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Ella lo inspiró; yo lo respiro

Por Sara Levesque

 

Hoy hay un señor en el metro con aspecto de no tener trabajo. Lo primero que pienso de él es que será un artista aficionado. Lleva el pelo cortado casi al cero, pero le distingo las entradas. Las gafas se le aguantan a duras penas sobre una nariz enrojecida. Calculo que cargará unos cuarenta años de esclavitud encima, condena arriba, condena abajo. Lleva una mochila que no es de marca, y ropa no muy maltratada. Cobija sus pies en unas botas de montaña que parecen haber ansiado más cimas de las que podían subir. Va abrigado con nada más que una camisa vaquera grisácea. Parece cansado de la vida, o como si la vida se hubiera cansado de él.

Yo estoy de pie al final del vagón, él va sentado en el suelo. A veces me mira. También al resto de pasajeros. Escribe en un cuaderno con un pilot fuertemente agarrado con tres dedos, como si ese fuera su último instrumento de trabajo, la última oportunidad laboral que le quede y temiera que se le escapase. Yo hago lo mismo que él: emborrono el libro que estoy leyendo con un lápiz casi consumido, con mi mala y preciosa letra. Me pregunto si le llamaré tanto la atención como para escribir sobre mí, como estoy haciendo yo con él.

Parece un artista asimétrico. Una de esas personas que cierra todos los bares, recordando la victoria de su propia existencia, cuando le conocían y era número uno en ventas. Ahora, parece que no le queda más remedio que tirarse a una rubia detrás de otra, bebiendo sin sed. Durmiendo sin sueño. Los días dorados pasaron a mejor vida mientras él ansía oxígeno en la peor cara de la moneda hasta que se canse de respirar. A este virtuoso, ahora miembro de la bajeza, parece que solo le quedan sus propias mentiras, que solo le aguantan sus viejas traiciones.

Me hace recordar el tremendo discurso que redacté para leer en el funeral de mi primera novela, en los crudos momentos en que pensaba que jamás sería publicada:

Estamos aquí reunidos, en una gélida mañana, para decir adiós a una novela que, aunque desconocida, llegó a ser muy querida por sus artistas más cercanos: Ramón y yo misma. Fue asesinada cruelmente a manos del «no» editorial. Sus restos yacen ahora entre tantos manuscritos manoseados, consumidos, olvidados, despojados, desterrados…

Más gélida es la ausencia de esta obra en el mercado. Nunca la veremos expuesta en librerías. Nunca saldrá en los periódicos ––salvo su esquela––. Nunca renacerá en forma de película. Y, por supuesto, sus personajes nunca seguirán el guion de su versión teatral.

Tus horas de esfuerzo, tinta sobre papel, tecleos de madrugada y cigarros sin fin te echarán de menos. La autora pide discreción y que se rece una oración por los editores, para que aparten el dinero de su mente y aprendan a descubrir la importancia de la esencia artística.

Luz a la luz. Tierra a la tierra. Cenizas al cenicero. Y polvo tras polvo.
Hasta siempre, Bohemia.
Descansa En Paz.

La amiga de mi amiga

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Película española de 2022 dirigida por Saida Carmona que cuenta las vicisitudes de una pandilla de lesbianas treintañeras, muchas de las cuales son amigas en la vida real de la directora. Las protagonistas viven como si tuvieran veinte años, saltando de unas relaciones a otras, enredándose entre ellas en busca del amor, que es de lo que, en realidad, están enamoradas. Esta es una cinta con look amateur y vocación underground rodada en 11 días. Un homenaje a Eric Rohmer y a la nouvelle vague. La realizadora adapta la fórmula de Rohmer a su mirada personal sobre el cine, la vida y las relaciones , dándole a la historia un toque queer con la frescura que envuelve todo el metraje y sin que esa naturalidad refleje descuido en la factura.

Esta historia empieza cuando Zaida, después de una ruptura, vuelve a Barcelona y se encuentra con Rocío, su amiga, que tiene una novia, Lara, que tiene una amiga Aroa, que tiene una novia, Julia. A Zaida le gusta Lara, pero también Aroa. Julia deja a Aroa para enrollarse con Rocío. A Rocío le gusta Julia pero no quiere dejar a Lara y Lara está hecha un buen lío. Además cantan y juegan al tenis y van al cine…

Según contó Zaida Carmona a Ana Satchi en el programa Artisteando de InOutRadio, todo surgió, como tantas cosas, en confinamiento .Yo tenía un guión escrito, pero era muy difícil de rodar con los escasos, nulos medios que tenía. Necesitábamos financiación y entonces, un buen amigo, Marc Ferrer me dijo: ¿Por qué no escribes sobre tu entorno, sobre tus amigas y sobre tus líos? Y fue como bueno, eso quedó ahí y en esa época yo estaba viendo pelis de los noventa sin parar y me obsesioné con el cine de Eric Rohmer y entonces pensé: ¿Cómo sería una peli de Eric Rohmer pero llevada a mi entorno, a un entorno bollero. La amiga de mi amiga está basada muy libremente en El amigo de mi amiga que igual no tiene nada que ver pero que es el germen de la idea. Me puse a escribir junto a Marc, yo hacía una versión, se la pasaba, peloteábamos…Y lo que fue muy curioso, que me encantó, que yo soy muy lenta escribiendo, y aquí me puse a hablar de mis amigas, me puse a hablar de bollerismo y el primer borrador del guión me salió como muy rápido. Luego sí que hubo mucho retrabajo pero salió bastante del tirón. Son cosas que igual no nos han pasado exáctamente, pero si no muy similar y si no a mí a mi amiga.

Y porque el hecho de representarnos y escribir una historia sobre nosotras y hablar así tan libremente y desde esta celebración de nuestra identidad era algo que me animaba mucho y me animaba tanto a escribirlo como a imaginar como a generar este universo que yo creo que fue que se juntaron muchas cosas. La necesidad de escribir algo desde un sitio honesto también, vamos a contarnos. Pasó una cosa muy sorprendente, y es que estamos ávidas de ese tipo de historias. Esta película tiene un presupuesto muy pequeño, está hecha desde los márgenes, que es desde donde creo que se pueden hacer este tipo de películas. Lanzamos un Verkami y se cumplió el objetivo en dos días, sin tener yo una carrera detrás. Yo creo que es por la necesidad de contar nuestras historias, necesitamos contarnos. Tenía muy claro desde el primer momento que quería filmar a mi amiga Rocío Saiz, porque me parece una persona que tiene mucho carisma, la he visto actuar y es increíble, pensé seguro que para este tipo de proyecto se apunta y tiene el morro de ponerse delante de una cámara. Ella se apuntó antes de leer nada. También me apetecía mucho hacer algo con Alba Cross que es una de las protas que en un momento iba a ser ella, luego no iba a ser ella, al final sí que fue. Y luego hay una persona que es clave, que es la persona que hizo de ayudante de dirección, producción, coordinando la pospo, que es Gema Arquero, que es de esas personas que en el equipo técnico queda siempre queda como en la sombra y al final es una persona que sin ella esto no habría sido, al final necesitamos estas redes, este apoyo y más , yo creo, las mujeres y más las bolleras que siempre nos estamos como cuestionando, tener un equipo que esté ahí y a partir de ahí se empezó a unir la gente . Yo escribo esto en 2020, y empezamos a rodar en febrero 2021, durante 11 días en Barcelona y todavía había toque de queda, a las diez teníamos que estar en casa, los bares cerrados. Fue un poco bestia rodar en ese contexto, cada persona del equipo compatibilizando sus trabajos con el rodaje.

Nos costó un poco llegar a las fechas, poder cuadrarlas y cuando empezamos a rodar salió todo superbién, era una maravilla. En el equipo de rodaje todas las jefas de equipo eran tías, tias bisexuales o bolleras , luego el resto del equipo también han sido chicos gais, ha sido casi todo un equipo enteramente LGTBI y eso se notó para bien, había un cuidado y un vamos todos a una que yo no sé si en otros rodajes pasa esa magia . Yo había rodado algún corto, muy pequeñito, con un equipo muy pequeño. Era la primera vez que me metía algo así. Estaba un poco aterrada y, sobre todo, lo complicado era tener la mente dividida en cuándo estoy actuando y cuándo estoy dirigiendo. Porque es como, yo ahora me lo tenía que estar pasando superbién rodando con mi amiga Rocío y estoy agobiadísima porque tenemos una hora para rodar y es algo imposible. Era como estar todo el tiempo en esa disociación. Yo no sé cómo soy como directora, la verdad es que el equipo lo puso muy fácil. Yo soy una persona muy nerviosa, llevo fatal la presión y la verdad es que yo creo que estuve bastante tranquila y lo disfruté mucho. Fue un esfuerzo titánico y colectivo. Las expectativas las hemos superado con creces. La acogida fue muy emocionante. Vienen chavalas súper jóvenes, que yo creí que a una generación más joven esto no le iba a interesar, y me dan las gracias por contar esto y también tías más mayores. Haber conseguido esto en diferentes generaciones, que puedan reflejarse en la pantalla a mí me emociona un montón.

Las aventuras de Priscilla, reina del desierto

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

Película australiana de 1994 dirigida por Setphan Elliot y protagonizada por Terence Stamp, Hugo Weaving, Guy Pearce y Bill Hunter. Un éxito de taquilla, que obtuvo el beneplácito de público y crítica.

Aparentemente frívola, es considerada como una de las mejores comedias dramáticas de los años noventa. Una road movie con el glamour de tres artistas drags que recorren el desierto australiano en un excéntrico autobús al que bautizan como Priscilla.

El film se apoya en un guión excelente que debió ser, al menos, nominado al Óscar. Respecto al humor presente en la cinta, resultó que el público reaccionaba de forma diferente según el país en el que se proyectaba la película. Sobre este tema, el director declaró:

En una proyección que tuvimos para el público australiano, hubo carcajadas en todo momento, pero en el resto del mundo, la gente reaccionó de forma diferente a cada momento de humor. Por ejemplo, cuando Tick dice que Bernadette ha dejado su pastel en la lluvia, el público estadounidense se rió durante diez minutos, mientras que el francés no lo entendió, aunque sí disfrutaron más de otras escenas.

Respecto al reparto, muchos actores se negaron a protagonizarla debido a su bajo presupuesto. En un principio se pensó en Toni Curtis para el papel de Bernadette, pero el actor no pudo aceptar por cuestiones de agenda. También John Cleese rechazó participar. Para los papeles de Anthony y Adam, los productores pensaron Rupert Everett y Jason Donovan. Pero, tras los conflictos surgidos entre los actores en una reunión de casting, al final , para evitar problemas durante el rodaje, los elegidos fueron Hugo Weaving y Guy Pearce.

Terence Stamp interpreta a Bernadette, una elegante y sobria mujer trans con una historia personal de rechazo por parte de su familia . Hugo Weaving es Anthony/Mizzi, artista temeroso de que su hijo descubra que es homosexual y drag. Por último, Guy Pearce es Adam/Felicia, joven gay, excesivo y sin complejos que, sin embargo, encierra en su interior el recuerdo del abuso sexual que sufrió en la infancia.

La cinta presenta a los personajes con respeto y humanidad. Hay una escena donde el trío se encuentra con unos aborígenes con los que acaban celebrando una fiesta. Se produce así la unión de dos minorías que, por razones diversas, han sufrido el rechazo y la exclusión social.

El desierto, escenario grandioso, nos regala momentos oníricos y surrealistas como la escena del ascenso a la montaña con el vestuario drag y la apoteosis de Felicia desplegando su capa orgullosa subida en el techo de Priscilla.

El exuberante espacio agreste, será testigo de las peripecias del trío artístico ; Bernadette conocerá a Bob, un hombre sencillo y amable que la trata con delicadeza y cariño. Felicia es víctima de un ataque homófobo y Mizzi se da cuenta de que su hijo es un niño acostumbrado a la diversidad , no en vano su madre tiene novia.

La banda sonora está compuesta por música camp y destacan las cuatro canciones del espectáculo final: I’ve Never Been to Me» , «I Will Survive» , «Finally» y «Mamma Mia».

Obtuvo el Premio Una Cierta Mirada en la edición número cuarenta y siete del Cannes . También ganó el Óscar al mejor diseño de vestuario que toma como referencia el cabaret, utilizando objetos cotidiano y disfraces de animales.

Se ha convertido en una película de culto y se trasladó a los escenarios de Broodway también con éxito.

Las Aventuras de Priscila Reina del Desierto tiene un potente discurso que reivindica la pluma, el trabajo de las drags, visibiliza la transexualidad y a las familias diversas, aportando, en su momento, una forma distinta de ver la realidad de las personas LGTBI.

Hoy recomendamos: Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad

 

Nacho M. Segarra, María Bastarós y Cristina Daura presentan Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad (Lumen, 2021)

Desde los manuales eróticos de la Antigüedad hasta las relaciones en tiempos de pandemia, pasando por la mitología erótica egipcia o el sexo que practicaban Adán y Eva en el paraíso, Nacho M. Segarra y María Bastarós despliegan rigor, ingenio e ironía en una narración llena de curiosidades, hechos de la cultura popular y cotilleos históricos.

Un collage histórico que analiza los discursos religiosos y médicos sobre el sexo (desde el concepto de pecado hasta las leyendas urbanas sobre el sida), pero también las prácticas (la marcha atrás o enrollarse en los coches), los inventos (desde los masajeadores al satisfyer), las batallas del colectivo LGTB, el colonialismo y su relación con la sexualidad, las primeras comunas del amor libre, las fiebres eróticas durante las guerras mundiales, la aparición de Playboy, las guerras feministas sobre el porno, los swingers, las asexualidades, el twerking o las distintas reacciones contra la libertad sexual de la mujer.

Un recorrido cronológico con una perspectiva diversa, transfeminista y en constante diálogo entre actualidad e historia, ilustrado con el estilo único de Cristina Daura.

La crítica ha dicho:

«Un [libro] en el que cabe cualquiera que quiera entrar.»
Isabel Valdés, Babelia

«Un libro que propone un viaje muy completo. Un trabajo magnífico. […] Pura maravilla.»
David Àvila, Ja m’entens (Catalunya Ràdio)

«Ameno y de lo más interesante, Nacho Moreno, María Bastaros y Cristina Daura […] repiten fórmula y aciertan. […] Un libro para leer y aprender, conociendo el pasado para entender el presente.»
Alberto Vaquero, FNAC

 

Bibliotecas Humanas. Escuchar para entender.

Por Charo Alises (@viborillapicara)

 

Entre las iniciativas para promover el respeto y la empatía, encontramos una propuesta muy original y efectiva: las bibliotecas humanas. Las bibliotecas humanas se basan en la importancia de conocer diferentes experiencias para compartir vivencias y, de ese modo, humanizar a quienes nos pueden parecer diferentes .

Este proyecto nace en Dinamarca en el año 2000 cuando Dany Abergel, Asma Mouna y Ronni Abergel idearon una actividad para poner remedio a la oleada de violencia nocturna que sufría Copenague , después de que un amigo común fuese apuñalado brutalmente. Empezaron con la ONG Stop the Violence llevando a cabo una campaña de sensibilización y educación dirigida a despertar la conciencia de la juventud sobre la violencia . Del éxito de esta actividad nacieron las Human Library como movimiento internacional.

Son bibliotecas con “fondos humanos”. No se prestan libros, se prestan personas para conversar con otras y exponerles sus circunstancias. La idea es compartir historias de vida que rompan estereotipos y nos acerquen realidades que consideramos ajenas. Estos libros humanos son peculiares ya que pueden variar dependiendo del momento en que se lean ya que están escritos en la tinta indeleble de la tradición oral.

«Human Library at University of Essex» by University of Essex is licensed under CC BY 2.0

Las personas que se ofrecen como libros humanos para formar parte de esta original biblioteca, lo hacen de forma totalmente voluntaria y gratuita. Suelen ser personas migrantes, enfermas, refugiadas, con alguna discapacidad, personas con situaciones complicadas que tienen una historia de la que podemos aprender. Compartiendo sus vivencias, quienes escuchan a estas personas, conocen nuevas realidades y empatizan con su situación, rompiendo prejuicios, fomentando el diálogo y el respeto entre gente de diferentes países, culturas, religiones, capacidades, formas de vivir, de amar y de sentir.

Las bibliotecas humanas ofrecen títulos tan interesantes como “Soy refugiada”, “Soy autista”, “Vivo en la calle”, , “Soy una persona trans, “Crecí en un orfanato, “Sufrí abusos sexuales”, “ Creo en el poliamor o “Vivo con VIH. Son historias llenas de vida que proporcionan una visión que combate los prejuicios.

Las sesiones suelen tener una duración de veinte minutos o media hora y se trata de conversar con esa persona a la que también se le puede preguntar. Como explicó Daniel Goldin, director de la Biblioteca de Vasconcelos en México, a El País en una entrevista concedida a este periódico el 23 de febrero de 2016:

Cualquier persona posee un saber que puede compartir, y lo que hace este formato es reconocer el saber, no tratar al público sólo como una persona ignorante que viene a conocer algo nuevo sino como una vasija llena que puede compartir y enriquecer a otras personas. Se trata de romper la barrera entre el creador y el público

Más de ochenta países cuentan con bibliotecas humanas. El éxito de la experiencia danesa animó a replicar la idea en otros lugares Rumanía, Islandia, Noruega, Canadá, India, Estados Unidos y Portugal siguieron la estela de Dinamarca. En España existen bibliotecas humanas en Madrid, Barcelona o Sevilla.

Más información aquí: Guía Biblioteca Humana

 

«Human Library at University of Essex» by University of Essex is licensed under CC BY 2.0

Nos gusta ser maricones

Por Ander Prol González(@AnderProlGlez) marika, periodista y sexólogo

Foto: Dagur Brynjólfsson

A día de hoy, nadie puede negar que la lucha del colectivo LGTBIQ+ supuso la creación de una contracultura existiendo, a día de hoy, numerosas obras, recopilaciones, creaciones artísticas… sobre la misma. La luz de Ocaña; personajes de la movida Madrileña; Flor de Otoño; obras como Elisa y Marcela; piezas más actuales como la serie de La Veneno

Gracias a la lucha de nuestras precedentes pudimos construir una comunidad creando así códigos culturales propios basados en nuestras vivencias. Y es que, cómo no va a existir una cultura LGTBIQ+ si la propia RAE define esta como el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

Y, de la misma manera que podemos hablar de cultura LGTBIQ+, es posible desgranar cada una de las siglas para hablar de cultura lesbiana, cultura trans* o, por ejemplo, cultura gay. Esto se debe a que el colectivo LGTBIQ+ es una comunidad compuesta por disidentes sexuales, o lo que es lo mismo, personas que no encajan en la norma cisheterosexual, lo que hace que en la misma convivan orientaciones e identidades que entre ellas encuentran diferencias pero, a su vez, similitudes. Lee el resto de la entrada »

¿Y si las hermanas Gilda no hubiesen sido hermanas?

Artículo de Clara Asunción García (@clarasungarciapublicado en el Gehitu magazine nº 101 “Viñetas con orgullo” que puedes descargar aquí

 

Crecí leyendo tebeos. Crecí siendo lesbiana. Podría parecer que una cosa no guardara relación con la otra, pero sí, y una muy importante: todo lo que ves, todo lo que vives, todo lo que sientes, todo lo que haces bien o estropeas, lo que llega a tu vida o se va, te construye, te da tu lugar en el mundo.

Todo lo que lees, también. Sobre todo, si en tu vida los libros ocupan un lugar fundamental; sobre todo, si para ti constituyen un referente, una vía de escape, un lugar de conocimiento y reconocimiento. Porque el relato de la ficción construye también el de la realidad. Porque esa representación tiene su correspondencia real y esta a su vez debería tenerla en esa ficción. Lee el resto de la entrada »

Por qué leer a Édouard Louis es un acto de insumisión

Por Enrique Anarte (@enriqueanarte)

Édouard Louis (Foto: Alberto Estevez)

En mi casa, en mi entorno, Francia siempre fue un país de valores ilustrados. Signifiquen lo que signifiquen esas palabras. Esa tierra al norte de los Pirineos era una especie de referente al que los españoles con problemas a la hora de sentirnos españoles, afrancesados contemporáneos, mirábamos en busca de inspiración; a veces hasta con un punto de envidia. Pero, sobre todo, con la ávida sed de una cultura sobre la que, creíamos, al mirar desde esta esquina rezagada de Europa, no pesaban tantas lacras, tantos traumas, tanta amnesia.

Evidentemente, aquello tenía mucha más mitología de lo que uno quiere reconocer. No es que la desmemoria sobre la que se construye la democracia española sea comparable, pero tampoco puede afirmarse que la relación de la Francia con su pasado colonial, por ejemplo, esté exenta de injusticias y crueles olvidos que aún envenenan el presente. Como tampoco puede negarse que, más allá de los rincones más románticos y ostentosos de París, habiten realidades que harían enmudecer al instante a aquellos valores ilustrados. O que pocos llegaron a entender, al menos en un principio, cómo fueron posibles aquellas imágenes en las que el catolicismo más retrógrado, autoproclamado «manifestación para todos» (Manif pour tous) sacaba a pasear a las calles de la República el odio a la igualdad. Ese fundamentalismo católico del que tanto hubiéramos sospechado en tierras ibéricas, pero que creíamos moribundo al otro lado de una frontera que dio refugio a todo tipo de almas libres durante las décadas en que sucumbimos al fascismo. Lee el resto de la entrada »

Las historias con que nos nombramos

Por Ramón Martínez

Era 1999 y yo sólo tenía 17 años cuando entré por primera vez en Berkana, la librería madrileña de temática LGTB. Corriendo desde el metro de Chueca, para evitar ser visto -entonces las cosas no eran como ahora-, y casi sin saber cómo nombrarme, escogí La Homosexualidad, de Michael Ruse, con la excusa de un trabajo sobre García Lorca, que un año antes había celebrado su centenario y que era entonces, al menos para mí, el único referente posible.

"Marinero", Iván Pineros
«Marinero», Iván Pineros

Algunos libros más tarde empecé a estudiar Filología Hispánica, y quise buscar más historias que hablaran de quién era yo, por qué, y en quién podría convertirme. En segundo curso recuerdo tener que afrontar un trabajo sobre Literatura Española del siglo XVI y empeñarme en buscar referencias a la homosexualidad en los textos de aquella época. La profesora me advirtió de que no encontraría demasiado, pero ambos nos sorprendimos al descubrir las referencias veladas en el Lazarillo, la traducción que hizo Fray Luis de la segunda bucólica de Virgilio, e incluso reinterpretando los juegos con el género que hace Juan de la Cruz en su poesía presuntamente mística -¿por qué no amorosa y trans?-. La desconfianza primera se convirtió en no poco entusiasmo y una recomendación: seguir buscando.

Siguió el siglo XVII, con ese Lope ambiguo que en ocasiones parece activista, con ese Cervantes atrevido, con Villamediana insinuando cosas que son casi impensables; vino el escaso XVIII, el más o menos aburrido XIX… Y nuevamente la explosión del siglo XX. Por fin a mi Lorca primero se sumaban más y más camaradas: Benavente el premio Nobel, Aleixandre el incomprensible, Gil de Biedma el cómplice, Terenci Moix, casi como un confidente, Villena el dandy, el maestro Mendicutti, y Cernuda, siempre Cernuda, la piedra angular de ese amor que, por fin, se atrevía a decir su nombre.

Mi doctorado estaba claro: organizar todo aquello, pero era un trabajo demasiado atrevido para una España que aún no había aprobado el Matrimonio Igualitario. Así que seguí con mi búsqueda en paralelo -hoy lo habría hecho de otra manera-, y continué recopilando historias. Pronto llegó la gran duda del método: ¿existe o no una Cultura LGTB? Cultura, subcultura… con nuestra etiqueta, de manera esencial, o simplemente hablando de cultura cuya temática trata la diversidad sexual y de género -mucho más adecuado decirlo así-, todas las historias empezaban a enlazarse. Algunos motivos eran recurrentes, algunos temas se repetían, algunos autores recuperaban las ideas de otros anteriores… Estaba todo listo, sólo había que contarlo.

Y así aparecí en Cogam, en Fundación Triángulo, en Arcópoli, mis queridxs compañerxs, en las Jornadas de la FELGTB… Y en el Partido Socialista de Madrid, que es mi hogar para el activismo. Y en todas partes necesitaba contar las historias que me ayudaron a conocerme, porque están ahí esperando a ayudar a mucha más gente. «Predicar la palabra», suelo llamarlo haciendo bromas, pero nuestra palabra, nuestras historias, las que hemos ido contándonos unos a otros a lo largo de los siglos, más o menos perseguidos, más o menos libres… Las historias que nos han convertido en lo que hoy somos, que nos hacen pensar en lo que queremos ser, que nos recuerdan quiénes fuimos. Todas las historias que forman esa madeja enredada a la que llamamos Cultura, sea LGTB, de temática sobre la diversidad, subcultura o no, pero que es nuestro pequeño pedazo de realidad compartida. Nuestro único referente posible, el único país que podemos llamar nuestro: nuestras historias, que existen y conservamos para darnos nombre.

Elmer y el derecho a la diferencia

Nuestra particular apasionada de la literatura, Nieves Gascón (@nigasniluznina) , vuelve al blog para recomendar un libro que nunca debería salir de la lista de ventas, un título a tener en cuenta en estas fechas porque Elmer, de David McKee, es un regalo perfecto.

 

Elmer El elefante

Esta vez hacemos una parada especial en un clásico de la literatura infantil. Elmer, un personaje de origen británico editado por primera vez en 1989, traducido a distintos idiomas (al castellano por Raquel Salagre Muñóz), de David McKee y que va perfectamente por su decimoquinta edición, fácil de encontrar en las estanterías de casi todas las librerías. Esta historia ha llegado a muchos rincones del mundo y se ha hecho adaptación teatral. Pero centrémonos en el relato. Una lectura para compartir antes de dormir y regalar en estas fechas. Aunque el mejor regalo es dedicar un tiempo especial a nuestra familia, a nuestros niños y niñas, para que con cada lectura abran sus mentes a la ficción.

Mundos de fantasía que fomentan la curiosidad, la imaginación y despiertan la afición a la lectura. Un tiempo especial, que es lo que realmente necesitan los niños y niñas en esta época de estrés y tecnología que no pueden sustituir la necesidad relacional del afecto para un crecimiento adecuado a cada edad.

Un cuento recomendable para todas las fases de la infancia. Las y los más pequeños pueden disfrutar de grandes imágenes llenas de colorido y contrastes. Y precisamente para ellos es ‘El chapuzón de Elmer’, otro título del mismo personaje y autor; una edición plástica para mojar y leer en el baño, e incluso morder bajo supervisión. Hay otra edición en tela y hasta se puede encontrar a Elmer relleno, en trapo de colores, listo para achuchar. Las y los neolectores de 6 a 8 años pueden aprender a leer con este cuento de forma divertida.

Elmer un día se plantea no ser diferente al resto de los elefantes de su manada y se pinta de color gris. Cuando vuelve al grupo, pasa desapercibido. No sucede nada hasta que la lluvia cae y le quita la pintura. Vuelve a ser un elefante de colores y sus compañeros se ríen al descubrir su camuflaje. Elmer es diferente y todos los elefantes lo saben, a la vez que disfrutan de su peculiar forma de ser. Así que deciden celebrar una vez al año una fiesta en la que todos, menos Elmer, se pintarán de vivos colores inspirándose en él. Elmer también se pintará de gris elefante para la ocasión y quizá para no sentirse tan diferente. ¿Pero realmente somos todas y todos iguales? No lo creo. Elmer ya es querido por ser un elefante especial en su grupo, no sólo por sus colores, sino porque le conocen, valoran y quieren.

Quizá esa es la clave, conocer y apreciar a cada persona por su valía y respetar el derecho a la diferencia. Una buena premisa para relacionarse y comprobar que podemos llevar un elefante de peculiares colores en nuestro interior. Por la convivencia, el respeto y la diversidad la historia de Elmer es algo más que un cuento para los y las peques que están en ese momenmto de crecer y descubrir, precisamente, que todos somos diferentes.