La trágica fábula de los ‘Quince perros’ que recibieron inteligencia humana, un libro de André Alexis #Unoalmes

¿Y si los dioses jugasen a poner la inteligencia del ser humano en quince perros que están en una clínica veterinaria por distintos motivos? Ese es el planteamiento de partida de Quince perros (Editorial Turner), novela que llega de Canadá con varios premios bajo el brazo (entre ellos el Giller, el premio literario de mayor relevancia en ese país). y muchos ejemplares vendidos.

imageSu autor, André Alexis, trae a nuestra moderna tierra a los dioses del Olimpo: Apolo y Hermes hacen una apuesta que va a tener resultados fatídicos para los mortales, muy en la línea de las deidades entrometidas. Hermes apuesta a que al menos uno de los quince perros con inteligencia humana morirá feliz, Apolo sostiene justo lo contrario.

Y a partir de ahí seguiremos a los quince perros del libro.

Tres no llegarán a salir de la clínica veterinaria. Allí quedarán confiando en sus amos y teniendo un destino infeliz. No es fácil para un perro vivir con la inteligencia y la plena conciencia humana. Los otros doce perros no tendrán destinos menos trágicos, ni mucho menos. Convertidos en seres complejos, que idean un lenguaje más rico, veremos sus distintas personalidades, el que acaba convertido en poeta, el que encuentra el amor para luego perderlo y esperarlo, el que inventa la religión, el oportunista que hace lo que sea para sobrevivir, las que se vuelcan en una amistad verdadera para acabar siendo víctimas, los soldados seguidores de aquel que más autoridad tiene sin remordimientos… Perros que reniegan del don recibido y fingen volver a a ser perros como antes aunque son incapaces de lograrlo, otros para los que el lenguaje y la poesía que trajo de la mano es su tesoro más preciado.

Todos son víctimas en realidad, de una u otra manera, de los dioses y de ellos mismos, en un libro ameno que empuja a seguir leyendo, para saber si alguno de los quince animales muere feliz, para conocer cómo se desarrollan sus vidas. Perros de raza y perros mestizos, grandes y pequeños.

Tengo una dicotomía con este libro: es una lectura que atrapa, un planteamiento original, plagado de reflexiones que desmenuzar. Pero no reconozco a los perros que en él aparecen, animales violentos, obsesionados con la jerarquía, entre ellos y con los humanos que se encuentran, con la dominancia, con montarse unos a otros, que se atacan entre ellos con una facilidad pasmosa, llegando con frecuencia al asesinato. Y esa violencia y esa obsesión jerárquica no sólo alcanza a los perros dotados de inteligencia humana, sino a todos.

Los perros no son así, la novela arrastra una psicología canina obsoleta y equivocada que a mí llegó a enervarme en algunos momentos, que hacía la fábula menos creíble, que me alejó de esos animales y de sus historias. Solo en momentos muy puntuales logró emocionarme, únicamente con la historia de Majnoun.

Quince perros me ha parecido una novela de méritos y deméritos, que probablemente guste más a los que menos sepan de perros, a los que menos los amen, a aquellos que se queden con su original punto de partida, su poesía, sus giros y su mar de fondo.

No suelo entrar en Goodreads, pero en esta ocasión lo hice y me encontré con que aquellos lectores que peor puntuación habían dado al libro habían percibido el mismo desconocimiento de etología canina de Alexis, aunque también hay que decir que la mayoría de las puntuaciones son positivas (la valoración del libro es de 3,84 sobre 5 con casi 6.000 aportaciones):

Paul Lima. The author doesn’t seem to know dogs at all. He seemed to be falling back on the idea of dogs as pack animals who exist entirely on a dominance-submissiveness continuum; a theory long since discredited in doggie circles as a superficial understanding of the complexity of dogs’ emotional, social, and behavioural repertoires. The author obviously knows nothing about dogs.

Karen Kahanski: I originally loved the concept for this book but I see that I am definitely in the minority for not having liked it. Given the dogs were granted human consciousness, I can’t see why none of them had any redeeming human qualities.

Holly: The thing that bothered me throughout the book was that it sounded like the descriptions of dog behaviour came from an episode of the dog whisperer (who is notoriously bad with dogs). I don’t know if this was just poor research or if the oversimplification of dog behaviour was done on purpose to help make a point in the novel.

Lauren Davis: I’m glad a friend persuaded me the end of this book would move me, as indeed it did. I admit I was sidetracked by my deep affection for dogs, whose behavior I don’t think the author got quite right. He seems to have taken notes from dominance training handbooks (a la Cesar Milan), which have been so thoroughly repudiated by all the devoted dog trainers I know. If I read the word ‘dominance’ once more I might have tossed the book in the heap.

Comparto opinión con ellos, con esa minoría de lectores que, aunque reconocen los méritos literarios del libro, los vieron lastrados por el desconocimiento de lo que son los perros y el flagrante desequilibrio hacia la violencia.

Ojalá el autor, cuyos méritos y trayectoria no pongo en duda, hubiera sabido más de cómo son los perros. De haber sido así, el libro habría sido muy diferente, probablemente mejor.

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