A veces vemos noticias terribles en las que son niños los que maltratan animales indefensos, el último caso que ha dado lugar incluso a una protesta en Madrid este fin de semana ha sido el de Broken, una cachorra de gato que ha muerto tras la paliza de unos cachorros humanos que decidieron usarla como balón de fútbol.
Pero yo soy optimista, no es la primera vez que os digo que creo que vamos a mejor, que cada generación está más concienciada y es más sensible que la precedente, no solo respecto a protección animal.
Soy optimista pese a que es cierto que ese lento avance se pavimenta sobre el sufrimiento y la muerte de miles, a que también es cierto que hay que hacer lo que esté en nuestra mano para acelerarlo. Las protectoras luchan vaciando el mar a cubos y es imperativo que se sepa lo que está pasando, por eso me desgañito desde hace más de una década en este blog. Pero es también vital que niños y jóvenes se enteren para que obren con sensibilidad y respeto, y por eso me embarqué en la escritura de Mastín.
Una muestra de que hay motivos para creer que las generaciones venideras nos superarán ha venido de la asociación Mascoteros Solidarios, que me envía la historia de Nicolás, un niño de Móstoles al que es de ley poner como ejemplo:
Nicolás no es un niño más, de una familia cualquiera. Y ahora entenderéis por qué. Hace unos días, la familia de Nicolás estaba preparándole una fiesta de cumpleaños, una celebración con sus familiares y amigos. La sorpresa llega cuando su familia le pregunta qué quiere de regalo de cumpleaños y Nicolás contesta:
«Quiero que en vez de recibir yo los regalos, los reciban aquellos que más lo necesitan.»
La familia se queda atónita por la respuesta de Nicolás. Pero ¿cómo no sentirse orgulloso de la bondad de este niño? Entonces les comunican a todos los invitados el deseo del anfitrión para que nadie traiga regalos a Nicolás. Y mientras el niño se pone en marcha y comienza a fabricar una hucha para ponerla en su fiesta de cumpleaños, para que todo el mundo pueda depositar allí el dinero que hubieran gastado en un videojuego, la camiseta de su jugador favorito de fútbol o cualquiera de sus juguetes favoritos.
Cuando llega el gran día, Nicolás saca orgulloso su creación: una hucha realizada con todo su amor y en la que se puede leer «Donativo para mejorar la vida de animales abandonados y terapias asistidas con animales». Al terminar la fiesta, Nicolás entrega la hucha a su madre para que se lo entregue a «esa asociación que salva animales» y de la que le oye hablar: Mascoteros Solidarios.
La hucha contiene 138 euros, una donación muy significativa no sólo por el valor monetario sino por el valor sentimental de la misma. Después del cruel caso de Broken, saber de historias como estas hace que todos tengamos de nuevo esperanzas en un futuro mejor.
Gracias Nicolás, por ayudarnos a conservar la fe.
Un abrazo para este chaval y para quienes educan a sus hijos en el camino del respeto y del bien.
¿Por qué, en cambio, como leía ayer, hay quienes organizan cursillos para «adoctrinar» a los niños en lo denominado «fiesta nacional» (espectáculo de maltrato y muerte de toros)?.
En fin…..
29 junio 2015 | 17:10
Maltratar y/o matar a un animal no es cosa de críos. El amor y el respeto hacia ellos se inculca en casa.
Pequeñas gotas de esperanza en un mar de sufrimiento.
Que cunda el ejemplo.
30 junio 2015 | 9:49
Espero que siga así y no se desencante con la actitud de la gente, que para mi a diferencia de lo que opina la autora creo que vamos para atrás. Aumenta el nivel de educación pero no va en consonancia con la actitud frente al maltrato animal.
30 junio 2015 | 9:58
Historias cuentos chinos y comida de tarro, al pobre crio
Menos enseñarle que los animales estan para servicio, bienestar, sustento y abrigo de los humanos
guste a quien guste …
30 junio 2015 | 14:22