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iRedes, día 1: si bebes, no tuitees

Congreso iRedes

Una mezcla extraña pero curiosa. Risto Mejide -sí, el mismo- casi en primera fila tomando notas y escuchando al gurú -con perdón- Martin Varsavsky, fundador de Ya.com, Jazztel y Fon. El argentino inauguró el Congreso iRedes explicando cómo las redes sociales le hacen ahorrar tiempo y optimizar recursos reemplazando algunas de sus actividades. «Antes de Internet yo leía un montón de libros». Así empezó. «Cuando @martinvars deje de pronunciar la palabra YO, ganará 5 años más de vida», replicaba al rato Mejido en Twitter.

Me queda la duda de si luego comieron juntos o no. Se lo preguntaré.

Es parte de la salsa de esta cita en Burgos. Pero no ha sido casual. El publicista -y algo más- intevendrá el viernes, pero aterrizó antes en el Teatro Principal para escuchar a los que le precedían. Ha habido de todo. Para empezar, Varsavsky llamó «animales» a los que comentan (mal) en YouTube y mostró sus simpatías por la función informativa de Twitter y la personal de Facebook. Google Plus y Tumblr quedan «para testear»; Linkedin no le sirve. De acuerdo con casi todo, incluso con que Twitter puede llegar a ser un gran «buscador».

Profesional de las charlas, el empresario introdujo una mesa redonda algo más previsible y, aunque con atractivo, ombliguista, si me permitís la expresión: la de medios de comunicación. (Me salto la parte de los patrocinadores y autoridades, que todos habéis visto en el streaming). Destacaré la intervención de Raúl Briongos, director de Diario de Burgos, que contó que, pese a sus propias «reticencias» iniciales, las redes como Twitter han cambiado la forma de hacer periodismo de su redacción. Esto, en un medio local, me interesó sobremanera como experiencia

Aunque cortita, una de las intervenciones más interesantes que he escuchado ha sido la de Gabriela Warkentin, de la Universidad Iberoamericana de México. Hizo, sin quererlo, una clara y meridiana analogía entre la situación «anquilosada» de la universidad -de allá- y la de los medios de comunicación -de todas partes-. «Nos volvimos obsoletos frente a los estudiantes», dijo sin cortarse, «me pregunto por qué no están más indignados con nosotros». Su relato de cómo deberían ser estos centros, adquiriendo un papel activo como «nodos» y dirigiéndose hacia la «semántica» y el 3.0, aportó la luz de una bombilla en la penumbra. «La universidad debería fluir en la conversación. Es un tema de identidad». No hace falta más.

Me quedan las dos expresiones clave de la jornada: el efecto Media Markt y el surrealismo televisivo. El primero afloró en la mesa redonda titulada Jóvenes y plazas públicas 2.0. Participaban la psicóloga Dolors Reig; Ricardo Galli, fundador de Menéame; Jon Aguirre Such, de Paisaje Transversal (y exportavoz de DRY); y Francisco Jurado, de Democracia 4.0. Al fin algo de debate con interacción y tirones de cuerda que interesó bastante al público.

Cómo no, el 15-M y la primavera árabe dominaron la conversación. El efecto «potenciador» de las redes sociales en ambos fue definitivo, según Reig; ambas revoluciones tenían común «que había una insatisfacción de una población que no tenía nada que perder». Estas armas poderosas, añadía, contribuyen a la creación de micromedios y microlíderes. Para Reig los políticos hoy «están moralmente por debajo de los ciudadanos», porque estos dialogan en la Red; «el que ha dialogado en Internet no necesita dar hostias». La carne, en el asador.

De ahí el efecto Media Markt. El «yo no soy tonto», no necesito de otros para opinar y actuar y además lo hago sin pasar por debajo de nadie. Esto choca con los 70 o con Martin Luther King, nombrado varias veces por Galli. Entonces no hicieron falta redes sociales para salir a la calle. El fundador de Menéame aseguró que en Egipto habría ocurrido lo mismo sin ellas y cuestionó la falta de líderes en el 15-M: «¿Cómo gestionar eso?», preguntó al aire. Ahí entraron Aguirre y Jurado, defendiendo el «proceso de beta permanente» del movimiento, que está generando, todavía hoy, «un manual de how to revolution». Citas a Wittgenstein, aparte.

Las ideas y venidas entre «la esfera digital y la esfera física», y viceversa, así como las «prácticas de autonomía», según Aguirre, que han introducido las redes en la ciudadanía, hicieron el resto. «El viejo esquema no existe, hemos matado al emisor», dijo Jurado. Después de esto, el surrealismo.

La última mesa del día fue todo un show televisivo: aunque se titulaba De la tele al tuit, en ella se habló de La Noria, la «obsolescencia programada» y la manía de algunos de tuitear después de haber bebido unas copas (sic). En el escenario, los periodistas Marta Fernández (Cuatro), Ramón Trecet, Africa Baeta (EiTB) y María Maícas (RTVE.es) lidiaban con las estocadas del moderador, Carlos Salas, de lainformacion.com.

Me quedo con las frases: «Los insultos se gestionan con paciencia y con sentido común», de Maícas (la parte con tablas), y «A veces pensamos que las cosas que hay en Twitter son las cosas que hay en el mundo», de Fernández (la sorpresa para el público). El resto fue un concierto sin director. Eso sí, hubo bastantes preguntas y ganas de mucho más, porque a pesar de todo fue un rato divertido. Todos los ponentes coincidieron en que Twitter ha abierto posibilidades y humanizado a los que hacen televisión. La «social tv» manda y crece. Aún no tengo claro a esta hora, sin embargo, si eso de «si bebes, no tuitees», es algo retórico.

Podéis repasar todo lo dicho leyendo el hashtag #iRedes. Mañana, más.

1 comentario

  1. Dice ser disfraces

    Creo que cuando beben es cuando más deberían tuitear… se les escapa lo que no tienen que decir y es cuando sueltan por los dedos las grandes perlas que quedan en nuestro recuerdo. Totalmente deacuerdo en el hecho de que las redes sociales han humanizado a los que hacen televisión.

    02 abril 2012 | 12:18

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