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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

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Una iglesia «volando» sobre el terreno

Si Goscinny y Uderzo decían de los romanos que estaban locos, no quiero ni pensar lo que dirían de estos estadounidenses que para la restauración de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, un cenáculo de solo 112 años, organizan el lío necesario para no tener que tocar ni un ladrillo de algo que tiene el mismo valor arquitectónico que la casa de mi abuela. Lo digo porque la casa de mi abuela tiene aproximadamente la misma edad, pero más allá del valor de la construcción tradicional de adobe con la que mi bisabuelo debió construirla, no tiene ningún mérito.

Que no venga el tornado, por todos los dioses

Que no venga el tornado, por todos los dioses

Está claro que quizá nosotros en Europa vemos estas cosas desde otra perspectiva, porque tenemos un patrimonio arquitectonico de incalculable valor fruto de una historia de más de doscientos años, que ciertamente al otro lado del charco, no tienen.

Eso sí, como alarde de técnica y de capacidad constructiva y económica el asunto es de tener en cuenta y ofrece unas imágenes impactantes, aunque no debemos dejarnos impresionar demasiado, recalces y soportaciones temporales de edificios históricos hace tiempo que se llevan haciendo, no de la manera tan espectacular que nos aporta la visión de que todo el edificio esté sobre el andamiaje a la vez, pero sí de forma parcial más contenida.

Eso sí, como alarde de técnica y de capacidad constructiva y económica el asunto es de tener en cuenta y ofrece unas imágenes impactantes, aunque no debemos dejarnos impresionar demasiado, recalces y soportaciones temporales de edificios históricos hace tiempo que se llevan haciendo, no de la manera tan espectacular que nos aporta la visión de que todo el edificio esté sobre el andamiaje a la vez, pero sí de forma parcial más contenida.

En todo caso me parece interesante y un poco metafórico: el hombre sosteniendo en sus manos la casa  de Dios.

Como siempre.

Mitos y torres que se caen

Mientras estudiaba, era frecuente que algún famoso arquitecto viniese a la universidad para darnos una conferencia o una clase magistral. En una ocasión, uno de esos afamados compañeros, acudió para hablarnos de sus obras. Yo esperaba aquella charla con verdadero entusiasmo porque unos años antes había estado estudiando como jefe de obra un proyecto suyo, una iglesia que finalmente no llegó a realizarse.

gottfried böhm, pilgrimage church, neviges 1963-1972

Iglesia de la peregrinación en Neviges, Alemania. Arq:Gottfried Böhm. En algunos aspectos parecida a aquella iglesia de la que os hablo. Foto de Seier+Seier

Cuando aquel hombre al que todos a mi alrededor veneraban, empezó a hablar, contó  cómo elegía un material, unas veces vidrio, otras aluminio, otras piedra y decidía que así iba a ser la próxima vivienda que realizase. Así, cuando un cliente entraba por la puerta del estudio para pedir una casa, le encasquetaban la casa de determinado material, ya estuviese en mitad de un páramo de León o en la soleada Mancha. Y de aquel rostro, que asomaba risueño sobre las gafas de marca, salió aquella frase que aún hoy puedo oír :

¨….y cuando le veo entrar por la puerta en mi cabeza resuena una palabra….VIDRIOOO¨.

Tras el jolgorio general del auditorio y la enorme sonrisa de satisfacción de mi ídolo caído, quedó mi desesperanza. Uno pensaba y piensa que la arquitectura no es un juego con el que modelar estatuillas y formas a mayor gloria de su autor, que hay que ponerle cariño a las orientaciones y a los materiales, al confort y la usabilidad de ese lugar donde -nada menos- nuestro cliente pasará probablemente el resto de sus días. Y mientras yo, que había entrado al salón de actos admirándole, me hacía cruces, él caminaba por el estrado de un lado a otro con la sonrisa de suficiencia del que se sabe aupado al éxito entre los aplausos y la aceptación de sus acólitos.

Nota del arquitectador: Todo lo anterior no quita para que me siga atrayendo la arquitectura de este autor, al que no voy a mencionar, aunque os aseguro que he estado tentado, de verdad. Así para no azuzar los malos pensamientos he buscado una ilustración de un autor con el que no tengo ninguna relación, aunque la iglesia de la foto, tiene algunas similitudes formales con aquella que no llegamos a levantar.