‘Un perro’, de Alejandro Palomas: resulta que la familia era esto #UnoAlMes

Me sumo por vez primera en este blog a la iniciativa de Uno al mes, que invita a todos los que tenemos blogs de la temática que sea o desde nuestras redes sociales a recomendar o hacer una reseña de un libro leído en el mes en curso con él hashtag #unoalmes. Y lo hago porque he terminado uno de esos libros que merece que nos detengamos tras su lectura, una historia de la que duele despedirse.

Dolor. El dolor de despedirse…

Terminar Un perro requiere cierto tiempo para despedirnos como es debido de sus personajes, para que no nos duela decir adiós para siempre a esos seres imperfectos y reales que están aprendiendo a lidiar con el dolor, que a veces jamás lo consiguen. El dolor que nos causan los otros, incluso a su pesar, incluso sin culpa. Ese dolor, siempre cotidiano, sobrevuela toda la narración con delicadeza.

Un perro, es un retrato perfilado a golpe de sentimiento, reflexión, anécdotas y dichos de los miembros de una familia. Es un viaje al interior de un núcleo familiar en el que hay una madre sagaz tras sus excentricidades, una hija que triunfa y limpia para no enfrentarse a sus fantasmas, otra a la que nadie le dura y Fer, un hijo acorazado en la pérdida que será nuestro anfitrión a lo largo de sus páginas.

También hay una abuela sabia y amarga como un buen té fuerte, porque con frecuencia los que ya no están siguen siendo miembros de nuestra familia más incluso que otros que aún viven. «Hay que ser idiota para decidir querer a alguien que sabes que no va a sobrevivir», aseguraba. Y tenía razón pero al mismo tiempo se equivocaba. No hay idiotez más enriquecedora.

Y por supuesto están los perros: R, al que no se han atrevido a ponerle un nombre; Max, que partió demasiado pronto; Shirley, que gruñe y se deja querer; y Rosi, que tuvo catorce días por catorce años y un duelo interminable. Sí, ellos también son nuestra familia.

Los perros de la novela de Alejandro Palomas son mucho más que hilos conductores, son protagonistas de pleno derecho con su personalidad, con todo el sentido, que arman y sostienen el libro y el resto de personajes que en él aparecen.

Un perro es también un tiempo de espera, perdón, mentiras, redención y secretos. Es una camarera amable, un físico yanqui, un veterinario australiano, una china que rescata galgos, un padre ausente y vascos fornidos. Todos ellos partes con mayor o menor peso en esa familia. Es rica y poliédrica y a la vez sencilla, fácil. ¿Entendéis por qué decía que se requiere un tiempo tras terminarla para despedirnos de ella?

Y Un perro es además un libro en el que el amor por los animales que nos acompañan salpica sabiamente sus páginas, igual que la realidad del abandono, del maltrato, de la necesidad de ser casa de acogida, de adoptar.

La construcción de Alejandro Palomas la disfrutarán todos aquellos que hayan sabido ver la devoción en los ojos de un animal y que la hayan correspondido. Es un libro escrito con precisión quirúrgica que emocionará a los lectores con la sensibilidad necesaria para apreciar su tino en la búsqueda de sensaciones. Un libro que me ha acompañado en un hospital mientras esperaba el restablecimiento de una persona muy querida. Tal vez debería decir que Fer y yo nos hemos acompañado mutuamente en nuestra espera.

La obra de Alejandro Palomas, que ha sido muchas cosas pero que no puedo obviar que entre ellas se encuentra el traducir al maravilloso Jack London, es mucho más extensa. Pero quiero que quede constancia antes de despedirme de Fer, de Amalia, de Silvia y de Emma, de que antes que Un perro estuvo Una madre, en la que aparecen los mismos personajes y que estoy deseando descubrir.

Y ahora sí, aunque cueste, ha llegado el momento de decir adiós.

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