¿Alguna vez te has encontrado a un perro abandonado?

Esta es la quinta entrega del folletín animalista que estoy publicando en este blog todos los viernes. Un libro por partes con el que quiero aprender y experimentar una nueva forma de escribir. Quiero hacer una buena novela juvenil, apta para todos los públicos, con el marco de la protección animal para dar a conocer y concienciar sobre esta realidad. Continuará el próximo viernes.

***

QUINTA PARTE:

– No sé cómo eres capaz de dormir tanto. Ayer te fuiste a la cama a las once y casi es la una. Ya iba a ir a ver si respirabas, como cuando eras un bebé –

La mastina de la imagen, aún una cachorra, está en adopción en Córdoba. Contacto: maricelibour@hotmail.com 600351514

La mastina de la imagen, aún una cachorra, está en adopción en Córdoba. Contacto: maricelibour@hotmail.com 600351514

Martín miró el reloj de la pared. Eran poco más de las doce y media, no era para tanto. Hay una diferencia importante entre despertarse a las doce y pico o a la una, pero no iba a discutirlo con su madre.

– Estaré creciendo – dijo dirigiéndose a la cafetera de cápsulas.

– Esa excusa no va a servirte durante mucho tiempo – contestó ella azotándole en el hombro con el paño de cocina.

Llevó la taza, un puñado de galletas y el móvil al salón. En cuanto se sentó en el sofá, Logan trepó como pudo a su lado y se convirtió en un ovillo gigante y cálido contra su cadera. Tenía bastantes mensajes sin leer, varios del grupo de whatsapp de los colegas del instituto quedando para esa noche. Solían verse todos los sábados a la misma hora y en el mismo sitio, no había necesidad de andar rompiéndose la cabeza cada fin de semana. Aquella noche Andrés celebraba su cumpleaños, así que le iban a venir bien las horas de sueño acumuladas.

Dejó la taza en la pila y la llenó de agua para que luego fuera más fácil fregarla y volvió junto a Logan y su móvil. Al poco su madre se unió a ellos en el sofá.

– ¿Qué planes tienes para el fin de semana? Si te apetece podemos ir juntos al cine, hace mucho que no vamos –

– Estaría bien, pero casi mejor la semana que viene. Hoy quiero estudiar un rato después de comer y por la noche he quedado con éstos. Mañana por la tarde tendré que estudiar otro poco –
– Veo que estás dando por perdida la mañana del domingo. Sabes que no te quiero aquí más tarde de las tres de la madrugada. Y ya es bastante, yo a tu edad tenía el toque de queda a medianoche, como Cenicienta –

– No te preocupes, ya sabes que muchas noches estoy aquí antes incluso –

– Me preocupo, claro que me preocupo. Una vez alguien muy sabio me dijo que cuando tenías hijos comenzabas a ver la playa como un montón de agua llena de tiburones –

– ¿Alguien muy sabio? ¿Algún tipo con barba blanca tipo Gandalf?-

– No… La panadera – contestó su madre ahogando una risita. Martín también dejó escapar una breve carcajada.

Siendo un adolescente debería sentirse incomprendido por su madre, pero no era el caso. No tenía motivo de queja. Es verdad que en alguna ocasión se había encerrado en su cuarto enfadado con ella y ya de paso con el mundo. ¡Quién a los casi diecisiete años no lo ha hecho! Pero habían sido pocas veces y se le había pasado pronto. Su madre era una persona razonable. No siempre estaban de acuerdo, pero con frecuencia pensaban de manera semejante. Ni ella había sido de gritarle cuando era más pequeño ni lo era él ahora de gritarle a ella. Y no olvidaría nunca cosas como que sus padres le llevaron a Disney a los siete años y se tragaron unas colas horrorosas por separado para que disfrutara de casi todas las atracciones. La vida en casa no era un drama, pese a la ausencia de su padre.

– ¿Mamá, alguna vez te has encontrado a un perro abandonado o perdido? – preguntó en un impulso repentino mientras acariciaba la suave piel del cuello del pitbull. No había previsto hablar con su madre del dueño de aquellos ojos casi dorados al que no había sabido o podido ayudar y que era incapaz de olvidar. Era algo que le solía pasar, las palabras salían de su boca antes de que él hubiera decidido contar algo.

Ella se incorporó un poco antes de contestar.

– En cuatro o cinco ocasiones los he visto, vagando por un lateral de la autovía o rondando algún polígono. Solo dos veces me los encontré frente a frente. El primero era un perro que acababa de perderse por el centro. Su dueña le había atado frente a la frutería mientras hacía la compra, pero de alguna manera se soltó y salió corriendo asustado. Tenía una chapa con un móvil, llamé y vinieron inmediatamente a por él. El segundo estoy convencida de que había sido abandonado. Fue paseando a la beagle que teníamos antes de que tú nacieras. Era un braco o un pointer, siempre confundo esas dos razas, estaba en los huesos, tenía heridas en las orejas y el cuello, pero era muy dulce y dócil. Estaba exhausto, deshidratado. Le di agua, lo metí en el coche y llamé a tu padre que estaba en el trabajo para que me localizara el teléfono de alguna protectora cercana por Internet. En aquel entonces no teníamos Internet en los móviles, de hecho no era tan frecuente tenerlo en el trabajo. En la protectora me dijeron que no podían recogerlo, que estaban hasta arriba. Me dieron dos posibilidades: la primera era que yo me lo quedase en casa hasta que tuvieran un hueco, la otra era llevarlo a la perrera municipal, que está obligada a recoger todos los animales abandonados que aparezcan por el municipio –

– ¿Qué hiciste? –

– Pedir la dirección de la perrera y llevarlo allí. Solo tuve que firmar un impreso con información sobre el perro y dónde lo había encontrado –

– Eso de llevarlo a una perrera no suena muy bien – objetó Martín sin dejar de acariciar a Logan, que había maniobrado en el sofá hasta ponerse patas arriba.

– Entonces no concebía tener dos perros en casa, aunque fuera temporalmente. Me dio vértigo meterlo en casa. A día de hoy tal vez hubiera sido otra historia. En cualquier caso estaba mejor en la perrera, con atención veterinaria, agua y alimento, que vagabundeando por ahí muerto de hambre. Los de la protectora me dijeron que a veces sacaban de allí perros para buscarles un hogar. Y en la perrera también va gente a adoptar y me aseguraron que solo sacrificaban cuando no quedaba más remedio. Me planteé durante un tiempo volver y preguntar por él, pero al final nunca lo hice. Simplemente pasaron los días y llegó un momento en el que ya era tarde. ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué esa curiosidad repentina? – preguntó su madre ladeando un poco la cabeza, algo que a Martín siempre le había hecho mucha gracia. Le recordaba a un pájaro sorprendido.

– El jueves fui con Manu y Logan al pinar y encontré a un perrillo abandonado o perdido, no lo sé bien. Tampoco supe reaccionar, Manu me dijo que te cabrearías-

– Vaya, ahora Manu conoce a tu madre mejor que tú – resopló ella.

– No fue solo eso. No sabía qué podía hacer. No sabía cómo traerlo. Realmente no sé muy bien cómo sucedió, imagino que también me dio ese vértigo. La cosa es que lo dejé allí y no creo que hiciera bien –

Su madre suspiró, se recostó en el respaldo del sofá y clavó en el una de esas miradas previas a un sermón o una explicación importante que Martín tan bien conocía.

– Escúchame bien jovencito, tienes un móvil, que yo pago por cierto, no solo para jugar al Candy Crush o enredar en redes sociales. Puedes llamarme en cualquier momento que no sepas qué hacer. Y estoy harta de decirte que puedes contarme cualquier cosa. No me voy a enfadar irracionalmente. Y si me cabreas ya se me pasará. Soy tu madre, te quiero y te ayudaré en todo lo que pueda –

– Lo sé, lo sé – dijo desviando la vista a la trufa húmeda de Logan y aguantándose las ganas de responder a su madre que ella estaba igual de viciada que él al juego de los caramelitos y al Facebook.

– Mañana por la mañana podemos acercarnos a ver si le vemos y podemos hacer algo por él y por tu mala conciencia. Así pasamos un ratito madre-hijo y además llenamos un poco tus mañanas del fin de semana con algo de existencia, que están desaparecidas en combate desde que dejaste el club de atletismo y el baloncesto. Deberías plantearte recuperar al menos una de las dos actividades –

– Soy demasiado grande para ser bueno corriendo. Y tampoco soy ninguna estrella del baloncesto –

– Y yo sé desde hace muchos años que no me vas a sacar de pobre ganando medallas y anunciando Nike o Adidas, pero es que no va de eso, va simplemente de hacer deporte, que es sano en muchos sentidos –

– ¿Vamos mejor por la tarde? Hoy es el cumpleaños de Andrés y volveré tarde-

Su madre soltó una carcajada antes de responder. – ¿No tenías que estudiar esta tarde? ¿No decías que solías volver antes del toque de queda? –

– Estudio un rato después de comer y luego vamos. Y te dije que muchas veces volvía antes, no que fuera a hacerlo hoy – contestó sacando la lengua entre los dientes, uno de sus gestos típicos que sabía que tenía desde muy pequeño.

– Prefiero tu sonrisa de Bruce Willis – dijo ella guiñándole un ojo.

***

Eran las seis cuando salieron juntos camino de aquel pinar geométrico. Siempre quedaban a las nueve de la noche, así que tenía tiempo de sobra para llegar a tiempo. Andrés iba a invitarles a dos o tres porciones de pizza, ningún gran dispendio, antes de meterse en algún garito.

Iban a buen paso, el frío animaba a ello. Su madre llevaba a Logan con unos viejos guantes de forro polar puestos y él iba con las manos en los bolsillos. El único que agradecía el frío era su perro. El verano anterior había estado muy apático, constantemente fatigado, deseando volver a casa con el aire acondicionado en cuanto pisaban la calle. Con la llegada del invierno parecía haberse recuperado. Martín confiaba en que el siguiente verano no fuese demasiado duro para el viejo Logan.

En unos veinte minutos llegaron a la zona del merendero en la que había visto al perrillo. No había ni un alma. Unas horas más tarde tal vez habría algunos coches de botellón y, más tarde aún, algunos más en los rincones más apartados del aparcamiento con abrigos y mantas colgados de las ventanillas. El había participado algunas veces y a espaldas de su madre en la primera actividad, para la segunda le hacía falta novia y coche.

Soltaron a Logan y recorrieron la zona en la que había más posibilidades de restos de comida, el rincón del sembrado por el que desapareció y los senderos que lo rodeaban, mientras Logan husmeaba y hacía sus cosas. No podrían buscar durante mucho más tiempo, Logan se cansaría demasiado y aún quedaba el camino de vuelta a casa. Además, él había quedado.

– Está precioso el pinar así, con esta hierba de invierno tan delicada asomando – dijo su madre con aliento de dragón.

– Sí, está precioso, pero no hay ni rastro del perrillo – replicó Martín cerrándose bien el cuello del abrigo.

– No te desanimes. Era muy difícil. Al menos lo hemos intentado y nos hemos dado un paseo juntos. Tal vez sea cierto que es de alguna de las naves del polígono –

Entonces lo vio. Al principio aquel bulto no le había parecido nada vivo, pero al acercarse quedó claro que era un perro. Estaba tumbado junto a uno de los pinos. Aceleró el paso en dirección al animal seguido de cerca por su madre. El pitbull se dio cuenta de que habían cambiado el rumbo, vio al otro perro y se arrancó al trote en su dirección. Cuando llegó junto a él el otro animal se incorporó como pudo para saludarle. Estaba bastante cojo.

No habían encontrado al perrillo blanco y negro de ojos dorados, lo que tenían delante era un mastín enorme.

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La mastina de la imagen, aún una cachorra, está en adopción en Córdoba.
Contacto: maricelibour@hotmail.com 600351514

* El próximo viernes, la sexta entrega. Si no podéis esperar ya sabéis que podéis comprar mi primera novela, Galatea, una novela de ciencia ficción solidaria con los perros y gatos abandonados, ya que la mitad de los beneficios irán destinados a ellos.

15 comentarios

  1. Dice ser Jc

    Siempre quereis engañar de la misma manera las empresas estas… dando pena utilizando la palabra adoptar, pero luego cuando llamas empiezan a pedirte cantidades de dinero por todos lados…
    Lo peor no son los perros abandonados, son los perros como vosotros que os beneficiáis de eso

    20 febrero 2015 | 9:18

  2. Dice ser lola amigo

    te superas cada semana!
    esto es peor que seguir un folletín por entregas Melisa, creo que lo has hecho a propósito para hacernos pensar de semana en semana, qué haríamos nosotros en esa situación
    ah! lo del folletín es una broma jajajajjaa!

    20 febrero 2015 | 9:18

  3. Dice ser ROSA

    SI HEMOS ENCONTRADO EN UN AÑO 4 PERROS ABANDONADOS VAGANDO PERDIDOS SEGURAMENTE (ELLOS ) SIN ENTENDER EN LA SITUACIÓN QUE SE ENCONTRABAN.

    LOS RECOGIMOS Y A CADA UNO DE ELLOS LOS LLEVAMOS AL VETERINARIO POR SUPUESTO NO TENIAN CHIP , LA PERRITA ESTABA MUY MALITA EN LA PRIMERA SEMANA TUVIMOS QUE OPERARLA.

    ADOPTAMOS LOS DOS PRIMEROS, LA TERCERA TAMBIÉN PERRITA Y EL CUARTO QUISO LA » CAUSALIDAD» QUE ENCONTRÁRAMOS A SU PROPIETARIOS.

    ESTAMOS TOTALMENTE CONCIENCIADOS CON EL TEMA DEL ABANDONO.

    20 febrero 2015 | 10:18

  4. Dice ser El de las caquitas

    y quien recoge las caquitas de estos perritos sin dueño?

    20 febrero 2015 | 10:24

  5. Dice ser carloscsj

    Yo tengo 4 perros y 4 gatos. Todos los recogimos de la calle. Y se llevan muy bien.

    20 febrero 2015 | 10:53

  6. Dice ser rosa

    Dice ser Jc

    Las protectoras no funcionan como empresas, con beneficios. Las protectoras tienen que mantener los perros que recogen o les llevan. Tienen gastos veterinarios, tienen que alimentarlos, limpiarlos, vacunarlos, esterilizarlos y tienen personal propio y voluntarios. Todo esto hay que pagarlo y es lógico.
    Comprar un cachorro de raza, cuesta mucho más y luego tienes que ponerle todas las vacunas, esterilizarlo, si quieres, chip, etc….
    Si te molesta tener que pagar la ínfima cantidad de dinero que piden, seguramente serás de los que no llevan a sus mascotas al veterinario cuando se ponen malos.

    20 febrero 2015 | 11:27

  7. Dice ser ESTHER

    Buenos días, gracias a todos por vuestra labor, impresentable el comentario del sr. JC, que pena de país.

    20 febrero 2015 | 11:29

  8. Dice ser Jorge

    Esto de que sea por semanas es un rollo!! Siempre me quedo con gana de más!

    20 febrero 2015 | 11:54

  9. Dice ser Laura

    Yo tengo un perro adoptado de una asociación y gustosamente pagué lo que me pedian por adoptarlo…estas asociaciones que rescatan perros,también les dan un lugar en el que dormir,comida diariamente y medicinas o piensos especificos si estan enfermos…no tienen ningún tipo de ingresos salvo donaciones y me alegra saber que mi perro salio adelante por ese dinero que valen las adopciones y que quizá el que yo di ,ha sido una ayuda para que muchos otros puedan salir también adelante.Por cierto,los perros adoptados se suelen dar con chip,desparasitados y con todas las vacunas hasta el momento de su adopción lo cual supera con creces el precio que uno paga por adoptar.

    20 febrero 2015 | 12:23

  10. Dice ser Geroonimo

    En un triste y oscuro pais como este ,donde la fiesta nacional consiste en torturar y masacrar animales Quien no ha visto alguna vez un perro abandonado ?

    20 febrero 2015 | 12:23

  11. Dice ser Alba

    Jc eres idiota, comenta sobre fútbol que de eso seguro que sabes, porque de como funcionan las protectoras y da la gran problemática animal que vivimos en España no tienes ni puta idea.
    Y sí, se hablar mejor, pero no quiero.

    20 febrero 2015 | 12:49

  12. Dice ser Alba

    Melisa te superas cada semana, me encanta leerte!, gracias por tu gran labor!! 🙂

    20 febrero 2015 | 12:51

  13. Dice ser perico

    Sí que me ha pasado, en el polígono donde trabajo había dos. Menos mal que los eché a patadas.
    Aparte de esto, muy buen blog.

    20 febrero 2015 | 15:52

  14. Dice ser Almudena Fer

    Pero si lo de folletín no tinen porque ser negativo!! Grandes novelas del s. XIX se publicaron como folletines por entregas: Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo de Alejandro Dumas, Los miserables de Víctor Hugo, Madame Bovary de Flaubert., Crimen y castigo y Los hermanos Karamázov de Dostoievski , y Guerra y paz de Tolstoy.
    Por cierto ¿este tiene título? Lo necesitará cuando se estudie en las facultades de literatura
    😉

    20 febrero 2015 | 16:30

  15. Dice ser Melisa

    Yo soy la primera que la llamo folletín, no hay problema 🙂

    20 febrero 2015 | 20:46

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