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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Archivo de octubre, 2013

¿Arquitectura sin arquitectos?

Me sorprende la reacción de las personas ante el borrador circulante de la futura Ley de Colegios y Servicios Profesionales, donde parece que se busca realizar una arquitectura sin arquitectos:

-Los arquitectos miran con temor la entrada de otras especialidades que no tienen la preparación suficiente (1) para realizar proyectos completos de arquitectura.

-Los ingenieros, sean del tipo y especialidad que sean, babean ante «el chollo» de poder firmar proyectos de arquitectura.

-Los ciudadanos se frotan las manos pensando que el proyecto de su chalet le va a costar más barato.

-El gobierno levanta la barbilla aspirando a vender en Europa como una reforma del carajo, un desaguisado que Europa no ha pedido.

-Las grandes empresas constructoras, plagadas de ingenieros, ponen los ojos en blanco ante la posibilidad de que nadie les diga en la obra lo que tienen que hacer ni como hacerlo y poder así generar mayores beneficios a costa de no tener que sufrir la incómoda figura del director de obra externo.

-Los colegios se encogen ante la posibilidad de que el ya paupérrimo ritmo de visados se arrugue como pene en charca helada.

Miguel A Alvarez Perez

 A5 por la arquitectura. Autor Miguel A.Álvarez Pérez.

 

Personalmente creo que si finalmente se aprueba este desastre que no soluciona ninguno de los problemas actuales de la profesión, sucederá lo siguiente:

-Los arquitectos seguirán recibiendo los encargos que recibimos hasta ahora. Alguno hará un ingeniero, por supuesto. Pero cuando descubran lo que supone firmar un proyecto en cuanto  a responsabilidad, seguros, denuncias, y por supuesto costes de explotación y trabajo generado, más de uno dirá «que lo hagan los arquitectos»

-Los ciudadanos seguirán pagando lo mismo por sus casas. Los unifamiliares que salgan más baratos serán un desastre donde el dueño se arrepentirá de haber contratado a alguien que desconocía lo que supone hacer un proyecto y dirigir una obra completa. Las viviendas en bloque costarán al usuario lo mismo que siempre. Las viviendas siempre cuestan lo mismo queridos, cuestan lo que el promotor estima que el propietario puede llegar a pagar. Eso me parece que no hace falta que lo explique, ya lo dijo Alvarez Cascos.

-El gobierno se enfrentará a Europa cuando le lleguen las correspondientes quejas por incumplir determinados acuerdos sobre lo que debe de incluir la formación de los profesionales que se dedican a hacer arquitectura y urbanismo y al resto de la ciudadanía cuando a la vuelta de unos años se compruebe en arquitectura lo que significa liberalizar como ya hemos comprobado en otros sectores como la banca o la energía.

Si es eso lo que queremos vamos bien. Si no, todo tipo de actos son bienvenidos, como el acto que se realizó ayer en la puerta del museo del Prado en favor de la arquitectura y en contra de esta LCSP. Habrá más y más ruidosos y espero que sea antes de que nos caigamos del Guindo. Uy, perdón.

acto arqu

 Foto COAM

(1) Nota del arquitectador: Tengo la enorme suerte de haber sido y ejercido durante muchos años como aparejador antes de ser arquitecto, y haber trabajado con ingenieros, lo cual me faculta para decir que la formación necesaria para hacer arquitectura la tienen los arquitectos, cosa que uno entiende cuando se forma para ello, así como para hacer otras cosas la tienen otros. Esas otras cosas sobre las que SÍ quieren mantener la reserva de actividad.

Crisis? What crisis?

Dos semanas. Sólo dos semanas han bastado para que donde había crisis ahora todo sean parabienes y esperanzas. Un magnate americano semiretirado compra unas acciones de una constructora por aquí, unos fondos buitres dicen disponer de 20.000 millones de euros para invertir en activos inmobiliarios por allá, mucha necesidad bien aliñada con cuarto y mitad de fe ciega…et voilá, como dijo Supertramp, crisis?, what crisis?

crisis-what-crisis

No es que quiera yo negar esta oleada de desesperado optimismo que nos llega a espuertas desde los telediarios, es sólo que no tenemos aún ni siquiera plantada la semilla del brote, y ya pretendemos ver como asoma por esa baldía maceta que tenemos en la ventana de nuestra economía. Al menos en este sector nuestro, que por cierto después de al menos seis años de crisis renace debajo de ese nuevo sector productivo que no hemos sido capaces de inventar, para convertirse otra vez en lo que debe liderar la actividad. Construcción. No es que me parezca mal, ni mucho menos, es solo que no aprendemos.

Hace ya mucho, escribía esto y sigue siendo tan vigente como entonces:

No busquéis los brotes verdes. No han nacido todavía.
No, este blog no se ha reconvertido en político, no tengo alma de tertuliano, no vengo hoy a vaticinar grandes catástrofes ni a decir que ésto ya lo veía yo venir desde hace tiempo.
Es solo que hay cosas que no tienen otro camino.
En nuestro país, la economía, se basa en la construcción y en el turismo. Y no por que seamos unos especuladores patológicos ni por que tengamos almas serviles cuando vemos un rubicundo europeo. Ni mucho menos.
Es por que no tenemos otra cosa.
Cualquier sector económico en el que penséis, supone porcentajes del PIB ridículos, salvo el del turismo y el de la construcción. No hay minería, no hay industria, no hay agricultura extensiva, salvo pequeñas zonas muy localizadas.
Y la construcción está muerta.
El proceso de realizar un edificio nace aproximadamente dos años antes de que el primer operario entre en la parcela.
En este tiempo, se hacen estudios económicos, geotécnicos, de viabilidad, de edificabilidad…y por supuesto un proyecto arquitectónico que luego se llevará a cabo.
Y os puedo asegurar que en los estudios de arquitectura no entra un solo cliente.
Eso quiere decir que al menos durante los dos próximos años, esos operarios, el grueso del paro actualmente, no va a tener ninguna obra que realizar.
Me puedo equivocar, lo deseo incluso. Pero es lo que pienso.

Hoy vuelvo a desear equivocarme. Y lo hago porque aunque todos sabemos que no se va a construir nada, no confío en que todos esos activos a bajo precio que se están comprando con la esperanza de venderlos revalorizados en menos de cinco años, consigan repuntar su precio, si como parece nadie va a poder comprarlos ni a su precio actual ni mucho menos después de esa esperada subida. Y cuando todos esos fondos, que pueden proceder de fondos de pensiones, de pequeños y medianos inversores, de bancos extranjeros o españoles descubran que ésto no sube, ¿a quien le pedirán que los salve? ¿a nosotros con nuestros impuestos? ¿a los organismos europeos con nuestros impuestos? ¿al fondo monetario internacional con nuestros impuestos?

Nota del arquitectador: El viejo tío Bill compra acciones de FCC, donde yo me dejé casi seis de los mejores años de mi vida. Por aquel entonces, como en la zarzuela, era de una morena y una rubia. A mí me gustaba más entonces, soy un clásico.

Andamios, patíbulos y otras formas de suicidio

Hoy he pasado por delante de una obra. No os describo la escena porque atenta contra la mínima observancia de las normas de seguridad y salud, y el respeto por la propia vida y la de los demás. Me ha hecho recordar este post que escribí cuando aún no publicaba aquí, y que tiene la misma vigencia que entonces:

Salgo cabizbajo de la panadería, mientras sigo oyendo detrás mío como ese pintor, palillo entre los dientes, echa pestes de aquellos que decidieron que en las obras se ha de llevar casco y los condena al fuego eterno, convertido en andamio veraniego, soleado y perpetuo, casco incluido.

En los últimos veinte años, trabajando en las obras he presenciado un importantísimo avance en la toma de medidas para evitar accidentes laborales.

Afortunadamente.

Sé, que nuestro sector, es en el que mayor número de accidentes suceden, y no es menos cierto que es en el que hay una mayor atomización del sector en millones de empresas y una menor cualificación de empresarios y trabajadores.

En las grandes y medianas empresas se ha avanzado hasta niveles razonables de prevención, aunque siempre hay que insistir y mejorar en este asunto.

Pero, (ay) en las pequeñas obras, en esas que la comunidad de propietarios realiza con esa pequeña empresa, con ese autónomo que aporta sus propios medios auxiliares, sin un técnico que realice las labores propias de coordinación y control…pasan cosas como esta :

Barroca e imaginativa construcción de una plataforma de suicidio

Y otras mucho peores. Creen estos alegres operarios o su jefe, si es que lo tienen, o ambos, que ganan tiempo o quizá dinero organizando semejante torre de babel para alcanzar el tajo. Lamentablemente no tengo cuerpo de hacer bromas con esto.

Y ninguno de ellos parece estar convencido de que los que se rompen la crisma no son iniciales en un titular. Son personas. Pueden ser ellos.

Por cierto, doy fe de que un casco sí que había. Un casco de Mahou de litro.

Nota del arquitectador: Desgraciadamente, esto puede verse cada día. Podría decir que las condiciones del trabajo actuales son las que provocan estas situaciones. Pero os diré la verdad. Esta foto la hice yo mismo (tuve que parar mi coche) en el año 2001. En pleno auge de la construcción.

En nuestro sector si algo hace falta es la concienciación de todos.

Diez razones para mandar la arquitectura a la mierda

Tengo muchas más, pero por empezar por algunas:

  1. Porque a nadie le interesa pagar por un dibujito que todo el mundo sabe que hacemos con un botón del ordenador. El puto botón. El día menos pensado doy con él.
  2. Porque pertenecemos a la escoria que generó la burbuja inmobiliaria y estamos podridos de dinero. Muhahahaah. Ah, no, espera, que no tengo un duro.
  3. Porque después de todo, los arquitectos no tenemos ni flores de nuestro trabajo. A ver  a quien le explico yo que me calculo mis estructuras, me hago mis mediciones y pongo el inodoro en su sitio con la tubería del diámetro adecuado.
  4. Porque el ladrillo está maldito. Aunque nadie en este país de ilustrados haya pensado en un solo sector alternativo y todos vomiten sobre el nuestro, que por cierto nos ha dado de comer a los del sector y a los demás.
  5. Porque los pocos clientes potenciales que tenemos no tienen un duro del que les hemos dado a los bancos, porque los bancos ya tienen mucho ladrillo que también hicieron con nuestro dinero, ese que tienen más agarrado que los calzoncillos de Walter White. Si es que no estamos forrados porque no queremos.
  6. Porque no puedo explicarles a mis clientes que ayer me llegó el seguro de responsabilidad civil (obligatorio) y me ha subido al doble, 1500 euros al año de vellón, sin empezar a trabajar, cada vez que hago un trabajo tengo que pagar prima complementaria. Ole. Arsa. Viva.
  7. Porque aún me tiene que llegar el otro seguro de responsabilidad civil y las dos colegiaciones, que no son mancas.
  8. Porque ayer fue día de pagar el IVA trimestral.
  9. Porque a nadie le interesa ya un buen trabajo, hecho con interés y profesionalidad si tiene que pagar por ello.
  10. Porque lo suyo no es mandarla a la mierda sino a otro sitio, pero en este blog circula gente decente que no tiene necesidad de leer culo.

Y sin embargo, aunque hoy no tengo cuerpo para nada, mañana seguiremos.

Nota del arquitectador: Todo ésto, muy bien dicho y muy bien contado, con palabras de gente sensata, menos visceral que este desquiciado que escribe aquí hoy, lo podéis leer en el post de StepienyBarno, con el que me levanté esta mañana y no he podido quitárme de la cabeza en todo el día.

 

 

La loca historia de la arquitectura (II): Hipodamo de Mileto, ese cabezón cuadriculado

Hoy damos un salto en el tiempo para conocer la historia de un personaje que aún hoy, organiza nuestras vidas: 

Cuando al pequeño Hipodamo su madre le trajo una clámide a cuadros para poder distinguirlo de todos aquellos efebos con túnicas blancas a la más clásica moda griega del siglo V a.C.,  la vida se le vino abajo. No hay como distinguir a un niño de entre los demás para convertirlo en el centro de las mofas y las befas de esos crueles angelitos desprovistos de moral que gustamos de mirar con arrobo.
Pasó mucho tiempo hasta que aquella túnica le quedo corta, pero como estaba hecha con lana de ovejas traídas de la parte baja del Peloponeso, alimentadas con yogur y macedonia (esto último si miráis el mapa de la época, tiene una chispa que no podéis negar), no llegaba a romperse, por lo que su hacendosa madre le confeccionó con ella una manta para su mula. Hipodamo, siempre respetuoso con sus mayores y pelín cuadriculado en sus costumbres como veremos después, llevó durante otros tantos años la manta bajo su trasero para evitar los pinchazos del pelo de su jumento en las zonas más nobles y sensibles, hasta que finalmente llegó a la edad adulta con una visión del mundo marcada por aquellas líneas entrecruzadas y la utilizó para cubrir la ventana de su casa, lo que le obligo a seguir viendo cuadros durante muchos años más.

Plan Cerdá en Barcelona, novedosísimo trazado ideado 2500 años antes.

Hipodamo, que vivía su vida según marcaba el estampado de aquella vieja tela, se convirtió, merced a su ordenada y cuadriculada manera de ver el mundo en un preeminente arquitecto, matemático, político y meteorólogo, aunque en realidad pasó a los libros de historia de arquitectura y urbanismo por sus trazados de ciudades basados en la retícula o damero hoy conocido como trazado hipodámico, es decir por imponer en la planificación urbana un canon de orden y funcionalidad para convertir la polis griega en un lugar donde pudieran convivir mejor las diferenciadas clases sociales de aquella civilización llena de esclavos que inventó la democracia. Guiño-codazo-guiño. Hoy estoy que lo tiro.

Su trazado en las ciudades de Mileto o El Pireo, fue extendido más tarde por toda la península griega y adoptado por las milicias romanas que lo extendieron en sus campamentos, origen de muchas de nuestras ciudades actuales, aunque esta es otra historia de la que hablaremos el día menos pensado.

Hoy en día, 2500 años más tarde, lo que tarda en hacerse un bacalao al pil-pil, el trazado de nuestras ciudades ha sido deformado hasta la saciedad pero sin movernos de la trama reticular. Grandes calles y avenidas desoladas que harían al bueno de Hipodamo rasgarse sus vestiduras estampadas a cuadros, pues nos hemos quedado con la geometría y hemos olvidado en gran medida la funcionalidad de la ciudad y su uso a la ciudadanía.

Y es que a veces no se cual de las dos historias de la arquitectura es más loca, está que aquí escribo o la real.

Nota del arquitectador: Antes de que arremetáis contra el pie de pagina de la foto, sabed que llegaremos al plan Cerdá en esta loca historia y hablaremos de él y de sus muchas virtudes, pero asumamos que el trazado no fue ni mucho menos una novedad. Otras cosas sí. Llegaremos.

 

 

Mohawks. Los indios que carecían de vértigo y construían rascacielos ¿o no?

Soy un escéptico, no por naturaleza, sino por los años vividos. Lo soy de una forma constante, cansina, pertinaz y a ratos patológica. Esto me lleva a dudar de todo lo que oigo y en la mayoría de las ocasiones hasta de lo que leo, sobre todo en estos tiempos que corren en los que gracias a Internet, hasta un tipo como yo puede ir escribiendo por ahí  libremente.

El caso es que ayer, mientras observaba una foto que una compañera de profesión (gracias Carmen) colgaba en facebook sobre unos operarios que caminaban sobre las vigas de un edificio en construcción de la Gran Vía de Madrid a primeros del siglo pasado, recordé las veces que había oído hablar sobre la tribu india que carecía de vértigo por una cuestión genética, y cuyos individuos fueron en su mayoría trabajadores de los grandes rascacielos de Nueva York. La cosa, desde mi incrédulo espíritu, siempre me sonó a chino más que a indio y anduve paseando por la red a ver si encontraba alguna fuente fiable, que pudiera confirmarlo. Lo cierto es que solo he encontrado algunos blogs en los que se menciona el asunto y de manera un tanto pasajera, y un libro de Eric Darton en el que cuenta la historia y la da por cierta, hablando incluso sobre como estos indios se comunicaban de un edificio a otro con señales de humo, lo que me despierta aún más dudas.

Siempre me he preguntado si lo hicieron para la foto o lo hacían a diario.

Sin embargo, según me cuentan amigos cercanos, existen algunas etnias en lugares del planeta a las que determinadas dolencias no afectan o lo hacen con una incidencia estadísticamente muy inferior al resto de la población, y aunque no se conocen las causas exactas, la realidad se rinde a la genética, por lo que es posible que una tribu de indios, en este caso los Mohawks, esté mejor habilitada por su propia naturaleza para caminar a grandes alturas sin necesidad de que su esfínter haga el vacío, como lo hace el mío solo con mirar las fotografías.

Lo cierto es que desde el punto de vista del que se gana la vida con este oficio de la construcción, esas famosas instantáneas de Charles Ebbets, en las que vemos temerarios obreros de edificios como el Rockefeller Center, almorzar, caminar, dormir y posar con naturalidad sobre el vacío, sobrepasando la temeridad, son como el recordatorio de tiempos pasados, que desde luego no fueron mejores y que -bajo mi punto de vista- deberían llevar debajo el cartel de «nunca mais».

Por cierto, en todas las fotos que he estado viendo, los operarios tienen pocos rasgos indígenas, más bien son caucásicos de la subespecie rubicunda, e incluso el propio Ebbets, aparece en algunas haciendo el número de la cabra sobre gárgolas, vigas y pescantes con gran prestanza y naturalidad, lo que no ayuda a confirmar esta historia que me corroe.

Nota del arquitectador: Ahora es cuando os preguntáis si estos operarios también se tomaban un sol y sombra o una copa de castellana con hielo a las siete de la mañana antes de entrar al tajo. Misterios que ya nunca descubriremos amigos míos. Ojalá que alguien oiga esa historia tan nuestra dentro de unos años, y le suene a inverosímil leyenda urbana.

 

La casa ideal para enterrar cuerpos en el sótano

Antes de que una casa muera, su vida no le pasa a toda velocidad por delante de las ventanas como si fuesen diapositivas. Sus antiguos habitantes no sienten un escalofrío cuando la bola demoledora se hunde en sus muros, la maquina excavadora la empuja sin piedad o se deshace bajo la nube de polvo que provocan los explosivos.
Salvo algunas pocas personas que viven los edificios  con entusiasmo, a prácticamente nadie le importa la demolición de un edificio si la promesa de uno nuevo esta cerca. Los edificios, nacen crecen, tienen sus goteras y mueren. Sin más.

Ideal para enterrar cuerpos en el sótano

Ideal para enterrar cuerpos en el sótano

Antes de que desaparezcan algunas casas, como por ejemplo esta que os traigo desde Mohringen, Alemania, no desde lo más profundo del monte del Destino, -¡por favor!, ni siquiera he cruzado Mordor- alguien se ocupa de vestirlos para la ocasión. Sencillos y elegantes. Negro integral. La envidia de la mansión de Batman.

En esta ocasión en una performance urbana que anunciaba su próxima defunción o más probablemente su desmontaje, su dueño, propietario de una galería de arte, lo pintó de negro quizá para cubrir como con una tela las anteriores pinturas que los graffiteros de la zona habían hecho.

Lejos de convertirse en algo funesto, a mí me parece bastante elegante, aunque algún toque que contraste con su negrísimo fondo le vendría de perlas. De perla negra.

Si la casa fue el envoltorio perfecto para el colorista Robin, antes de ser demolida pasó a ser la morada ideal del señor oscuro, y es que entre estos dos hay más de lo que cuentan.

Así estaba antes. Elegante a la par que discreta ¿verdad?

Tras su demolición, la moderna arquitectura ha llegado y aunque más colorista, debo confesar que el resultado no me resulta tan elegante como la vieja casa negra, que con sus luces y sus sombras, sobre todo con sus sombras, tenía un halo de misterio que la hacía muy acogedora. Aquí podéis ver el antes y el después de la casa y decidir cual os gusta más.

Captura

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¿Un hotel de lujo en una antigua terminal de aeropuerto?

¿Pasarías tus vacaciones en una terminal de aeropuerto?
Sí, ya supongo que si eres de esos que han sufrido las huelgas de servicios aeroportuarios debes estar acordandote de mis ancestros, pero no va la cosa por ahí.
Hablo de un edificio, la terminal de la TWA del aeropuerto JFK , que conoces sin duda, por diversas imágenes que el cine ha dejado en nuestra retina, la última, Atrápame si puedes.

El impresionante edificio del arquitecto finlandés Eero Saarinen, reúne una serie de virtudes arquitectónicas innegables. Saarinen estudió durante meses el comportamiento y la trayectoria de las personas en las terminales de comunicación, para concluir que los recorridos nunca son en línea recta, lo que trasladó al proyecto sin generar innecesarios recorridos o vueltas que impidiesen a los viajeros localizar su mostrador de destino o la puerta de embarque, casi de un vistazo. Ese trabajo previo que la arquitectura de calidad requiere, y que el paso de los años y los usuarios agradecen en silencio.
Además de todo esto, la terminal no carece del aura que la abstracción arquitectónica otorga a unas pocas obras privilegiadas. La volumetría exterior, tal y como pedía el presidente de la compañía, responde a una alegoría del vuelo, y sus líneas curvas y orgánicas son toda una referencia a unas alas, sin ser la representación facilona y burda de un mero símbolo. Mucho tenemos que aprender.

El edificio, terminado poco después de la muerte de su autor, cumplió fielmente su cometido hasta 2001 en que la compañía se fusionó con otra aerolínea y es ahora cuando hay rumores de remodelación y reconversión en alojamiento de lujo por una cadena hotelera. No se vosotros, pero yo estoy deseando ver el resultado final.

Nota del arquitectador: Que maravilloso debe ser tener un encargo que te permita dedicar meses de trabajo al estudio de las necesidades del cliente. El cielo es una sala de reuniones en la que un Dios con traje y corbata da un sorbo a su destilado de malta on the rocks y te dice….tomate tu tiempo, lo que quiero es que quede bien.

La loca historia de la arquitectura. Capítulo 1

Nota del arquitectador: En lo sucesivo, intentaré que cada semana aparezca en el blog un capítulo sobre una historia de la arquitectura que no se pueda enseñar en las aulas, que no incluya ni teoría, ni grandes reflexiones y que los catedráticos de esta noble dedicación reprobarían sin dudar. Algo que avergüence al autor y a su familia. Una historia contada por los protagonistas, tantas veces ajenos a sus aportaciones a la arquitectura, pero siempre imprescindibles en su desarrollo. Cuidado con esa teja mal puesta o ese chapuzón que has hecho al reparar esa gotera en tu casa, puedes estar contribuyendo sin saberlo a La Loca Historia de la Arquitectura. Os dejo con el capítulo 1.

 

Earg nunca supo si su pre-neanderthálica madre pensó en su nombre durante su gestación o le llamó así debido a un acceso de eructo inoportuno. Como tampoco pronunciaba muchos más vocablos, fuera de aquellos gritos histriónicos con que anunciaba la llegada de los cazadores a su cueva de invierno, las posibilidades eran reducidas

Cuando a las dos estaciones de su llegada a este mundo, su madre tuvo al hermano de Earg y lo llamó Earg-Earg, el resto del grupo comprendió la secuencia lógica de inmediato y agradeció a los dioses que aquella ruidosa hembra solo llegase a los cinco partos. De todos, Earg era el más atento, pues llamasen a quien llamasen de entre sus hermanos, a él siempre le tocaba estar ojo avizor.

Es de recibo reconocer, que Earg-Earg-Earg-Earg, su tercera hermana, era un prometedor espécimen de hembra, con grandes fosas nasales y unas caderas esperanzadoramente anchas, al menos hasta que aquella roca se desprendió de la ladera y rodó sobre su cabeza una noche de verano especialmente calurosa, lo cual fue un alivio, pues en esos días la comida escaseaba y una boca menos aumentó las raciones diarias del resto de la comunidad.

EARG

Earg meditaba en ésto mientras trepaba a los arboles para conseguir aquellas enormes bayas que a duras penas crecían entre los grandes herbívoros. Su color verdoso y su sabor amargo no gustaban especialmente a Earg, aunque las comía con fruición pues eran jugosas y estaban llenas de un líquido amarillento que le quitaba el hambre durante días y hacía de sus defecaciones una temible masa maloliente de la que sus compañeros de grupo, varias ramas por debajo del ágil Earg, se protegían como podían, juntando las ramas y las enormes hojas sobre su cabeza. Había que estar bien cubierto cuando Earg subía y sus jugos gástricos se ponían a funcionar. Sin saberlo, ellos habían hecho el primer gesto formal de lo que unas decenas de miles de años después, otra especie más desarrollada daría en llamar arquitectura y Earg, nacido junto a un eructo, se convirtió en el primer promotor inmobiliario de la historia.

 

 

El edificio que come humo

Mira que uno ha visto y leído cosas sobre esto de la construcción y la arquitectura. Escaleras que suben y se encuentran con un muro cerrado, edificios en los que lo importante no es la forma o el uso sino el recorrido, formas estelares, volúmenes de escalas gulliverianas -mi palabra inventada de hoy, no olvidemos que soy arquitecto- pero lo de los edificios que digieren humo, aún no me entra en la masa gris, no sé si por lo mermada que debe andar la mía o por lo elevado del concepto.

Traigo el caso aquí por la fachada de este edificio, que según sus autores, y debido a una reacción química que se produce en su piel bañada en dióxido de titanio, disocia el esmog o contaminación ambiental en alta concentración del que disfrutamos en las grandes ciudades en CO2 y agua.

Odio la química desde que supe de su existencia. No me gusta que un inocente líquido disuelva las características de un honorable sólido, ni que dos componentes se unan y cohabiten para desaparecer y convertirse en otra cosa. Me produce intranquilidad, incertidumbre, temor a tocar una pasta humeante con la punta de los dedos y convertirme en moléculas flotantes en un éter universal que aún no ha sido descubierto. He dedicado mi vida a estudiar cosas concretas, tangibles, mensurables, sólidas, a dibujar lo intangible, a grafiar los esfuerzos, los momentos y los torsores de una viga o una cercha. Cosas que se entienden, coño. Y todo para que ahora, un revestimiento convierta nuestro mundo en una reacción química que mute un tóxico en otro. Porque digo yo que el CO2, del que pretendemos librarnos a cualquier precio no es el objetivo a conseguir. En fin, no entiendo nada, pero sé perfectamente que es debido a mi obstinada cerrazón ante la química y la desazón que me produce la mutabilidad de las cosas.

Sin embargo, y dado que en ciudades como México el esmog o smog, esa niebla contaminante que se queda en las capas bajas de la atmósfera por aquello de las presiones, es un auténtico suplicio para sus habitantes, entiendo que sea un adelanto importante el hecho de que se consigan avances de este tipo, aunque si en lugar de convertirlo en dióxido de carbono lo convirtiéramos en zarzaparrilla, costillas adobadas o billetes de quinientos, el adelanto estaría al nivel de la rueda, la maquina de vapor o el cortapelos de las orejas.
Y es que, como decía la zarzuela, la ciencia avanza que es una barbaridad.

 

Nota del arquitectador: Dejo al sufrido lector que coloque en los lugares de este texto que prefiera los símbolos de «ironía on» e «ironía off», a ver quién acierta.