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Especial culos

En vista de los últimos acontecimientos que han marcado mi vida, creo que va siendo hora de ir con temas que de verdad importan: las imágenes de glúteos para cascar nueces que se asoman a las revistas.

 Hay un mes del año en el que un gran culo protagoniza la portada de varias de ellas. Se trata del ‘Especial culos’. Es un acontecimiento anual, como Eurovisión o el discurso del rey en Navidad. Dos gajos, maravillosamente torneados, parecen moverse y formar una boca chica, más propia de un ventrílocuo, que nos llama a silbidos para impresionar. Me desborda que esos mofletes jueguen al despiste en cada kiosco.

El "Especial culos" existe desde mi más tierna infancia.

El ‘Especial culos’ existe desde mi más tierna infancia.

Podría ser políticamente correcta; pero qué mierda de portada es esa en la que un maldito pandero aprovecha la coyuntura para burlarse de todas nosotras y recordarnos las magdalenas, las bolas de yuca con queso, las palomitas con mantequilla y los deliciosos brownies gluten free que han inundado de felicidad nuestro cuerpo.

Si esperáis que me haga prescriptora de buena voluntad en este blog, al menos hoy, de cómo conseguir un ‘derièrre’ de infarto, vais apañadas… sobre todo porque este verano voy mal, muy mal.

Y no por solidaridad.

Y por si no fuera suficiente desgracia la mía, la ciudad comienza a llenarse de minúsculos shorts -que prohibiría por pura envidia- y que se pasean por ahí como si esto fuera Sodoma y Gomorra. Ni un helado es capaz de endulzar la amarga visión.

¡Con lo que una ha sido! Poco menos que un “trasero de libro”, como proclamaba este verano la revista Cuore. Matrícula de honor en el 2015. ¡Y sin beca! Sólo con sudor, candados en la nevera y una buena luz de tarde… porque a la playa no hay que ir JAMÁS cuando el sol está en lo más alto, ya que los paparazzis pueden hacerte un roto más grande que Hacienda. Este año, señores de la revista Cuore, deberíamos firmar una amnistía y la retirada de cargos atribuibles a la buena vida.

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Y es que culos los hay de todo tipo: ochenteros (largos y estirados), de manzana (con un corazón- si se les mira por detrás- entre las piernas… e increíblemente fotogénicos), ergonómicos (se desparraman y adaptan a cualquier silla, como un cojín), flacos (poco turgentes y escurridizos), terrenales (simulan las grandes dunas del Sáhara), de pera (de coordenadas incomprendidas), alistados en las fuerzas armadas (duros, blindados y poco hospitalarios), redonditos (con buenas dosis de donaire), fruto de una sesión de bricolaje (a lo Kim Kardashian: de silicona, con proyección para sacarte un ojo y altamente inflamables) y mediáticos (feos, pero adorados).

Como veis, hay posaderas para todos los gustos y de todos los tamaños. Os propongo un juego: adivinad a qué tipo pertenecían las mías (porque no pienso desvelar a cuál pertenecen ahora).

Y mientras reto con la mirada a ése que me silba, pienso: qué lástima que los culos no sean intercambiables.

AARG!

especial

Avec tout mon amour,

AA