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La novela solidaria con los animales ‘Mastín y la chica del galgo’ ya está a la venta online

Buenas noticias para aquellos que quisisteis un ejemplar de Mastín y la chica del galgo y no pudisteis conseguirlo siendo mecenas de este proyecto solidario en Verkami.

Esta novela, solidaria al 100% con los animales abandonados, ya está a la venta en la web de la Fundación Amigos del Perro, la entidad de protección animal asturiana beneficiaria.

Hay mil ejemplares disponibles, una vez se acaben, ya no habrá ninguna oportunidad de contar con este libro en su edición impresa.

Argumento: Martín tiene diecisiete años y un pitbull, un perro viejo y bueno pero que hace que muchos se cambien de acera cuando los ven paseando juntos. Anda un poco perdido sobre qué hacer con su vida. Y conocer a una nueva vecina, una chica de veintiséis años con un galgo, le conducirá a ser voluntario en una protectora y le ayudará a encontrar su norte. Los perros protagonistas son un pitbull y un galgo. No es casualidad. Embajadores de los conocidos como perros potencialmente peligrosos cuya adopción es más difícil y sobre los que pesan muchos prejuicios injustos y de los perros de caza que llenan perreras y protectoras con un futuro incierto.


Mastín y la chica del galgo es una novela juvenil (para chavales a partir de unos catorce años) de 400 páginas, interesante también para adultos.

Es un libro que puede contribuir cambiar un poquito el mundo a mejor de diferentes maneras, despertando una mayor sensibilidad y respeto por los animales, que se traduce también en bondad y empatía hacia otros seres humanos. De hecho, en el libro también se recogen más valores relacionados con la tolerancia y la convivencia vinculadas a situaciones de acoso escolar o igualdad LGTBi.

Absolutamente todos los beneficios que genere serán donados a Fundación Amigos del Perro.

Termino compartiendo el vídeo de la presentación que tuvo lugar en el Centro Asturiano de Madrid, al que agradezco mucho que nos acogiera.

Allí charlé largo rato en compañía de Alfonso Estébanez, nuestro anfitrión; María José Rodríguez, científica, defensora de los animales, impulsora del evento solidario Jugando por ellos y autora de cuentos con vertiente animalista como Galgui o Elefante y Miguel; y Núria Máximo, responsable de la Cátedra Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos.

Es largo, pero creo sinceramente que también es interesante el universo de la protección animal.

Buenos, nobles y fieles

Hoy, día del libro, me perdonaréis que hable de nuevo de mi libro, de Mastín y la chica del galgo, que podéis adquirir en un corwdfunding que está llegando a su fin. Solo quedan seis días para poder adquirir el libro con alguna de sus recompensas y así apoyar este proyecto solidario. Os recuerdo que todo, absolutamente todo lo que genere, irá destinado a la Fundación Amigos del perro, es decir, a los perros y gatos que fueron abandonados en Asturias.

Para animaros a que echéis un vistazo al Verkami y lo apoyéis, os dejo con el segundo de los dos prólogos que tiene la novela. Es obra de Javier Ruiz, autor del blog Doblando Tentáculos y del libro De cómo los animales viven y mueren (Diversa Ediciones, 2016), socio fundador de Conectadogs, que trabaja en la prevención del suicidio mediante la terapia con perros rescatados de protectora.

Su prólogo se titula como este post: Buenos, nobles y fieles.

Fue un humorista americano quien nos dejó una de las mejores frases que se han dicho sobre los perros. Ese humorista era Corey Ford, un neoyorquino que atrapó gran parte de la verdad que viaja con cualquiera de estos animales en una idea muy simple: Debidamente entrenado, el hombre puede ser el mejor amigo del perro, ¡y qué indiscutible es esto! Porque uno puede entrenar a un perro, enseñarle trucos, educarle, pero si hay algo que no hace ninguna falta trasmitir a nuestros peludos es a ser buenos, nobles y fieles: no hay por qué esmerarse en que sean nuestros mejores amigos, porque eso les viene de serie.

A esta novela que tienes entre tus manos le ocurre algo similar, porque a su autora también le acompaña una sensibilidad de esas que impresionan —como defensora de los animales, como madre, como activista— y que ha sabido trasladar a esta apasionante historia que, a su vez, es una lección avanzada de animalismo y humanidad.

Melisa emuló en su blog, En busca de una segunda oportunidad, una gesta que, de algún modo, la ha conectado con Dickens, Dostoievski y Hemingway; o con el Gurb de Eduardo Mendoza, el Alatriste de Pérez-Reverte o la Mirta Bertotti de Hernán Casciari, pues también Melisa se ha atrevido a recrear una novela por entregas, que, ahora, salta a la edición en papel. Y salta para hacerte pasar un buen rato, hacerte pensar y para darte la oportunidad de apoyar el trabajo de la Fundación Amigos del Perro. Pero lo sepa ella o no, estoy convencido de que su acción va a llegar mucho más lejos, y tengo mis razones.

Con el fin de que empieces a leer con más ganas, si eso es posible, te diré que te vas a encontrar con una historia cien por cien animalista, y más importante todavía, cero por ciento mascotera. A lo largo de la narración, comprobarás lo que supone tener un perro, los esfuerzos y las alegrías, las pequeñas cosas: enseñarle a hacer pis cuando es un cachorro y buscar consuelo en vuestros paseos tras un mal día, que él o ella siempre percibirá y se acercará a colorearlo con su presencia y con un par de lametones. También acompañaremos a Martín, el protagonista, en su lucha por demostrar junto a Logan, el pitbull de la familia, que el problema nunca es la raza, sino cómo educamos al perro, y que nuestros colegas caninos envejecen como cualquiera, y que hace falta que todos nosotros nos impliquemos hasta comprender cada una de estas cosas como sociedad.

Como novela juvenil, también es una historia que sabe hacer buen uso de la tecnología para conectarnos con el mundo en el que vivimos. Seguro que tú también has pensado alguna vez en cómo un smartphone se podría haber cargado el drama de Romeo y Julieta, y la mayoría de las historias que has leído. Aquí nadie se ha olvidado de la tecnología, todo lo contrario: el WhatsApp, las redes sociales y la búsqueda de wifi, porque no nos quedan datos, es algo que también acompaña a Martín.

(GTRES)

Pero la novela no se va a quedar ahí, porque la historia de Martín no solo se atreve con la tecnología y la realidad social a la que nos enfrentamos en las calles y en los institutos, sino también con el acoso escolar, la educación sexual, la importancia del respeto, de empoderar la lucha LGTBI y el feminismo, y de vivir sin prejuicios, y, por encima de todo, se atreve con los grandes problemas que tienen los animales domésticos en nuestro país: viejas leyes que condenan a buenos perros (mal llamados potencialmente peligrosos), falta de penas contra el maltrato animal, el abandono y la desatención de seres que lo dan todo por nosotros, los escasos recursos de muchas perreras y protectoras, y, por descontado, también todos aquellos caminos hacia los que dirigirse para marcar la diferencia, desde el voluntariado al trabajo por y para los animales.

Mastín y la chica del galgo es una historia sobre todo lo importante que uno vive antes de cumplir los dieciocho, y a cualquier edad, porque no hay edad para la vida, y esta es una novela llena de vida. De vida y de una visión sorprendentemente amplia de cómo se viven las cosas en la adolescencia, pero también en la maternidad, entre los cheniles de una perrera y en familia, una palabra que, al igual que le pasa a Martín, los lectores y las lectoras descubrirán que alcanza mucho más de lo que imaginamos.

Termino con ese tuit de Conectadogs, un proyecto precioso que también necesita en estos momento de toda nuestra ayuda.

Libros que no os podéis perder: ‘Mastín y la chica del galgo’

Hace poco más de dos semanas os contaba que, con cierto vértigo, había lanzado el crowdfunding para que Mastín, la novela que nació en este blog, fuera una realidad en papel; para que fuera un regalo para los perros y gatos sin hogar de la Fundación Amigos del Perro. Apenas una semana más tarde conseguíamos el objetivo mínimo necesario y me puse en marcha para tenerla cuanto antes.

Ayer mismo llegaron a mis manos las galeradas:

Aunque el objetivo se haya logrado, la novela sigue a la venta desde Verkami. Quedan exactamente 19 días para poder apoyar este proyecto solidario y acceder además a las recompensas asociadas. Después habrá posibilidad de comprarlo, pero muchas menos. No va a ser un libro que os encontréis casualmente en Fnac, Casa del libro o El corte inglés. Y el número de ejemplares que imprimamos estarán también limitados.

El libro tiene dos prólogos, uno de ellos es de María González, una voluntaria de la Fundación Amigos del perro que adoptó a una perrita llamada Nanda en Langreo. El título de este post es el título del texto que escribió y que arranca la novela. Un texto que quiero compartir desde aquí con vosotros para animaros a que os hagáis mecenas y nos ayudéis a difundir la existencia de este libro entre los amigos y familiares a los que creáis que puede interesarles.

Apenas había comenzado el 2015 cuando Melisa Tuya nos hacía un regalo muy especial para comenzar el año: la publicación de su nueva novela. La titulaba Mastín, y ya en la presentación nos anunciaba que se trataba de una historia juvenil y animalista.

Mastín contaba con todos los ingredientes para ser una lectura interesante ya que prometía visibilizar todo el trabajo que se esconde en el backstage de los albergues de toda España. No nos defraudó. Contaba además con otro aliciente: fue publicada por entregas, por lo que durante más de un año, todos los viernes esperábamos expectantes una nueva andanza de Martín, el joven de diecisiete años protagonista de la novela.

A lo largo de los cincuenta y cinco capítulos en los que se desarrolló la historia, Melisa nos hizo revivir con su protagonista los conflictos emocionales de la adolescencia, esa época cambiante en la que el mundo te queda tan grande y tan pequeño al mismo tiempo. Martín además de ser avasallado por las turbulencias amorosas de las relaciones a esa edad, conocerá de primera mano toda la crudeza de la realidad de los perros abandonados al ir adentrándose en el mundo de las protectoras de la mano de Mal, su vecina, una joven de veintiséis años voluntaria en un albergue.

A través de la historia de amor de sus protagonistas, y a raíz de la relación primero platónica y luego “imposible” que ambos mantienen, Melisa da a conocer con maestría los entresijos, dificultades y complicaciones de la gestión de un refugio animal. Las implicaciones emocionales, las frustraciones, la desesperación y los éxitos fugaces de los voluntarios y trabajadores se ven magistralmente reflejados en este libro.

En la historia salen humanos por supuesto, pero también participan perros. Mastines, galgos y pitbulls fueron escogidos como estandartes de los animales abandonados, y no es casual. La elección de estas razas como símbolo del maltrato y el desamparo se corresponden con el perfil medio de los perros abandonados que pueblan toda España.

Pero hay muchos más motivos por los que no podéis perderos esta novela.

No puedes perdértela si eres voluntario en un albergue animal, porque en sus páginas verás reflejado tu trabajo, tu frustración y tu alegría.

No puedes perdértela si nunca te has acercado a un refugio, pero siempre (o nunca) has querido saber cómo funcionan: sus descripciones te permitirán entender por qué a veces reaccionamos cómo lo hacemos, por qué decimos que no podemos más y cuáles son los motivos por los que nos vemos tan desbordados.

No puedes perdértela si tienes perro, tanto si el tuyo es uno de esas icónicas razas que aparecen en la novela, como si se trata de un mestizo o un magnífico ejemplar con pedigrí, necesitamos que sepas cómo puede ser la vida de los perros que no han tenido tanta suerte
como el tuyo.

No puedes perdértela si eres joven, o si tienes hijos en esa turbulenta edad, al fin y al cabo Mastín es la historia de un chico normal, que persiguiendo al “amor de su vida” acaba encontrando una causa vital por la que luchar.

Y sobre todo, no podéis perdérosla, porque Melisa haciendo gala una vez más de su generosidad y compromiso, ha decidido donar íntegros los beneficios de Mastín a los animales que tutelamos, así que si aún necesitas un motivo más para no perdértela: Hazlo por ellos.

‘Mastín y la chica del galgo’ enseña que el problema nunca es la raza, sino cómo educamos al perro

Javier Ruiz es escritor y bloguero animalista,; autor de las reflexiones, siempre interesantes, del blog Doblando tentáculos.

A Javier le gustó Mastín. “Creo que uno de los grandes éxitos es que la puede leer alguien de sesenta y alguien de quince, y ambos sacarán cosas positivas de ella”, me dijo. Como a mí me gustan su criterio y cómo escribe, le pedí que me hiciera el favor de redactar uno de los dos breves prólogos de la novela que estoy intentando que vea la luz por crowdfunding para ayudar a los animales. Y accedió.

Hoy os traigo ese prólogo. Lo hago para acercaros Mastín y para pediros que me ayudéis a que esta historia tenga cuerpo de papel. Es un libro que regalo a los animales sin hogar de Asturias, no espero ningún ingreso económico con su publicación, todo será para la fundación Amigos del Perro.

Sin más, os dejo con las palabras de Javier Ruiz sobre esta novela:

¿Cómo ayudarme en este cometido? Hay dos maneras. Una es, por supuesto, que seáis mecenas. Hay recompensas muy interesantes como poder poner nombre a un animal abandonado o contar con un dibujo de vuestro perro o gato de la ilustradora de la apartada, María Gago. Otra es difundirlo por redes sociales o recomendarlo por WhatsApp a aquellos que creáis que les puede interesar.

Fue un humorista americano quien nos dejó una de las mejores frases que se han dicho sobre los perros. Ese humorista era Corey Ford, un neoyorquino que atrapó gran parte de la verdad que viaja con cualquiera de estos animales en una idea muy simple: debidamente entrenado, el hombre puede ser el mejor amigo del perro, ¡y qué indiscutible es esto! Porque uno puede entrenar a un perro, enseñarle trucos, educarle, pero si hay algo que no hace ninguna falta trasmitir a nuestros peludos es a ser buenos, nobles y fieles: no hay por qué esmerarse en que sean nuestros mejores amigos, porque eso les viene de serie.

A esta novela que tienes entre tus manos le ocurre algo similar, porque a su autora también le acompaña una sensibilidad de esas que impresionan —como defensora de los animales, como madre, como activista— y que ha sabido trasladar a esta apasionante historia que, a su vez, es una lección avanzada de animalismo y humanidad.

Melisa emuló en su blog, En busca de una segunda oportunidad, una gesta que, de algún modo, la ha conectado con Dickens, Dostoievski y Hemingway; o con el Gurb de Eduardo Mendoza, el Alatriste de Pérez-Reverte o la Mirta Bertotti de Hernán Casciari, pues también Melisa se ha atrevido a recrear una novela por entregas, que, ahora, salta a la edición en papel. Y salta para hacerte pasar un buen rato, hacerte pensar y para darte la oportunidad de apoyar el trabajo de la Fundación Amigos del Perro. Pero lo sepa ella o no, estoy convencido de que su acción va a llegar mucho más lejos, y tengo mis razones.

​Con el fin de que empieces a leer con más ganas, si eso es posible, te diré que te vas a encontrar con una historia cien por cien animalista, y más importante todavía, cero por ciento mascotera. A lo largo de la narración, comprobarás lo que supone tener un perro, los esfuerzos y las alegrías, las pequeñas cosas: enseñarle a hacer pis cuando es un cachorro y buscar consuelo en vuestros paseos tras un mal día, que él o ella siempre percibirá y se acercará a colorearlo con su presencia y con un par de lametones. También acompañaremos a Martín, el protagonista, en su lucha por demostrar junto a Logan, el pitbull de la familia, que el problema nunca es la raza, sino cómo educamos al perro, y que nuestros colegas caninos envejecen como cualquiera, y que hace falta que todos nosotros nos impliquemos hasta comprender cada una de estas cosas como sociedad.

​Como novela juvenil, también es una historia que sabe hacer buen uso de la tecnología para conectarnos con el mundo en el que vivimos. Seguro que tú también has pensado alguna vez en cómo un smartphone se podría haber cargado el drama de Romeo y Julieta, y la mayoría de las historias que has leído. Aquí nadie se ha olvidado de la tecnología, todo lo contrario: el WhatsApp, las redes sociales y la búsqueda de wifi, porque no nos quedan datos, es algo que también acompaña a Martín.

Pero la novela no se va a quedar ahí, porque la historia de Martín no solo se atreve con la tecnología y la realidad social a la que nos enfrentamos en las calles y en los institutos, sino también con el acoso escolar, la educación sexual, la importancia del respeto, de empoderar la lucha LGTBI y el feminismo, y de vivir sin prejuicios, y, por encima de todo, se atreve con los grandes problemas que tienen los animales domésticos en nuestro país: viejas leyes que condenan a buenos perros (mal llamados potencialmente peligrosos), falta de penas contra el maltrato animal, el abandono y la desatención de seres que lo dan todo por nosotros, los escasos recursos de muchas perreras y protectoras, y, por descontado, también todos aquellos caminos hacia los que dirigirse para marcar la diferencia, desde el voluntariado al trabajo por y para los animales.

Mastín y la chica del galgo es una historia sobre todo lo importante que uno vive antes de cumplir los dieciocho, y a cualquier edad, porque no hay edad para la vida, y esta es una novela llena de vida. De vida y de una visión sorprendentemente amplia de cómo se viven las cosas en la adolescencia, pero también en la maternidad, entre los cheniles de una perrera y en familia, una palabra que, al igual que le pasa a Martín, los lectores y las lectoras descubrirán que alcanza mucho más de lo que imaginamos.

Capítulo 55 de #Mastín: la carta

imageEsto ha llegado a su fin. Al menos de momento. Ahora me toca un periodo de revisión y corrección, porque he estado escribiendo como una kamikaze cada semana y seguro que la novela gana pasando por ese proceso. Y luego quiero publicarla íntegra a beneficio de la asociación asturiana Amigos del perro, ya veremos de qué manera lo consigo.

Ha sido más de un año escribiendo sin faltar a mi cita con vosotros, 55 semanas sin interrupción, y se me hace muy extraño pensar que ya ha acabado. Voy a echar de menos a Martín, a su madre, a Mal, a Logan, a Trancos, a Juan… y a esta obligación semanal que ya formaba parte de mi rutina. Voy a seguir escribiendo, pero a partir de ahora será en privado. Tengo una segunda novela de ciencia ficción a la mitad, que detuve para centrarme en esta historia.

Os invito a que me dejéis vuestra opinión, vuestras sugerencias, a que la recomendéis y la critiquéis, sobre todo a que se la ofrezcáis a los adolescentes y jóvenes que conozcáis, porque así será cómo podremos cambiar de verdad las cosas.

Gracias por haberme acompañado.

CAPÍTULO 55:

La carta apareció tarde. Martín había dejado la bolsa en un rincón de su dormitorio y no la había querido tocar. Pensó en tirarla directamente, pero algo le frenó, no supo nunca bien el qué. Aquel día que la vio partir, que se despidieron casi sin mirarse, se había limitado a instalar a los tres gatos en casa y a dejarse envolver por un estúpido programa de subastas que ponían en bucle en la tele.

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Capítulo 54 de #Mastín: «no voy a suponer un problema»

perro2Más de un año escribiendo  Mastín en este blog. Comencé el 23 de enero de 2015 y el próximo viernes concluirá. No sé a vosotros, pero a mí me va a dar pena despedirme de Logan, Martín, su madre, Mal, Juan, Manu…

Luego mi idea es que pase por un proceso de revisión y corrección y publicarla, para que se pueda leer al fin de cabo a rabo y sin esperas.

Tanto si lo vuestro es leer como si es ayudar a los animales (más aún si son las dos cosas), ya podéis comprar Galatea, mi novela de ciencia ficción, en su versión digital por 2,99 euros. Aquí tenéis más información.

CAPÍTULO 54:

– ¡Logan! ¡Logaaan! ¡Ven aquí! – Martín iba en busca del viejo pitbull, que olisqueaba un matojo ajeno a su llamada. Siempre había sido un perro muy obediente, si no acudía no era porque hubiera decidido empezar a ignorar órdenes a su vejez.

– ¡Logan! ¡Ven! – volvió a gritar Martín acelerando el paso – Te estás quedando sordo como una tapia, tío – concluyó sabiendo que el perro ni le oiría ni le entendería.

Loga levantó finalmente la cabeza, buscando a Martín. Miró a su alrededor completamente desorientado y se dirigió decidido a un corredor que andaba estirando en un banco cercano. Cuando Martín vio lo que pasaba, echó a correr para llegar lo antes posible junto al perro. No lo logró antes de que Logan llegara hasta el corredor, que se quedó inmóvil y solo se atrevía a mirar alternativamente al enorme pitbull que lo olisqueaba extrañado y al chico que iba hacia él.

– No hace nada, tranquilo. Es que es ya muy mayor y ni ve ni oye bien, ha debido pensar que tú eras yo – dijo Martín que ya había llegado, agachándose para ponerle la correa.

– Pues no le sueltes. Además esos perros tienen que ir siempre atados y con bozal, pueden ser peligrosos –

Martín contó hasta cinco antes de responder a aquel hombre, que lo miraba muy digno dentro de sus mallas cortas y su camiseta de tirantes fluorescente. – Lo siento si te ha asustado, pero no es nada peligroso. Es muy bueno y muy mayor. Y en este parque a esta hora no hay prácticamente nadie –

– Aquí siempre hay gente. Y eso lo dices tú, pero es un animal y nunca se sabe –

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Capítulo 53 de la novela por entregas #Mastín: dos días y dos noches

Seguimos en la recta final de Mastín, la novela que llevo escribiendo en directo desde el 23 de enero de 2015. Mañana, sábado, cumpliré un año de compromiso con vosotros. Y apenas quedan un par de semanas más para concluirlo. Por cierto, ya podéis comprar Galatea, mi novela de ciencia ficción, en su versión digital por 2,99 euros. Aquí tenéis más información.

CAPÍTULO 53:

Martín acababa de descubrir que dos días y dos noches podían durar toda una vida. Dos días y dos noches, ni siquiera cuarenta y ocho horas, porque Mal había llegado el viernes casi a medianoche y se había despedido el domingo a las cuatro de la tarde para evitar que su madre la encontrase allí. Muy poco tiempo que para Martín había durado un mundo, hasta que vio entrar a su madre por la puerta con la pequeña maleta y aquel mundo pasó a parecer un sueño difícil de creer cierto.

Habían trabajado mucho aquel día y medio. Lo primero que habían hecho era llevarse a los nueve perros que les habían tocado en el reparto, cortándoles el pelo, las uñas, con Mónica revisándolos a fondo y administrando antibióticos, antiinflamatorios, curas y extrayendo sangre a todos ellos. Todos tenían chip y documentación, salvo uno, una diminuta yorkshire que al quitar nudos y mugre resultó tener el manto plateado y cuyo chip indicaba que sus propietarios vivían en el centro de Madrid. Habían denunciado su desaparición hacía tres años. Una perra robada para ser usada como una máquina para criar con toda seguridad. Llamaron casi inmediatamente pero no dieron con ellos, tal vez habían cambiado de móvil. Martín interrumpió su actividad en las redes sociales de la protectora, contestando a la miríada de personas que se había ofrecido para acoger o adoptar a esos animales nada más ver las fotos que había subido, para buscar en Google el nombre de sus dueños. No tardó en dar con una página de Facebook y dejó un mensaje explicando la situación. Contactaron con él el domingo y quedaron en pasar el lunes por la protectora. Probablemente ahí tendrían el primer final feliz. A los otros ocho aparentemente no iba a costarles encontrar un hogar en cuanto el juez permitiera que se dieran en adopción. De momento solo podían salir en acogidas muy controladas. Con socios veteranos y un par de voluntarios lo solucionaron. La protectora no era el mejor lugar para aquellos perros minúsculos, aterrorizados, mal socializados y, en algunos casos, convalecientes.

También necesitaban dinero para atenderlos y así lo había dejado claro en twitter y facebook. Martín no controlaba las cuentas de la protectora, pero Laura sí y le dijo por whatsapp que habían tenido un pico de donaciones, pero nada comparado con el inmenso número de peticiones de adopción.

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Capítulo 52 de la novela por entregas #Mastín: el bósforo de Martín

20130905_173647 Viernes, así que hay nuevo capítulo de Mastín, la novela que llevo escribiendo en directo casi un año. Por cierto, ya podéis comprar Galatea, mi novela de ciencia ficción, en Amazon por 2,99 euros entrando aquí.

CAPÍTULO 52:

Mal no llamó al timbre, se limitó a dar unos leves toques en la puerta. Daba igual lo suaves que fueran, a Martín no se le hubiera pasado por alto un simple roce de nudillos contra la madera barnizada. Llevaba media hora esperando su llegada.

Abrió con el corazón saltando en el pecho y repitiéndose que no había motivo objetivo para estar tan nervioso. Abrió y lo primero que vio fue su sonrisa, así que se agarró a ella para recuperar el control y no parecer un imbécil. Había pasado por casa para cambiarse, probablemente también para bajar a Trancos, que se apretaba contra su pierna. Llevaba unos shorts vaqueros, una vieja camiseta gris y la cara lavada. El chico ya sabía que con aquel calor no soportaba la capa de maquillaje que le obligaban a ponerse en el trabajo.

– He subido con Trancos. Llevo todo el día fuera y no quería que estuviese más tiempo solo. Espero que no importe –

– Claro, perfecto – dijo él haciéndose a un lado para que pasaran. Habían aprendido a saludarse de manera contenida, a encerrar mundos enteros tras un cruce de miradas, pero en cuanto Martín cerró la puerta desapareció el espacio entre sus cuerpos; sus bocas y sus manos se encontraron. Territorio conocido y al mismo tiempo peligroso. Durante un único y turbio instante el chico recordó otros labios, otra piel embriagando la suya en aquel mismo lugar, tras cerrar la puerta, no tantos meses atrás. Apartó el recuerdo de Manu que le había tomado al asalto casi al mismo que Mal se apartaba de él.

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Capítulo 51 de la novela por entregas #Mastín: solo en casa

CYC3Ve0WkAAJGku.jpg largeMi regalo de reyes tardío: un nuevo capítulo de Mastín, la novela que llevo escribiendo en directo casi un año.

CAPÍTULO 51:

– Si necesitas cualquier cosa, me llamas. Estaré pendiente del móvil, de no quedarme sin batería ni nada de eso, pero por si acaso quiero que metas en la agenda el teléfono de David y el fijo del hotel. Te paso los dos por whatsapp antes de irme –

– No te preocupes, que es solo un fin de semana. No voy a molestarte en tus minivacaciones, que ya sé que las semanas en el piso de la abuela no son vacaciones del todo para ti – Martín se tumbó con las manos cruzadas bajo la nuca en la cama en la que había estado sentado, viendo a su madre terminar de meter ropa en su pequeña maleta azul.

– No me vas a molestar, que tampoco me voy a un monasterio con voto de silencio. Vamos a hacer algo de senderismo, visitar algún pueblo, comer bien y aprovechar la piscina del hotel, que tiene una pinta estupenda –

Martín calló, pero pensó que no era lo único que iba a hacer su madre con su compañero de trabajo, o con su novio, ¡con lo que demonios fuese!, en aquel hotel. Racionalmente lo tenía más que asumido, pero en muchos otros planos seguía tocándole los huevos. Decidió pensar en cualquier otra cosa. Mejor aún, en nada. Pronto vio que el techo tenía varias pequeñas grietas y había una mancha en una esquina de la pared de tono amarillento. El dormitorio de sus padres necesitaba una buena mano de pintura. Para él siempre sería el dormitorio de sus padres. A saber lo que habría visto ese techo. A ver… que no es que quisiera imaginar a sus padres en ese plan, pero estaba claro que lo habrían hecho sobre esa misma cama con frecuencia y no sólo la vez que justificaría su existencia. Martín decidió que huir de una imagen mental incómoda no le había conducido precisamente a otra mejor. Se puso en pie.

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Capítulo 50 de la novela por entregas #Mastín: ya era hora de saltar

947314_906018199469158_6001048921133856160_n¡Feliz Año Nuevo! Dan igual fiestas y resacas, aquí tenéis el primer capítulo de Mastín de 2016. Quedan pocos para terminar esta historia que pronto hará un año que seguimos semanalmente desde este blog.

Un año entero escribiendo un capítulo a la semana, acaba traduciéndose en una novela de trescientas páginas. Otro ejemplo de que la constancia es el camino para lograr muchos objetivos, más que el quererlo todo cuanto antes, desfondándonos y frustrándonos.

También en la protección animal es una regla que funciona. Los problemas difíciles no tienen soluciones fáciles ni rápidas.

Por un 2016 en el que seguiremos mejorando, avanzando, aunque con frecuencia cueste verlo.

¡Nos seguimos leyendo!

CAPÍTULO 50:

Juan apartó la vista del partido que estaban desarrollando en la televisión para mirar fugazmente a su amigo. – Vas a tener que contárselo, me da que no te queda otra –

– No estoy tan seguro, no es el momento. Y estoy convencido de que no le iba a gustar nada y no me apetece que me sermoneen. Lo he hablado con Mal, tampoco creo que el imbécil del bajo se atreva a abrir la boca. Una cosa es amenazar con que va a contárselo a mi madre y otra muy distinta es pegar el timbrazo y hacerlo –

– No sé tío, existe la posibilidad. Mejor que se entere por ti y no por el vecino que le deja las bragas que se le caen al patio colgadas del pomo de la puerta. Tu madre no parece precisamente un ogro y estáis siendo de lo más formales, digo yo que lo entenderá –

Martín sacudió la cabeza. – No estoy tan seguro. Además, contárselo a mi madre supondría hacerlo público en cierto modo. Aún es pronto –

Juan de repente pareció muy enfadado. Detuvo el videojuego y se irguió en el sofá, con el ceño fruncido y la voz cortante.

– ¿Aún es pronto? ¿Y tienes alguna pista de cuándo cambiarán las cosas? No sé a qué está jugando tu amiga Mal, primero no quiere nada, luego sí pero a escondidas, luego quiere tiempo para pensarlo, después todo sigue como antes de haberlo pensado… No se aclara –

– Es complicado… – objetó el chico.

– ¡Y una mierda es complicado! Vale, hay nueve años de diferencia. ¡¿Y qué?! –

– No son nueve, ahora son ocho – lo interrumpió Martín.

– Me da igual. Como si son diez. No es el fin del mundo, que tú ya eres mayorcito, no es como si tuvieras catorce. No va a presentarse la Policía a detenerla –

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