Es una mala noticia que una protectora creada con toda la ilusión y las buenas intenciones cierre, es una mala noticia para los animales de la zona y para las personas que aman a los animales, da igual dónde estén.
No es noticia que la protectora de Trujillo esté cerrando «por falta de manos, de medios, de fondos, porque no podemos garantizar el bienestar de los animales que recogemos». El periódico de Extremadura ya lo contó en enero:
Según Almudena Retamosa, presidenta de la protectora, la situación siempre ha sido delicada «porque hay muchas deudas, pero hemos ido tirando, funcionando con dificultades, pero logrando el objetivo de salvar animales». Sin embargo, la situación ya ha llegado a un límite, asegura, porque además de la falta de recursos, en los últimos meses se han quedado sin voluntarios. De contar en verano con cinco personas para atender a doce perros, han pasado a estar solo dos, y acoger a veinte animales.
Actualmente, los animales están en unas instalaciones alquiladas, donde la capacidad máxima establecida es para diez perros. El problema es que los canes no han dejado de llegar, dejándolos atados a la reja de entrada o tirándolos por encima de la valla, «y no damos abasto», afirma. La decisión parece firme ya que, como cuenta Almudena, «es una situación de urgencia y no queremos permitir que aumente el número de perros, la deuda con los veterinarios, etc., por lo que preferimos prevenir que lamentar».
Extremadura es una de esas zonas de España que, aunque hermosa y llena de buena gente, son especialmente complicadas para la protección animal. Dedicarse a ello allí es casi heroico.
La Protectora de Animales de Trujillo cierra y tiene que encontrar hogar para los últimos cinco animales que alberga. Uno de ellos, uno muy especial, es Paquito Limón.
Una mañana recibimos un mensaje en el whatsapp: «hace unos meses recogí este perro de la calle, me voy a Barcelona y no me lo puedo llevar, os lo he dejado en la puerta». Y allí, atado a un árbol con una cadena, una mañana de agosto, nos dejaron a Paquito Limón. Quisimos denunciarlo, pero nos dijeron que no era abandono.
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