¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de mayo, 2013

Periodistas y técnicos, mejor juntos

El pasado miercoles, día 22, pronuncié la conferenia inaugural del XI Encuentro de Responsables de Tecnología en los Medios de Comunicación Españoles, en Huesca, invitado por Fernando García Mongay, el principal impulsor y organizador tanto de este encuento como del prestigioso congreso de periodismo digital que se celebra en la ciudad desde hace ya 14 años. Llevaba escrito el texto que sigue, aunque le añadí sobre la marcha alguna morcilla:

«El futuro, máquinas y talento

Buenos días a todos. Gracias a la organización; gracias, Fernando, por invitarme a este acto. Gracias a todos vosotros por estar a tan temprana hora escuchándome, pese a las copas de anoche en el Edén.
Cuando Fernando me propuso pronunciar la conferencia inaugural del evento, mi primera reacción fue decirle que no. He predicado en muchos púlpitos desde hace muchos años, y ante distintas parroquias y parroquianos, pero para este foro de responsables de tecnología de medios de comunicación no parezco yo la persona adecuada.
No porque me caigáis mal, dejadme que os lo explique. No me caéis mal. En absoluto. Me caéis bien, incluso muy bien. Uno de mis hijos, el segundo, Héctor, es de vuestro gremio. Es uno de los cofundadores de Bitban Technologies, algunos de vosotros probablemente lo conocéis. No me caéis mal. Me caéis bien. Incluso los responsables de tecnología del Grupo 20minutos, algunos de los cuales están por ahí, como Fede y Fran.
Pensé en decirle a Fernando que no porque yo soy un tecnoignorante notable y un tecnogarras sobresaliente. Yo soy uno de esos usuarios vuestros que da mucho la lata. Un coñazo, vaya. Uno de esos que llama cada poco al teléfono interno de sistemas, en nuestro caso el 646, porque la pantalla no se enciende… y era porque no le había dado a uno de los botones o porque la señora de la limpieza había soltado un cable. Uno de esos usuarios que lo único que sabe, cuando tiene un problema con el móvil o con la tableta o con el ordenador… es eso de que hay que reiniciar.
Soy además un tecnogarras o un tecnogafe, todo se me rompe. Tengo una mala suerte histórica con la tecnología. Hace muchos años, cuando trabajaba en prensa financiera, me dio un pronto no sé si bancario y me compré un BMW –uno pequeño, eh, uno casi barato-, y me pasó de todo con aquel coche. Un día de calor africano, conducía por la sierra de Madrid y se activó él solo el limpiaparabrisas y no había forma de pararlo. Ya echaba casi humo el cristal, ya estaba a punto de estallar el cristal de tanto frotar en seco la escobilla, cuando me armé de valor, paré en el arcén, me estudié el libro de instrucciones, salí, abrí el capó, quité un fusible y logré parar al limpia. Claro que unos pocos minutos después comenzó a llover torrencialmente, era una de esas tormentas tremendas de las tardes de verano, y tuve que parar de nuevo en el arcén, volverme a bajar y, calándome hasta los huesos, empapándome de agua, volví a poner el fusible, para que el limpiaparabrisas funcionara y pudiera seguir el viaje.
Unos días después, el elevalunas de la puerta del conductor se me paró a mitad de camino, y no hubo manera de volver a subirlo ni a bajarlo, y desde aquel día aparcaba pegadito a una pared ese lado del coche, para que no me lo robaran. Y otro día iba desde Madrid camino de Burgos, y escuché a lo lejos una sirena que parecía de la Policía y le dije a mi mujer “¿llevas el cinturón, que viene la Policía?», y ella dijo, «sí, lo llevo puesto, pero qué Policía ni qué gaitas, si la carretera está desierta…». Y no, no era la Policía, era la alarma de mi condenado coche, que había saltado ella sola e íbamos armando por la carretera un cirio que ni los bomberos… No hubo otra manera de desactivarla que aparcar en el arcén, bajarme, abrir el capó y quitar el fusible correspondiente.
Después de aquel tercer atentado, en el concesionario me dijeron que eso le pasaba a un coche de cada 100.000, y que no tenía arreglo, así que lo vendí barato y me compré un utilitario.
En resumen, que soy un tecnogafe. El primer iPhone que tuve me salió también el más tonto de su promoción, y lo devolví y me pasé a un modesto Nokia o a una Blackberry, ya no me acuerdo. Luego reincidí en el iPhone, pero hace dos meses mi flamante iPhone se tiró un día al cuenco del agua de mi perra Manila, y aunque lo rescaté de inmediato y los de Sistemas de 20minutos lo secaron con mucho cuidado, no sé si envolviéndolo en arroz, funcionaba de aquella manera, y llamaba a quien no quería llamar y mandaba WhatsApp y sms donde no debía y tuvimos que cambiarlo. Y el tercer iPhone, este que tengo ahora, se intentó suicidar la semana pasada, se tiró al suelo desde un sofá en un descuido de mi codo, y tengo rota la pantalla.
Total, que como soy un tecnoignorante y un tecnogarras, pensé en decirle que no a Fernando, y no venir a Huesca con vosotros, pero me decidí finalmente y le dije que sí porque vi en uno de sus correos que tendría que hablar 20 minutos, y no era cosa de desperdiciar esta ocasión de hacer branding, de hablar de 20 minutos. Pero no, estad tranquilos, no he venido a hablar de 20 minutos ni de mis libros. Vengo a hablaros de periodismo y de tecnología, o mejor dicho de la relación entre el periodismo y la tecnología.
Como todos sabéis, el periodismo, la comunicación, están en uno de los momentos de transformación más relevantes de su ya larga historia. Probablemente, en el momento más crucial, en el más transformador, en el más crítico. ¿Y por qué, qué es lo que nos ha llevado a esta situación? La tecnología. La revolución tecnológica en medio de la cual estamos metidos desde hace un par de décadas está transformando radicalmente el mundo en que vivimos y los hábitos y modos de vida de todas las personas. Las cosas grandes y las pequeñas, las centrales y las laterales, las relevantes y las anecdóticas. Nadie se informa, se relaciona, se entretiene, compra o se enamora hoy como lo hacía hace 5, 10 ó 20 años. Y, atención, todos tenemos la sospecha, o casi la certeza, de que los cambios no han hecho más que empezar. Todos sospechamos que en 5, 10 ó 20 años las cosas serán diferentes de nuevo, diferentes a lo que son ahora.
Estamos viviendo un proceso de cambios al que no se le ve el final, quizás porque no lo tenga. El cambio continuo, permanente y sinfín quizás sea el estadio natural en el que estamos entrando, el nuevo signo de nuestro tiempo, y, si así fuera, la adaptación continúa, constante y sinfín es lo que nos tocará vivir. Cambios tecnológicos y sociales y adaptación rápida. Hora a hora, día a día, mes a mes, año a año… y para siempre.
En mi opinión, no tenemos que ver ese vertiginoso proceso de cambios como un problema, como una maldición, sino como una solución, una oportunidad. No es el final del periodismo, ni el final de la comunicación, como dicen o temen algunos colegas. Es –en mi opinión- lo contrario, es una oportunidad para hacer mejor las cosas; para ejercer mejor nuestro oficio; para llegar mejor al público; para aumentar el pluralismo, la biodiversidad informativa, los formatos, los productos… ¡Todo!
Hay una frase que cito mucho cuando hablo en público de estas cosas, una frase de Charles Darwin de hace ya siglo y medio que creo que se puede aplicar muy bien a lo que nos está pasando. Dice Darwin, en su libro El origen de las especies, que, cuando un hábitat cambia de manera súbita y profunda, no sobreviven las especies más grandes ni las especies más inteligentes, sino solo aquellas especies que son capaces de adaptarse al cambio de hábitat. Apliquémoslo a lo nuestro, a la comunicación, al periodismo, a los medios, a las empresas de medios. La revolución tecnológica está cambiando profunda y radicalmente nuestro hábitat, luego nuestra obligación y nuestra responsabilidad, si queremos seguir haciendo periodismo y comunicación, es adaptarnos cuanto antes a ese nuevo hábitat.
Vosotros, los técnicos, los que estáis justo en el centro de la espiral del cambio de hábitat, podéis ayudarnos mucho a los periodistas en ese trance, en ese viaje, en esa transformación. Os necesitamos más que nunca. Necesitamos que informáticos, telecos, expertos en redes y sistemas, desarrolladores, programadores… nos expliquéis las nuevas herramientas, nos contéis diáfano y claro las nuevas posibilidades que tenemos, los nuevos campos que se nos abren. Os aconsejo incluso que de vez en cuando os quitéis los cascos y salgáis de las peceras y os sentéis entre los redactores, en medio de la redacción. De vez en cuando o de modo permanente. A escuchar y a hablar, a compartir conocimiento y experiencias.
La técnica, la tecnología, nos está permitiendo a los periodistas mejorar mucho nuestra capacidad de generar información, de innovar, de crear nuevos géneros, de ensayar nuevos registros… y vosotros tenéis que ser un acelerador en esos procesos, no un freno o un elemento inerte. La suma de la tecnología que ponéis vosotros y del talento que ponemos todos, los técnicos y los periodistas, es la clave del futuro.
Permitidme otro consejo, otra petición. No os comportéis con nosotros como el brujo de la tribu, que administra sus secretos sin intentar compartir ni siquiera lo básico con el paciente. Los periodistas por lo general somos de letras, quizás no tengamos el cerebro tan bien estructurado como vosotros, pero creedme que queremos aprender, y que os prestaremos toda la atención si nos explicáis bien las cosas. Tened paciencia con nuestras duras molleras, con nuestro desorden. Nosotros también prometemos enmendar algunos de nuestros errores clásicos. Prometemos prueguntaros cuánto tiempo se necesita para hacer una nueva funcionalidad o una aplicación, en lugar de empecinaremos en que tiene que estar en tal fecha sí o sí. Prometemos tratar de entender que algo que parece sencillito, casi trivial, quizás sea muy complejo. Prometemos, en fin, que habrá una comunicación más directa entre redacción y tecnología. ¡Aunque algunos os rompamos los aparatos!
Una cosa más, abundando en lo mismo, y ya casi acabo. Llevo treintaytantos años de periodista, veintimuchos de ellos en diarios. 20minutos es mi sexto diario, antes he trabajado en Diario 16, El Sol, Claro, Cinco Días y El País, casi siempre de jefe medio o alto. Hace casi tres décadas, cuando nos llegaron los primeros MacIntosh y el QuarkXPress y en los diarios se empezó a dar mucha importancia a la puesta en página, al grafismo, a la infografía, al diseño, a la maquetación, muchos periodistas por un lado y muchos diseñadores y maquetadores por otro se divorciaron y se distanciaron, se pelearon de modo lamentable.
Estos acusaban a aquellos de no darle importancia a su trabajo, a su innovación, a su mejora del continente, y los primeros, los periodistas, acusaban a los segundos de tratar de imponer la preeminencia del continente sobre el contenido, del cómo sobre el qué. Como se decía mucho entonces, era la implantación de “la dictadura del maquetariado”. Fue un error, un error flagrante por ambas partes. Los medios que lo cometieron avanzaron en sus mejoras mucho más despacio que los otros, que los que tenían a los dos colectivos integrados, acompasados, colaborando. Ahora no podemos volver a cometer aquel error. Ni los periodistas ni los técnicos. No ha de primar ni la soberbia intelectual de los primeros ni la dictadura del digitariado de los segundos. Juntos, entendiendo cada uno de los colectivos la importancia del otro, avanzaremos mucho más deprisa. Juntos, no solo sumamos: ¡multiplicamos!
¡Gracias!»

Por qué amaga Aznar con volver

«Aguirre puede que sí, pero no pierdas de vista a Aznar», me comentaba hace unos días un dirigente del PP, tras un post mío en el blog titulado ‘Aguirre, líder de la oposición a Rajoy’. Y en efecto, José María Aznar amagó ayer con volver y se erigió en líder de facto de la oposición a Mariano Rajoy.
«Nunca eludo mi responsabilidad», decía anoche el expresidente. No se refería, probablemente, a su responsabilidad como líder de un partido donde -según muchísimos indicios documentales y testificales- abundaban las donaciones ilegales, la caja B, los sobresueldos en blanco, gris o negro a los jefes, las redes corruptas y corruptoras, los contratos y adjudicaciones públicas sospechosos, los trapicheos urbanísticos, las cuentas millonarias del tesorero en Suiza, los confetis y los Jaguar de las redes corruptas y corruptoras a dirigentes y hasta los regalos de boda de 32.425 euros de las redes corruptas y corruptoras a la propia hija de Aznar.
Aznar amenaza con volver, no sabemos si para sepultar para siempre la sentina apestosa de la Gürtel y que no lo llame un día un juez a declarar y pedirle esa responsabilidad que dice que no elude o si para blindar la candidatura de su mujer, Ana Botella, a la Alcaldía de Madrid o si para ajustarle cuentas al flojo de Rajoy o si porque de verdad se cree eso de que el milagro económico era él y que creó 5 millones de empleos o si por todo ello junto y revuelto.
Aznar y sus modos y maneras amagan y amenazan con volver. ¡Todos al suelo, PP, que vienen los vuestros!

Las petroleras disparan sus márgenes un 31% en plena crisis

Buena noticia: las gasolinas y gasóleos bajaron en torno a un 2% de media en España durante el mes de abril, según cálculos oficiales.
Noticia menos buena: esa bajada, del 2%, es inferior a las que han experimentado las cotizaciones internacionales de los carburantes en los mercados internacionales.
Malas noticias: las gasolinas y gasóleos bajan de precios sospechosamente los lunes, que es el día en que la Comisión Europea toman los datos para las estadísticas oficiales.
Malísimas noticias: el margen bruto medio de las petroleras españolas ha crecido en torno a un 13% en los gasóleos y a un 31% en las gasolinas en lo que va de año. Has leído bien, no es una errata: en torno a un 31% más de margen.
Y otra malísima noticia: en las comunidades donde no hay un impuesto autonómico a los carburantes, en realidad los precios suben como si lo hubiera, pero se lo llevara no las arcas públicas sino los gasolineros. Los datos son contundentes: País Vasco, Aragón y Rioja son las comunidades donde no hay ese impuesto autonómico, y también son las que tiene los precios más altos antes de impuestos. ¿Por qué será?
El mercado español de carburantes no funciona del todo bien, según abundantes indicios. No hay mucha competencia, apenas se compite. Y ese mal funcionamiento del mercado tiene consecuencias devastadoras para el bolsillo de los consumidores -particulares, profesionales e industria- y para el conjunto de la economía nacional. Es inadmisible que, en plena recesión y con la caída de la demanda y del consumo que la recesión supone, los márgenes brutos de un negocio suban un 31% en cuatro meses. El efecto dominó de esas subidas en otros sectores es demoledor. Esa mayor competitividad que se busca en muchos sectores, casi siempre por la vía de la reducción salarial de los trabajadores, se frustra por estas subidas.
Y el Gobierno, tan preocupado por otros asuntos –y por estos hace unos meses-… ¿tiene algo que comentar, algo que anunciar, algo que proponer?

Nuevos recortes, probablemente en breve

Escenografía, la Comisión Europea. Producción y dirección escénica, Angela Merkel. Marioneta, Mariano Rajoy. Paganos de la función, todos nosotros.
Las autoridades formales europeas y quien en realidad gobierna la UE, es decir, Alemania, llevan unos días creando el escenario para los nuevos recortes en la economía española, para las eufemísticas reformas. Van ustedes bien, pero deberían ir más deprisa, nos dicen. La reforma laboral es buena, pero se ha quedado corta, sugieren. Prueben con el contrato único, dejan caer.
En realidad, el que en verdad manda ni sugiere ni comenta ni pide. Más bien exige. Primero nos apretaron con un calendario de reducción del déficit que mataba la economía, y ahora rectifican haciéndose los simpáticos y los comprensivos y con más de lo mismo. Os damos más plazo a cambio de más recortes. Lo tomas o lo dejas, y si no lo tomas ya verás lo que le pasa a tu prima de riesgo, de la que tanto presumes sin decirle a tus ciudadanos que si alguien tiene mérito en su mejora es el BCE.
Mariano Campeón Rajoy presume de reforma laboral, dice estar «muy satisfecho» de una norma con la que tenemos 6,2 millones de parados (casi un millón más con la nueva norma, ¡campeón!) y se jacta de que no la endurecerá aunque insista Bruselas. Ojalá, sería la primera vez que cumple su palabra en algo importante en casi año y medio como presidente del Gobierno.
Probablemente vienen nuevos viernes de dolores, de consejos de ministros con recortes duros disfrazados de reformas, de hachazos disimulados que mostrarán los sábados en el BOE toda su crudeza. En materia laboral, en impuestos, en pensiones, en servicios públicos, en funcionarios, en el sector público… Y nada me gustaría tanto como equivocarme.

¿Hacia dónde va la prensa?

La Asociación Española de Editoriales de Publicaciones Periódicas (AEEPP), que es la mayor asociación de editores de prensa de España y de la que soy presidente, celebra hoy y mañana en Madrid su congreso anual, el VIII de su historia. He intervenido hace pocos minutos con esta conferencia.
Es un poco larga, pero espero que lleguéis hasta al final.

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¿Hacia dónde vamos?

A finales del siglo pasado, coincidiendo con la eclosión de Internet, comenzó a extenderse entre los profesionales que nos dedicábamos a la prensa impresa cierto pesimismo. No tenemos futuro, decían algunos. Hubo incluso quien le puso fecha al punto final. El profesor Philip Meyer auguró que en 2043 desaparecería la prensa impresa. Tanto nos auto diagnosticamos nuestra propia muerte, y con tanta convicción y resignación lo hicimos, que renunciamos a ponerle remedio, a intentar siquiera algún tratamiento médico que la evitara.

Por fortuna, aquellos años del pesimismo parece que están remitiendo y los profetas del desastre han enmudecido un poco. Hasta el propio Meyer dice ahora que aún tenemos futuro. Y en mi opinión, lo tenemos. La prensa impresa puede aspirar a seguir existiendo cuando llegue el 2043 o cuando acabe este siglo.

Tenemos futuro, lo que ahora hay que hacer es trabajar duro para encontrarlo. Analizar, reflexionar, innovar. Someter a escrutinio todo lo que venimos haciendo hasta ahora, preguntarnos si tenemos que seguir haciéndolo igual, discernir entre las cosas que hacemos bien y que aún funcionan en este entorno que cambia a toda velocidad y aquellas otras cosas que son pura inercia del pasado. Adaptarnos al cambio, en suma.

La prensa impresa, en mi opinión, tiene futuro, pero la prensa impresa del futuro inmediato se parecerá poco a la actual. Solo sobrevivirá el que sepa adaptarse. Estamos viviendo un proceso de cambios que probablemente no ha hecho más que empezar. Estamos viviendo un proceso de cambios al que no se le ve el final, quizás porque no lo tenga. El cambio continuo, permanente y sinfín quizás sea el estadio natural en el que estamos entrando, y, si así fuera, la adaptación continúa, constante y sinfín es lo que nos tocará vivir. Cambios y adaptación rápida. Hora a hora, dia a día, mes a mes, año a año… y para siempre.

Desde la AEEPP, nos gusta precisar algunos conceptos previos cuando hablamos de la prensa. La prensa no son sólo los grandes diarios de pago. La prensa son también los pequeños diarios locales de pago o gratuitos, y los grandes diarios gratuitos, y los semanarios, y los quincenales, y los mensuales; los que hacen información general para todos los públicos y los que tienen contenidos especializados, profesionales, de nicho. Los que obtienen sus ingresos de dos distintos clientes, el anunciante y el lector, y los que sólo cobran al anunciante y son gratuitos para el lector. Entre los asociados de la AEEPP, tenemos como bien sabéis de todo: editores grandes y editores pequeños, diarios y no diarios, generalistas y especializados, gratuitos y de pago. Tenemos también como asociados, por supuesto, a editores que sólo cuentan con publicaciones online, en Internet. Somos, por tanto, la asociación más transversal, la más heterogénea, la más variada. En mi opinión, la que mejor representa en España a la industria de la prensa.

A nadie se nos oculta que la prensa, esa prensa variada y heterogénea de distintas periodicidades, contenidos y modelos de ingresos, se enfrenta ahora a la crisis probablemente más grave de su historia. Se nos han juntado dos crisis al mismo tiempo, tenemos una fuerte tenaza de dos brazos diferentes sobre nuestras cabezas. La crisis coyuntural por la grave situación económica y financiera que desde hace ya más de cinco años vive el mundo globalizado, y especialmente España, y la crisis estructural, que se ha desatado por la revolución tecnológica y por el desarrollo de Internet. Hay quien añade incluso una tercera crisis: la crisis de credibilidad.
La primera de las crisis, la coyuntural, pasará, confiamos en que pronto. Pero la segunda crisis, la del cambio del modelo, tiene mucho más alcance, mucho mayor impacto. Nada volverá a ser lo mismo. La revolución tecnológica ha cambiado todo: nuestro trabajo y nuestro ocio, nuestras casas y nuestras ciudades, el uso de nuestro tiempo, nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones personales… Y también, por supuesto, el comportamiento y los hábitos de nuestro público, de nuestros lectores y de nuestros anunciantes.

Los editores que sólo se dedican a la prensa impresa asisten atónitos a un fenómeno para ellos extraño, por el que los nuevos públicos, los nuevos lectores, apenas buscan papel impreso, los viejos públicos ahora lo buscan con menos frecuencia y entusiasmo, y todos se informan, se entretienen y se relacionan cada vez más en los nuevos medios digitales.

¿Y los anunciantes? ¿No emigrarán también algún día en masa los anunciantes?, se preguntan esos editores. ¿No lo están haciendo ya?

Nosotros no debemos ver a Internet como un enemigo, como una amenaza, sino como un aliado, como una oportunidad. Internet, además de ser el factor que desencadena y acelera nuestra crisis estructural. es también el que nos está abriendo a la prensa impresa las puertas del futuro. Creemos, estamos convencidos, de que en ese futuro una de las claves del éxito será la combinación de soportes en papel y en Internet, preferentemente arropadas bajo un mismo paraguas, o impulsados por una misma locomotora. ¿Cuál es el paraguas o la locomotora? ¡La marca!

La marca que cada uno de nosotros llevamos probablemente muchos años creando, construyendo. El papel, las ediciones impresas, han creado la marca, dan rigor y credibilidad a los contenidos, se llenan de atributos positivos, e Internet traslada todo ello a los nuevos públicos. O construir la marca directamente en Internet, como una pequeña joya. Lo importante será hacer lectores en uno y otro soporte y mantenerlos leales a la marca.

“Internet es un basural lleno de joyas”, le escuché una vez decir, hace unos años, al entonces presidente de la agencia Efe, Álex Grijelmo. Y añadía: “Para navegar por su ciberespacio no necesitaremos tanto la habilidad del manejo informático como la habilidad del discernimiento”. Pues bien, si eso es así, creo que muchas de las joyas de Internet tendrán una base en el papel, y que la credibilidad de la marca que hace de paraguas y de locomotora a soportes de papel y de Internet, ayudará mucho a los lectores en el discernimiento, en la separación de la basura y de las joyas. El papel necesita a Internet e Internet también de alguna manera necesita al papel, le ayuda mucho a conseguir reputación. Combinados, uno y otro tienen mucho más despejado el futuro.

Concluyo ya y resumo. ¿Hacia dónde vamos?, dice el título de mi intervención, de mi ponencia. En mi opinión, vamos, estamos yendo ya, a afrontar un proceso de adaptación brusco al profundo y brusco cambio de hábitat que estamos experimentando. Como os he comentado ya otras veces en distintos foros de la AEEPP, nuestro hábitat tradicional está cambiando, está cambiando muchísimo. Quizás los cambios de nuestro hábitat no han hecho más que comenzar, quizás incluso, como os decía antes, los cambios del hábitat no tendrán nunca final.

Decía Darwin, en El origen de las especies, que cuando un hábitat cambia de un modo tan rápido y radical, no sobreviven las especies más grandes ni las más inteligentes. Solo sobreviven aquellas que son capaces de adaptarse al cambio. Como dice un amigo, resumiendo la idea: «O te aclimatas o te aclimueres». Con esa premisa, con la premisa de que tenemos que adaptarnos al cambio de hábitat, os voy a resumir en algunos puntos cómo creo que ha de ser ese camino de adaptación, cómo iremos hacia donde vamos:

1- En los soportes impresos, tendremos que trasformar de modo probablemente radical nuestro negocio. Cada cual tendrá que analizar si las estrategias de contenidos, periodicidad, gratuidad o pago, distribución, competencia, etc. son las adecuadas o si hay que cambiarlas profundamente. Creo que en la mayoría de los casos habrá que hacerlo, habrá que cambiar casi todo.

2- En online, habrá que trabajar mucho en la búsqueda de un modelo sostenible, y habrá que ensayar, habrá que someter muchas cosas a prueba y error. ¿Webs abiertas o cerradas? ¿Todos gratis o muro de pago? ¿Con mucha actualización o con poca? ¿Con contenidos exclusivos y escasos o con mucho volumen de información aunque sea no exclusiva? Os recomiendo que no nos hagamos las preguntas sólo una vez. Tendremos que hacérnoslas cada poco tiempo, continuamente, en función de cómo evolucione el mercado y los competidores.

3- Invirtamos en tecnología, en innovación, sí… Pero invirtamos sobre todo en las personas, en nuestros equipos humanos. En potenciar sus habilidades, en recrecerlas constantemente. De cara al futuro, valemos lo que valga la suma del talento de nuestra gente. De su talento y de su esfuerzo, de su equipamiento profesional y de su motivación y respuesta. Incentivemos ambas cosas. Hace unos días, me contaron un diálogo entre el ceo de una compañía y el director financiero. Hablaban de darle o no darle formación a los empleados. Y el director financiero decía: ¿Y si nos gastamos dinero en formarlos y luego se van? Y el ceo le replicaba: ¿Y si no nos gastamos dinero en formarlos y luego se quedan?

4- Invirtamos también en nosotros mismos. invierte en ti mismo también, en tu continua puesta a punto, en tu mejora.

5- Aunque creas que lo sabes todo, duda de todo. Somete todo a prueba y error. Revisa los procesos, no des nada por verdad eterna. Si te has equivocado, da la vuelta. Si has metido la pata, sácala. No te empeñes en el sostenella y no enmendalla.

6- Estate muy atento no sólo al corazón del negocio, al núcleo, a lo fundamental. Mira también a lo lateral, a lo periférico. En ocasiones, ahí hay vías nuevas de ingresos y de desarrollo, oportunidades de oro. Os pondré un ejemplo. A muchos diarios que hace dos o tres décadas tenían un saneado ingreso en algo lateral a lo que dedicaban poca atención, los anuncios clasificados impresos, les hubiera ido mucho mejor si se hubieran dado cuenta antes de que el negocio estaba yéndose en masa y de pronto a Internet.

7- Diferénciate, potencia lo diferente de tu marca y de tus productos. Como decía una de las 22 leyes inmutables del marketing, las de Al Ries y Jack Trout: si no consigues ser el primero de tu categoría, crea otra categoría en la que puedas llegar a serlo.

8- La calidad suele ser rentable. En los viejos tiempos y en los nuevos tiempos.

9- No desfallezcas, no tires nunca la toalla. Tienes suerte, tenemos suerte. La comunicación, el periodismo, no son un oficio ni un negocio cualquiera. Son parte fundamental de la sociedad democrática. Saberlo, ser consciente de ello, te dará una fuerza suplementaria.

Y 10- Insisto: Duda. Hazte preguntas constantemente. No des nada por verdad inmutable. Ni siquiera estos puntos que te estoy desgranando. A lo mejor estoy en lo cierto en lo que propongo. O a lo mejor no, a lo mejor estoy equivocado.

Gracias!»

Aguirre, líder de la oposición a Rajoy

Hace apenas diez días, el viernes 26 de abril, un escalofrío sacudió a muchos dirigentes del PP. Tras la reunión del Consejo de Ministros, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y los ministro de Economía, Luis de Guindos, y de Hacienda, Cristóbal Montoro, presentaban unas negrísimas previsiones a medio y largo plazo para la economía española: La verdadera recuperación no vendría hasta 2016, y el recorte sustancial de la terrible tasa de paro no antes de 2019.
La ducha fría de realidad afectó sobre todo a los dirigentes del PP que gobiernan comunidades autónomas y grandes ayuntamientos. Pensaron, probablemente con razón, que si esas negras predicciones se cumplen, sus sillones de mando estarían muy en precario en las próximas elecciones autonómicas y municipales, previstas para el último domingo de mayo de 2015. Dedujeron que el electorado les daría a ellos en su culo la patada que le querrían dar al Gobierno de Mariano Rajoy si las cosas iban mal por esas fechas.
Pasó algo muy parecido hace ahora tres años en el PSOE, en la primavera de 2010. Los socialistas que gobernaban en muchas comunidades autónomas y grandes ayuntamientos comenzaron a temer por su suerte electoral el mismo día en que su correligionario José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de Gobierno, decretó los primeros recortes. Los barones socialistas comenzaron a pedir, primero en voz baja y después casi a gritos, que, antes de las elecciones autonómicas y municipales, que tocaban en 2011, Zapatero anunciara que no sería el candidato socialista en las generales, que no tocaban hasta marzo de 2012. Zapatero acabó ‘abdicando’ el 2 de abril de 2011: anunció ante el Comité Federal socialista su renuncia a ser cabeza de cartel electoral. El sacrificio, sin embargo, no alivió el malestar de los electores, que castigaron al PSOE tanto en las autonómicas y municipales como en las generales, adelantadas a noviembre de 2011 y con Alfredo Pérez Rubalcaba encabezando las listas.
Los miedos de ahora en el PP están más que justificados. Las encuestas dicen que parte de sus electores naturales están abandonando esas siglas, si bien es verdad que no se van al PSOE, que aún no ha purgado ante los ciudadanos sus errores.
Esperanza Aguirre, que dejó la Presidencia de la Comunidad de Madrid, pero no la política –sigue siendo la presidenta del partido en la región-, está cebando esos miedos populares y constituyéndose como la líder de la oposición interna a Mariano Rajoy. ¿Quizás pensando en postularse como cabeza de lista para las próximas elecciones generales? Fervientes marianistas aseguran y reiteran que no, pero yo no estaría tan seguro.

La crisis española es sistémica

El pesimismo y al abatimiento, el cabreo con los políticos y con casi todas las instituciones está arraigando en la sociedad española. Si atendemos a lo que dicen los ciudadanos, la crisis española no es coyuntural, es sistémica. El Barómetro del CIS, hecho público esta mañana, tiene datos como estos (entre otros muchos):

Rajoy debe unirse al pacto Letta-Hollande

«No podemos tener una Europa en la que un país o dos van bien y los demás se hunden», decía ayer el nuevo primer ministro italiano, Enrico Letta, tras sellar con el presidente francés, François Hollande, un pacto para impulsar en la Unión Europea (UE) políticas de crecimiento. No, no podemos tener una UE así, y los ciudadanos ya se han dado cuenta. El eurorrechazo, la eurofobia incluso, están disparándose en muchos países comunitarios a medida que las políticas que se aplican son de recortes y más recortes que aumentan la brecha social, empobrecen a la inmensa mayoría de sus ciudadanos, precarizan sus empleos y oscurecen su futuro y el de sus hijos.
No podemos resignarnos a tener una UE así, dirigida y gobernada conforme a los intereses de uno o dos países. Si no cambia, saltará por los aires. Si en alguno de los países perjudicados por estas políticas se promueve una referéndum sobre la continuidad en la UE y el resultado es que no se sigue, el efecto dominó acabará con la Unión. Alemania está tensando la cuerda hasta extremos de una grave irresponsabilidad.
No hay afinidades ideológicos, pues Hollande es socialista y Letta de centro izquierda, pero Mariano Rajoy debiera sumar a España al pacto por el crecimiento de Francia e Italia. Aunque le pese a Angela Merkel. Para nuestro país, un cambio profundo en las políticas económicas de la Unión es la única esperanza de que los negros augurios sobre el futuro de nuestra economía no se cumplan.