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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Tras la crisis algo queda

Pensamos, pues humanos somos, que todo lo que sucedió antes que nosotros, hubiese sido mejor resuelto con nuestra presencia, con nuestros conocimientos y cometemos una y otra vez el pecado de la soberbia, adornado con más o menos mesura de una gran ignorancia.
Insisto: una y otra vez.
Viene al caso porque he pasado, como es frecuente, el fin de semana en Almagro, ciudad manchega que debe sus portadas emblemáticas y sus fachadas clásicas a la quiebra del estado y al eco que resonaba en las arcas de Carlos V, tras las guerras de Flandes y la imposibilidad de devolver sus créditos a los banqueros alemanes.
Aquellos que como única forma de recuperar sus préstamos, se asentaron en Almagro al recibir la concesión minera de Almadén.

Portadas de Almagro

A partir de ahí, en una situación tan similar a la actual que hace estremecer, tres quiebras del estado sucesivas a lo largo de 150 años y finalmente una quiebra de los prestamistas, resuelven el asunto con el cambio de negocio de los Fugger, los Wesel, los Xedler…reconvertidos en empresarios textiles, agrícolas…en fin, la ruina de un estado y la cesión de sus recursos a otros, que finalmente también resultan estrangulados económicamente y tras unos centenares de años, dando manotazos de ahogado, sucumben y desaparecen del lugar.
No he podido resistir la reflexión en estos momentos en los que pretendemos que de la noche a la mañana la situación que vivimos pueda resolverse, para recordar, que Zamora no se tomó en una hora, que la ciudad de Almagro, con sus maravillosas calles encaladas y sus escudos de piedra importados, con sus patios manchegos y sus claustros platerescos no fueron construidos ni abandonados de un día para otro.

Dibujo hecho en mis paseos por Almagro

Y sin embargo, tu que me lees, no sabías probablemente nada de esta historia que te cuento, pero conocías las fachadas almagreñas, sabías de sus clásicos paseos, de su gusto por las blondas y el teatro, de su plaza centenaria y de su siempre teatral ambiente, desde su corral de comedias hasta su festival clásico.
Y es que el día que esto se resuelva, quizá no estemos aquí. Pero alguien habrá, pues la vida permanece, y esos restos de arquitectura que ahora miramos con desdén pues son el recuerdo de una época de años locos, permanecerán de una forma u otra al modo de las fachadas clásicas de Almagro, que sin duda arruinaron a más de uno en su época, aquellos que a buen seguro deambularon por la plaza de Almagro, como yo tantas veces, rumiando sus problemas, sumando y restando maravedíes.
Y quizá, solo quizá, dentro de unos pocos cientos de años, alguien vuelva a escribir un post así, en vaya usted a saber que medio digital, para conmemorar está misma crisis y hablar de algún viejo edificio que hoy está recién hecho.
Nota del arquitectador: Lo sé, lo sé, pero estoy un tanto melancólico y la arquitectura y la crisis no siempre van a dar un post espectacular digno de un premio. Por otra parte, ver este fin de semana las tablas de Daimiel, pletóricas de agua, habiendo creido firmemente en su desaparición hace no mucho me hace pensar que por más que nos empeñemos, la belleza y la vida nos superará, lenta y pertinaz, haciendo que cualquier desgracia de hoy, pase a ser solo un estrato geológico del mañana. Maravilloso.
Nota del arquitectador (…y II): Quizá era el momento de recordar que algunas de nuestras más sonadas suspensiones de pagos estatales se las debemos a un monarca…alemán. Ahí queda eso, como si no nos bastásemos solitos para gastar a manos llenas.

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