Con frecuencia he contado que al no existir una ley de protección animal a nivel estatal, al depender de normativas autonómicas y municipales, realmente cuando viajo con mi perro a otra ciudad de España puede ser que muchos aspectos fundamentales cambien radicalmente. Es preciso tener una ley nacional por muchos motivos, pero sobre todo por los que atañen al maltrato. Pongamos por ejemplo el corte de orejas y rabo en los perros, herramientas imprescindibles en su comunicación y cuyo corte implica una operación quirúrgica innecesaria en un cachorro y que le deja dolorido y dificulta sus relaciones justo en el periodo de su vida en el que más necesaria es su socialización.
Apenas siete comunidades autónomas prohíben de forma expresa las amputaciones en animales. Son Aragón, Andalucía, Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia y Navarra, aunque en algunas se permite por necesidad médica o exigencia funcional. En el resto las amputaciones están permitida y no se hace mención expresa o bien lo permiten para mantener las características de la raza. En esas otras incluso es posible quitar las cuerdas vocales a los perros para que no ladren o desungular a los gatos, reduciendo drásticamente su sensibilidad.
Hay veterinarios que se niegan a hacerlo, por cuestiones éticas. Carlos Rodríguez, veterinario, divulgador y presidente de Mascoteros Solidarios, ha pedido en alguna ocasión que el Colegio General de Veterinarios de España impulse «una norma activa para todos los colegiados» que impida la mutilación de las colas en los canes que los tienen especialmente largos, el corte de las cuerdas vocales en los perros o la desungulación en gatos. A su juicio, todas estas prácticas pueden englobarse como claro maltrato animal, sean desempeñadas o no por veterinarios, ya que «las amputaciones son el mayor fallo de cualquier tipo de cirugía…, cuando se corta una parte del cuerpo es porque no existe otra posibilidad de mantener ese miembro».
A final de la semana pasada fue noticia que habían detenido a seis veterinarios y 26 cazadores en Huelva, que se habían dedicado a cortar burdamente las orejas a una treintena de perros, usando navajas y haciéndolo en pleno campo. Todo por ahorrarse los 40 euros que cobraría un veterinario, ya que a ellos se les permite por un uso funcional. Los veterinarios expedían certificados falsos para justificar esas intervenciones brutales. Algunos de los perros tenían, según fuentes del ministerio público consultadas por El País, «heridas muy recientes sin cicatrizar, incontinencia urinaria después de que les seccionaran el rabo con navajas, y temor a los humanos por el maltrato recibido». Los que llevaron a cabo la salvajada eran conscientes del dolor de los animales y se agarran a la tradición para defender lo indefendible.
Se llama Operación Ears (orejas), es responsabilidad del Seprona y comenzó más de un año. Aparentemente acabarán siendo unos cincuenta los detenidos. Según cuentan en El País: fuentes del caso aseguran que, tras la intervención de la Fiscalía de Medio Ambiente, esta semana un juez ha condenado a 10 meses de prisión al primero de los cazadores y que los detenidos aseguran en privado que estos cortes en orejas y rabos son una tradición “ancestral” que se ha realizado “toda la vida”.
Qué queréis que os diga. Entre el riesgo de arañarme en las zarzas o que me amputen las orejas a lo bestia, si yo fuera perro tendría claro lo que querría. Claro que si yo fuera perro lo último que querría es acabar en una rehala. Solo las peleas de perros, en las que también proliferan los cortes de orejas a tijeretazos, están por encima de esta práctica en maltrato.
Alfonso Aguado, presidente de la Asociación Española de Rehalas, ha perdido una oportunidad única para ponerse del lado de la ley e intentar llevar a su asociación por el camino del respeto a los animales, al menos un poco: “Es una actuación manifiestamente injusta de la Guardia Civil. Si se detiene por este motivo, entendemos que la que está situándose fuera de la ley es la autoridad. A partir de ahí, hablamos. Si lo que buscan es el bienestar de los perros, lo que tienen que hacer [los agentes] es hablar en vez de ir a detener a los rehaleros”.
Sí, ya. Cometes un delito flagrante, en plan organizado, de forma repetida y con falsedad documental para ocultarlo, y lo que deben hacer es solo tener una charlita… Imagino que lo mismo querría para los monstruos que han apuñalan a un galgo, le han extraído el chip y se han cagado en una zona de rescate de galgos de BAAS Galgo, otra noticia con la que nos hemos desayunado hoy.
Nada que ver con la lógica respuesta de Fidel Astudillo, presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Veterinarios, que ha asegurado que los veterinarios detenidos serán apartados de la carrera si la investigación judicial se traduce en condena.
Necesitamos una ley de protección animal nacional YA.
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* Las fotos pertenecen a perros de rehala de anteriores posts publicados en este mismo blog.