El Atleti vuelve a hacer el ridículo por la pésima gestión de sus dirigentes

Enrique Cerezo y Gil Marín dialogan en el césped del Calderón (EFE).

Peor no se puede hacer. La gestión del mercado de invierno que han hecho los dirigentes del Atlético de Madrid ha sido un esperpento, una pantomima, una broma de mal gusto que no tiene ninguna gracia. El club, una vez más, ha hecho el ridículo.

Los dirigentes han sido incapaces de contratar en este mes a un delantero. No ya Cavani, del que los perros viejos ya sabíamos que no iba a venir («los flecos», «el representante se ha descolgado con una petición», «las fórmulas de pago», «el límite salarial» y otras excusas habituales), sino ni un solo 9, aunque sea un ‘segunda’, para paliar de alguna manera la alarmante falta de gol de un equipo que es el que más ocasiones falla en Primera División. Un delantero que Diego Simeone viene pidiendo por activa y por pasiva.

No contentos con no traer un delantero centro, resulta que el fichaje es Yannick Carrasco. Un jugador que se fue en 2018 un poco por la puerta de atrás, no se sabe muy bien en qué circunstancias, que viene cedido de la Liga china, que no juega desde diciembre y que no es delantero centro.

Pero si la comedia no fuera suficientemente chusca, vemos este viernes que el jugador belga ya estaba entrenando con los compañeros, cuando el club no había hecho oficial nada, ni un solo detalle, hasta alguna hora después de que se vieran las primeras imágenes del extremo entrenando.

Carrasco, todo sea dicho y aparte de su estado físico actual, no me parece en absoluto mal jugador, pero no es desde luego lo que necesita el equipo. Un síntoma inequívoco de la desastrosa planificación deportiva del club. Mientras, todos los rivales directos del equipo se han reforzado.

Dicho esto, todavía me sorprende que haya gente que piense que todo lo malo que le pasa al club sea el Cholo Simeone. Bendito sea el argentino, que con ‘palicos y cañicas’, como dicen en mi tierra, sigue haciendo competir al equipo. Eso sí, este año puede ser el de inflexión, en el que el Cholo se harte de pedir una cosa y que le traigan otra, de ser el parapeto de un palco que tiene cero interés por el fútbol y por sus aficionados, que mientras se muestran incapaces de fichar a un 9 abren franquicias en Canadá. Y el día que se vaya el Cholo, el abismo. Y no tendrán parapeto.

PD: Sobre el Cholo, una reflexión más. No os fiéis de los que le ponen una y otra vez en duda, al menos en el sector periodístico. Sólo tenéis que pensar en qué simpatías deportivas tienen esos periodistas que atizan sin parar a Simeone y ahí tenéis la respuesta.

PD2: Este sábado hay derbi. Con 13 titulares disponibles, puede ser un auténtico drama para el Atlético. Por desgracia, a los del palco les dará igual y los que lo sufrirán serán los hinchas. Como siempre.

Quique Setién ha vendido su moto: cuando prefieres fichar una idea antes que a un gran entrenador

Setién, Bartomeu y Abidal

Quique Setién, Josep Maria Bartomeu y Eric Abidal (EFE).

El Barça no ha fichado a un entrenador, sino una idea. La nostalgia del guardiolismo, y también un poco del cruyffismo, ha hecho que al banquillo culé llegue un entrenador con un palmarés raquítico, sin títulos ni tampoco logros relevantes, pero que ha sabido venderse de la mejor manera posible.

Quique Setién es un talibán del fútbol de posesión, un acérrimo seguidor de la idea del fútbol que impuso Cruyff en el Barça y que sublimó Guardiola. A través de intentar (que no conseguir) imitarlo se hizo famoso y también se ganó una legión de detractores hartos de la radicalidad de los que defienden esa idea de que solo es buen fútbol ese estilo de juego, despreciando todos los demás.

El plan original del Barça era Xavi, pero al exjugador culé no le pareció el momento más oportuno. Sin el máximo representante de esa idea futbolísitica, el hombre que considera que solo la posesión da derecho a ganar partidos y que si no los resultados son impostores, Bartomeu ha optado por un sucedáneo, un Xavi de garrafón, un hombre con mucho menos carisma, un peso que será mucho menor en el vestuario y cuya experiencia europea no va más allá de unos partidos de la fase previa de la Europa League y una eliminación ante el Rennes.

Firma Setién por dos años y medio, una forma de Bartomeu de reforzar su apuesta, pero no es más que un guiño, un brindis al sol, si el cántabro no gana Liga o Champions, no seguirá, pues es una apuesta temporal, lejos de lo que hubiera supuesto una figura como la de Xavi o incluso la de Koeman. Pero lo importante no era el proyecto, era la idea futbolística, como si fichar a un entrenador que apueste por el fútbol de toque fuera a devolver los tiempos en los que los Xavi, Iniesta y Busquets maravillaban al mundo con su dominio de la zona central del campo.

El tiempo dirá si es acertado, pero lo que queda claro que muchas veces funciona mejor vender una moto (no piensen solo en Setién, también en Jémez) que lograr grandes resultados (vean lo que está haciendo, por ejemplo, Bordalás en el Getafe).

El Atleti sale reforzado de la Supercopa de la vergüenza

Diego Pablo Simeone, en la final de la Supercopa (EFE).

Todo estaba mal en este invento de Luis Rubiales. Sobre todo por la sede, un país donde se vulneran una y otra vez los derechos humanos. También, en definitiva, por llevarse el trofeo fuera de España, privando a los aficionados españoles de ver a sus equipos en directo. Podríamos discutir lo del formato, es decir, meter a dos equipos que no han ganado nada a jugar, porque ha dado algo de emoción, pero a costa de perder la justicia de que el trofeo lo disputen campeón (o subcampeón) de Copa y Liga. Pero ni aun aceptando este cambio como algo positivo, se puede mirar con buenos ojos una demostración de que el dinero todo lo puede comprar, pasándose por el arco del triunfo a las aficiones locales. Ha sido la Supercopa de la vergüenza.

Pero más allá de disquisiciones políticas, el Atlético de Madrid debe sacar una lectura positiva de su paso por este torneo. Es difícil hacer esta afirmación cuando el equipo ha caído de nuevo en una espantosamente jugada tanda de penaltis ante su eterno enemigo, pero el fútbol debe mirarse con perspectiva y los del Cholo pueden sacar de Jeddah que vencieron al Barça y que no perdieron (en el tiempo reglamentario) ante el Real Madrid, dos equipos estratosféricos, y que llegaban en mejor forma que los colchoneros a esta cita árabe.

El Cholo ha sacado de nuevo petróleo de una plantilla mermada y corta de efectivos, y ha demostrado que no se ha perdido el colmillo competitivo tras la decepción, por ejemplo, del año pasado ante la Juve. Esta Supercopa debería servir para mirar con menos pesimismo esa montaña gigantesca que parece el invencible Liverpool de Klopp.

Pero para que estas sensaciones se cumplan, es necesario que algunas cosas mejoren. Hay que reforzar al equipo en el mercado de invierno, y sobre todo, recuperar o directamente resucitar a algunos futbolistas que están lejos de lo que se espera de ellos, que son unos cuantos.

Con todo, insisto, el Atleti debe salir de este torneo con la cabeza muy alta. Ojalá pudiéramos decir lo mismo de la RFEF.

El precedente que sienta el ‘caso Zozulya’: tendrá que haber suspensiones todas las jornadas

El ucraniano Roman Zozulya (TWITTER).

«Ese portugués, ‘hijo puta’ es»; «Guti maricón»; «Ole ole ole, cornudo Simeone»; «Griezmann muérete»; «Shakira tiene rabo»; «Puta Barça y puta Cataluña»; «Aitor Zabaleta era de la ETA»; «En el Calderón hay mucho maricón»… Podría estar horas escribiendo graves insultos homófobos, racistas, xenófobos o simplemente, cargados de odio, que se oyen o se han oído en los campos de fútbol de España desde tiempos inmemoriales, eso sin entrar en sonidos de mono con jugadores de origen africano o hasta el lanzamiento de plátanos. En todos estos casos, que se han saldado con más o menos castigos a posteriori, no se han suspendido partidos. Pero este domingo hemos tenido el primer caso.

Ha ocurrido, como bien sabrá el lector, en Vallecas, donde los cánticos de «puto nazi» al delantero ucraniano del Albacete Roman Zozulya han provocado que, por decisión unánime de ambos equipos y el árbitro, con el apoyo de LaLiga y la RFEF, el partido no se jugara tras el descanso.

Personalmente, estoy de acuerdo que se suspendan partidos con este tipo de cánticos que entrarían en la categoría de manifestaciones de odio. Creo que debería haber más mano dura. España por suerte no es Italia, pero creo que aún nos queda para alcanzar el nivel de Alemania e Inglaterra. Me parece fantástico que haya habido quórum este domingo en Vallecas. Pero el problema es que ha sido demasiado tarde.

La cuestión es que no deja de chirriar que se suspenda este Rayo-Albacete después de que hayamos vivido ejemplos como los que recordaba en el primer párrafo, y en los que nunca pasó nada, más allá de sanciones a posteriori y nunca con excesiva dureza. Si no suspendes un partido por cánticos racistas y sí lo haces por llamar «nazi» a un jugador, es inevitable que haya gente que se haga preguntas.

Por otro lado, me pregunto si este caso con Zozulya va a suponer un precedente. Si es así, árbitros, Liga y Comité de Competición van a tener mucho, muchísimo trabajo, porque habrá que suspender numerosos partidos todas las jornadas. Quizá sea un precio razonable si al final, el aficionado español tome conciencia de qué puede y no puede rebuznar en un campo.

Tengo verdadero interés por ver lo que pasa este miércoles, en el Barcelona-Real Madrid. A ver cómo ha quedado el listón de alto.

Los culpables de la depresión del Atleti

Un lance del partido disputado en el Metropolitano (EFE).

Ya os lo adelanto: no, no es Simeone. Más allá de algunas decisiones en sus onces y algunos cambios que a veces sólo él entiende, el Cholo es el único valor seguro de este equipo que, en lo que llevamos de temporada, parece sumido en una depresión que lo tiene en diciembre muy lejos de lo que muchos esperábamos en agosto y pendiendo de un hilo en la Champions.

Los culpables del Atleti son los de siempre, los que dejaron incompleta una plantilla ya de por sí muy renovada, los que van anunciando a través de sus plumas de cámara que en enero tampoco se va a fichar, pese a que el principal problema del equipo en el terreno de juego es la total carencia de gol (Morata está haciendo una dignísima temporada, pero no es suficiente) y encima con Diego Costa lesionado (el hispano-brasileño merece capítulo aparte).

Los culpables son aquellos que fueron transmitiendo este pasado verano que el club tenía la mejor plantilla de su historia, aunque quizá también los que, en algún momento u otro de la canícula, nos creímos esa película.

Empecé este artículo citando a Simeone y creo que todo lo que haya que hacer a partir de ahora debe de pasar por él y sólo él, porque el futuro sin su presencia da verdadero pánico. Pero es una pena que cada vez la imagen que se va formando en la cabeza del aficionado atlético es que el ciclo del Cholo se está agotando, entre otras cosas porque hay mucho olvidadizo dentro de la afición que en vez de mirar al palco, mira al banquillo.

Este domingo el Atleti podía, perfectamente, haber ganado. Ter Stegen, la falta de acierto y la tradicional y sibilina actuación de uno de los peores árbitros europeos de los últimos años, el siempre sobre y malactuado Mateu Lahoz lo han impedido. En realidad, todo eso ya no importa. El Atleti está ‘depre’ y habrá que ver si cenamos en Nochebuena con alguna esperanza para 2020. Pero por favor, nunca olvidemos que las cosas malas no pasan por el Cholo, sino a pesar de tenerle entre nosotros.

Atacar a Vinícius por cualquier motivo: ahora toca por Rodrygo

Vinícius

Vinícius lamentándose tras errar una ocasión (EFE).

En plena exhibición de Rodrygo Goes ante el Galatasaray, en lo que debería haber sido un éxtasis de felicidad para el aficionado blanco, me llegaron varios madridistas a preguntarme… por Vinícius. Que si ahora que hacemos con él, que si con eso estaba acabado, que si ya no va a jugar nada. No deja de sorprenderme esa tendencia que tiene el seguidor blanco de buscar lo malo hasta en las mejores situaciones. En vez de disfrutar de la exhibición de una de las perlas se mira lo mal que le puede ir a la otra.

Pues sí, los datos son crueles en esa comparativa entre ambos. Me gusta ese que dice que Rodrygo ha necesitado siete partidos para marcar más goles (cinco) que los que ha hecho Vinícius en más de 40 (cuatro). Es realmente demoledor.

Pero a lo que íbamos es a esa tendencia a buscar lo malo en la afición merengue y el problema que tiene Vinícius no es la conclusión que se debe sacar de la eclosión de Rodrygo sino que parece que ha nacido una estrella y que ahora el Madrid ha encontrado la solución al problema que tenía en el ataque por la zona derecha.

Y para Vinícius puede que no sea malo del todo esta situación. El chico a veces da la sensación de que quiere meter el segundo gol antes que el primero, que desea con tanta fuerza agradar que elige mal, que encara cuando no debe, que busca el pase de manera precipitada. Claro, luego llega al área y pasa lo que pasa, que no acierta nunca. Así no se puede jugar al fútbol.

Quizás pueda tomarse Vini la explosión de Rodrygo como una forma de quitarse la presión de encima, su equipo ya no le necesita desesperadamente, ya no es imperioso que realice una jugada mágica en la que se va de todo el mundo.

Puede que, en definitiva, Vinícius tenga que relajarse y hacer lo mucho, muchísimo, que sabe hacer. Paciencia con él, no matemos a un jugador que solo tiene 19 años ni caigamos en ese falso dilema Rodrygo-Vini, porque ambos pueden coexistir perfectamente tanto ahora como en el futuro. Y los mejores ejemplos los tenemos en Achraf y Odegaard.

Ansu Fati, su edad real y su debut con la selección española sub-21

Es verdad que tiene cara de niño, pero su poderío en el campo ha hecho pensar a muchos que tiene más edad de la que él mismo, su familia y el Barça afirman. «El eterno joven de 16 años», le llaman algunos desconfiados. Y es que Ansu Fati parece que lleva teniendo esa edad desde hace bastante tiempo. Según afirmaba El Desmarque hace tan solo unas semanas, «en 2012, Ansu Fati tenía 11 años», tal y como él mismo publicaba en Twitter. «Por lo que ahora mismo debería de tener 18 años o por lo menos 17 contando que todavía no los hubiese cumplido», prosiguen en dicho medio.

Incluso, existen fotografías en las que el jugador azulgrana aparece junto a Takefusa Kubo cuando ambos compartían equipo. Algo que hizo aumentar los rumores porque en las divisiones menores existe una marcada agrupación de los jugadores por su año de nacimiento. Kubo tiene 18 años.

Ansu Fati, en su primer entrenamiento con la selección española sub-21. (EFE)

Ansu Fati, en su primer entrenamiento con la selección española sub-21. (EFE)

Sin embargo, tanto en Wikipedia como en el historial del Barça pone que tiene 16 años y que hará 17 el 31 de octubre, en tan solo dos semanas. No obstante, Fati está viviendo sus mejores momentos como futbolista profesional. Tanto es así que hace unos días obtuvo la nacionalidad española (nació en Guinea-Bisáu) y ya ha sido convocado con la selección sub-21 para jugar el partido de este martes ante Montenegro.

Entonces, ¿Por qué sub-21 y no sub-17? Los técnicos de la Federación consideran que Ansu Fati, pese a tener 16 años, va adelantado a su edad, con lo que la selección Sub-17 (que jugará próximamente el Mundial de Brasil) se le queda corta. De acuerdo está Ernesto Valverde, que ya le hizo debutar con el primer equipo del Barça en el partido contra el Betis de la segunda jornada de Liga.

Este martes, además, se ha conocido que el jovencísimo futbolista culé ha entrado en la lista de los 20 finalistas para el Golden Boy, un premio que se entrega el diario deportivo italiano Tuttosport al mejor futbolista del fútbol europeo menor de 21 años. Puede ser un día redondo para Ansu Fati… más si marca su primer gol como internacional español.

 

Por qué Sergio Ramos no debe ir a los Juegos Olímpicos

Ramos, en un partido de la reciente clasificación para la Eurocopa (EFE).

Este sábado, tras batir el récord de internacionalidades con España, Sergio Ramos despejó todas las dudas: quiere estar con la selección olímpica de fútbol en la próxima cita de Tokio 2020. El jugador andaluz quiere completar su palmarés y su carrera participando en el evento deportivo más importante. Pero, en mi opinión, la RFEF no lo debería permitir.

Como el lector sabrá, el torneo olímpico de fútbol lo disputan las selecciones sub-23. Esta es una herencia de la filosofía amateur del olimpismo, que evidentemente no tiene reflejo en la realidad, porque la totalidad de los futbolistas que disputan el torneo olímpico son ya profesionales. Desde hace algunos ciclos, a cada selección se les permite incluir en su equipo olímpico a tres jugadores de más de 23 años. Ese es el mecanismo que permitiría a Ramos, que tiene 33 años, estar en Tokio 2020.

Pero la RFEF nunca se ha acogido a esa norma, en mi opinión con muy buen criterio (Alemania hace lo mismo; otras, como Brasil o Argentina, no). Un torneo olímpico es una fantástica oportunidad para que los jugadores sub-23 participen en un evento de grandes características, sirve de impulso para su carrera y es beneficioso para el futuro inmediato del equipo nacional absoluto, que está en constante renovación.

Una hipotética entrada de Ramos en el equipo olímpico cerraría las puertas de un joven defensa de vivir esta experiencia. Ramos sólo quiere alimentar su desmesurado ego y ser protagonista, en una actitud que choca radicalmente con el espíritu olímpico. Debería preguntarse Ramos qué le hubiera parecido a él, hace 10 años, si un pretencioso veterano quisiera quitarle el puesto.

Es necesario que la RFEF ataje ya este capricho de un jugador que siempre quiere ser la novia en la boda y el muerto en el entierro.

PD: Apuntaba este sábado noche, muy certeramente, el compañero Fran Guillén que chirriaba un poco que Ramos expresara su deseo de ser olímpico la misma noche que forzó una amarilla para borrarse del próximo partido. Muy olímpico, sí.

Los bochornosos pitos del Bernabéu a Vinícius, un chaval de 19 años

Vinícius llorando junto a Nacho

Vinícius llorando junto a Nacho (EFE).

Que la del Santiago Bernabéu es una afición exigente no es ningún secreto. Que algunos se pasan de frenada ya en demasiadas ocasiones es algo que quedó bastante claro ayer con esos silbidos a un chaval de 19 años que lo da todo cada vez que salta al campo.

Existe un sector del público que acude al estadio que parece llevar al extremo ese ‘yo pago, hago lo que me da la gana’. Una especie de ‘el cliente siempre tiene la razón’ mal entendido. Más que nada porque esa última frase es un absurdo.

Vinícius es un chaval de solo 19 años que cuando tenía 18 se echó a sus espaldas un equipo moribundo y que fue capaz de sacar una sonrisa a una afición al borde de la depresión y que iba de cabreo en cabreo ante una de las peores temporadas que se recuerdan.

El premio a esa valentía ha sido esos pitos que dan vergüenza ajena cuando las cosas no le han salido. Del brasileño se pueden decir muchas cosas pero nunca, nunca que se esconde. Ha sido objeto de mofa constante por las aficiones rivales y pese a ello él lo sigue intentando, nunca se rinde, siempre confía en sus posibilidades.

Es posible que Vinícius tenga hoy más cosas de Robinho (que ojo, no lo hizo tan mal como la gente ahora quiere vender) que de Neymar. Pero lo último que se merece es recibir pitadas de un sector del público que parece haberse acostumbrado en exceso al caviar y que no sabe distinguir entre la exigencia alta y el comportamiento rozando lo estúpido.

Verle llorar soltando toda la presión que ha tenido encima debería hacer reflexionar a más de uno.

¿En qué mesa estás comiendo, Antoine?

Griezmann, en el partido del Barcelona en Dortmund (EFE).

Dice el viejo refrán que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios. De eso sabes tú algo, Antoine. Hace justo un año dijiste que ya comías en la mesa de Cristiano Ronaldo y tu nuevo compañero, Leo Messi. Este verano dijiste que los trenes pasan dos veces y te subiste al del Barça. Hace unos días supimos que sacabas billete para ese tren y te llevabas una propina de 14 millones de euros mientras tus compañeros, porque aún lo eran entonces, se jugaban la vida en Champions contra la Juventus. Ese día, por cierto, no compartiste mesa con el 7 del equipo rival.

Y ya ves. Apenas han pasado unos minutos (mientras escribo estas líneas) de la derrota de tu equipo-tren en Granada y ya veo las redes sociales inundadas de opiniones de tus nuevos hinchas sobre ti. No te van a gustar, Antoine. Ojo, que no todo son opiniones. También leo datos: en los cuatro partidos a domicilio que llevas este año, no has rematado ni una vez a puerta.


En fin, que esto es fútbol y a lo mejor en un par de días me callas la boca, porque malo no eres, Antoine, y podrás hacer un baile de los tuyos o lanzar confeti como LeBron (supongo que lo preferirás al abrazo que no te dieron tus nuevos compañeros). Y sí, puedes ganar títulos, incluso la Champions (acuérdate de meter el penalti si os pitan uno a favor en la final… aunque en el Barça no creo que lo tires tú). Pero recuerda que para comer en la mesa de las superestrellas, ninguna camiseta te puede quedar grande.