Este sábado nos deja el que, la perspectiva del tiempo estoy seguro que lo hará, la persona más importante de la historia del fútbol español. Sí, es rotundo, pero estoy seguro de que como tal será recordado dentro de 20, 50 años, Luis Aragonés.

Luis Aragonés con la Eurocopa (EFE)

Mito del Atlético de Madrid, club del que fue jugador y entrenador (en varias etapas), nos deja mil momentos deportivos para el recuerdo, numerosas frases inolvidables y arranques de genialidad como lo que es: un personaje único.

El destino le reservó algo especial para el final de su carrera: entrenar a la selección española. El honor de dirigir al equipo de su país se mezcló con críticas feroces en su primera etapa. Fracasó en el Mundial de Alemania, cuando España no pasó de octavos, y fue renovado bajo una fuerte polémica. Sí, eran (o eramos) muchos los que pidieron un cambio en la dirección del combinado nacional.

Por el camino, tomó la decisión más difícil (y necesaria): dejó de convocar a Raúl González. El eterno ‘7’ del Madrid y de la selección no vivía ya su mejor momento, pero dejar de llamar a un mito es de todo menos sencillo. Recibió presiones inimaginables, aguantó gritos de ‘Raúl selección’ en cada aeropuerto, en cada entrenamiento, pero no se amilanó. No era de esos.

Y su camino con la selección siguió. La Eurocopa de Austria y Suiza era el siguiente paso y se confió en él. Más malos resultados y juego en ocasiones mezquino dio con la selección en la repesca. Todo eso dio igual. Él siguió firme con sus ideas y apostó por una idea innovadora en ese momento: juntar a numerosos ‘bajitos’ con talento para que monopolizaran el balón y tocaran sin descanso hasta que apareciera el gol.

Senna, Xavi, Cesc, Iniesta, Silva y Villa o Torres fue su revolucionaria en aquel entonces apuesta en el once inicial de centro del campo para arriba. Ni un leñero, ni un solo jugador que no tuviera buen tacto de balón, nada de mediocampistas que parecieran más atletas que futbolistas, muy de moda en aquel entonces. Solo talento.

Funcionó. España rompió la maldición de los cuartos (sí, con cierta dosis de suerte en los penaltis ante Italia), después aplastó a Rusia en lo que bien puede denominarse una oda al buen fútbol y no dio opción a Alemania en la inolvidable final del Prater de Viena.

Con la Eurocopa en el bolsillo, Aragonés lo dejó. O quizás no se hizo el esfuerzo necesario para que siguiera. Daba igual, la gloria era ya suya, tenía un lugar de honor en la historia del fútbol español. Gracias, ‘Sabio de Hortaleza’.