No imagináis cómo se agradecen esos carteles. Cuando veo uno de ellos en un bar, una tienda ropa, una peluquería, una farmacia, una joyería o una tienda de regalos, me da igual a lo que se dedique el establecimiento, ya cuenta con mis simpatías. Puede que jamás vaya con mi perra, pero ese lugar tiene más posibilidades de verme dentro que muchos otros.
Mi experiencia me dice que hay muchísimos sitios a los que se puede pasar si se pregunta. Yo tiendo a hacerlo. «¿Puedo entrar con ella?» pregunto desde la puerta con Troya a lado. Y es una perra de 25 kilos, sin raza, no penséis que es un chihuahua. Y en numerosas ocasiones me he encontrado con una respuesta positiva. También con frecuencia con la sorpresa de la gente que hay dentro por lo bien que se porta, que ni se nota que está.
Y sentíos libre de establecer vuestras propias reglas. Faltaría, más, que para eso es vuestro negocio. El videoclub que frecuentábamos hasta que cerró permitía sólo un perro en el interior, si ya había uno dentro había que esperar a que saliera. Me parce muy razonable. Es mejor admitir perros con restricciones (sólo perros en brazos, sólo atados muy cortos, de uno en uno…) que prohibirlos por completo.
Me da la impresión de que hay gente que teme que al poner un cartel de bienvenida se va a encontrar con el local convertido en una perrera. No es cierto. Probad y veréis. Y si lo hacéis poneos en contacto con Sr Perro para que os incluya en su guía de locales dogfriendly de toda España (las de Madrid y Barcelona tienen versión impresa). También hay una lista negra de locales, que una cosa es no admitir perros y otra ser innecesariamente desagradables al decirlo. Aún recuerdo una terraza en la calle de la que me echaron por ir con Troya de modo muy poco amable estando ya sentada. No me han perdido sólo a mí como cliente, os lo aseguro.
Y otra cosa, no los dejéis en la calle atados mientras os tomáis una copa o hacéis la compra perdiéndolos de vista, los perros se roban por muchos motivos: para malcriar, para malvender, para entrenar perros de pelea o simplemente por hacer una gamberrada.