Capítulo 39 de #Mastín: «Vete y vuelve»

Todos los viernes desde enero publico en este blog un capítulo de Mastín, una novela juvenil apta para adultos con la protección animal como fondo.

CAPÍTULO 39:

Salió de casa sencillamente porque no podía permanecer allí, ni siquiera en el santuario en que se había convertido su dormitorio. Tras comprobar que era incapaz de concentrarse en nada y que se iba a tirar dos horas dando vueltas por su habitación como un león enjaulado, decidió marcharse. Si se daba prisa podía llegar a la tienda en la que Mal trabajaba a tiempo de verla a la salida, así que abrió la puerta y salió sin decir ni adiós.

Nunca había estado allí. Un tren y un autobús le dejaron a unos diez minutos andando de la puerta del comercio. Justo enfrente había un banco muy bien pensado para que se sentara a esperarla. Nunca había estado porque ella no había querido. Martín se había ofrecido un par de veces para acompañarla, pero Mal siempre había puesto una u otra excusa. Ahí estaba. Él la vio antes y se puso en pie, conteniéndose para no correr hacia ella. Iba vestida con la ropa que vendía, mas formal de lo que era ella, y se despedía de otras dos chicas y un tipo, todos entre los veinte y los treinta. Le alegró que Fran no estuviera, porque solo le apetecía estar con ella.

Cuando Mal se giró y lo vio se le ilumino la cara. No se estaba engañando, así había sido. Pero al llegar frente a él se limitó a saludarlo con la misma sonrisa que habría dedicado a un amigo cualquiera.

– ¿Alguna vez podré recibirte con un beso y darte la mano para andar por la calle? – preguntó el chico, dividido entre la alegría que le producía verla y la mala hostia que aún le duraba y que su templado recibimiento no había mejorado.

– ¿Cómo es que te ha dado por venir aquí? – dijo ella, ignorando deliberadamente su pregunta.

– Ya ves, para que puedas decirle a tus compañeros que tu primo pequeño ha venido a buscarte – escupió Martín echando a andar a su lado.

La chica se paró en seco y le miró con dureza. – No sigas por ahí Mastín, que tampoco estoy yo en mi mejor día –

Martín dudo por un momento cómo reaccionar, finalmente suspiró y decidió relajarse. Con Manu también había estado disimulando que no había nada entre ellos dentro del instituto, pero aquello era diferente, con Manu al menos sabía que el secreto no duraría mucho si seguían juntos.

– Perdona, vengo directamente de pelearme con mi madre –

– ¿Y ahora por qué? –

– Sigue empeñada en que me vaya en agosto con ella al piso de mi abuela, sería casi todo el mes. No atiende a razones, no le da la gana de dejarme aquí– soltó con rabia.

– Ya veo, todo un drama –

– ¡No quiero estar sin verte tres semanas! Ya veo que a ti te da igual – El tono ligero de ella lo había exasperado. Precisamente ella era el principal motivo por el que no quería irse, pero no parecía preocuparle en absoluto su ausencia.

– No me da igual, pero sé que tres semanas pasan volando, sobre todo si vas mentalizado de disfrutarlas. Si lo nuestro tiene algún futuro, tres semanas sin vernos no deberían ser ningún problema –

– ¿Y lo nuestro tiene algún futuro? – se atrevió a preguntar el chico.

Ella se detuvo de nuevo para mirarlo antes de hablar – ¿Quieres que te mienta Mastín? No voy a hacerlo. No tengo la menor idea –

***

El trayecto de vuelta se le había hecho interminable. Sentados uno junto al otro, sin rozarse, hablando de cualquier cosa que no fueran ellos. Era una tortura notarla tan cerca y no poder tocarla, mientras hablaban de sus pequeños gatos filósofos, de que en agosto estarían al cuidado de Mal, del precio de la matrícula en el primer año de Historia, del descubrimiento que había sido Juan o de algo que a Martín le resultaba cada vez más incomprensible, que era la poca colaboración entre las diferentes sociedades protectoras.

– ¿Por que no os ayudáis más? Cada uno haciendo la guerra por su cuenta hará que se avance más despacio. Y el tiempo se paga en vidas –

– Pues tienes toda la razón, pero por desgracia no es tan fácil que la gente se ponga de acuerdo, ni siquiera cuando tienen un objetivo similar. Hay muchos motivos. Somos muy distintos, a veces vemos la protección animal desde diferentes prismas y nos fijamos más en las diferencias que en la semejanzas, tenemos nuestros propios problemas que nos comen el día a día, no nos caemos bien, competimos por los mismos pocos recursos, desconfiamos de los otros… Muchas cosas. Y al final somos reinos de taifas incapaces de hacer frente común. Yo ya he aceptado que es inevitable. Si ni siquiera en las comunidades de vecinos se ponen de acuerdo. ¿Qué digo en las comunidades de vecinos? En una misma familia muchas veces cuesta, ¿qué se nos puede pedir a nosotros? –

Hablaron mucho ambos, probablemente por olvidar otros temas latentes y que les preocupaban más. Y al menos también en el caso de Martín, para contener sus manos. Tal vez por eso subieron el portal en silencio, separados, para lanzarse uno contra el otro en cuanto hubieron cruzado la puerta de la casa de Mal. Recorrieron besándose el pasillo, esquivando ael recibimiento de Trancos hasta llegar al sofá, y se derrumbaron allí hambrientos, ambos con los ojos cerrados, dejándose guiar por las caricias, los gemidos, los olores. Al poco estaban uno encima del otro, moviéndose rítmicamente. El chico la notaba bajo sus manos, contra su cuerpo, tan pequeña… siendo dolorosamente consciente de la ropa que los separaba y deseando que desapareciera. Y entonces ella, como si hubiera leído su mente, le quitó la camiseta, le desabrochó los vaqueros y se los bajó hasta las rodillas. Él seguía encima, besándola, moviéndose, notando que ella le envolvía entre sus piernas, hasta que las manos que le habían estado acariciando se detuvieron sobre su pecho, empujándolo para que se separara.

– Para. No. Para – pidió ella sin aliento. Tenía el cuello y el rostro encendidos, los ojos brillantes; a Martín nunca le había parecido tan hermosa. Podría haberla abrazado hasta romperla, en cambio paró y no preguntó el motivo. La besó suavemente en los labios, luego en la frente y se sentó en el sofá para subirse los pantalones.

– Esto no puede ser. Vete esas tres semanas. Necesito ver todo esto en perspectiva. Y probablemente tú también, aunque ahora no lo creas. Vete y vuelve – ordenó Mal triste y convencida, sin mirarle.

Martín se rindió. No, así no podía ser, ella tenía razón. Se puso la camiseta y las zapatillas y acarició al galgo, que se había puesto en pie al verle dirigirse a la puerta

– ¡Eh, Mastín! – lo llamó ella desde el sofá, aun arrebolada y con la sombra de una sonrisa. Tenía que haber visto de alguna manera la desolación que sentía. Martín la observó desde el quicio de la puerta, sin atreverse a acercarse.

– Son solo tres semanas. Y he dicho que vuelvas a mí –

– Al menos cuando lo haga seré ya mayor de edad. Si es que eso realmente importa en algo – dijo él a modo de despedida.

Y cerró la puerta a su espalda, dejando tras él al galgo y a la chica que amaba. Porque si obedecer e irse de aquella manera no era amor, no tenía ni puta idea de qué lo era.

getafenegro

Gorriones y córvidos son mis aves preferidas. Pájaros inteligentes que saben adaptarse. Pues bien, el cuervo de los libros ha vuelto y este domingo, 18 de octubre, estaré presentando bajo sus alas Galatea. Será a las 19:30 en la carpa de la feria del libro de Getafe Negro, en la plaza General Palacios. Recordad que la mitad de los beneficios del libro van destinados a los animales abandonados.

En las presentaciones de Galatea he procurado acompañarme por gente que me quiere bien y a la que correspondo. Quería asociar esos momentos con personas a las que aprecio. Conmigo han estado en anteriores ocasiones Espido Freire‬, que ha sido siempre toda generosidad conmigo, Javier Yanes y Ata Arróspide.

Este domingo estará a mi lado Arancha Serrano Lorenzo, una buena amiga, compañera desde hace muchos años en el periódico que ha logrado hace poco su sueño de ver publicada Neimhaim‬, su primera novela. Un sueño dulce porque está teniendo mucho éxito. Y lo merece. Charlaremos de lo oscuro que hay en mi novela y lo pasaremos bien. Os lo aseguro. Estáis invitados a venir a hablar de libros y reír con nosotras. Porque habrá risas y buen rollo por muy negro que sea todo, no lo dudéis.

¡Os espero!

2 comentarios

  1. Dice ser Jaione

    Cada capítulo más interesante!! Mal hace bien de esperarse, el chico es menor…hasta que vuelva de vacaciones!!

    Cómo podemos comprar la novela? Sin duda quiero que algún día mi hijo, Daniel que nacerá en Enero del 2016, la lea! Cuando esté ahí en esa edad tontina…. y antes irán los sobrinillos, que están más cercanos a esa edad

    16 octubre 2015 | 10:46

  2. Dice ser Melisa Tuya

    Muchas gracias Jaoine. Sí, mi idea es publicarla, pero aún no sé cuando ni cómo. Os mantendré informados 🙂

    16 octubre 2015 | 15:30

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