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Más que una historia de amor lésbico, Carmen y Lola

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina)

Escena de la película Carmen y Lola

Es miércoles, casi mitad de la semana y tenemos una invitación para asistir a la premier de Carmen y Lola, película dirigida por Arantxa Echevarría, ya presentada en el pasado Festival de Cannes.

Quedamos media hora antes en la boca de metro de Plaza España, junto al Edificio España. Subimos por la Gran Vía caminando y charlando hasta el Palacio de la Prensa. Cuando llegamos, pasamos directamente a la entrada. Dimos nuestros nombres, simplemente como referencia. Parece que la previsión de asistencia ha superado las expectativas. Se ha habilitado más de una sala para poder dar cabida a la numerosa asistencia. Tratándose de una película sobre mujeres, dirigida por una mujer, lo celebramos aún más. Lee el resto de la entrada »

El proceso fotográfico: Clichés, lesbianas y cintas de vídeo

Por Laura Ramírez Martín (@laura1decada10)

 

Hoy escribo sobre clichés, fotográficos y no tanto.

En el proceso fotográfico el cliché es el material original. Es una tira de película fotográfica revelada a partir de la cual se copian las fotos mediante la técnica de positivado.

En su proceso vital, la lesbiana común nace, crece más o menos perpleja y cuando llega el momento de emparejarse, aparearse y reproducirse empieza el follón. A los mitos me refiero y a los hechos me remito: ¿Cómo se apañan las bolleras en la cama? ¿Qué hacen para quererse? ¿Y para tener una familia?

Sucede que si te encuentras en alguna de las letritas del acrónimo LGTB, indefectiblemente en algún momento te ha faltado un espejo para mirarte. Mala suerte, colega, no tienes modelos. Si además eres mujer es el colmo de los colmos. Te falta ser negra y gorda.

De niños y niñas somos grandes imitadores, así aprendemos. Y como no tenemos filtros ni moralidad alguna nos tragamos todo lo que se nos pone delante, de ahí la mayoría de estampas familiares cortadas por el mismo patrón. La imagen que encontramos casi todos desde que nacemos es una familia heteropatriarcal, compuesta por núcleo de padre y madre y acompañada con hermanos, abuelos o animales como guarnición opcional. Lo que reproduces al crecer si no te lo piensas mucho, es esto mismo. Copias lo que ves en casa, en la calle, en las películas, en la tele…  Y el patrón está por todos esos sitios.

Aquí entra además a jugar el sentimiento de pertenencia a un grupo, algo inherente al ser humano desde que es tal: formar parte de la comunidad. ¿Pero qué pasa si no cabes, si no te hallas en lo que ves, si no cuadras con los roles? ¿Cómo pertenecer a algo donde no existes?

Si queréis, poneos escépticos un rato, ensayad vuestra mejor cara de suficiencia y cuando se os pase probad, a ver qué pasa si abandonáis por un rato la zona de confort.

Alguien que no ha visto cuestionada y por tanto no ha tenido que pensar jamás sobre su opción sexual, sentimental… vital al cabo, no creo que pueda entender de primeras lo que digo, deberá pararse a pensar, a planteárselo. Las imágenes ayudan, juguemos a las películas:

A ver, ¿grandes historias de amor del cine? A mí me sale Casablanca, Lo que el viento se llevó, Oficial y Caballero… En realidad, la mayoría de las películas incluyen un enamoramiento y, oye, que nunca es entre mujeres. Te vas a mirar la lista de las pelis más de amor que haya habido jamás y hasta sale Brokeback Mountain. Pues ya está cubierto el cupo, maricas a la palestra. ¡Conseguida la igualdad! ¿Veis qué bien?

¿Y las mujeres? ¿No hay lesbianas que se quieran? ¿Dónde está el Empire State cuando se habla de amor bollo? Las mujeres no viven grandes historias de amor, por lo visto. Cualquier tortillera de bien que te oiga… Nada, ni se quieren, ni se besan, ni se meten mano.

Ha hecho falta el siglo XXI para ver en las salas comerciales un polvo lésbico en un hotel de Roma o un instituto francés.

¿Podrían imaginárselo? Un mundo al revés como en ‘Las hijas de Egalia’, pero en vez, o además de un mundo en femenino, uno donde la normalidad fuera homo, trans, bi… En ese mundo verían a Meg Ryan dándose el lote con la Bullock a cada rato en varios canales, o a Newman y Redford tirándose de la mano al río, y luego besándose emocionados por haber escapado de los malos juntos.

Rocío y Alba, por Laura Ramírez
Rocío y Alba, por Laura Ramírez

¿Y si esa fuera la norma, lo común? Traten de visualizarlo, apuesto a que no pueden. Les llevamos ventaja en eso, hemos pasado la adolescencia rescatando sutilezas de pelis como Tomates Verdes Fritos o… Batman.

Yo quería volar a Kenia con la baronesa Blixen, silbarle al oído a la Bacall y bajarme de la moto de Top Gun para llevarme a la rubia. Los chicos supongo que a la rubia ni la vieron, entretenidos con el mamoneo entre Maverick y Iceman.

Creces mirando eso, tardas en comprenderte, en entender que no cabrás ahí. Y si entramos en la parte práctica… las alturas, las posturas, los aparatos genitales. ¿Esto cómo va? Inevitable la pregunta. Hasta el más ignorante sabe que follar consiste en meter una polla en un coño… ¿qué hacéis vosotras entonces? Lo de los chicos queda más claro, la imaginación heteroquietista pondrá cara de estreñida pero llegará hasta ahí. ¿Pero las chicas? No queda otra que concluir que siempre nos faltará algo. Ustedes mismos.

Lo mejor es que ante la confusión hay quién apela al término contra-natura mientras hace un voto de castidad, que es de lo más natural y no tiene apenas consecuencias, como se ha visto. (Los niños abusados en colegios de curas y los bebés muertos en conventos de monjas son hilillos sueltos sin importancia. Pueden barrerse y esconderse sin problemas debajo de las alfombras de damasco. Eso sí, luego que se encarguen los voluntarios y voluntarias de limpiar el chapapote de la playa.)

El caso es que mientras los curas hablan de sexo contra-natura con la boca llena de no quiero saber qué, tú te sacudes el polvo y el lodo, trasciendes el modelo único y te reinventas. Porque no nos queda otra.

Primero fueron los guetos, luego vinieron las leyes.

La primera vez que entré en un bar de ambiente tuve que llamar a un timbre. Me congratulo pensando en que las adolescentes que así lo quieran encontrarán abiertas las puertas de los bares lésbicos. En que dos mujeres, o dos hombres se pueden casar. En que yo puedo escribir aquí mis cosas.

Desde luego hay mucha gente heterosexual que tampoco cabe ahí dentro, que no quiere copiar el negativo original y lo sabe e intenta otra cosa. No solo es coto de bolleras y gays este asunto de los clichés, por suerte hay muchas más posibilidades vitales y elecciones personales.

Pero al final es como la libertad de expresión, personalmente no veo el matrimonio como panacea, pero defenderé el derecho de cualquier persona a pasar por ese gran aro, o arito en dedo, si es lo que quiere.

(Continuará)