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Los animales son una compañía beneficiosa para las personas mayores, pero tened esto en cuenta

Veo un señor mayor que se acerca a un banco. Se sienta y salta a su lado un pelanas pequeño, al que inmediatamente propina dos sonoros besos. Enternecedor.

Los perros y los gatos pueden ser una compañía maravillosa para muchos mayores. Proporcionan un cariño incondicional, les hacen sentirse útiles, mejoran su autoestima. En el caso de los perros también contribuyen a que salgan de casa, paseen y se relacionen con otros.

Pero ojo. No es una receta para tener a todos nuestros mayores acompañados y paseándose. Un animal supone gastos, un compromiso diario, suelta pelos… no es una responsabilidad que asumir a la ligera.

Lo mismo que con personas más jóvenes, no a todo el mundo le compensa. No se debe intentar convencer a ese mayor, ese mayor tiene que estar convencido de querer la compañía de un animal.

Y si un anciano quiere un animal, no suele ser buena idea buscar un cachorro. No solo por la cantidad de energía y paciencia que requiere educar a un cachorro, por el reto que suponen.

Una de mis perras, Troya, tiene 18/19 años. Vale que no es lo normal, pero un perro o un gato puede vivir cerca de dos décadas. Siento sonar dura, pero hay que ser conscientes de los años de vida autónoma que le pueden quedar por delante a esa persona mayor.

A menos que tenga un buen soporte familiar, que ese animal tenga asegurado por completo su futuro si a ese anciano le faltan las fuerzas, físicas o mentales, o directamente muere, lo mejor es un perro o gato también mayor. Como mínimo un adulto de unos cinco o seis años.

Lo siento, hay que ser realistas. Estamos hablando de un ser vivo.

Un animal adulto o mayor además tendrá un carácter asentado u conocido, menos necesidad de ejercicio físico y mental y vendrá ya educado.

En cualquier buena protectora les sobran animales así, si olvidamos caprichos de razas y aspectos. Incluso tienen programas especiales para facilitar la adopción de los perros y gatos más mayores.

Demasiadas veces he visto que hijos o nietos han regalado al abuelo el bichón maltés, el yorkshire o el chihuahua que era su capricho estético (el de hijos y nietos, no el del abuelo).

También he visto abuelos comiéndose con patatas pitbulls, borders collies o enérgicos goldens que primero fueron de esos hijos y nietos hasta que no les cuadró por el motivo que sea seguir cuidándolos y se lo colocaron al yayo, que se supone que le va a venir bien la compañía.

Y son perros que no son aptos para esa persona mayor por su fuerza y necesidad de ejercicio.

Un perro de ese tamaño puede ser el compañero perfecto de una persona mayor, pero solo si ese animal es un adulto educado y de buen carácter como os comentaba antes.

Si el mayor de verdad quiere un animal y puede asumir esa responsabilidad, siempre mejor el #adoptanocompres. Adoptando es más sencillo dar con ese animal maduro y de carácter dulce. Y ahí tenéis otro post en el que vislumbrar más motivos para no comprar.

Por último, un par de deseos lanzados al aire digital. Uno es que hubiera más residencias de ancianos, al menos residencias de válidos, en las que admitieran animales de compañía. Las ventajas que proporciona la compañía de un animal serían aplicables a esos entornos también.

De hecho a muchas residencias llevan a perros de terapia.

Hay ancianos que ni se plantean la residencia por tener que dejar atrás a sus compañeros, a los que dan besos en los parques, o que ceden y acuden a ellas con el corazón roto porque no hay más opciones.

Y el otro deseo es en realidad una petición a las familias de esos mayores que comparten vida y aman a un perro perro o gato. Bajo ningún concepto lo abandonéis o entreguéis al primero que pasa. Dadle un buen hogar o buscádselo para hacer honor a la memoria de vuestro familiar.

Deshacerse del animal sin miramientos es de ser muy miserables. Si existiera eso de las reencarnaciones, que a veces pienso que no estaría mal, después de algo así os tocaría vivir como cucarachas.

Espero, dentro de tres décadas, ser una viejecita que comparte banco con algún perrete, dándole besos, y tiene un gato esperándome en casa.

Intentaré asegurar su bienestar en lo posible por lo que a mí me pueda pasar, pero soy consciente de que siempre dependeré de las decisiones y la moral otros.

Un tercer y último deseo: confío en que los míos no me decepcionen.

Jacky tiene once años y está recogido en Asturias por Amigos del perro.

Después de perder a su familia, se adapta muy bien a su nueva vida en el albergue. Es un abuelo muy activo, que convive con otros perros y le encanta jugar con cachorros. Con algunos machos es algo cascarrabias. En los paseos es un perro sociable y feliz.

Contacto desde este formulario.

Los perros enormes pueden vivir perfectamente en pisos pequeños (pero son más caros de mantener y es más difícil viajar con ellos)

Fredi, todo lo que tiene de grande lo tiene de cariñoso. Un gran saco de mimos de tres años.

La creencia errónea al respecto de los perros que más veces me he encontrado intentado erradicar de viva voz es esa de que un perro de gran tamaño necesita una casa enorme para vivir, incluso un chalet con terreno.

El mito más relacionado con los gatos es aquel que dice que saben apañárselas perfectamente en la calle, pero ese es otro tema del que ya os he hablado en el pasado.

Un perro puede ser enorme, que si tiene sus necesidades de ejercicio cubiertas y está bien atendido, en un piso de cincuenta metros vivirá felizmente. Yo conocí a un mastín similar a los perrazos asturianos que ilustran este post que vivió en un hogar de un dormitorio, en el centro urbano. De hecho, puedes tener una casa de trescientos metros, que es muy probable que el perro decida estar tumbado a tus pies o en aquel rincón en el que está su cama y se siente a gusto.

Más que pensar en el tamaño hay que mirar el nivel de actividad que necesita cada animal. Los hay muy pequeños que son terremotos y precisan mucho ejercicio y juego y otros que con pasear tranquilamente media hora tres veces al día tienen bastante. Pero en ambos casos es una necesidad salir al exterior.

Aunque tengamos un jardín es muy poco probable que el perro decida hacer ejercicio y jugar solo. Tendremos que jugar nosotros con él. Y tener patio o jardín es algo fantástico, que abre muchas posibilidades, pero no puede convertirse en el espacio vital del perro. da igual su tamaño. Todos los perros son animales sociales que buscan y necesitan nuestra compañía. Es cierto que los hay más independientes que otros, pero eso no tiene que ver con los kilos que pesen. Y ninguno merece una vida de semiabandono, casi del todo ignorado en el exterior de un chalet, ladrando a los que pasan al otro lado de la reja y apartado cuando intenta saludar a sus amos por aquello de que les puede manchar. Ya os hablé en el pasado sobre los perros de jardín, de patio, de parcela para correr… que no entran en las casas

No obstante, un perro gigante puede tener algunos inconvenientes frente a los perros mas pequeños, no es mi intención engañar a nadie. Si se añade un miembro XL a la familia hay que hacerlo de manera responsable y consciente.

Lo primero que hay que valorar es que son animales cuyo mantenimiento es potencialmente mas caro. Es de lógica: necesitan una mayor cantidad de pienso, rociarlos para evitar el ataque de insectos requerirá más producto, los tratamientos veterinarios supondrán un mayor número de pastillas o jarabe y la peluquería canina costará mas dinero.

Y el otro gran inconveniente es la dificultad de viajar con él. En el coche necesitará más espacio, en el tren no lo admitirán en media o larga distancia, tampoco en el autobús y en el avión requerirá de bastante intendencia. Hay locales en los que permiten entrar perros lo mismo tuercen el gesto con perros gigantes, e igual pasara en algunos hoteles o casas rurales que publicitan acoger mascotas.

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Se buscan personas, animales e instituciones que hacen del mundo un lugar mejor para seres humanos y animales

Estos días, la Fundación Amigos del Perro del Principado de Asturias, ha abierto la convocatoria para presentar candidatos de cara a la 3ª edición de sus premios, unos premios cuyo objetivo es «reconocer, por una parte, la labor de todos aquellos que trabajan por y para conseguir que esta situación de abandono hacia los animales finalice y, por otra, también a aquellos que trabajan con animales para mejorar la calidad de vida de las personas».

Bien está visibilizar la labor de los que se dejan la piel y hacen de este un mundo mejor para personas y animales. Puede que muchos crean que la palmada en la espalda es algo vacío, pero lo cierto es que puede suponer algo de luz para no abandonar cuando todo parece oscuridad.

Cualquier persona que así lo desee puede presentar sus propuestas de ganadores hasta el 31 de julio. Las categorías son: Voluntario, Empresa o Particular, Asociación o Entidad, Medio de comunicación o Periodista, Animal solidario y Mención Especial del Jurado (del que este año forma parte Tom Fernández).

El pasado año tuve el honor de ser galardonada en la categoría de premio de comunicación y periodista, algo por lo que solo puedo volver a dar las gracias.

Los premios se entregarán en el Hotel de la Reconquista de Oviedo el próximo 22 de septiembre. Tanto las bases como el formulario pueden descargarse en la web y el blog de Amigos del Perro.

Para terminar, os dejo con unos cuantos animales asturianos que esperan su segunda oportunidad:


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Conectadogs, una iniciativa para que «perros y niños con vidas paralelas marcadas por traumas emocionales se ayuden»

Ayer participé en un crowdfunding, uno para empujar un proyecto que me parece necesario: Conectadogs pretende recuperar a perros que lo han pasado realmente mal hasta el punto de considerarse inadoptables, y también a menores acogidos en centros de protección.

Quieren que «perros y niños con vidas paralelas marcadas por traumas emocionales se ayudan mutuamente. El proceso de rehabilitación del perro se convierte en un espejo en el que se reflejan las vivencias, traumas y fortalezas del niño. Juntos, curarán sus heridas».

Tras este proyecto hay un buen puñado de profesionales implicados, pero su principal impulsor es Javier Ruiz, autor del ensayo De cómo los animales viven y mueren Y conocido por su labor desde el blog Doblando tentáculos, cuyo post De cóno tu perro cambio mi (nuestra) vida tal vez hayáis leído porque tuvo un alcance extraordinario.

Aquí tenéis toda la información sobre Conectadogs, que tiene un mes por delante para conseguir la financiación necesaria con nuestra ayuda, pero Javier ha tenido la amabilidad de escribir este texto para este blog, para vosotros, explicando parte del espíritu de este sueño realizable con la ayuda de unos pocos.

Un refugio para los perros imposibles

Es una escena permanente en las protectoras, una escena que se presenta bajo formas muy distintas: en Mallorca, están Los Olvidados de Son Reus; en Mataró (Barcelona), Els que ningú vol (Los que nadie quiere) y, en Madrid, Los Invisibles de la AXLA. Hay muchos otros proyectos, claro, porque, en nuestro país, hay más de 100.000 abandonos cada año.

Muchos perros solo tienen mala estrella: no son lo suficiente jóvenes, ni guapos o tranquilos; otros, sin embargo, cargan sobre sus patas experiencias que los han marcado por siempre: miedo a los hombres por culpa de alguien que era negrura anclada a un cinturón, incomprensión del lenguaje de su especie por haber sido encerrados en el expositor de una tienda desde que nacieron, ansiedad atroz forjada entre abandonos…

Conectadogs nace de la visión constante de esta imagen; una panorámica que nos acompaña por demasiado tiempo y que queremos cambiar: ese perro que despierta compasión, pero para el que nuestra respuesta queda, siempre, lejos de la acción. Es el perro irrecuperable de protectora. Ese que tiene muchos nombres: se llama falta de recursos, escasez de tiempo, de voluntarios, de especialistas, de presupuesto. Y de aquí, de este nudo en la garganta, de esta lágrima enquistada, es de donde nace el primer centro de recuperación canina de España; el primer centro para luchar por los casos imposibles, para crear un espacio movido por el «sí se puede» y, sobre todo, para hacer que todos esos animales vuelvan a confiar en una de nuestras manos.

Creemos que no tiene sentido condenar a ningún perro a pasar su vida entera en un chenil, pero sabemos que hay animales —agresivos, miedosos, ansiosos— por los que nadie puede luchar hoy; animales que son condenados a una muerte lenta o a un sacrificio que nadie puede prorrogar por más tiempo. Ningún perro merece una prisión entre él y el mundo, y nosotros hemos decidido pelear con uñas y dientes por los (que se creen) imposibles.

Por eso planteamos la construcción de un espacio de reeducación a pocos kilómetros de la ciudad de Barcelona: un proyecto pionero que no solo pretende rehabilitar a perfiles de difícil adopción, sino ayudar a combatir los problemas de masificación de la mayoría de protectoras españolas y ofrecer una solución viable que apoye las políticas responsables de sacrificio cero, para las que se requiere una respuesta frente a todos esos (mal llamados) PPP que no pueden compartir barrotes, que no pueden pasear, ni oler la hierba, ni apenas ver el sol.

Hoy, mientras se lucha por una Ley Nacional de Protección Animal sin muertes, comunidades como Madrid y Barcelona ya no sacrifican perros, y estos empiezan a acumularse en los centros de protección y las perreras; sin suficientes programas de reeducación, sin propuestas para ofrecer una vida digna a estos perros, sin soluciones para todos esos inocentes rottweilers, y pit bulls, y dóbermans, y mestizos de padres y madres marcados por una legislación injusta.

Como activistas por los animales, nuestro fin es crear un modelo pionero que pueda replicarse en protectoras y en otros centros de recuperación para seguir salvando vidas. Pero queremos ir más allá, pues estos animales nos permiten cambiar la vida de muchas otras personas a través de proyectos sociales, donde la trayectoria de los perros, a quienes se les ha negado una existencia y se les ha condenado a vivir con todo tipo de traumas que no merecen, puede crear un vínculo terapéutico con colectivos en riesgo de exclusión, como proponemos en dos programas únicos en nuestro país: el Proyecto CRAE en centros de acogida para menores y Pitbullying, con el que luchar contra el acoso escolar.

¿Y sabes que es lo mejor de este proyecto? Del sueño a la realidad solo hay unos pocos euros de diferencia; así que, ¿por qué no creer en los imposibles y unirte a un cambio que esperan miles de animales en nuestro país?

Dagor, quien tuvo muchos problemas para encontrar un adoptante, hasta que Félix se decidió a rehabilitarle. Ambos forman parte del equipo de Conectadogs.


Portu es un perro tímido que necesita coger confianza con los extraños, pero perfectamente adoptable, aunque su tamaño y su edad se lo ponga difícil.

Convive con todo tipo de perros, se deja manipular y pasea bien con correa. Tiene cerca de seis años y pesa unos treinta kilos. Está en Asturias, en la protectora de Amigos del Perro, buscando un hogar.

Contacto: Adopciones@amigosdelperro.org 619370991

Sobre el bienestar animal en albergues y refugios

Resulta curioso que en dos de las tres entrevistas que he publicado recientemente, elaboradas con motivo del reportaje sobre protección animal que 20minutos publicó en su Anuario del cambio, se hacía incidencia en la necesidad de ‘profesionalizar’ la gestión de la protección animal, de dar un paso adelante para asegurar el bienestar de los animales, la buena experiencia de los adoptantes y evitar devoluciones, hacinamientos…

Irene Herrero, de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales, se expresaba así:

¿En qué deberían mejorar las protectoras?

Habría que mejorar las adopciones, que sean realmente responsables. Han salido asociaciones como setas, que no tienen centros, que todo lo hacen por Internet, y hay que intentar yo creo autolimitarnos entre nosotros a gente que realmente funcione bien. Justo esta mañana he hablado con unos adoptantes que me decían “fíjate, a mí me habéis contado todo pero tengo amigos que han adoptado animales y no les han contado nada, ni sobre enfermedades que tenían, su comportamiento y se han encontrado con problemas serios”. Ahora que estamos despegando un poco más necesitamos organizarnos mejor entre nosotros y ser conscientes de que el trabajo que tenemos que hacer, tenemos que hacerlo bien. Menos corazón y más cabeza. El corazón hace falta de base, pero tenemos que profesionalizarnos, hacer las cosas bien y que la gente que adopte tenga una buena experiencia para que repita en un futuro.

Me da la impresión de que Internet es un instrumento maravilloso para la protección animal, pero tiene su doble filo.
Lo malo de Internet es que puedes conseguir un animal demasiado fácil y te lo mandan desde cualquier sitio sin ningún tipo de control. Lo bueno es que tienes acceso a muchos más animales en adopción que antes, que solo tenías la protectora cercana o te ibas a la aventura. Es verdad que tienes un abanico más grande para elegir el animal adecuado, pero hay que saber moverse para que esa protectora o ese particular no te lleve a una adopción fracasada que sea un problema y un sufrimiento para el animal y para la familia.

E Isabel Buil, de Fundación Affinity, contaba lo siguiente:

¿En qué deberían mejorar las protectoras?
Cada vez hay más protectoras que trabajan de una manera más metódica, más ordenada y más profesionalizada. Pero sigue habiendo una tarea importante que hacer en la profesionalización de las protectoras, y eso también pasa por campañas de imagen. La adopción no es una opción mayoritaria en España y a veces la gente no adopta porque le parece que es complicado, que puede traer problemas, que los animales van a estar sucios, no se van a comportar bien, que es algo de segunda… Hay que cambiarlo con campañas de imagen y teniendo determinadas protectoras que sean modelos de conducta, que funcionen muy bien y que sean un ejemplo, con los animales muy bien atendido y unas tasas de éxito en las adopciones altas.

Es complicado gestionar ese voluntarismo no profesional. Y posiblemente lleve bastantes años mejorar la situación, pero hay que aspirar a eso, a que las protectoras sean autosuficientes y que puedan hacer un mejor trabajo, en la recogida de los animales, en su cuidado y en su potencial adoptabilidad. Que los animales están allí el menos tiempo posible ne las mejores posiciones antes de pasar a un hogar.

Es difícil, será lento, habrá que tener en cuenta con frecuencia que lo mejor es enemigo de lo bueno, pero yo también creo que hay que tender a ello. Y justo de esas conversaciones me acordaba cuando vi que la protectora asturiana Amigos del Perro ha organizado un seminario sobre bienestar animal en albergues y refugios que impartirá Nicolás Planterose, un educador canino con amplia experiencia en este tipo de gestión.

Tendrá lugar el fin de semana del 10 y 11 de junio en el Centro Municipal El Llano (Gijón). Tras este enlace hay más información. Y también se puede solicitar en el correo formacion@amigosdelperro.org


Para terminar os dejo con un perro que espera su segunda oportunidad desde Asturias. Max es macho, está castrado, tiene tres años y dos meses. Es decir, es un jovenzuelo aún. Y es grande, salta a la vista.

De este cruce de mastín atigrado me cuentan: «decir que es bueno es quedarse corto, se lleva bien con perros, con gatos, con niños…». Está además acostumbrado a vivir en un piso, es tranquilo en casa, le gusta jugar pero es muy obediente y muy listo y está educado como se puede ver en el vídeo.

Es urgente encontrar una adopción porque está en una casa de acogida en al que ya tienen otros dos perros y dos gatos.

Contacto: 638335000 adopciones@amigosdelperro.org

Al PP le preocupa tanto el ‘efecto látigo’ de las colas de los perros que insiste en el Senado en poder cortarlas

No hablé del efecto látigo que esgrimió el PP para defender la necesidad de cortar el rabo a los perros de caza hace tiempo, de lo ridículo que me pareció. Cuando leí hace más de un mes las palabras del diputado Francisco Martín Bernabé, creí estar ante alguno de los hilarantes titulares de El Mundo Today.

«No se trata sólo de defender a los perros. También se trata de proteger a las personas que los tienen, que los cuidan y que los quieren. El efecto látigo existe: perros fuertes y poderosos, perros de caza que no controlan el movimiento de su rabo y que, movidos por sus insultos, dañan con asiduidad a sus cuidadores».

Aquí tenéis al señor en cuestión:

Así se expresó para defender lo indefendible. Estupor máximo. Y se quedó tan pancho dejándonos a bastantes entre la risa y la incredulidad. Yo, desde entonces, he decidido dejar de  imaginar a los cazadores como recios tipos con ropa resistente, calzado duro y cómodo y armas en ristre y pasar a visualizarlos tal que así.

Cazadores de Lladró, los únicos a los que un rabazo de un podenco podría dañar.

La cosa era tan risible que hubo un conato de trending topic:

Sí, la cosa invita al cachondeo si no fuera porque detrás hay un asunto muy serio, que es la mutilación de los animales, algo contrario a la normativa europea y sin ninguna razón lógica que lo sostenga, porque tampoco es cierto que el rabo se les dañe por andar entre matorrales. Lo de tener rabo es una adaptación biológica y la naturaleza es más sabia que las prácticas humanas. La razón real, y agradezco a los cazadores que son honestos y la esgrimen, es la «tradición» y en mantener la apariencia distintiva de algunas razas. Pero la estética no debería estar por delante de una práctica que puede ocasionar problemas de salud y de socialización del animal.

Pero da igual todo. El PP está tan preocupado por el rabo de los perros que ha retomado en el Senado su defensa a la amputación del rabo a los perros de caza.

Os recuerdo que el partido en el gobierno ya trató de introducir esta reserva en el Congreso, pero una mayoría parlamentaria la rechazó en el Pleno del pasado 16 de marzo, y la ratificación salió adelante sin reserva alguna.

Os recuerdo además que el Convenio europeo sobre protección de animales de compañía que apunta en esa dirección se aprobó en Estrasburgo el 13 de noviembre de 1987. Estamos camino de ratificarlo con veinte años de retraso. No está mal…  También que ya está prohibida legalmente en Aragón, Andalucía, Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia y Navarra. Y no se conocen casos de cazadores damnificados por el efecto látigo.

Esperemos que la cordura impere y que, al igual que pasó en el Congreso, este intento del PP quede en nada (o solo en unos pocos recursos públicos despilfarrados).


Julieta tiene seis años y un rabo poderoso, y espera su segunda oportunidad desde Asturias. Está recogida por la protectora Amigos del Perro.

Como muchos perros de caza, Julieta tiene especial miedo a los hombres y le cuesta bastante menos acercarse a las mujeres. De primeras es una perra asustadiza y miedosa pero cuando se suelta es lo más mimoso del planeta tierra. Noble y dulce a más no poder. BUENA, con letras mayúsculas porque nada menos se puede decir de ella. Es preciosa, le encantan pasear y es muy sociable con otros perros.

Contacto: 684 60 71 60 adopciones@amigosdelperro.org

¿Qué hacer si te encuentras a un animal abandonado?

Es algo que me preguntan con relativa frecuencia, y siempre digo que hay una respuesta corta y una larga. La corta es sencillamente «complicarte la vida».

Sí, si te encuentras un animal abandonado lo que hay que hacer, si se quiere obrar de un modo ético, es complicarse la existencia. Aparcar planes, dedicar tiempo, tal vez dinero, para sacar a ese animal de esa situación. Implica comerte tú ‘el marrón’ en mayor o menor medida de que algún desaprensivo obró de forma mezquina o directamente malvada. Pero es que la otra opción es mirar a otro lado, hacer como que no has visto, seguir con tus planes intentando convencerte de que ya llegará otro que sabrá ayudarle mejor, que no estará abandonado sino que tiene un dueño que le deja andar libre por ahí, que en realidad no estás seguro de lo que has visto. Y esa alternativa antepone la comodidad a la humanidad, el egoísmo a la bondad.

Uno es lo que uno hace, no lo que uno dice o cree de sí mismo. Si se quiere seguir el camino correcto no se debe dejar un animal en la calle.

Y ahora viene la respuesta larga…


Lo que hacer cuando vemos un animal abandonado va a depender mucho de nuestras circunstancias, así que no hay una respuesta fácil. No es lo mismo encontrar a ese animal en la puerta de nuestra casa, cerca del veterinario del barrio al que conocemos bien, que en Ibiza mientras estamos de vacaciones. No es lo mismo si somos voluntarios, socios o colaboradores de alguna protectora cercana que si desconocemos por completo la red de protección animal existente. No es lo mismo tener en nuestra ciudad una perrera municipal bien gestionada que un campo de los horrores (algo que todos deberíamos saber, ¿lo sabéis?), no es igual tener capacidad para albergar a ese animal temporalmente en nuestra casa o en la de algún familiar o amigo que encontrarnos con que es algo imposible. No es igual encontrar un animal en buen estado de salud que uno que necesita atención veterinaria inmediata. No es lo mismo que ese animal sea dócil y se acerque a nosotros a que no se deje coger y huya.

Teniendo en cuenta que las distintas circunstancias pueden hacer que tengamos que obrar de manera muy diferente, hay unas líneas generales a tener en cuenta.
Si la perrera municipal es un sitio decente una buena opción es ponerse en contacto con ella y llevárselo. Si hay una protectora que se pueda hacer cargo, igual. No obstante, las protectoras suelen estar saturadas y es probable que no sea posible que lo admitan. Si cogieran todos los animales para los que las llaman sería imposible tenerlos en buenas condiciones. Es más probable que digan que sí sí nos ofrecemos a tener a ese animal con nosotros y a que lo pongan en lista de espera para entrar cuando haya un hueco.

Y cuando ese animal que hemos encontrado entra en una perrera o en una protectora, eso no tiene porque significar que nos desentendamos de ese animal, se le puede apadrinar, ayudar a buscar un hogar difundiéndolo.

También podemos llevárnoslo a casa y, una vez comprobemos en el veterinario que no tiene chip y por tanto no hay unos dueños que estén buscando a su animal perdido, atenderlo y buscarle un hogar en nuestro entorno. Las protectoras ahí también pueden orientarnos para que ese animal no acabe de nuevo en malas manos.

Avisar al 112 o a la Policia municipal o llevarlo a un veterinario para que compruebe el chip y nos oriente (sin exigencias a ese profesional) pueden ser buenas ideas en según qué casos.

No, la respuesta larga a la pregunta «¿qué hacer si te encuentras un animal abandonado?» no es sencilla, clara ni, probablemente, satisfactoria. La respuesta larga conduce de nuevo a la corta. Hay que complicarse la vida, en mayor o menor medida, porque es la única opción ética.

Por eso conviene mentalizarnos de animar a la adopción, a la esterilización, a desanimar a aquellos que quier tener camadas a lo loco o para hacer negocios caseros, a desanimar a tener perro o gato a aquellos de nuestro entorno a los que no veamos preparados, a procurar a que sí están empeñados en comprar lo hagan directamente a un criador al que visiten y comprueben que cría teniendo a los padres en buenas condiciones.

Doña Concha y Doña Vicenta son dos abuelitas encantadoras, compañeras de batallas, siempre juntas. Son muy tranquilas, cariñosas, y buscan juntas un buen hogar. Conviven con otros animales sin problemas.

Están en Asturias, su adopción la gestiona la asociación Amigos del Perro.

Formulario para adoptar.

«Lo quise tanto, lo pasé tan mal cuando murió, que no quiero más perros»

Me lo he encontrado con frecuencia. En la totalidad de los casos con perros. No digo que no pase igual con gatos, pero yo no me he topado con ello. Tal vez simplemente porque el no salir a pasear con ellos a la calle no propicia estos encuentros casuales. No lo sé.

Son personas a las que claramente les gustan los perros, que se paran a acariciar a las mías y me dicen, tanto a mí como a ellos mismos, que tuvieron un perro, que lo quisieron mucho, pero que lo pasaron tan mal cuando murió que no se plantean tener otro.

A veces me lo cuentan con el perro aún presente mientras saluda a las mías a golpes de rabo. «Ya está muy mayor, cualquier día nos da un susto, pero no tendré más perros».

Un buen amigo compartió su vida con una perrita diminuta durante casi dos décadas, una ratonerilla con la que tenía una relación especial. Compartimos largos paseos y tenía claro que no habría otro perro. «Ella es mi perra y no creo que pueda sentir a otra como mía». Cumplió su sentencia, pero su amor por los animales le empujó a tener dos gatos. Una forma de moverse hacia delante, de no quedarse encasquillado en el amor y el dolor.

Pero muchos no se mueven. Muchos siguen mirando a los perros que se encuentran por la calle, acariciando brevemente animales ajenos y recordando al que fue suyo sin atreverse a abrir su corazón a otro perro.

Se trata de una mezcla entre querer respetar la memoria del animal que se fue, sentir que se le traiciona si se acoge a otro en la familia y no querer sufrir tanto de nuevo.

Lo comprendo y respeto. Faltaría más. Pero yo no quiero vivir en un duelo sordo toda mi vida, no quiero que el miedo a perder de nuevo guíe mis pasos, no quiero negarle a otro animal la oportunidad de conquistarme, más aún sabiendo que ese animal está en el chenil de una protectora deseando entregar su devoción al humano que lo saque de ahí.

Desde el primer momento que invitamos a formar parte de nuestra familia a un animal deberíamos saber que sus vidas son más breves, que se irán. Deberíamos saber que habrá un peaje ineludible.

Yo estoy dispuesta a pagarlo tantas veces como sea necesario.

Cuando mi anterior perra murió, tan solo una semana después estaba acudiendo a la protectora a adoptar a Troya. Fui muy rápida, lo sé. Cada uno tenemos nuestros plazos. Yo no pretendía sustituir a Mina, sabía que no podría hacerlo. También sabía que no la estaba traicionando en absoluto al adoptar de nuevo. Y así recuperé mis rutinas, los paseos diarios, el alimentar, el cuidar, el verme asaltada por la felicidad en forma de can al abrir la puerta.

Puede que al principio sea extraño tener a un perro diferente, con otra personalidad, otros gustos, ocupando el espacio de aquel que tanto nos marcó. Puede que al principio nos cueste sentirlo nuestro perro. Será así durante poco tiempo, os lo aseguro.

Es cierto que si compartes tu vida con perros siempre encontrarás algunos que serán más especiales en tu memoria que otros, pero no pasa nada. Atesora la memoria de ese animal que tanto te marcó y disfruta del que ahora tienes, que también es especial y único y te lo demostrará si le das la oportunidad.

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Titi es dulce, tranquila y cariñosa. Apenas pesa seis kilos y medio y está esperando un hogar en el albergue de Amigos del Perro en Langreo, Asturias.

Contacto: 619370991 adopciones@amigosdelperro.org

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