Archivo de septiembre, 2015

Nadie debe vivir encadenado, tampoco los perros #StopChaining #SinCadenas

Muchos perros en nuestro país viven atados a una cadena. Los hay mejor cuidados que otros, en términos de veterinario y alimento claro, porque ningún animal encadenado está bien atendido. Un perro no es una alarma antirrobo, no es un portero ni un guarda de seguridad. Un perro es un animal social que es infeliz viviendo atado, que necesita estímulos, que no merece ver transcurrir su vida en los mismos pocos metros cuadrados. Muchos acaban desarrollando estereotipias, «movimientos repetitivos asociados a un posible problema neurológico causado por la actividad extrema y la carencia de estímulos».
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Cuando era niña, en la aldea de Asturias en la que pasaba mis veranos, recuerdo a algún familiar trayendo un cachorro con el que los niños no teníamos permitido jugar. Tenía que crecer hosco, desconfiado, mal socializado, para poder soltarlo de noche por la finca y mantener a raya a los intrusos.

No tenía ni pies ni cabeza, torturar un pobre animal para convertirlo en un peligro que era más probable que sí alguna vez atacaba a alguien fuera a algún inocente y no a ningún ladrón.

Fincas, chalets, naves industriales, talleres… si es para vivir atados a una cadena no son lugares para un perro. Igual que los gatos no son tampoco una solución desratizadora.

1 ARGOS SEÑALA Argos me lo presentan como el mastín más bueno del mundo. Está en Salamanca, en el refugio de la Protectora de Animales de Salamanca (ASPAP).

A Argos lo rescataron con una señal de tráfico enorme colgada del cuello, que le habían puesto para que no se escapara (tremendo), sin comida ni agua por que su dueño insistía en que «los perros aguantan bien sin comer», en un lugar cochambroso. «Encontramos un precioso mastín muy jovencito que en cuánto nos vió empezó a mover el rabo y a poner su cabeza contra los barrotes de la puerta para recibir una caricia de dos extrañas».

Argos es noble, bueno, cariñoso, obediente, le encantan los niños, «es muy delicado cuando le damos las chuches y sobre todo el perro ideal para dar abrazos».

Contacto: Asociacion Salmantina Protectora de Animales y Plantas protectora_salmantina@hotmail.com

10 ARGOS PROTE

Por cierto, la asociación anima lista Libera! tiene una web en la que está pidiendo que se denuncien estos casos de perros encadenados, de perros maltratados. Se llama Sin Cadenas y de momento los casos están concentrados en Galicia, pero nada impide que se introduzcan denuncias en otros lugares. En redes sociales están usando dos hashtags #StopChaining y #SinCadenas.

Relacionada con esta iniciativa, este verano Dean y su perro Zeus, junto con otros siete perros rescatados de abandono y cadenas han recorrido el Camino de Santiago concienciando y reivindicando que todos los «encadenados» vivan libres.

Perros, gatos y personas sin techo, hay que estudiar cada caso

A finales de la pasada semana se pudo ver un vídeo en el que unos miembros de la asociación Cause Animale Nord arrebataban un cachorro a una persona sin techo. Este es:

Pronto vi a bastantes poner verdes a los activistas. Se les acusaba incluso de quitarle el perro para ponerlo a la venta en su web por poco menos de doscientos euros, cuando en realidad es el dinero estipulado por los trámites de la adopción (más elevado que aquí, igual que la peluquería o las copas son también en España más baratas). Los activistas aseguran que el vídeo no muestra el contexto en el que se desarrolló el incidente, que el cachorro estaba siendo aplastado cuando intervinieron y usado para mendigar y que no harán más declaraciones, que todo queda en manos de sus abogados.
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Yo no me atrevo a juzgar a nadie a la ligera. Habría que ver bien el caso para saber si obraron bien o no.

Lo de las personas sin techo y los animales es un tema complicado. Una persona sin techo es, ante todo, una persona. Tiene todos los derechos que cualquiera de nosotros, empezando por ser tratados con respeto, pero también tienen las mismas obligaciones para con un animal que esté a su cargo: vacunaciones, buena alimentación, atención veterinaria…

Hay personas que se enternecen cuando ven a un sin techo acompañado por un animal, y la mayoría son perfectamente conscientes y los usan como reclamo. Independientemente de eso, los hay que los cuidan todo lo bien que pueden y prefieren congelarse con sus perros y gatos en la calle que pasar ellos solos a los albergues (ojalá les permitieran entrar con ellos).

Pero también hay muchos los tienen mal atendidos, crían de mala manera con ellos y venden los cachorros, sustituyen unos por otros a la primera de cambio y los tratan a patadas. Personas a los que habría que incautarles a los animales sin la menor duda y no dejarles tener ningún otro.

Os confieso que yo me inclino a creer que un sin techo no debería tener animales si no tiene recursos para mantenerlo. Me inclino a pensar eso en parte porque yo jamás entregaría un perro o un gato que necesitasen un hogar a un adoptante que vive en la calle sin medios, en parte también porque imagino qué haría, qué pensaría si hablásemos de un niño y no de un animal. Pero lo que habría que hacer es buscar soluciones que permitieran a la buena gente sin techo tener a su lado la compañía de sus animales y que estos estuvieran bien atendidos. En realidad lo que habría que intentar en primer lugar es que no hubiera personas sin techo.

La semana pasada pregunté en mi página de facebook la opinión de los que me siguen. Os dejo con una selección de sus respuestas que me dice que, efectivamente, hay que valorar cada caso teniendo en cuenta que lo mejor es enemigo de lo bueno y que la situación en general en España en materia de protección animal está muy lejo de ser ideal.

Por cierto, también aquí me interesa mucho vuestra opinión, vuestra experiencia…

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Capítulo 36 de Mastín: Cinco perros que no eran de nadie y que nadie quería

Todos los viernes desde enero publico en este blog un capítulo de Mastín, una novela juvenil apta para adultos con la protección animal como fondo.

CAPÍTULO 36:

En aquel saloncito no podía entrar más gente. Miguel y Violeta estaban sentados en el pequeño sofá; encaramada en el brazo de un sillón, a su lado, estaba Alicia; Mal se había sentado en el suelo frente a ellos; Mario y Fran ocupaban las dos únicas sillas y Lobo e Irene se apoyaban en un mueble que contenía unos cuantos libros y la escasa vajilla de aquel peculiar hogar.

Podría haber sido peor. Eso había dicho Mal. Menos mal que estaba Miguel allí durmiendo. Menos mal que los perros se habían puesto a ladrar y le habían despertado. No habían sido unos gamberros, tampoco unos borrachos en busca de diversión a costa de lo que se les cruzara por delante. Los que habían acudido sabían lo que se hacían. Habían aparcado una furgoneta al lado de la protectora y accedido por la parte más alejada de la casa en la que vivía Miguel, saltando del techo del vehículo a los tejados de las casetas. Habían ido derechos a por los pitbulls. Cinco se habían llevado a toda velocidad, dejándolos caer desde lo alto del murete al suelo, metiéndolos en la trasera de la furgoneta y saliendo por patas en cuanto vieron que se encendía luz en la casa.

– Tenía que haber ido a oscuras, así hubiera pillado a esos hijos de puta – repetía Miguel sacudiendo la cabeza, con un acento eslavo más acusado de lo normal, sobre todo cuando profería insultos.

– Si hubieras ido a oscuras y te los hubieras encontrado de frente, tal vez tendríamos algo peor que lamentar – dijo Alicia, que también había acudido a la llamada del guardés. Violeta, siempre silenciosa, se limitaba a asentir mirando a su marido.

– Tengo que poner alambre de espino sobre el muro. O unos cristales rotos, que será más barato – dijo Miguel – No puede volver a pasar –

– No le des más vueltas. Gracias a ti no se han llevado más perros y no ha habido destrozos ni gamberradas – apuntó Mal – Deberíais acostaros e intentar dormir algo. Y nosotros también tendríamos que irnos. Aquí ya no podemos hacer nada más –

Pero nadie hizo amago de moverse. Aquello parecía un velatorio. De la ira se había pasado a la impotencia, y con ella había llegado el desánimo.

Allí dentro hacía un calor infernal. Martín salió de la habitación atestada. Resultaba curioso como aquel lugar conocido parecía otro distinto en plena noche. Las puertas de la perrera seguían abiertas y él estaba agotado, física y mentalmente. ¿Por qué tanto y tan distinto en una noche? Otra vez sentía que unas pocas horas contenían una vida entera. Se sentó en aquella tierra seca, con la pared apoyada en el muro. Sacó el móvil y mandó un mensaje a su madre avisando que volvería pronto; las flechas azules no tardaron en aparecer. Cuando había hablado con ella contándole lo que había pasado, había insistido en que durmiera, que estaba bien, que no pasaba nada; pero sabía que era inútil y que ella esperaría despierta hasta que llegase, aunque no saliera de su cuarto y se conformase con oír las vueltas de llave en la puerta de casa. Martín guardó de nuevo el móvil y miró al frente. El firmamento allí nunca era negro del todo, apenas había estrellas. Desde allí podía ver parte de la silueta de la gran ciudad de la que habían venido, la culpable de ese cielo gris y enfermo, como se sentía él en aquel momento. Ascuas de una rabia que se había agotado pronto.

La Policía se había ido al poco de llegar Martín, y al chico le daba la impresión de que poco iban a poder hacer. Cinco perros robados. Cinco perros que no eran de nadie, que nadie quería, que casi con toda seguridad serían usados para peleas. A Martín seguía sin entrarle en la cabeza que hubiera hombres que disfrutaran viendo como dos perros se destrozaban, que apostaran sobre la sangre de los animales. Era incapaz de comprenderlo, pero era incapaz de no creerlo. Durante aquellos meses había visto con sus propios ojos demasiados perros procedentes de ese mundo, animales con las orejas casi cortadas al ras de mala manera, con marcas de mordiscos, con el cuello en carne viva. Algunos realmente complicados de manejar, incapaces de relacionarse con otros perros, pero la mayoría sorprendentemente nobles. Los cinco perros que se habían llevado eran así, sociables y dóciles. Los recordaba bien, había dos hembras de color canela que habían aparecido vagando juntas por la carretera, un stanford procedente de un decomiso, otro casi cachorro que era cruce con algo de caza y que había nacido en la protectora y uno blanco y negro, como Logan. Pitbulls, cruces de pitbulls y de otras razas de presa. Perros como cualquier otro con la maldición de una mordida poderosa y un aspecto imponente. Aunque no solo esos le servían a los hijos de puta que los querían para pelear. Le habían contado que también usaban perros grandes de cualquier raza, incluso pequeños como entrenamiento de los futuros campeones. No solo eso, por lo visto en otras regiones había una modalidad de peleas en la que apostaban a ver cuántas ratas mataba un perro pequeño. Le habían contado también que no era la primera vez que robaban animales. Antes de que Miguel y Violeta fueran a vivir allí, y precisamente por eso lo hicieron, habían entrado una noche y se habían llevado todos los galgos que tenían, las pocas cosas medio útiles que había en la oficina y habían metido tres perros en las gateras solo por divertirse; ningún gato había resultado herido, pero uno de los perros se llevó un buen arañazo en un ojo y el hocico. Le habían contado que casi todas las perreras y protectoras habían sufrido robos, intentos de robo e incursiones de gamberros, en algunos casos dignas de una película de terror. Le habían contado que hacía unos seis años unos monstruos habían entrado en una protectora valenciana y habían torturado y violado a una pobre mastina, la habían dejado allí, destrozada y moribunda para que los voluntarios se encontraran con el horror a la mañana siguiente. ¡La habían violado! Tampoco eso le cabía en la cabeza, pero también eso lo creía. Regina se llamaba aquella pobre perra le había dicho Alicia.

– Adiós –

Martín se incorporó sobresaltado.

– Adiós – respondió sin pensar.

Lobo lo miró con una sonrisa imperceptible, de nuevo con ese aire de “sé lo que estás pensando”. Luego se cerró la chaqueta, se puso el casco, arrancó aquella moto que parecía sacada de Sons of Anarchy y desapareció por el camino que conectaba la perrera con la Nacional. Martín se lo quedó mirando como si fuera la versión de extrarradio del final de una vieja película de vaqueros, en la que el protagonista se perdía cabalgando y levantando polvo por el horizonte. Se lo quedó mirando como un gilipollas, decidió el chico sacudiendo la cabeza y buscando cualquier otra cosa en la que centrar su atención.

– Nosotros también nos vamos – dijo Irene poniéndole la mano en el brazo – Creo que Alicia se encarga de llevaros a ti y a Mal a casa-

– Ha sido un placer conocerte. Y también ha sido una noche de sábado rara de cojones – dijo Mario.

Mastín se despidió de ellos. También lo hicieron Mal y Alicia, que habían dejado al matrimonio de guardeses recobrando la calma y el sueño perdidos. Mal cerró las puertas mientras Alicia maniobraba con su coche para enfilar la carretera.

El breve camino a casa transcurrió en silencio, no había mucho más que decir, estaban cansados y la madrugada invitaba a la introspección. Alicia los dejó al pie del portal. Martín abrió la puerta y dejó que Mal pasara, y ella pasó, muy cerca, con su vestido corto y el maquillaje borrado. El portal estaba agradablemente fresco, una suerte de panteón de mármol que velaba el sueño de todos sus vecinos. Mal se dirigió a las escaleras sin encender la luz y Martín la siguió. No eran como aquellas otras escaleras, Martín apenas veía nada, pero ella sí era la misma y el chico no pudo evitar recordar la sensación de su piel en la punta de sus dedos apenas un par de horas antes, el sonido de aquel suspiro que había querido oír. Mal se detuvo frente a su puerta, al otro lado ya se sentía a Trancos esperando. La chica se giró para despedirse y Martín no lo pensó. Por segunda vez, casi en el mismo sitio que la primera, la besó. Un beso temeroso al rechazo, a no encontrar respuesta. No fue así en esta ocasión. Ella respondió primero con sus labios, luego con su cuerpo, apretándolo contra el suyo. ¡Era tan pequeña! ¡Parecía tan frágil entre sus brazos! Pero no lo era. En aquellos instantes podría haber logrado que él hiciese lo que fuera. Martín se atrevió a enredar las manos en su pelo, sintiendo las de ella aferrando sus brazos. Y allí estuvieron, besándose, perdidos el uno en el otro contra la puerta tras la que el galgo se había tumbado, sin importar el cansancio, los años que tuvieran, la rabia y la impotencia de momentos antes.

Pararon y Martín vio que ella mantenía los ojos cerrados.

– ¿Porque no abres los ojos? – susurró en la quietud del descansillo.

– No tienes la voz de un niño, ni el tamaño de un niño, ni las manos de un niño – dijo ella buscando sus manos – con los ojos cerrados puedo imaginar que he encontrado mi hombre de treinta años perfecto –

– Bueno, has encontrado a uno de casi dieciocho que está loco por ti – dijo él sobre su pelo.

– Me costó mucho no responder a aquel primer beso, no creas que no. Tuve que luchar contra mi misma para no reaccionar – confesó ella abriendo al fin los ojos para mirarle.

– Ahora no tienes que hacerlo – dijo él besándola de nuevo.

11 ARGOS PROTE

1 ARGOS SEÑALA Argos me lo presentan como el mastín más bueno del mundo. Está en Salamanca, en el refugio de la Protectora de Animales de Salamanca (ASPAP).

A Argos lo rescataron con una señal de tráfico enorme colgada del cuello, que le habían puesto para que no se escapara (tremendo), sin comida ni agua por que su dueño insistía en que «los perros aguantan bien sin comer», en un lugar cochambroso. «Encontramos un precioso mastín muy jovencito que en cuánto nos vió empezó a mover el rabo y a poner su cabeza contra los barrotes de la puerta para recibir una caricia de dos extrañas».

Argos es noble, bueno, cariñoso, obediente, le encantan los niños, «es muy delicado cuando le damos las chuches y sobre todo el perro ideal para dar abrazos».

Contacto: Asociacion Salmantina Protectora de Animales y Plantas protectora_salmantina@hotmail.com

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Un perro llamado Milagro (abandonar es de miserables, abandonar a un animal enfermo aún más)

mode3Es fácil deducir porqué a este perro le han puesto el nombre de Milagro. En la imágenes que hay bajo este texto podéis ver el estado en el que llegó a la protectora valenciana Modepran. Llegó con severas heridas en la piel y ojos fruto de la leishmania, quemaduras solares y desatención general.

Por el tipo de lesiones, en la protectora están convencidos de que que tuvo que pasar mucho tiempo en la calle hasta que dieron aviso a la Policía. En la actualidad permanece en las instalaciones de la protectora recuperándose y lo que necesita es un hogar en el que «poder ser feliz, donde compartir su milagro de vivir a pesar del estado en el que se recogió».

Abandonar a un animal es de miserables. Abandonar a uno enfermo
, con frecuencia precisamente porque está enfermo, es algo para lo que me sobran calificativos y ninguno es agradable. Por desgracia es algo que sucede demasiado a menudo.

Un perro o un gato, a lo largo de su vida, es muy probable que necesite en algún momento un tratamiento veterinario, determinadas pruebas, alguna cirugía… todo eso vale dinero, todo eso puede suponer trastornos en nuestros horarios para suministrarles las medicinas, para cambiarles vendajes o llevarles a revisiones.

Y ese coste en tiempo y dinero hay que estar dispuesto a afrontarlo. Si no es así, mejor no tener nunca un animal.

Milagro tiene leishmania, algo fácilmente tratable a día de hoy, que no impide tener una vida larga y saludable. Mi propia perra la tiene desde que la adopté y nunca ha supuesto ningún problema más allá de alguna analítica de control y algún tratamiento (primero con inyecciones subcutáneas, luego con un jarabe en el pienso). Es imperdonable que justo cuando más nos necesitan, los dejemos en la calle.

Milagro nunca se habría visto en ese estado si le hubieran atendido correctamente.

Contacto: Modepran Valencia 963479676 o en direccion@modepran.com

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No, los gatos no son egoístas ni traicioneros, simplemente no son animales jerárquicos

No, los gatos no son egoístas, traicioneros o interesados, tres adjetivos que he oído con frecuencia referidos a ellos. La sobreabundancia de vídeos online protagonizados por gatitos monos no ha logrado evitar esa mala prensa que aun los acompaña injustamente.

Los gatos no son como perros. Tampoco como nosotros. Simplemente hay que entender el tipo de animal que es el gato y no esperar que al olmo le crezcan peras.

Ellos no son como los perros, no son jerárquicos, no entienden que haya alguien por encima de ellos al que haya que obedecer ni lo entenderán jamás y por tanto su relación con nosotros vendrá marcada por esa manera tan felina de ver el mundo. Si aceptamos y entendemos eso, podremos tener una relación enriquecedora y diferente con cada gato. Que esa es otra, si cada perro tiene su carácter y personalidad, siempre he defendido que con los gatos esas diferencias están aún más marcadas en cada individuo.

Además, son animales muy territoriales, con frecuencia apegados a sus rutinas y poco amigos de los cambios. Aunque aquí también las individualidades mandan.

Los gatos no son interesados, egoístas o traicioneros. Los gatos nos miran desde una misma altura y nos ven como somos. Por eso para mí es un regalo tan preciado que un gato te entregue su absoluta confianza.

Que no entiendan de escalafones, sumisión u obediencia a un líder es también lo que hace tan difícil adiestrar a estos animales, por mucho que en numerosas pruebas hayan demostrado tener incluso más inteligencia que los perros.

Y muchos de estos fascinantes animales se hacinan en perreras y protectoras, sufriendo el encierro aún más que los perros, buscando una segunda oportunidad.

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A Misi, Homer y Retornado los rescataron en junio con apenas unos días de vida en una acequia bajo intensas lluvias.

Han logrado salir adelante y convertirse en tres preciosos cachorros, juguetones y divertido si que necesitan con urgencia casa de acogida temporal o adopción definitiva. Mejor lo segundo, claro,

Contacto: julia.refugiodelviento@gmail.com

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Se acerca la temporada de las rehalas, la caza mayor con perros

imageMucho se habla de la temporada de caza con galgo, de que febrero es el mes que acaba esa temporada y también la buena suerte de muchos galgos. Se habla bastante menos de las rehalas, del uso de un grupo de perros en caza mayor, normalmente con jabalíes.

Yo hablé de ello aquí hace siete años Con la colaboración de la responsable de la protectora de Cáceres.

La mayoría de las rehalas se les cuida deficientemente, se les mal alimenta y al que no regresa a la llamada tras acosar al jabalí, en el monte se queda herido o perdido.

Las hay también en las que se busca perros uniformes (todos el mismo tipo de mestizo) con buena presencia y se les atiende mejor, pero no tienen un futuro menos negro.

«Son detestables y odiosas, estas fotos que te mando, son un ejemplo. Nos dejaron a cinco mastines atados a la puerta, algunos con orejas y rabo cortados, todos en un estado lamentable. Hubo que eutanasiarlos.

Pocas son las rehalas que tienen a sus animales cuidados. Aun así, aunque tengan comida, cuidados veterinarios, viven de por vida en una perrera, eso no es de recibo.

Pero hay todavía demasiadas rehalas o recovas en las que no hay control, en las que las hembras en celo viven entre sangrientas peleas de machos para conseguir montarla, donde la comida es pan y sobras de comidas, donde se admite cualquier perro.

Yo he visto desde husky hasta boxers, pasando por cocker en rehalas, de dueños hijos de puta que como no querían a su perro, le dieron el peor final: formar parte de una rehala.»

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Capítulo 35 de Mastín: confesiones

Todos los viernes desde enero publico en este blog un capítulo de Mastín, una novela juvenil apta para adultos con la protección animal como fondo.

CAPÍTULO 35:

– No jodas más y dame las llaves – insistió Irene con una mano en la cintura y la otra extendida.

– Estoy bien, de verdad – aseguró Fran sin hacer el menor amago de entregar nada a nadie.

– ¡Mira que eres coñazo! Irene no ha bebido nada y conduce de puta madre, no le va a hacer nada a tu flamante coche nuevo – dijo Mario arrebatándole las llaves de la mano, accionando el cierre centralizado del Yaris plateado y empujando a su amigo – Anda, siéntate detrás conmigo que sufrirás menos. En días como hoy hay mucho control de alcoholemia, aunque estés bien, conduciendo Irene te ahorras la multa –

Irene recogió las llaves y se dirigió al asiento del conductor, Martín se sentó a su lado, percatándose al hacerlo de que de perfil el escote se abría aún más y mirándose a continuación los dedos. Ninguno de los amigos de Mal habían estado jamás en la perrera y no tenían ni idea de cómo llegar, a él le tocaba guiarles. Ella se había ido con Lobo en la moto hacía ya un buen rato. La Triumph estaba aparcada cerca del garito en el que estaban, y ellos habían tenido que andar un cuarto de hora hasta llegar al coche de Fran. El chico agradecía que se hubieran prestado a llevarle a la protectora. De no haber sido así tendría que haberse buscado la vida para volver a casa en transporte público, pillar la bicicleta e ir a oscuras. Tenía clarísimo que no iba a quedarse en casa a esperar a que le contaran lo que había pasado. No quería que acabara la noche. No quería no estar ahí en lo que fuera que hubiera pasado. No quería que aquel motero silencioso estuviera allí con ella y él no.

Procuró no pensar en lo que encontraría en la protectora o en la imagen de Mal agarrada a Lobo sobre la moto y se fijó en cómo la conductora maniobraba por aquellas calles estrechas. También daba gracias porque Irene no bebiera, “estoy a dieta y beber alcohol es como beber chupitos de aceite” le había dicho. Si Fran, con sus dos cervezas y sus dos copas se hubiera puesto al volante, se habría encontrado ante la encrucijada de entrar en el coche contraviniendo directamente la orden expresa de su madre de no subir en ningún vehículo que condujera alguien que había bebido, u obedecer y tener que buscarse la vida para llegar a la protectora de madrugada jugándose también el culo en una carretera oscura sobre una bicicleta sin luces ni apenas reflectantes.
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Bruce, Ángel y un plan animalista en Madrid este sábado

Este sábado hay uno de esos eventos animalistas que merece la pena visitar si andamos por la zona. Un lugar estupendo para ir con o sin niños, impregnarnos del espíritu proteccionista, pasarlo bien y ayudar en lo que esté en nuestra mano. En el cartel podéis ver toda la información. Lo organiza aiBa en el parque de Valdemoro, un lugar estupendo que supone un extra.

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También os dejo dos de los mas urgentes que tienen en la protectora. Buscan adoptantes para ellos, padrinos en su defecto ya que el pago de residencia les está ahogando y son perros que necesitan ya una familia responsable.

El evento se puede compartir directamente desde el facebook de la asociación.

Contacto: aiba.adopciones@gmail.com
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La pequeña Blanca necesita un hogar (y los beneficios de la esterilización)

Blanca, la belleza que veis en la foto, tiene apenas nueve semanas. A Blanca la dejaron junto a sus dos hermanos en muy mal estado a unos cazadores en la puerta de la casa de David. Tuvieron suerte de dar con una de esas personas que no miran hacia otro lado y que deciden complicarse la vida para ayudar a los animales desamparados que se encuentran en su camino.

David me cuenta que Blanca es cruce de teckel, que tiene muy buen carácter y es muy sociable. Está creciendo con sus niños y con su perro labrador, es decir, bien socializada.

Ahora qya está recuperada, limpia, desparasitada y vacunada y necesita un buen hogar. Mide unos diez centímetros de altura, será tirando a pequeña, es poco probable que pase de los ocho kilos de adulta.

Está en Muros, A Coruña. Hay que ir que ir a buscarla y se hará seguimiento.

Contacto: davidmiranda1988@gmail.com 637260659 (de 16:00 a 20:00 atiende whatsapps).

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No es cierto que en los pisos solo se puedan tener perros pequeños

IMG-20150908-WA0030_resizedNo es cierto que en un piso sólo puede haber perros pequeños. Lo he escuchado muchas veces y soy consciente de que es una de las falsas creencias más habituales. No es cierto, igual que pasa con la gente, lo mas importante es el carácter del animal. Pero es una falsa creencia que conduce a que fantásticos perros de gran tamaño se pudran en perreras y protectoras con muchas menos posibilidades de encontrar un hogar.

Lo he dicho ya aquí varias veces, hay perros pequeños que son puro nervio y tienden a ser como diablos de tasmania en miniatura, todo bullicio y destrozo. En cambio hay canes de tamaño mediano o grande con complejo de alfombra que no darán ni gota de guerra.

Yo he convivivido con un hombre de más de noventa kilos en un piso de noventa metros cuadrados y os aseguro que podía estaba allí perfectamente, igual que el cruce de pitbull que teníamos por entonces. Mis mejores amigos tenían un mastín enorme en un piso de un dormitorio y luego tuvieron un golden retriever tamaño XL.

Y sí, todos los perros necesitan pasear y hacer ejercicio por su salud física y mental, pero un pequeño terrier puede necesitar más ejercicio que un enorme mastín.
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