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A veces que te rompan el corazón es lo mejor que te puede pasar

Que te rompan el corazón deja una sensación de desamparo en uno mismo que parece imposible de reparar. Nuestro universo en ese momento tiene la fragilidad de una vasija de barro recién horneada que es preciso curar para que no se agriete y se haga mil añicos.

Quién no ha sentido que su mundo de papel se arrugaba en las manos de otro. En eso consiste el amor.

Cuando alguien te hace daño o no quiere saber de ti, al menos de la manera que tu deseas, los días se estiran como los de cualquier verano y las noches se hacen infinitas dentro de una cama que cuesta abandonar al despertar.

Nos manchamos los labios de chocolate para esconder la amargura -que con profunda certeza pensamos será infinita-, y mareamos los cafés con una cucharilla que pesa, sintiendo lástima de nosotros mismos.

Salir a la calle nos angustia y en las caras de desconocidos encontramos fugaces similitudes con esa persona que consigue que nos duela el cuerpo en sitios que no somos capaces de localizar.

Y, sin embargo, a veces que te rompan el corazón es lo mejor que te puede pasar, de hecho creo que merece la pena que alguna vez alguien lo haga. Es sano que ocurra en esa caótica etapa de la juventud en la que juras dentro de la camiseta de otro mientras alineas huesos de cereza en el borde de un plato, convencida de que cada paso sin esa persona será siempre una ventana a un precipicio, aunque otros besos al caer te enjuguen las lágrimas en segundos y consigan hacerte olvidar todo lo dicho. Aquello hace que te des cuenta de esa realidad paralela que crece como una enredadera donde tú sólo veías un muro, mostrándote a otras personas y experiencias que son las que te permitirán avanzar como persona.

Y aunque la vida no es justo que sea una carretera sin asfaltar, llena de baches, creo que el hecho de que las cosas no sean siempre fáciles hace que paladeemos más cada instante.
Es por ello que cuando falla el amor -aunque cueste dejar de escuchar música triste y refugiarse en la sombra de los recuerdos-, y a sabiendas de que la vida es una sorpresa continua, tenemos que estar preparados para encontrar los tesoros.

Por eso, querida amiga, decirte que hoy más que nunca has de pintarse los labios de rojo, sudar las penas en el parque y rodearte del bálsamo que ofrecen las sonrisas en torno a una montaña de puré de patata con mantequilla y algodón dulce.

Desconecta de las redes sociales. Algo bueno te espera, algo que hará que vuelvas a creer.

Hazme caso.

Avec tout mon amour,

AA