¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de noviembre, 2013

La semana 48/13, en 14 en tuits

La Edad del Eufemismo

“La poesía es un arma cargada de futuro”, proclamaba Gabriel Celaya hace ya más de medio siglo. ¡Y la prosa también, en manos de los políticos! El lenguaje se está convirtiendo en su arma política fundamental. Y no para el futuro: ahora, en el presente. Los políticos, especialmente desde el comienzo de la crisis económica, ya no compiten ante los ciudadanos que los votan con las ideas o las iniciativas. Lo hacen con el lenguaje. A nada dedican tanto tiempo y cuidado como a la gestión de sus palabras y de sus silencios, de sus negaciones y de sus afirmaciones, de sus ingeniosidades y de sus lugares comunes. Y entre todas las técnicas que usan, ninguna es tan frecuente en su boca como el eufemismo.
Es una técnica trasversal, todos la utilizan y perfeccionan. Derechas e izquierdas, tirios y troyanos, capuletos y montescos. También todos los poderes: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial. Tras la Galaxia Gutenberg y la Galaxia Marconi, nos llevan a la Galaxia Eufemia. Superada la Edad Contemporánea, nos meten en la Edad del Eufemismo.
En el español –como en otros muchos idiomas–, el eufemismo ha sido uno de los grandes motores de la evolución de la lengua. En lingüística digamos clásica, el eufemismo sustituye un término léxico por otro porque aquel ha caído en desprestigio social, o es malsonante, o rompe un tabú… Los eufemismos se convertían así en el fusible que saltaba en el idioma cuando se hablaba de materias morales, o religiosas, o sociales; o de sexo, o de los excrementos, o de la muerte… Ahora, el eufemismo está conquistando un nuevo territorio, ingente, pues el poder lo usa como una técnica de ocultación de la verdad, de opacidad, de manipulación. Con los nuevos eufemismos que llamaríamos políticos -puesto que se refieren a cuestiones del ámbito público–, se fuerza el idioma, casi se viola, para engañar a los ciudadanos. Solo un ejemplo: llamando “reformas” a los “recortes”, el poder consigue cambiarnos el terreno de juego. Nos saca de un campo semántico en el que están vocablos como “tijeras”, “bisturí”, “amputar” o “mutilar”, que duelen solo de pensarlos, y nos lleva a otro campo semántico más luminoso y positivo, en el que hay términos como “renovación”, “progreso”, “innovar” o “perfeccionar”.
Hace ya años, Fernando Lázaro Carreter decía que la perversión del lenguaje “es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta la democracia”. Hemos pasado de aquella reflexión teórica a toda una eclosión de casos prácticos.
El poder político es el máximo responsable de esta perversión sistemática del idioma, de este fraude, pero los medios de comunicación y los periodistas también tenemos nuestra parte de culpa. Somos cooperadores necesarios. Sin nuestra pasividad cómplice, la trampa no se cerraría sobre los ciudadanos.
El lenguaje es un arma cargada, sí. Cuando se dispara en el ámbito público, en los medios de comunicación, sus efectos son demoledores. Causa graves daños directos a la verdad y gravísimos daños colaterales a la democracia.

Del 9 al 22 de noviembre, en 26 tuits

Tras los recortes económicos y sociales, recortes políticos

El proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana es una muesca más -y muy grave- en el plan de recortes del Gobierno de Mariano Rajoy. Hasta ahora los recortes han sido económicos y sociales. A los ciudadanos se nos ha mutilado gravemente ese «Estado social» que proclama nada menos que en su artículo 1 la Constitución, tan invocada por el Ejecutivo y por el PP en otras materias. En dos años, la lista de recortes es enorme: subida de impuestos no progresiva, bajada de cobertura a los parados, sanidad y enseñanza pública con menos recursos, repago de medicamentos, dependencia…
Si la nueva ley sale adelante en los términos en que está formulada, el Ejecutivo de Rajoy estaría emprendiendo ahora recortes políticos. Le estaría pegando ahora un tajo, por tanto, al «Estado democrático» -que también proclama la Constitución en el mismo artículo 1- al cercenar libertades básicas de los ciudadanos como son los derechos de reunión y de manifestación.
Como no queríamos caldo, tres tazas, y la tercera para que no podamos protestar sobre las dos anteriores.

De la UVI a la morgue

Septiembre pasado: Intermón Oxfam hace público un informe sobre la pobreza en Europa que presenta un panorama especialmente dramático para España: en 2012, uno de cada cuatro españoles -o sea, 12,7 millones de personas- estaba en riesgo de pobreza o de exclusión social, lo que supone 2,1 millones más que al comienzo de la crisis, en 2008. Y si las políticas no cambian –añadía la ONG-, en 2025 serán ocho millones de españoles pobres más.
Octubre pasado: Cáritas publica su ya tradicional Informe de la Realidad Social, y asegura que tres millones de personas viven en España en pobreza severa, con menos de 307 euros al mes. Son el doble que en 2008, agrega la organización humanitaria de la Iglesia católica.
Noviembre, ayer mismo: Eurostat anuncia que en 2007 el 23,3% de la población española vivía en riesgo de pobreza o de exclusión social, y que en 2012 el porcentaje había subido al 28,2%. En el conjunto de la UE, según la oficina estadística de la Comisión Europea, también ha crecido, pero de modo mucho más moderado: del 24,4% al 25%.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se jactaba el domingo pasado de sus reformas (recortes) en un acto con su partido y afirmaba que España “ha salido de la Unidad de Vigilancia Intensiva”. Quizá sea así para una parte de la sociedad y de la economía española. Ojalá. Pero los datos son tozudos: una enorme porción de la población española está saliendo de la UVI para pasar directamente a la morgue social de la pobreza, la exclusión y la marginalidad sin que el Gobierno ni siquiera pestañee.

Las primarias del PSOE, ¿a una o dos vueltas?

La Conferencia Política del PSOE, celebrada el pasado fin de semana, aprobó dos detalles técnicos de las primarias por las que los socialistas elegirán a su candidato a presidente del Gobierno: bajar del 10% al 5% de sus militantes los avales necesarios para presentarse (en la práctica, de unos 22.000 a unos 11.000 avales) y reducir la edad mínima para votar: a 16 años para no afiliados al PSOE que se registren como simpatizantes y a 14 años para los que sí sean afiliados socialistas. La primera norma abre el campo de juego, facilitará que haya más candidatos y que no ocurra como en Andalucía hace pocos meses, cuando sólo una precandidata, Susana Díaz, logró los avales mínimos. La segunda norma es un guiño generacional, una invitación a los muy jóvenes para que participen en el debate público, en las decisiones políticas, y quizás también al conjunto de la sociedad, que tiene la mayoría de edad (y también la electoral) en los 18 años.
Pero hay otro aspecto técnico de las primarias, probablemente el de más relevancia política, sobre el que aún no se ha decidido nada oficialmente en el PSOE. ¿Las primarias serán a una vuelta o a dos? El detalle no es irrelevante. Si es a una vuelta y hay, como parece que habrá, varios candidatos, el PSOE se arriesga a tener un ganador que sólo logre en torno a un tercio de los votos. El largo proceso estaría alumbrando un líder débil. A dos vueltas –obligatoria la segunda si ningún candidato consigue en la primera el 50% de los votos-, los riesgos son otros. ¿Y si las alianzas entre los descartados en la primera ronda llevan a la victoria final al que había sido solo segundo en la primera?
Las primarias abiertas a simpatizantes tiene dos precedentes recientes y cercanos.
En octubre de 2011, en Francia, el Partido Socialista (PSF) y los radicales de izquierda (PRG) impulsaron unas primarias en las que compitieron finalmente seis candidatos. En la primera ronda, François Hollande, diputado, presidente del departamento de Corréze y exprimer secretario del PSF, logró el 39,17% de los votos; seguido de Martine Aubry, alcaldesa de Lille y primera secretaria del PSF (30,42%), Arnaud Montebourg, diputado y presidente de Saône-et-Loire ((17,19%); Ségolène Royal, diputada y presidenta de Potou-Charentes (6,95%); Manuel Valls, diputado y alcalde de Évry (5,63%), y Jean-Michel Baylet, senador, presidente de Tarn y Garona y líder del PRG (0,64%). En la segunda, Hollande logró el 56,57% y Aubry el 43,43%. La participación fue un éxito: 2,65 millones de votantes en la primera ronda y 2,86 millones en la segunda.
En noviembre de 2012, en Italia, el centro izquierda celebró unas primarias a las que concurrieron cinco candidatos. La primera ronda la ganó Pier Luigi Bersani -en aquel momento secretario general del Partido Democrático-, con el 44,9% de los votos; seguido de Matteo Renzi, alcalde de Florencia (35,5%); Nichi Vendola, presidente de la región de Apulia (15,6%); Laura Puppato, concejal de Venecia (2,6%), y el parlamentario Bruno Tabacci (1,4%). En la segunda vuelta, Bersani se impuso con el 60,9% de los votos. La participación fue aún mayor que en Francia, con 4 millones de votantes.
¿Y aquí cómo se hará? Oficialmente, aún no ha trascendido si a una o a dos vueltas, pero dos dirigentes socialistas oficialistas a los que he preguntado, por separado, me han dicho que quizás a una sola vuelta. Ambos, con la misma sorprendente explicación: “Dos vueltas es muy caro”.
Hay quien le ve otra intención a todo: «La estrategia de Ferraz para las primarias es clara: retrasarlas lo máximo posible y dividir a los rivales -me comenta un exministro-. Cuanto más cerca las primarias de las elecciones, más poder del ‘aparato’, que es la que decide las listas. Me sorprende que nadie pida dos vueltas. Si lo dejan en una, no me extrañaría que se presenten cinco o seis y gane Rubalcaba con el 30% de los votos, los del ‘aparato’”.

Pocas novedades en el PSOE

La Conferencia Política del PSOE era para fijar las ideas, decían los organizadores. Y las ideas se resumen en un giro hacia la izquierda clásica: igualdad, solidaridad, servicios públicos fuertes, fiscalidad menos dura con los más débiles, laicismo, federalismo… Suena bien, pero muchos ciudadanos se seguirán preguntando por qué habla tanto el PSOE de todo ello en la oposición y lo impulsa sólo a medias cuando gobierna. Y una guinda: el PSOE insiste en que es de convicciones republicanas, pero soslaya el debate Monarquía-República.
Fijadas las ideas, poco novedosas, ahora toca elegir la persona, el candidato socialista a presidente del Gobierno. Suenan cuatro nombres, también poco novedosos porque de todos ellos se habla desde hace ya mucho tiempo -Carmen Chacón, Patxi López, Eduardo Madina, Emiliano García Page-, pero es probable que haya algunos más, al haberse rebajado el número de avales. ¿Y Rubalcaba? Aún no está descartado.

La semana 45/13, en 20 tuits

El descrédito sindical lo paga la sociedad entera

El goteo de corrupciones, corruptelas y prácticas poco éticas por parte de algunos miembros de UGT y CC OO –sobre todo, cuadros altos y medios- está colmando la paciencia del común de los militantes de los dos grandes sindicatos, que son gente honrada, y probablemente del conjunto de la opinión pública. Nadie se da por aludido, nadie da explicaciones, nadie asume responsabilidades. Solo se mira hacia otro lado, probablemente a la espera de que la tormenta amaine.
El problema es que, aunque la tormenta de revelaciones amaine, la erosión en su credibilidad que están sufriendo UGT y CC OO la está pagando la sociedad en su conjunto. Al no depurar responsabilidades internas, al no cortar y limpiar lo podrido, los sindicatos están cayendo en el descrédito y se están atando de pies y manos en su principal función social –la defensa de los trabajadores- justo cuando más se los necesita, en este periodo de penurias económicas y de recortes de casi todo.
Uno de las principales defensores de la parte más débil de la sociedad está –por sus propios errores- exangüe y casi desaparecido, circunstancia que aprovechan los Gobiernos para recortar, agredir o menospreciar -casi con impunidad, o al menos con poca resistencia ciudadana– las pensiones, la sanidad y la educación públicas, los salarios o los derechos básicos de muchos ciudadanos.
Uno de los equilibrios del sistema democrático se está rompiendo.

PP+PSOE, 24,5%; Abstención+blanco, 29,2%

El Barómetro del CIS probablemente sea el estudio de opinión sobre asuntos públicos más relevante de cuantos se hacen en España. Es mensual, y cada tres meses (en los de enero, abril, julio y octubre de cada año) incluye valoración de los líderes políticos y apoyos electorales. El hecho público esta mañana (el de octubre 2013) está lleno de noticias.

1. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, se están hundiendo en voto directo. Hace un año, en el Barómetro de octubre de 2012, el PP tenía el 16,1% y el PSOE el 17,6%. Hoy, el PP el 11,4% y el PSOE el 13,0%.

2. La estimación del CIS cambia radicalmente el posible resultado electoral. Al PP, con un 11,4% de voto directo, le da un 34% de estimación. Al PSOE, con un 13% de directo, un 26,8% de voto estimado. Dicho de otra manera: el CIS le multiplica al PP por casi tres los apoyos; y al PSOE por poco más de dos.

3. IU pasa de 8,5% en voto directo a 11,3% en voto estimado, luego el CIS le multiplica por 1,3 sus apoyos. UPyD, de 4,8% a 7,7% (le multiplica por 1,6).

4. ERC casi duplica a CiU en voto directo (2% el primero, 1,1% el segundo), y sin embargo la estimación del CIS vuelca el resultado: 2,9% para CiU (el CIS le multiplica por 2,6) frente 2,5% para ERC (le multiplica solo por 1,2).

5. El PNV y Amaiur están prácticamente empatados en apoyos electorales: 0’5% para el primero y 0,6% para el segundo en voto directo y 1,2% para ambos en voto estimado por el CIS.

6. La opción electoral predominante, con gran diferencia, es la abstención («No votaría»), con el 22% de respuestas. Si se le añaden los 7,2% de encuestados que dicen que votarían en blanco, la suma es claramente superior a la suma PP + PSOE: 29,2% frente a 24,5%. Y un detalle más: no votar o votar en blanco son opciones que están creciendo en la sociedad española: hace un año las elegían el 25,7% de los encuestados; ahora, el 29,2%.

7. Cuatro de los cinco líderes políticos de los principales partidos bajan nota, calificados por los encuestados del 0 al 10. Siguen entre deficiente y muy deficiente. Mariano Rajoy pasa de un 2,78 hace un año a 2,42 ahora. Alfredo Pérez Rubalcaba, de 3,70 a 3,13. Rosa Díez, de 4,31 a 4,28. Josep A. Durán, de 3,38 a 3,03%. Y uno mejora levemente: Cayo Lara, con 3,76 hace un año a 3,81.

8. El Gobierno se hunde más y está al completo en deficiente o muy deficiente. Hace un año, el mejor valorado, Arias Cañete, lograba una nota de 3,32, y hoy está en 3,05 (y sigue siendo para los ciudadanos el menos malo). La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría pasa de 3,28 a 2,88. Alberto Ruiz-Gallardón, de 3,54 a 2,53. Luis de Guindos, de 2,92 a 2,46. Cristóbal Montoro, de 2,77 a 2,09. Fátima Báñez, de 2,71 a 2,12. José Ignacio Wert se confirma como farolillo rojo, con un increíble (nunca un ministro fue tan mal valorado) 1,46 de nota.

9. La trayectoria de Wert en los Barómetros no es de caída sino de derrumbe continuo. He aquí su secuencia completa: 4,59 (enero 2012), 3,19 (abril), 2,49 (julio), 2,19 (octubre), 1,95 (enero 2013), 1,76 (abril), 1,58 (julio) y 1,46 ahora. Y, ojo, las encuestas del Barómetro que se ha publicado hoy se hicieron del 1 al 9 de octubre, o sea que no recogen ni los últimos coletazos de su reforma educativa ni los recortes que quería hacer a los Erasmus.