Entradas etiquetadas como ‘Una habitación propia’

Disidentes – Menos Virginia Woolf, más Itziar Ziga

Por Andrea Cay, (@AndCay_)(M

Fotografía: Natalia Vera

Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir ficción.

Una habitación propia, Virginia Woolf

Quiero ser escritora, es mi sueño desde pequeña. Claro que necesito esa habitación propia, claro que necesito ese dinero. Pero, Virginia, no quiero quedarme ahí, no voy a cuestionar eso.

Hoy me siento con rabia, como muchos otros días, y me encanta canalizar cualquier sentimiento para escribir sobre lo que soy.

Ay, Virginia, gran referente del feminismo, nos has dado mucho no te lo voy a negar. Pero nos has acomodado a encerrarnos en nuestra habitación a leer y leer, nuestro espacio seguro en donde nada ocurre.

Las habitaciones, en su mayoría, cuentan con ventanas, con un solo pequeño vistazo podemos observar la vida de los demás. Concretamente, en este caso, la de las demás. Woolf has conseguido que mujeres se queden encerradas, imaginando que el mundo real no existe. No nos preocupa la señora mayor que va cargada de bolsas, porque no voy a bajar a ayudarla. La señora que se gana su dinero, ese que tanto necesitamos para escribir, limpiando escaleras, a riders con contratos precarios, luchando por subsistir. Lee el resto de la entrada »

¿Quién teme a lo queer? – Orientaciones radicales o la (im)posible horizontalidad

Por Victor Mora (@Victor_Mora_G ‏)

Si quieres mandar preguntas o comentarios a Víctor Mora puedes escribir DM o de forma anónima a: https://curiouscat.me/Victor_Mora_G

Tuff; 2018

Mil plumas están preparadas para deciros lo que debéis hacer y qué efecto tendréis.

Mi propia sugerencia es un tanto fantástica, lo admito; prefiero, pues,

presentarla en forma de fantasía.

Virginia Woolf

Que habitamos un espacio social organizado verticalmente es algo que no se cuestiona, excepto, por supuesto, por parte de quienes obtienen beneficio de esa verticalidad y no consideran que sea un problema para el resto (o sencillamente no les importa). La búsqueda progresiva de una redistribución justa y un reconocimiento equivalente debiera ser (es), sin duda, a lo que una sociedad que se autodenomina democrática debe(ría) aspirar. Sin embargo llama poderosamente la atención que, cuando se plantean debates en lo público sobre estrategias posibles para alcanzar objetivos que dinamiten la estructura vertical, lo que más ruido genere sean las voces del surtido ultraconservador que se erigen como baluartes del privilegio.

Es interesante vincular la idea de espacio social y distribución (vertical, en este caso) con los sustantivos abstractos que este sector monopoliza y retuerce (como la “nación” o el binomio “normal/anormal” cuando se habla, por ejemplo, de modelos de familia o afectos reconocibles, de educación sexual, de migración o de ciudadanía). Lo vertical se defiende como una estructura espacial inconquistable, infranqueable; incorruptible por ese resto social que pretende con sus estrategias de escalada conquistar los privilegios de la cima. Pero, ¿por qué tiene que haber precisamente una cima, y por qué se ataca todo intento de imaginar otros posibles? Lee el resto de la entrada »

Virginia Woolf y las palabras invisibles

Por Nieves Gascón (@nigasniluznina)

Imagen de Virginia Woolf de niña

Imagen de Virginia Woolf de niña

“Les dije suavemente que bebieran vino y tuvieran una habitación propia”

Virginia Woolf, 1929

Virginia Woolf, escritora e icono del pensamiento feminista, también fue niña en algún momento, y en su mundo infantil se basa y recrea el relato que escogemos en marzo, mes de reivindicación y lucha por los derechos de las mujeres: Virgina Woolf. La escritora de lo invisible, edición bilingüe de Hotel Papel (2008)

La protagonista es una niña de una familia numerosa que, inmersa desde su nacimiento en un largo mutismo, tarda en pronunciar de corrido sus primeras palabras una mañana con tres años de edad. Lo hace al despertar y ver las nubes a través de su ventana para comenzar a discutir con su hermana sobre sus formas.

Seducida por las palabras que no se dicen, las pesca con su red de seda transparente, antes de que escapen y desaparezcan para siempre. Las apunta, construye historias y las comparte con sus hermanas y hermanos, antes de dormir o mientras comen huevos fritos con beicon, su comida favorita. Lee el resto de la entrada »