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La receta más deseada de la Navidad: el Roscón de Reyes (sin gluten) con lacasitos y nubes

SHUTTERSTOCK

A estas alturas, y pese al empacho de la inmensa mayoría estas Navidades, no creo que haya un hogar español en el que no se desee hincar el diente al delicioso Roscón de Reyes, postre protagonista de estas fechas y principal culpable de que se pospongan nuestras promesas de bajar algún kilillo.

El dulce navideño por excelencia es fácil de encontrar en casi cualquier pastelería, pero los celíacos lo tenemos algo más complicado y si le ponéis ganas conseguiréis uno casero para chuparos los dedos.

Tres serían los modelos estrella de roscón: relleno de crema, nata o seco. El decorado típico consiste en frutas escarchadas y azúcar glass, aunque hay quien apuesta por otras alternativas como rosetones de nata o almendras tostadas.

Sin embargo yo os propongo uno muy original… ¡lleno de dulces gominolas! Y esa es la rica y fácil receta gluten free que voy a dejaros por aquí para que tengáis un dulce despertar el día que toque ponerse a abrir regalos.

Ingredientes:

  • 400 gr de harina sin gluten (una apuesta ganadora es una mezcla, a partes iguales, de trigo sarraceno, garbanzo y arroz)
  • 100 gr de Maizena
  • 60 gr de mantequilla sin lactosa
  • 2 sobres de levadura en polvo sin gluten
  • 150 gr de azúcar glass
  • 3 huevos ecológicos
  • 1 taza de leche de almendras caliente
  • Un chorrito de agua de azahar
  • Ralladura de un limón
  • Una sorpresita que aguante el calor del horno
  • Gominolas, nubes sin gluten y lacasitos para decorar

Elaboración:

  1. Colocamos los 400 gramos de harina en forma de volcán y en el agujero del centro echamos los huevos y la levadura que previamente habremos diluido en la mitad del vasito de leche de almendras. Mezclamos lentamente y con cariño el resto de ingredientes: lo que queda de leche calentita, los 100 gramos de Maizena, la mantequilla, el azúcar glass, el chorrito de agua de azahar y la ralladura del limón, llena de propiedades maravillosas.
  2. Removemos durante al menos 15 minutos hasta que se unan bien todos ingredientes (sin que la masa se pegue a la mano), para así alcanzar la textura deseada.
  3. A continuación, hacemos una pelota con la masa y en el centro un agujero central bastante grande ya que luego se cerrará al doblar su tamaño con la levadura (tampoco os paséis). Es el momento de sacar todo el arte que llevamos dentro y dar forma al roscón, estirando la masa para que tenga la apariencia que todos conocemos; también de colar la sorpresa en su interior, aunque yo siempre meto más de una.
  4. Colocamos el roscón en una bandeja forrada con papel de horno, la cubrimos con film transparente y la dejamos reposar dentro del horno durante 1 hora a 40 grados, hasta que la masa doble su volumen.
  5. Sacamos la masa del horno y lo precalentamos a 220 grados mientras pintamos con el huevo batido el roscón, repartimos lacasitos por la superficie y espolvoreamos azúcar glass antes de volverlo a introducir durante 20 minutos a 220 grados.
  6. Una vez fuera, frío, esparcimos trocitos de nubes rosas sin gluten. Recrearos en ser imaginativos y que resulte muy atractivo.
  7. Servid frío
  8. ¡¡¡A disfrutar!!!

¡DELICIOSO!

EUROPA PRESS

Avec tout mon amour,

AA

Mi Navidad en Londres

Quienes perseguís el rastro de una Navidad mágica, acertaréis si subís en un vuelo en dirección a Londres, una de esas ciudades que en estas fechas engalanan sus fachadas con miles de luces de colores y que te hacen caminar sobre un Christmas con vida o derretirte entre desayunos de mantequilla y besos, si tienes la suerte de vivirlo en buena compañía.

Amanecer en Kensington Gardens y atravesar con lentas zancadas un escenario vegetal hacia Hyde Park, es de las experiencias más bonitas de mi vida, imperdible si vuestro hotel está cerca de allí.

La suerte de una densa niebla londinense hace que, a medida que avanzas, aparezca ante tus ojos un parque lleno de ardillas, dividido en dos por el lago Serpentine, en el que los cisnes asustan a los perros con bufidos cuando ven que se acercan al agua.

El tiempo se detiene allí, donde una estatua de Peter Pan se niega a crecer y una fuente en memoria de Diana de Gales la recuerda siempre joven, entre árboles centenarios y el olor a tierra mojada.

Más allá, un letrero ilumina Winter Wonderland, una feria en la que jugar a ser niños y en la que descubres un parque de atracciones tan irreal que da la sensación de que si soplas se desvanecen los puestos de madera con algodón dulce, el espectáculo circense, la bonita noria o las esculturas de hielo.

Con el Big Ben como emblema de cada bola de Navidad que se instala en las coquetas tiendas de Londres, una se siente en un cuento inagotable que es imposible descubrir en tan solo 48 horas, en la víspera de un primer aniversario de boda.

Tras grabar en la retina de una cámara de fotos las rojas cabinas de teléfonos, subirte a uno de sus particulares autobuses y enviar la ilusión de una carta a los Reyes Magos a través de sus buzones, admito que los cafés fuertes que sirven en la ciudad hacen que no duela tanto el cansancio de querer agotar Londres en tan poco tiempo y así engañar el cansancio que otorga la curiosidad de un turista, en la que Uber se convierte en un medio de transporte más que recomendable para moverse de manera económica por Reino Unido y practicar el inglés, mientras te abandonas a la sorpresa de una ventanilla.

En tan sólo un fin de semana he reído como una niña con la nariz roja del frío, sentido la decepción de un Camden Town que ha perdido su esencia, así como la necesidad de fotografiarme en la intersección de calles de Piccadilly Circus, vivir el encanto de Covent Garden, recorrer metros etílicos en el Soho, sumergirme en el mundo especiado de China Town, soñar con las casitas de ensueño de Nothing Hill o comer en StreetXO, el nuevo restaurante de Dabiz Muñoz, que se preocupó personalmente de darnos de comer originales y deliciosos platos gluten free.

Y aunque las minúsculas horas no nos permitieron acostarnos en la butaca de un teatro para disfrutar de los espectaculares musicales de Aladdin y Charlie and the Chocolate Factory, en el viaje de vuelta, agotada sobre el hombro de mi pareja y dejando atrás el Támesis, pensé en lo interminable de nuestro viaje, sin entender cómo habíamos condensado tanto en tan poco tiempo.

Tal vez la magia que regala Londres a los que viven la Navidad con ilusión haga posible todo eso.

¡Feliz Navidad!

Avec tout mon amour,

AA