchez en ese momento -con un programa de agenda social, reformas institucionales y regeneración democrática- un acuerdo a tras bandas para que Pablo Iglesias le dé un sí a su investidura y Albert Rivera se abstenga y el PSOE se quede relativamente tranquilo.

-¿Y la propuesta de Pablo Iglesias de entrar Podemos en el Gobierno y además con él mismo de vicepresidente y varias carteras para su formación? -pregunto.
-Pablo y Podemos ya han renunciado a varias propuestas relevantes o líneas rojas en poco tiempo -me contesta alguien cercano a Sánchez-: la del presidente del Gobierno independiente, la del referéndum en Cataluña, la de los cuatro grupos parlamentarios para Podemos y sus confluencias, la de que no entraría en Gobierno que no fuera presidido por él… Renunciará también a la última, en todo o en parte

Las 18.10 del jueves 28 de enero y así están las cosas. Pero no os fiéis, que el tiempo político está tan volátil que un estornudo mediano puede desencadenar una nueva tormenta.

La corrupción neutraliza a Rajoy

La corrupción le estalla al PP por oleadas con una frecuencia cada vez más corta. La por ahora última oleada viene recia: en pocas semanas, el caso Arístegui/Gómez de la Serna, el caso Acuamed, el repunte peligrosísimo de lo de los ordenadores de Bárcenas -con el PP directamente imputado-, las nuevas sospechas sobre Rodrigo Rato, ayer en Valencia la operación Taula -con 24 detenidos, entre ellos ex primeros espadas del PP allí-…

Mientras jueces, fiscales, Policía y Guardia Civil tiran de las diferentes cuerdas y desenredan las muchas madejas corruptas, Mariano Rajoy echa balones fuera en estos asuntos -«no sé si mi partido está imputado», se hace hoy el inocente sobre lo del ordenador de Bárcenas- e insiste machaconamente en que las únicas soluciones para los males de España son su partido y su persona. Le hace un regate al Rey, hace como que negocia con Albert Rivera y, sobre todo, presiona a Pedro Sánchez con nuevos señuelos, con los mercados, con la prensa amiga, con las divisiones socialistas internas, con la estigmatización de Podemos…

Pedro Sánchez creo que va a aguantar los tirones. «Con el partido de la Gürtel, de la corrupción en Valencia, de los recortes, de Bárcenas… no creo que haya ningún argumento para que lo apoye por activa o por pasiva», ha dicho hoy mismo el líder socialista. Está por ver si el PSOE también aguanta.

¿Y Rivera? El enorme crecimiento de Ciudadanos en pocos meses se ha debido en gran parte a la denuncia rotunda de la corrupción. Hace menos de un año, en marzo pasado, me decía Rivera:

-Bárcenas no es un tesorero infiel que le ha robado todo el dinero a todo el mundo, no. Es un señor que ha participado de una fórmula de trabajo de una banda organizada y hay que ver si el presidente del Gobierno, si sus miembros de Gobierno, quiénes del Partido Popular de hoy o de los que estuvieron forman parte de la banda.

Le pregunté de inmediato si Ciudadanos apoyaría a candidatos del PP en investiduras como alcaldes o presidentes autonómicos tras las entonces inminentes elecciones autonómicas y municipales.

-El Partido Popular tiene que hacer limpieza, y si no hay limpieza nosotros no nos podemos manchar. (…) Los partidos nuevos no podemos participar de una especie de pasteleo para lavarle los problemas de los demás. Si hay que pactar cosas con un Partido Popular o con un Partido Socialista, si tenemos que compartir Gobierno, será porque compartimos principios. Y para mí, un principio básico es la ética en la política, la limpieza en la política y la transparencia en ese sentido.

El escenario de «compartir» gobiernos autonómicos o municipales que Rivera analizaba en marzo ha llegado ahora al Gobierno central. Imágenes como las de ayer en Valencia le deben de estar recordando a Rivera lo de la «banda organizada» y lo de «no nos podemos manchar» y lo de «el Partido Popular tiene que hacer limpieza». 

Aunque Rajoy lo niegue, la corrupción está paralizando y neutralizando al PP en sus negociaciones. Cuando el presidente en funciones ha querido despertar de su indolencia o de su desidia postelectoral, la corrupción seguía ahí, y recrecida:

«¡Yo te quiero Alfonso, coño! Quiero que sepas que tus éxitos los considero mis éxitos», dice Rajoy en un acto público en 2007, como se ve en este video.

Alfonso es Alfonso Rus, el principal detenido de ayer.

La segunda conversión de Pablo Iglesias

Arrogante. Prepotente. Engreído. Fatuo. Perdonavidas. Ególatra. Chuleta. Estos son los calificativos más suaves sobre Pablo Iglesias que he escuchado en boca de dirigentes socialistas desde el viernes pasado, cuando el líder de Podemos hizo una oferta de Gobierno de cambio a Pedro Sánchez con este de presidente y el propio Iglesias de vicepresidente… y se lo contó antes al Rey y a la opinión pública que a los directamente interesados. Los modos generales al contarlo empeoraron aún más las cosas. Y esta perla: “Creo que la posibilidad histórica de que Sánchez sea presidente es una sonrisa del destino que él siempre tendrá que agradecer”.

Pese a que el PSOE tiene en el Congreso 21 escaños más que Podemos y sus confluencias y pese a que Sánchez mide unos cuantos centímetros más que él, Iglesias siempre ha mirado al líder socialista un poco por encima del hombro. Hace poco más de un mes, en la campaña electoral, le pregunté en una entrevista a Iglesias qué era, en su opinión, lo mejor y lo peor de Pedro Sánchez.

– Lo peor es su escasa naturalidad. Y lo mejor es que es un hombre muy guapo –contestó sin inmutarse.

El recelo e incluso la animadversión que este tipo de actitudes de Iglesias provocan en el propio Sánchez y entre muchos dirigentes socialistas va a ser una de las dificultades más graves que tendrán que solventar las partes en la negociación para la hipotética investidura de Sánchez y el intento de Gobierno progresista de coalición.

El propio Iglesias debería ser consciente de que, o cambia de registro y de modo de aproximación al otro, con el que en teoría quiere pactar, o sus posibilidades de lograrlo son mucho menores. (Salvo que sea eso lo que pretende: no pactar y responsabilizar al PSOE del no pacto, como se malician algunos socialistas).

Si fue capaz en pocos meses de llevar a Podemos de la utopía al posibilismo, de la extrema izquierda a la socialdemocracia –o al menos de pregonarlo y parecerlo-, seguro que será también capaz Pablo si se lo propone de esta nueva caída del caballo, de esta segunda conversión. De corregir cuanto antes ese complejo de superioridad.

Semana clave en 6 claves

Todas las semanas tras el 20-D han sido importantes, pero la que ahora entra puede ser decisiva. Estas son las claves:

1. Segunda ronda del Rey, a partir del miércoles 27. Al finalizarla, propondrá a un candidato que afronte la investidura. Salvo gran sorpresa, de nuevo a Mariano Rajoy.

2. Segunda oportunidad de Rajoy. Rechazó la primera, el viernes pasado, en un gesto insólito y sin precedentes que dificulta a Felipe VI el desempeño de su papel institucional. Es improbable que estos días sume Rajoy algún apoyo. Una segunda renuncia sólo se entendería si fuera definitiva. Y hasta en el PP habría quienes pensaran en un nuevo nombre. El previsible, Soraya Sáenz de Santamaría, ha quedado salpicado por el caso Acuamed, y ya circulan otros: Feijóo, Cifuentes, Alfonso Alonso…

3. Muchas tareas para Pedro Sánchez, y todas muy delicadas. Hablar tanto con su derecha (Ciudadanos) como con su izquierda (Podemos, IU) y con los nacionalistas, sin disgustar a nadie. Aguantar las muchas y cada vez mayores presiones para que el PSOE ceda una abstención a la investidura de un candidato del PP. Y, sobre todo, pasar el Rubicón el sábado 30 del Comité Federal socialista, donde sus correligionarios le van a examinar con lupa cualquier preacuerdo y donde algunos le esperan con el cuchillo desenvainado.

4. Podemos: acelerar o ralentizar. El acelerón del viernes pasado, con la propuesta de Pablo Iglesias a Sánchez de formar un Gobierno entre PSOE, Podemos e IU, con el propio Iglesias de vicepresidente, ha desatado primero las suspicacias y después las alarmas en el PSOE. Hoy hay más jefes socialistas que creen que se enfrentan a una OPA hostil que los que piensan que es una oferta de leal colaboración. Si el acelerón de Podemos sigue -hoy seguía-, en el PSOE estarán convencidos de que es una oferta trampa, una estrategia para culpabilizar al PSOE de que no haya un Gobierno de izquierdas, forzar nuevas elecciones e intentar el sorpasso.

5. Ciudadanos sigue viéndose bisagra. Ayer dijo que «en ningún caso» votará sí a Sánchez. Pero no dijo que no se vaya a abstener. En las idas y venidas, hay en C’s incluso quien cree que Albert Rivera podría ser presidente de un pacto PP-Ciudadanos-PSOE.

Y 6. La semana pasada tuvo dos grandes golpes de efecto: el de Iglesias y el de Rajoy. No es descartable que la nueva semana también traiga algo imprevisto. La partida se juega en un escenario nuevo entre nosotros: mucha tensión y presión, gran fragmentación parlamentaria y difíciles sumas de síes, de noes y de abstenciones.

OPA -hostil o amistosa- de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez

Pablo Iglesias, en tono bajo de voz varios días, desde las negociaciones entre los diferentes partidos para la constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados, ha subido hoy el diapasón, y de qué modo: intentando quitarle a Pedro Sánchez la manija del partido mediante una propuesta, primero al Rey y luego a la opinión pública, que ha desbordado todas las previsiones. Sánchez estaba buscando sólo el apoyo de Podemos en el Congreso a su investidura, y se ha encontrado con algo imprevisto: Iglesias no sólo apoyaría esa investidura, sino que además se ofrece a entrar en el Gobierno con tantos ministros como le correspondan proporcionalmente al número de diputados que tienen uno y otro en el Congreso (por ejemplo, si 90 diputados el PSOE y 69 diputados Podemos, 9 carteras el primero y 7 el segundo) y además con la vicepresidencia del Gobierno para sí mismo.

Pese al desconcierto inicial, Sánchez ha reaccionado con temple: primero «programa, programa, programa», «políticas, políticas, políticas», y después nombres y cargos. Y antes de todo ello, que Mariano Rajoy intente su turno de investidura y salga duramente derrotado.

En el PSOE, hay quien ha interpretado la propuesta de Iglesias como una OPA acrónimo de Oferta Pública de Alianza, como una OPA amistosa, y hay quien lo ha interpretado como una Oferta Pública de Adquisición, como una OPA hostil. Muchos no se fían. No se fían de alguien que se ofrece como aliado al tiempo que se muestra sin rodeos como competidor en el mismo mercado ideológico, en el mismo territorio. «La tradición socialista se identifica más con nosotros que con el PSOE», me decía Iglesias en una entrevista hace poco más de un mes.

Sánchez se lo va a tomar con calma, por necesidad y por virtud. Calma para parar, templar y mandar sobre la cordial -o no- arremetida de Iglesias y calma para sincronizar todo a su propio calendario, a su hoja de ruta. El sábado de la próxima semana, día 30 de enero, Sánchez tiene algo así como un examen interno, un Comité Federal del PSOE del que tiene que obtener la bendición a lo que pacte estos días con Podemos. Su «nuestros votantes no entenderían que Pablo Iglesias y yo no nos entendiéramos» ha sonado también a un recado a ese Comité Federal.

PD. Si hay acuerdo de Gobierno entre PSOE y Podemos, y después de lo de hoy parece bastante más probable que ayer que lo haya, habrá que estar atentos a si se hace extensible a algunos gobiernos autonómicos donde el PSOE gobierna en solitario y en minoría con apoyo de Podemos en el correspondiente Parlamento regional y a grandes ciudades donde se produce esa situación o la inversa, con alguien del entorno de Podemos en la Alcaldía y los socialistas apoyando en el pleno municipal. La lista es larga.

La hoja de ruta de Pedro Sánchez (a hoy)

Previsiblemente, la próxima semana (martes 26 y jueves 28) o la siguiente (martes 2 y jueves 4 de febrero), Mariano Rajoy intenta su investidura en el Congreso, y no la consigue. Previsiblemente, pocos días después, es el turno de intentos de Pedro Sánchez (martes 2 y jueves 4 de febrero o martes 9 y jueves 11, o como mucho una semana más tarde: martes 16 y jueves 18).

Sea como fuere, aún estamos relativamente lejos del intento del secretario general socialista por convertirse en presidente del Gobierno. Pueden pasar muchas cosas en medio. Encuentros y desencuentros, Acercamientos y alejamientos. Tiras y aflojas. Hace una semana, Sánchez estaba en conseguir el sí o la abstención de Podemos a su investidura, y al mismo tiempo la abstención o el sí de Ciudadanos. Casi indistintamente una u otra solución. Ahora ha fijado una prioridad, un objetivo más concreto: conseguir que al sí de los escaños del PSOE (90) se sume el sí de Podemos y sus confluentes (69) y la abstención de Ciudadanos (40). ¿Y con los nacionalistas? Con el PNV (6 escaños) se empleará a fondo para el sí (muy valioso, porque contrarrestaría lo suficiente un no de Ciudadanos a última hora); con los catalanes (9 de ERC y 8 de DL), algo menos: los socialistas dan por hecho que los nacionalistas catalanes no se retratarán votando no con los diputados del PP (123) a un presidente socialista y más sensible a atender el problema catalán.

Pero eso es a hoy, insisto. En política pueden pasar en pocas horas muchas cosas que tuerzan o corrijan las hojas de ruta previamente trazadas.

PD Las encuestas publicadas estos días, que dicen que en unas nuevas elecciones Ciudadanos tendría peor resultado que el pasado 20 de diciembre y que Podemos mejoraría algo, pero no mucho o muchísimo, pueden pesar mucho en los dos partidos y líderes emergentes (Albert Rivera y Pablo Iglesias) a la hora de negociar. Hoy estarían ambos más dispuestos que hace una semana.

Tetrapartidismo con tics en el ojo

Os lo comenté aquí hace unos meses, a propósito de Grecia. Mirarse a los ojos fijamente sin ni siquiera parpadear, esperando que la otra parte lo haga primero, ha sido una de las técnicas más habituales en todo tipo de mesas de negociación, transacción, convenio, trato, acuerdo, contrato…

En el post20-D, todos los partidos políticos están en lo contrario, en parpadear continuamente y a destiempo.

-El PP y Mariano Rajoy, dale que dale con la llamada a la gran coalición y a la apelación a la responsabilidad y al sentido de Estado del PSOE, dejándose ver los miedos a un fracaso estrepitoso en la primera ronda de investidura, la que corresponde al hoy presidente en funciones.

-Ciudadanos, con parecida propuesta y con el temblor y temor demasiado visibles a que, si hay nuevas elecciones, quedarse en emergente pequeño, ni siquiera mediano.

-El PSOE, loco a parpadeos internos los primeros días, unos para matar a su secretario general y candidato a presidente, Pedro Sánchez, y otros para defenderlo y contraatacar, y ahora a parpadeos externos a Ciudadanos, a Podemos, a los nacionalistas, a troche y moche… y dejando ver la impaciencia y ansiedad por un acuerdo.

-Podemos, con parpadeos sobreactuados, especialmente esta semana pasada, tras la constitución del Congreso de los Diputados, a veces endureciendo la posición de partida, cosa legítima y comprensible, y a veces jugando sin disimulo -y el público lo nota- a que se repitan las elecciones, convencido de que le dará una pasada al PSOE.

Todos, el tetrapartidismo, los dos tradicionales y los dos emergentes, venga a parpadear de modo compulsivo pese a que el Rey ni siquiera ha comenzado por ahora la ronda de consultas (lo hará mañana) y las negociaciones formales de primera ronda -la de Rajoy- ni siquiera han arrancado.

Les va a dar algo a los cuatro. Se les están quedando varios tics en el ojo y, cuando necesiten de verdad hacer un guiño, mandar una señal o un mensaje cierto, no van a poder o no van a saber cómo.

La Operacion Patxi López vigoriza a Pedro Sánchez

El éxito de su primera operación de cierto calado tras el 20-D, llevar a Patxi López a la Presidencia del Congreso de los Diputados, le ha llenado de optimismo a Pedro Sánchez. «Estoy muy contento», dice en privado. Está vigorizado, con un tono muscular bastante superior al de los primeros días tras las elecciones, cuando Susana Díaz y otros barones territoriales socialistas amagaban con moverle la silla. Cree Sánchez que, si ha logrado convencer ahora de este acuerdo a su derecha -a Albert Rivera y Ciudadanos-, puede intentar en unas semanas -cuando Mariano Rajoy previsiblemente fracase en sus intentos de investidura- jugar su opción de Gobierno de cambio con el apoyo y/o la abstención de Ciudadanos o de Podemos, de su derecha y de su izquierda.

Va a jugar a los dos lados, a los dos palos.

A Ciudadanos le hablará Sánchez de pactar un calendario de reformas profundas y de medidas de regeneración democrática. A Podemos -cuando se le pase el cabreo y/o el postureo que mostraba esta mañana Pablo Iglesias-, le hablará de medidas de regeneración democrática y de acordar una potente agenda social. Con uno negociará el sí en su investidura y con el otro la abstención. Y a cada uno de ellos intentará convencerlo de que su presencia en el acuerdo asimétrico a tres es imprescindible porque vacunaría al PSOE y a sí mismo, al propio Sánchez, de caer en algún momento en una deriva excesiva hacia alguno de los dos lados, hacia su derecha -Ciudadanos- o hacia su izquierda -Podemos-.

¿Le saldrá esta nueva operación? Difícil, pero no más que hace dos semanas, quizá un poco menos. Del escollo, complicadísimo de sortear, del referéndum en Cataluña que piden Podemos e Iglesias, aún no hablan los estrategas socialistas. No quieren que ese negro nubarrón en el horizonte les enturbie hoy el éxito de la Operación Patxi López.

Improbable que Sánchez ceda ahora con Rajoy

Poco nuevo en Barcelona. Sólo el nuevo nombre. El nuevo president de la Generalitat, Carles Puigdemont, asume y hace suyo punto por punto el plan hacia la independencia trazado por su antecesor y mentor, Artur Mas. Insisten ambos en un presunto mandato que habría salido de las urnas del pasado 27 de septiembre… pese a que las opciones independentistas sumaron el 47,8% de los votos, que es muchísimo, pero ni de lejos lo suficiente como para una secesión, y menos en el entorno de la Unión Europea.

Y en Madrid, muchas presiones y recados, sobre todo del PP al PSOE y a Pedro Sánchez. Que el nuevo desafío catalán necesita una respuesta rápida y un Gobierno sólido en torno a Rajoy. Que Sánchez debería renunciar a su intento de un pluripartito que sería sospechoso porque necesariamente tendría que contar con el apoyo explícito o la abstención de algún partido dispuesto a «romper España». Etcétera, etcétera.

A lo segundo, lo de intentar el líder del PSOE la formación de un «Gobierno progresista», como anunció el pasado jueves, en el entorno de Sánchez dicen esta noche que nada ha cambiado con el giro del fin de semana en Cataluña: «Seguimos con la misma hoja de ruta que hace cuatro días».

Y a lo primero… En la reciente campaña electoral, Sánchez ha dicho reiteradas veces que, de lo que pasaba en Cataluña, el culpable era Artur Mas y el responsable Mariano Rajoy. Caído Mas, es improbable que el líder socialista ceda ahora y apuntale a Rajoy. Mañana lunes habla Sánchez, y admite preguntas. Veremos.

El pacto de Barcelona impactará en Madrid

La política catalana lleva varios años en modo matrioskas rusas, y muy a menudo con un importante matiz: en lugar de una más pequeña, dentro de algunas muñecas hay en muchas ocasiones otra aún más grande. De la matrioska del concierto fiscal salió la del derecho a decidir. De la del derecho a decidir, la de la ruta a la independencia en 18 meses. De la de la consulta, la del plebiscito. De la del plebiscito con el 47% de los votos, la de la declaración soberanista dizque por mandato popular obviando al restante 53%. (Y ahí al lado, de la matrioska de la herencia del padre Florenci Pujol, la de los hijos, algunos parece que comisionistas).

Abierta esta tarde la matrioska Artur Mas, dentro se atisban por ahora una colección de matrioskas a cual más sorprendente: la de la intervención de facto de la gestión de la CUP por parte de Junts pel Sí, y sin asamblea de la CUP mediante; la del pucherazo tres meses después de unas elecciones del que además el que lo ha dado se jacta -«Lo que las urnas no nos dieron directamente se ha tenido que corregir a través de la negociación”, ha dicho Mas-; la de un nuevo president, Carles Puigdemont, independentista pata negra, no converso reciente, y que puede dejar al president saliente en un simple aficionado.

Se ignora a estas horas si en las próximas se atisbará o aparecerá como por arte de ensalmo alguna matrioska más, mañana en el pleno del Parlament, por ejemplo, pero lo cierto es que el pacto de Barcelona entre Junts pel Sí y la CUP va a impactar y mucho en Madrid. En Mariano Rajoy, en Pedro Sánchez, en Pablo Iglesias, en Albert Rivera…

A Sánchez lo presionarán internos, externos y mediopensionistas para que ceda una abstención que le dé a Rajoy rápidamente la investidura como presidente de un Gobierno que afronte el nuevo reto catalán. Al PP, se le presionará desde el PSOE y quién sabe si desde Ciudadanos para que Rajoy dé un paso al lado -ya que lo ha dado Mas- y el candidato del Partido Popular a presidente sea otro u otra, o incluso de otra formación o de ninguna. A Iglesias se le presionará desde cerca -ya lo han hecho días atrás de alguna manera Mónica Oltra y Carlos Jiménez Villarejo- y desde el PSOE para que el nuevamente complicado y enrevesado escenario catalán tenga enfrente un Gobierno de centroizquierda con recetas de tipo federal. A Rivera, para que no sea dúctil y maleable solo a la solución de centroderecha sino también hacia la de centroizquierda.

Quién sabe. A lo mejor el nuevo Govern en Barcelona es una oportunidad para un Gobierno en Madrid con más cintura y más capaz de reaccionar al problema catalán, a ese número creciente y ya muy crecido de ciudadanos que no están allí cómodos ni contentos con su encaje institucional con el resto de los españoles.