«Ella te gusta», capítulo 19 del libro animalista por entregas #Mastín

Fiel a mi cita, aquí tenéis un nuevo capítulo de mi folletín animalista. Quiero hacer una buena novela juvenil, capaz de gustar a adultos y con el marco de la protección animal para dar a conocer la problemática existente.

CAPÍTULO 19:
loba3Dejar que el tiempo transcurra suele funcionar. Martín lo sabía, estaba harto de oírlo, pero no lo había interiorizado hasta que murió su padre. Si el paso del tiempo había resultado efectivo con algo así, era imposible que no lo fuera tras una simple discusión con Manu. Simplemente el hecho de tener el domingo para serenarse le había servido para ir el lunes a clase apenas turbio, incluso con ganas de verla y arreglarlo. Aún así, procuró salir con el tiempo justo y escogió una ruta distinta, no quería encontrársela a solas camino al instituto. Lo que tenían que hablar llevaría tiempo. Por ese mismo motivo se había negado a ir durante el descanso entre clases a las gradas en las que él la había besado tras aquella noche en la que se dejó arrastrar. Había preferido esperar y hablar al salir del instituto en algún rincón tranquilo.

La mañana se les hizo eterna a ambos, ambos conscientes el uno del otro, cordiales pero procurándose la compañía de otros que a su vez se estarían preguntando qué pasaba con ellos. ¿Habrían roto? ¿Seguirían juntos? Tras la última clase se buscaron al fin y bajaron hasta la calle hablando de trivialidades. No fueron a las gradas, con el buen tiempo habría demasiada gente haciendo deporte o simplemente disfrutando de algo de tranquilidad al sol. Recorrieron el lateral de un centro de salud cercano al instituto hasta llegar a un banco parcialmente oculto entre los árboles de un parque descuidado por el que apenas cruzaban unos pocos vecinos de paso.

A Manu también parecía haberle servido el transcurrir del tiempo. Se respiraba sosiego y ganas de entendimiento. Se pidieron disculpas por lo que se dijeron el uno al otro en aquella casa toledana, por cómo obraron. Hablaron de lo que sentían, de sus motivos. Ella insistió en su sensación de querer más, de notarse con frecuencia un segundo plato y no poder soportarlo. Él recalcó de nuevo su necesidad de no sentirse ahogado, de poder disponer de su tiempo y dedicarlo a la protectora, a sentirse útil, valioso. Ella le hizo saber que él era valioso para ella. Él prometió que ella no era nunca un segundo plato pero que no podía anteponerla a todo. Y llegado ese punto Manu afirmó mirando al suelo:

– Ella te gusta –

– ¿Qué demonios quieres decir con eso? – replicó exasperado Martín, sabiendo sin necesidad de preguntar que hablaba de Mal – Claro que me gusta, y también me gusta Andrés, Loles la panadera que me daba cuscurros de pan a los tres años y la profesora de Historia. Habla claro –

– Sabes perfectamente lo que quiero decir. Que ella te gusta en el mismo sentido en que te gusto yo, o al menos en el que creo que te gusto yo – Manu le miraba esperando que lo negase. Tal vez hubiera sido lo más fácil, pero se sentía incapaz de hacerlo. Las palabras le desbordaron.

– ¡Por el amor de dios! Claro que me gusta. Es guapa, es lista, es una persona interesante con la que me siento a gusto y que me hace recapacitar y me está abriendo los ojos. Pero puedes estar tranquila, tiene diez años más que yo y nunca va a pasar nada. Para ella soy un crío y para mí ella se está convirtiendo en una especie de hermana mayor. Probablemente yo para ella vaya también camino de ser un hermano pequeño. Si tuviéramos la misma edad tal vez te estaría diciendo otra cosa, no lo sé. Pero las cosas son como son y no tienes que preocuparte. Y es normal que nos gusten en ese sentido que dices otras personas. Es lógico es fijarse e incluso fantasear con otras personas. Aunque sea con idiotas como Alberto. Y no pasa nada. Probablemente es algo que nos sucederá también cuando seamos viejos y estando aún enamorados hasta las trancas. Tenemos ojos y hormonas, es normal. Lo raro sería lo contrario. No te tienes que preocupar porque tú también me gustas, también eres guapa, eres lista y eres una persona interesante con la que me siento cómodo. Al menos es así la mayor parte del tiempo; cuando te pones celosa sin motivo, desprecias lo que para mí es importante o entras en ese estado de ánimo incomprensible en el que algo te pasa y no me lo dices por mucho que te lo pregunto, te juro que me pregunto si seguir con esto merece la pena. Pero creo que sí y sigo queriendo intentarlo –

Había elevado la voz mientras hablaba, había sido un discurso apasionado y revelador. Manu tenía los ojos vidriosos, pero esbozaba una sonrisa sincera y valiente intentando contener las lágrimas. Se miraron en silencio durante unos momentos.

Martín se dio cuenta de que acababa de sincerarse consigo mismo tanto o más que con su novia. Mal le gustaba, había ignorado ese vuelco que le daba el estómago cuando la veía aparecer y había procurado superar el hecho de que cuando se dirigía a él le ponía muy nervioso, pero nervioso de verdad. Ya era hora de reconocer lo que tenía delante de las narices. Con Mal nada había que pudiera hacer salvo aprender de ella y cuidar su amistad. Manu en cambio estaba allí mismo, al alcance de sus caricias. Su amiga desde que entraron en el colegio a los cuatro años, preciosa y llena de inseguridades, inteligente y aprendiendo a manejar esa relación que había surgido tras años de cumpleaños en parques de bolas, carreras por el patio, cuentos y libros intercambiados y preocupaciones infantiles compartidas que ahora le parecían ridículas. Martín extendió la mano para rozar la de ella, un toque liviano que pareció poner todo en su sitio. La sonrisa se afianzó y el brillo de sus ojos detuvo su temblor. Manu no solo le gustaba, a Manu la quería aunque a él también le quedara mucho por delante para aprender a manejar todo aquello. La quería pero no se lo diría. No ese día. No tan pronto.

– ¿Qué están haciendo? –

Martín se giró para ver lo que había captado la atención de Manu. En la esquina opuesta del parque estaban Alberto y Carlos. Habían interceptado a Juan en el camino a su casa; el pobre chico protestaba y los otros reían.

Hubo un rápido forcejeo y Alberto se subió al pequeño tobogán infantil con forma de jirafa y alzó el brazo. Tenía algo oscuro y rectangular en la mano y toda la atención de Juan, al que se oía quejarse bajo las carcajadas y las chanzas de los otros.

– Creo que le han quitado el móvil – dijo Martín poniéndose de pie.

– ¿Dónde vas? No te metas. Por grande que seas, ellos son dos y están más acostumbrados a las broncas que tú –

– Son unos hijos de puta. Mira al pobre Juan – respondió el chico con rabia.

– No es como si estuvieran dándole una paliza, simplemente están haciéndole de rabiar un poco. Acabarán devolviéndole el móvil, ya verás. No son tan tontos como para tocarle un pelo. En serio, no te compliques la vida – replicó ella tirándole del bolsillo del vaquero para que se volviera a sentar.

Martín se mantuvo en pie, indeciso. Incapaz de sentarse y dejarlo pasar pero dudando sobre si intervenir, por mucho que le ardiera la sangre al ver a esos payasos amargar al pobre chico. Seguía así, en la duda, cuando de repente Alberto lanzó el móvil a las manos de Juan, que arrancó una carrera tambaleante, como una cigüeña incapaz de volar que no supiera qué hacer con sus alas. El idiota de Alberto bajó del tobogán y se alejó sin prisas en compañía de su colega.

– Tú sí que no tienes que preocuparte más por ese matón. A ti te gustará tu vecina, pero a mí Alberto no, no me gusta nada – dijo Manu entre dientes.

***

Había estado estudiando toda la tarde. Hacía resúmenes de los apuntes y luego esquemas de los resúmenes que acababa esquematizando aún más. Había descubierto el año anterior que quedarse con lo esencial era la mejor forma de retener y comprender las asignaturas y de evitar perder el tiempo ausente, abstraído con cualquier cosa. Aguantó preparando el examen hasta las diez de la noche, emergió de su cuarto con un hambre feroz y se lanzó a por su móvil como paso previo a preguntar que había de cena. Cuando se metía a estudiar dejaba el teléfono en el salón para evitar distracciones. Tenía mensajes de Manu, de los de clase y de Mal, que no encontraba ninguna casa de acogida para la perra que habían rescatado.

Se dejó caer en el sofá, completamente saturado. Su madre estaba al lado, tapada con la manta y viendo un episodio de Mad Men. Martín había intentado ver esa serie que la fascinaba, pero él solo se había sentido fascinado por la preciosa pelirroja llena de curvas que hacía de secretaria. Era muy lenta para él. Su madre había dicho que le faltaban al menos quince años para entenderla del todo y disfrutarla.

– ¿Cómo puedes taparte con la manta? Estamos en mayo –

– Por las noches no hace calor, se sigue agradeciendo la mantita –

Martín suspiró. Lo del termostato interno averiado parecía ser común a todas las mujeres.

– Mamá, quería proponerte algo. Mira, en la protectora… –

– Espera – dijo su madre buscando el mando para detener la serie y prestarle atención.

– Como te decía, en la protectora no están siendo capaces de encontrar un hogar de acogida para Manu, la perra que rescatamos cuando… –

– ¿Esa perra se llama Manu? ¿Ha sido por tu Manu? ¿No es un poco raro? –

– Aún está convaleciente y no es plan de llevarla a un chenil – continuó el chico ignorando el comentario de su madre – Lo que necesitaría es una casa en la que estar tranquila hasta que se restablezca. Con las casas de acogida, ellos se encargan de costear el veterinario, el pienso… –

– No, no vamos a meter otro perro en casa teniendo aquí a Logan. Lo siento, pero no – volvió a interrumpir ella.

– Sería muy poco tiempo. Una acogida breve para que se recupere de la intervención. Es una perra muy dulce. Se llevaría bien con Logan. En la protectora se hacen cargo de todos los gastos…-

– Que no me lo vuelvas a contar, que ya me lo sé. Mi respuesta es la misma. ¡No!. Logan es muy mayor, con la llegada del calor lo está pasando peor. ¿Notas que se cansa antes y que le cuesta más respirar? Cuando el verano apriete será aún más duro para él, y julio está a la vuelta de la esquina. Está muy viejito y delicado. No voy a meter aquí a un perro desconocido que le altere. Déjale en paz el tiempo que le quede en esta casa, que ojalá sea mucho, pero no lo tengo tan claro –

Martín observó al pitbull, era cierto que se pasaba la vida en el suelo de la cocina, que estaba más frío que el resto de la casa, y que su respiración era rápida y entrecortada con demasiada frecuencia. Los paseos nocturnos se limitaban ya a depositar la basura en el contenedor y volver utilizando el ascensor. No quería pensar que estaba agotando sus días, descartó aquel pensamiento con rapidez y acató la decisión de su madre. Quizás tuviera razón, mejor dejarle en paz aunque le partiera el corazón ver a tantos perros en la protectora que se beneficiarían de una acogida temporal.

Su madre le miró a los ojos para asegurarse de que no iba a insistir y volvió a su serie. En la televisión apareció la pelirroja explosiva. Aquello le distrajo. Tenía una piel preciosa, la boca enorme y unas curvas de vértigo.

– ¿Qué hay de cenar mamá? – dijo cuando aquella actriz desapareció dando paso al repeinado de Don Draper y el embrujo se deshizo.

– Yo ya he cenado. En la nevera tienes salmón ahumado, pepinillos, salsa de eneldo y el pan que te gusta. Puedes hacerte un sándwich. También tienes croquetas congeladas y un trozo de tortilla que quedó de anoche. Y lechuga, tomates y atún si prefieres una ensalada. Tú mismo –

Martín arrastró los pies a la cocina. Igual que en ocasiones clamaba por ser adulto de una puñetera vez, en momentos como esos casi echaba de menos tener diez años. Sacó la bolsa de las croquetas y mientras el aceite se calentaba en la sartén miró de nuevo el móvil.

– ¡Cabrones! –

loba1

Loba es una pastora alemana que está en una residencia. Necesita con urgencia acogida o adopción. Tiene leishmania y uveitis en un ojito (no es grave, no es contagiosa, es una inflamación de una capa del ojo) y es mejor para ella estar en una casa o en un hogar definitivo.

Tiene 4 años y 30 kilos,fue rescatada cuando la iban a sacrificar de una perrera de Valencia. «Es una perrita muy buena y de verdad, súper cariñosa, muy apegada a humanos y sociable con otros perros. Tiene muy buen carácter y es espectacular».

Se entrega con contrato de acogida o de adopción. Se hace visita antes de la entrega y se puede ir a conocerla y pasearla a la residencia.

Contacto: aldakaleundome@gmail.com

imagePor cierto, este fin de semana arranca la Feria del Libro de Madrid. Yo he ido todos los años. Unas veces sola, otras con amigos, las últimas veces con Julia y Jaime. He recorrido los puestos, curioseado los libros, comprado algunos, he visto colas enormes esperando la firma de algunos autores y a otros escritores esperando en soledad.

Nunca me he acercado buscando una firma en la feria del libro, ni de unos ni de otros. Pudor tal vez. Que soy muy poco mitómana también. Sólo los que estaban poco solicitados llamaban mi atención, pero no llegué a acercarme. «¿Y si curioseo el libro delante de las narices del autor y luego no me parce comprarlo?». Pudor de nuevo. Ahora sé que no pasaría nada.

Os invito a no hacer como yo y a que os acerquéis a verles, a que vengáis a verme. Estaré firmando ‪‎Galatea‬ este viernes 29 de mayo a las 19 en la caseta de la Librería Lobo Flaco y el domingo 7 de junio a las 12 en la de en Punto y Coma.

Nunca imaginé que yo sería uno de esos escritores apostados esperando potenciales lectores. Y me hace muy feliz. Si vosotros también gustáis de pasear por el Retiro entre libros, sería feliz si elegís este viernes o ese domingo para acompañarme.

Algunas reseñas y entrevistas sobre Galatea en Lectura y Locura, JotDown, Público, Nuevo BestSeller Español, 20minutos, PACMA o TodoLiteratura.

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1 comentario

  1. Dice ser carey

    Bien Melisa!! Me encanta que ahora se vaya a tratar el tema del acoso escolar. Más voces se deberían levantar contra él.

    Tengo una teoría sobre Mal y la perrera. Como es una perrera y no protectora algunos de los perros acabarán siendo sacrificados por «»»»inadoptables»»»»», leishmaniosis… etc. Probablemente uno de los que haya rescatado él. Cuando Martín descubra eso se enfrentará a Mal y eso provocará una ruptura entre ambos, o, al menos, se le caerá de un pedestal.

    29 mayo 2015 | 12:10

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