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Carta a mi hermana: «Hasta siempre, Frodo»

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Para quienes hayáis compartido vuestra vida con un animal, sabréis lo que se siente cuando éste se marcha y el silencio ocupa su lugar.

Frodo, has estado con la familia desde hace 12 años: saltando entre cojines desde cachorro, viviendo nuestras alegrías y tristezas, usurpando comida a escondidas, corriendo como un conejo en el jardín, ligando como un viejo verde aun cuando la próstata empezaba a fallar, echándonos de menos cuando te quedabas solo, muy feo recién mojado, suave al tacto, ciego tras zarandear tus tirantes coleteros, con cara de no haber roto un plato en tu vida -pese a haberlos roto todos-, o escayolado por ansiar jugar con perros más jóvenes que tú en la playa.

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Parte de nuestro día a día y nuestras conversaciones, el destino quiso este domingo que en un rutinario paseo mi hermana viese cómo se escapaba tu alegría lejos, muy lejos. Doce eternos minutos durante los cuales dos pastores alemanes te mordían sin compasión, hasta romperte el cuello y dejarte inmóvil, como un muñeco de trapo.

Por culpa de la negligencia de ese vecino al que no puedo dejar de odiar ya que pudo haber evitado que sus perros se escaparan de nuevo (el sábado atacaron a un caballo y anteriormente al ganado), ahora podríamos estar lamentando otro final si la víctima hubiera sido otra.

Rápidamente, mi hermana -que te ha querido y te querrá siempre- te trasladaba hasta el Hospital Veterinario C. donde, tras sedarte y hacerte las pruebas pertinentes, nos comunicaban que tenías la médula afectada y que no volverías a recuperar la sensibilidad de tu pequeño cuerpo de 10 kilos. Qué lástima no poder hacerte entender que era normal que ya no sintieras dolor, mientras buscabas con los ojos una caricia y no perdernos de vista, loco por incorporarte y recibirnos como habías hecho hasta entonces.

Finalmente, ayer lunes a las 5 de la tarde, tras una noche en la que todos te hemos llorado y no hemos dormido, nos dejabas y descansabas, por fin, acompañado y habiendo escuchado el nombre de todos nosotros una última vez en boca de mi hermana.

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Así pues, María, sé que te sientes liberada por haberle evitado con la inyección más sufrimiento, aunque muy triste por no poder volver a llamarlo por su nombre y que vuelva a tu lado, o sentir una vez más que te espera detrás de la puerta de casa, muy contento. Pero ha sido tremendamente feliz y, aunque esperábamos que un día se desplomara sin más por viejo, en tus sueños seguirá persiguiéndote tratando de devolverte, fiel y leal, todo el amor recibido.

No era capaz de decirte esto por teléfono sin que me temblara la voz.

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Incinerarlo junto a su peluche favorito y esparcir sus cenizas, donde tú y yo sabemos, le hará inmortal en tu corazón.

Nos queda el consuelo de saber que tal vez evitó males mayores. Piénsalo, ES UN HÉROE.

Hasta siempre, Frodo.

ageda

Avec tout mon amour,

AA

Mi guía gastronómica (secreta) de Madrid

Restaurante italiano 'Flavia'

Restaurante italiano Flavia

Con tanto trasiego de calorías, este post tenía que llegar antes o después. Para toda esa legión de amigos que, como yo, saben que ya por mucho que pongan de su parte la operación bikini es un tren que se ha largado a la velocidad de una fiera de la ingeniería, aquí van estos deliciosos sitios en los que gozar y dejarse de frugalismos estivales. Por cierto, en todos ellos los celíacos podemos comer sin problemas.

ITALIANOS:

FLAVIA

Posiblemente estén aquí las pizzas más logradas para celíacos de Madrid. Su dueño, Hugo, dispone de dos hornos en las entrañas de la cocina para que no exista contaminación cruzada. El local es una monada, aunque la música sea un desastre con nombre de regaetton y le reste el encanto italiano que muchos buscamos cuando cruzamos la puerta del establecimiento. Buenísima la ensalada de búfala y tomate y la pasta en todas sus presentaciones. Viva Italia y los italianos.

DA NICOLA GRAN VÍA (Plaza Mostenses, 11)

Es un restaurante italiano sin pretensiones en el que un celíaco lo va a gozar (tiene acuerdo con FACE). Son muy ricos los gnocchi rellenos de queso y la pasta de setas y trufa. Ideal para ir con amigos y comer por un precio asequible.

La presentadora en Da Nicola

DON GIOVANNI (Paseo de la Reina Cristina, 23)

No son muy simpáticos en el trato, pero reconozco que lo que encierra este restaurante es gloria bendita. No hay pizzas para celíacos, pero sí pasta.

COMIDA TRADICIONAL:

EL PARAGUAS (Jorge Juan, 16)

En pleno corazón del barrio Salamanca, se encuentra uno de mis restaurantes favoritos. Cuando voy no soy capaz de resistirme a sus deliciosas zamburiñas gratinadas, el arroz negro con berberechos y su postre casero de La Reina de Saba o las natillas con merengue tostado. La atención es maravillosa. Tiene terraza.

El Paraguas

TEN CON TEN (Calle de Ayala, 6)

De los mismos dueños que el anterior, Sandro y Marta, permite comer de manera distendida y disfrutar de la música y de sus amabilísimo personal. La terraza, recién estrenada y llena de nebulizadores, ha quedado preciosa y da gusto pasar un rato poniéndote las botas en una de sus mesas. Buenísima la ensalada de calabacín con queso de cabra, el solomillo de vaca con yema y trufa negra, el bacalao negro asado con manzana y las bolas de yuca con queso (aptas para celíacos) que si pides te traen para picar (mi perdición).

Adriana y Nacho Montes en Ten con Ten

JAPONESES:

MIYAMA (Paseo de la Castellana, 45)

Hiroshi te recibe con una gran sonrisa nipona cuando pisas el suelo de este restaurante (“Montaña bonita”) que enamora. Un japonés de los de verdad, de decoración minimalista y flanqueado por una barra de sushi en el que hay muchos comensales con la mirada rasgada hablando en un idioma lejano y dejándose conquistar por sabores que les son muy familiares seduce casi al instante. La carta es deliciosa y tienen salsa de soja sin gluten y mochis de fresa que los celíacos también podemos comer.

Restaurante japonés Miyama

YAKITORO by CHICOTE (Calle Reina, 41)

Inspirado en la tradicional taberna japonesa de yakitori, Chicote ha interpretado, con un toque español, este tipo de cocina. Pese a que le voy a dar un tirón de orejas porque en la carta de verano hay muy poquitas opciones para los celíacos, es importante incluirlo en la lista por haberme hecho feliz durante el invierno a base de brochetas, peces mantequilla y algodones dulces y picantes. ¡Que vuelva ya mi puré de patata, Alberto!

Adriana Abenia en el restaurante Yakitoro de Chicote

MEXICANOS:

PUNTO MX (General Pardiñas, 40)

La mejor comida mexicana de Madrid se halla en este lugar. Imperdible. El precio del cubierto es algo caro, pero la comida merece la pena.

MACROBIÓTICOS:

CRUCINA (Divino Pastor, 30)

En este local ecogourmet, vegano y sin fogones (cocinan por debajo de los 40 grados) no utilizan ni lácteos, ni huevos ni gluten. Se trata de comida muy sana con la que saciarte inspirada en platos como la lasaña o la moussaka y en la que es de obligado cumplimiento terminar con un postre dulce de chocolate, un placer sin culpa lleno de nutrientes y vitaminas con el que alucinaréis.

Crucina

MODERNOS:

EL INVERNADERO (Paseo de Los Rosales, 48, en Collado Mediano)

Aquí celebramos mi cumpleaños hace unos días. Los vegetales son el pilar de la cocina que presenta Rodrigo de la Calle. Os dejo la carta que prepararon para esta ocasión (¡27 platos para mí solita!) y así veis lo original y divertida que resulta su oferta gastronómica, que se sirve en un coqueto y romántico invernadero con sólo 4 mesas.

Adriana en El Invernadero El Invernadero

DSTAgE

El restaurante de Diego Guerrero es un lujo para los sentidos y para disfrutar sin prisas. Alta cocina sin corsés y muy cosmopolita que rompe con todo lo que estamos acostumbrados. No hay carta, sino 2 menús degustación con los que acabaréis desabrochándoos el botón del pantalón. Súper recomendable.

Adriana con el cocinero de Dstage

El Club Allard (calle de Ferraz, 2), Rubaiyat (calle de Juan Ramón Jiménez, 2) o Filandon (carretera de El Pardo a Fuencarral, km. 1,9), también son restaurantes que no os podéis perder.

¡Qué aproveche, camaradas!

 

Avec tout mon amour,

AA