Entradas etiquetadas como ‘novia’

Mi reino por estar eternamente enamorada

(Anna Dart)

Hace unos días, mientras veía la entrevista que le hacía Risto a Cristina Cifuentes en Chester in Love, me quedé anclada en una respuesta que le dio la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Tras preguntarle directamente: “¿Estás enamorada?”, ella contestó: “Probablemente de la misma manera en la que tú lo estás, no. Si quieres vivir toda tu vida en estado de enamoramiento puedes, pero tienes que hacerlo con diferentes personas”.

Y pensé en la verdad de esas palabras.

Al principio de una relación vives una realidad desenfocada y ciega en la que sólo deseas vivir de manera desbocada junto a la otra persona, cometer locuras, rozar su piel a todas horas y en cualquier lugar, sin temor a ser descubiertos, o alejar el mundo que te rodea y que envidia esa euforia que, cuando nunca se ha sentido, no se comprende.

Darse la mano es eléctrico, las miradas un acertijo que te empeñas en descifrar y el sonido de un mensaje en el móvil descabalga el corazón, como un beso. El amor inicial no tiene límites ni aristas y tiendes a idealizar cada palabra, gesto o sensación, la otra persona apenas tiene defectos.

Las almohadas te devuelven su olor, aunque su nuca jamás haya rozado esas sábanas, pasas horas mareando con una cuchara la taza esmaltada del desayuno y tus ojos son un charco de color que brillan más de lo normal.

Amar de esa manera es embotellar el sentido común y vivir con la boca seca y de puntillas todo el rato, continuamente apegada. La cordura que se te presuponía desaparece de repente y el aire es más denso cuando echas de menos, como si un nudo se apoderara de tu garganta y las horas pasaran mucho más lentas, sin él.

En esa fase en la que vives a kilómetros del suelo, alborotada, en la que descansas la barbilla sobre cualquier mesa abstraída y que puede durar hasta tres años, el amor es dolor, las emociones conviven flojas y un precipicio se abre bajo tus pies si se dicen cosas entre los dos que no se sienten y que electrocutan el alma.

Y, en medio del caos que es estar enamorada -tan terrible como precioso-, una no puede sentirse más feliz en mitad de una nube de polvos de talco y miles de fotografías de besos, afortunada de haber dejado atrás una existencia de grandes espacios vacíos, en los que faltaba de todo.

Y, aunque me fascina escuchar que hay gente que dice estar siempre enamorándose de la misma persona, yo no acabo de creerlo. Y es que en el momento en el que la resaca del enamoramiento pasa y los alfileres de la realidad apuntan hacia la pareja, es cuando cabe la posibilidad de construir esos cimientos que pueden llegar a ser eternos, cuando puedes sentir que el hogar está donde se encuentra la otra persona y cuando te crees capaz de superar cualquier contratiempo que te deparará la vida, por el mero hecho de estar juntos, segura de ir a caer una y otra vez sobre un colchón hinchable.

Aun así, que daría yo por estar eternamente enamorada…

Avec tout mon amour,

AA

Espiar el móvil de tu pareja

GTRES

Hay una situación que se repite con frecuencia, ese momento en el que tu pareja se va al baño, duerme o pasea al perro y la tentación hace que te tires en plancha a “gitanear” en el móvil de tu media naranja, que puede convertirse en una triste monda encogida en espiral si hay indicios de algo feo.

Pero vulnerar el espacio de la intimidad de otro sin levantar sospechas es como comer pipas: una vez que empiezas ya no puedes parar. Y si además encuentras el rastro de algo que no cuadra, un mensaje te lleva a otro mensaje y lo más probable es acabar víctima de la locura, bien por descubrir una verdad o por malinterpretar informaciones que no deberíamos manejar.

En la cima de lo inmoral tropiezo con un amigo que esta semana me confesaba cómo hace unos meses había descubierto un programa espía en su móvil, lo cual no sólo es ilegal sino que constituye un delito y es cárcel; y ya no digamos si difunde a terceros… Su pareja durante semanas había seguido cada movimiento y conocido cada palabra y cada foto enviada a través de su smartphone. Motivos para dudar de mi amigo sí los había, pero no por ello deja de sorprenderme que sigan juntos, puesto que las relaciones en las que cabalga la duda, tarde o temprano, acaban por no sostenerse.

A otros niveles, me indigna sentir constantemente que nos vigilan, Aplicaciones como Facebook, Twitter, Whatsapp o Instagram, por ejemplo, acceden a los datos almacenados en nuestros dispositivos y da la impresión de que ninguno de nosotros le damos suficiente importancia. Permitimos el acceso de terceros a nuestras listas de contactos, nuestros mensajes, nuestra ubicación, nuestros vídeos, nuestras fotografías y otros datos personales, sin pestañear, con un solo clic.

Mirar el móvil es como mirar dentro de la caja fuerte de la intimidad de otro, y en una relación -si no te han regalado el código para que busques y encuentres con absoluta libertad e impunidad -, descubrir deslealtades a golpe de deslealtad no tiene sentido. ¿Os acordáis cuando un paparazzi fotografió a Ashton Kutcher espiando el móvil de Mila Kunis?

No en vano, muchas parejas rompen por este motivo. Porque detrás de la curiosidad, hay un gran poso de desconfianza o inseguridad en uno mismo o hacia tu pareja y una insana necesidad de controlar al otro.

Personalmente, sólo entendería bucear en los secretos de otro si sospechas que tiene algún problema que no desea compartir y crees poder ayudarle rebuscando a golpe de ladrón.

¿Vosotros qué pensáis?

¡Feliz día!

Avec tout mon amour,

AA

Johnny Depp y sus sombras tenebrosas

Actor Johnny Depp goes on stage to accept the award for favorite movie actor at the People's Choice Awards on Wednesday, Jan. 5, 2011, in Los Angeles.

Hace meses que en mi vida, presuntamente, el chocolate es más amargo, las tijeras más afiladas en manos de alguien que viaja con murciélagos y pirañas disecados, los conejos blancos menos blancos y la idea de un viaje en la cubierta de La Perla Negra una sucesión de sombras tenebrosas y macabras canciones que provocan escalofríos.

Un extenso desfile de personajes y criaturas extraordinarias se derrumbaron ante mis ojos al sentir que detrás de una conmovedora mirada y unos angulosos rasgos de estrella del rock, detrás de tanto maquillaje y una industria que vende ilusiones, tal vez no existiera la misma suerte de quien encuentra la dulzura de un billete dorado dentro de un Willy Wonka.

Ni siquiera la anécdota que viví en París, ya hace tiempo, cuando encesté migas de pan en el sombrero de un individuo que resultó ser Depp, me hace sonreír ante un escenario de dudas.

Como todos sabéis, el tormentoso divorcio de Heard y Depp se resolvía esta semana pasada con la retirada de los cargos contra el actor por parte de Amber y una indemnización a su favor de 7 millones de dólares que irán a parar a la American Civil Liberties Union, para combatir la violencia contra mujeres, y a un Hospital de niños en Los Ángeles.

Os doy mi palabra de que, días antes de que la paz tuviera un precio, habría enjuiciado a Depp con la pasión irracional de quien se cree a pies juntillas todo lo que cuentan, pero cuantas más noticias leía al respecto mi ira decrecía. Y no sólo porque me pareció sorprendente que la actriz fuese arrestada en el 2009 por golpear a su novia, Tasya Van Ree, o porque los vecinos hayan asegurado no haber visto hematomas faciales en la piel de Amber, sino porque recordé de repente el escarnio público al que se vio sometido Michael Jackson cuando un niño le acusó en 1993 de haber abusado sexualmente de él hasta que, al morir el cantante, la conciencia reventó y la criatura, ya mayor, admitió haber mentido en un pasado en el que su padre y él recibieron 22 millones de dólares de la fortuna de Jackson para acallarles. Bien es cierto que luego hemos ido “Descubriendo Nunca Jamás” y nos hemos topado con una sala de perversión en Neverland repleta de pornografía infantil y vídeos bondage… pero ese es otro tema.

Así pues, no seré yo quien se atreva a juzgar a Depp, ya que la duda me hace retroceder. Hay muchos testigos a su favor, mujeres que han tenido peso en su vida que le respaldan y un vídeo -que supuestamente compromete al actor- demasiado confuso. Además, la policía no vio evidencias de malos tratos y no ha existido un juicio, así que de ser cierto que estos hechos violentos no tuvieron lugar, nos habríamos equivocado todos al sentenciar categóricamente a Depp.

Ni siquiera la inteligente decisión por parte de Amber Heard de haber donado el dinero obtenido -con la que ha conseguido quedar como la buena de la película- aclara nada. No sabemos si se trata de una manera (muy solidaria) de decirle al mundo que “ella no es una cazafortunas”, una fórmula para limpiar su imagen o la clave para evitar que la meca del cine le cierre las puertas para siempre.

Sea como fuere, reivindico Tolerancia Cero ante la Violencia de Género. Pero seamos cautos porque, desgraciadamente, en un pequeño número de ocasiones (el 0.4 %, según un informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ), hay personas que se amparan en que la ley ejerce una sobreprotección y discrimina positivamente a las mujeres para emitir denuncias falsas.

A la hora de pronunciarnos públicamente, deberíamos asegurarnos de que hemos identificado a la víctima real y no olvidar el Derecho Fundamental de Presunción de Inocencia.

Lamentablemente, la inmensa mayoría de las acusaciones son ciertas y estamos en el deber de dar un paso adelante y denunciarlo. Gritemos bien fuerte y luchemos todos y todas contra el maltrato.

¡POR UNA SOCIEDAD LIBRE DE VIOLENCIA DE GÉNERO!

(Teléfono del Maltrato: 016)

BASTA YA.

 

Avec tout mon amour,

AA