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Pequeños episodios de un gran relato: Mayo del cuarenta y cinco

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

 

Se puede tener recuerdos de las cosas no vividas,

incluso a veces he tenido la sensación de haber vivido lo no vivido.

Boti García, p.17-2021

 

En esta ocasión y para este mes de julio, finalizando El Orgullo e iniciando el periodo estival, tenemos la satisfacción de recomendar un libro esencial para nuestra estantería de diversidad.

El pasado 29 de junio asistimos a la presentación en pleno corazón del madrileño barrio de Lavapiés, en el Teatro del Barrio, de Mayo del cuarenta y cinco, de la activista LGTBI, Directora General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI del Ministerio de Igualdad, y sobre todo escritora, Boti García Rodrigo, publicación reciente de la Editorial Dos Bigotes.

Acompañada de compañeras y compañeros, amistades y familiares, Boti nos habló de los episodios que a su vez integra esta publicación, bibliografía novelada, que ella inicialmente no considera un libro, ya que lo describe como un recopilatorio de anécdotas, reflexiones, emociones y recuerdos de su infancia, hasta los doce años de edad. Cuarenta y cinco capítulos dividen este libro, estructurando en estas pequeñas partes una historia completa y relatada desde la perspectiva de una niña, y desde el recuerdo de una mujer adulta de las inolvidables vivencias infantiles.

El encuentro comenzó con una primera parte y presentación realizada desde el cariño y la admiración de sus editores, Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo. En una segunda parte la periodista Olga Rodríguez entrevistó a Boti García sentadas frente a una mesa, como si se tratara de un salón o sala de estar, con la gran imagen de portada del libro al fondo y la foto en sepia de la pequeña Boti. Nos trasladaron con su conversación a un viaje en el tiempo, a través de una entrañable historia infantil que comienza incluso antes de Mayo de 1945, con la descripción de la vida y encuentro de su padre, funcionario de correos, y su madre, de familia acomodada, desarrollándose la trama hasta finales de la década de los años cincuenta, momento previo a la adolescencia de la autora y en el contexto de una etapa reciente y e incluso aún no zanjada, por las injustas consecuencias y discursos de odio cuya influencia llegan hasta nuestros días.

Boti comentó que este proyecto lo inició en Barcelona y en una etapa de su vida que echaba de menos al Madrid de su infancia, ciudad de tranvías, de Casa de Fieras, de serenos, de los comentarios de sus tías, las meriendas de pan con chocolate, el chicle americano, las tardes en el Retiro con su madre, tía y primos en secreto y juegos compartidos, lecturas de TBOs, de novelas de Julio Verne y Emilio Salgari, entre otras, de cambio de colegio de monjas a otro, igualmente de monjas, de ejercicios espirituales, rezos incomprensibles y tradicionales roles de género condicionados por la moral dominante y propia de la sociedad de pensamiento único del Franquismo.

Boti relata en primera persona, y se describe pequeña, fuerte e inmersa en una educación nacional catolicista influenciada por la vidas y martirios de santos y santas, de miedo al pecado y a los tocamientos, a Satanás y la amenaza del Infierno donde iban a parar intelectuales y jóvenes equivocadas. Un estilo educativo que premiaba el sacrificado y esfuerzo cotidiano de sus compañeras reconocidas y premiadas por las monjas con lazos azules, y probablemente por la reproducción de estrictos de comportamientos propios y hasta sus últimas consecuencias, de la moral católica dominante y recalcitrante de entonces. Boti no se destacó en el colegio, pero fue bendecida con la inquietud, creatividad, la inteligencia y el sentido del humor, e incluso con la valentía de montar, a toda velocidad, en patín de tres ruedas y quemar soldados de papel. Contó con el amor, protección y alguna que otra incomprensión de un padre y una madre que la criaron como hija única, colmada de cuidados y juegos de infancia. Superó las fiebres tifoideas y aunque su madre no aprobara del todo que estudiara y leyera tanto en los rincones de la casa y con poca luz, fue lectora desde muy pequeña, anhelaba tener un perro, pero tuvo un grillo, y disfrutaba del juego simbólico, llegando a imaginar y desear ser un cura casado cuando jugaba con un altar que le regalaron, peculiar obsequio que para estos tiempos cuesta entender que sea para el disfrute infantil.

A través de la historia e infancia de Boti no puedo evitar reflexionar sobre cómo hemos cambiado y qué importante es apreciarlo, aunque aún en nuestros días niñas, niños y niñes siguen leyendo y disfrutando de novelas de aventuras, cómics, igualmente quieren tener perro y disfrutan del juego simbólico, según especialistas, esencial para su crecimiento personal.

También asistimos a través de la mirada infantil de Boti a lo ridículo que resultaba la organización por parte de las escuelas, de grupos de niñas para participar en actos públicos y que sin entender el sentido de todo aquello, aprendían a aclamar al Generalísimo, portando banderitas estadounidenses que agitaban con sus pequeñas manos durante el desfile y la famosa visita del presidente Eisenhower a Madrid en 1959, de la que participó y narra nuestra protagonista.

Con sentido del humor y la inocencia de quien explora y va conociendo el mundo que le rodea, el relato y sus cuarenta y cinco episodios nos trasladan a una época oscura de nuestra historia reciente, en blanco y negro, que aporta y suma a la reconstrucción de nuestra frágil memoria histórica y describe las vivencias de una niña inquieta y feliz.

Agradecemos a Boti García esta visión personal y necesaria para que esa época no quede en el olvido, y menos para quienes protagonizaron en ese contexto violaciones de derechos humanos, para entender y acercarnos a quienes siguen siendo víctimas de agresiones por la influencia de los discursos de odio del fascismo que heredamos. Recordar cómo éramos nos ayuda a conocer más y mejor quienes somos, e identificar la amenaza que supone no cerrar etapas a través del conocimiento de la verdad, el reconocimiento de la justicia y la reparación del daño sufrido por las víctimas.

Al final del encuentro el público asistente participamos preguntando a Boti un montón de cuestiones y contestó animada a todas las propuestas. De nuestra parte le pedimos un mensaje para niñas, niños y niñes y sus familias, y contestó haciendo una metáfora describiendo la transformación de las mariposas, sobre el paso de la infancia a la edad adulta. También nos trasmitió la importancia del cuidado y el cariño a nuestros peques, especialmente a quienes se sienten diferentes y por este motivo tienen que contar con todo nuestro cariño y la oportunidad de crecer en un ambiente de apoyo que les permita convertirse en mariposas y volar libres en nuestra sociedad diversa.

Fue un encuentro cálido, lleno de humor y cercano, como es Boti García, a pesar de la relevancia de su trayectoria y de su papel de liderazgo como activista LGBTI y ahora con su responsabilidad como representante de nuestros derechos en el actual gobierno.

Y una vez más esperamos que lean, compartan y disfruten durante este periodo estival de descanso, viajes, playa y lecturas, una combinación perfecta en soledad deseada o en gustosa compañía, no podría ser de otra manera.

¡Hasta pronto!

 

 

La mujer de los calcetines arcoiris

Por José María García Hernandez (@al_Qartayanni), vocal de comunicación del Colectivo Galáctyco

La conocí la primera vez que  fui a Madrid (como Melody), a unos encuentros de la FELGTB que empezaron llamándose de presidentes, pero acertadamente, pronto pasaron a llamarse de presidencias.

Por aquel entonces, yo era presidente del Colectivo GALACTYCO de Cartagena y llegué al lugar de la cita con unos minutos de retraso. Tras la puerta por la que accedí, encontré a numerosas compañeras, presidentas y presidentes de otras entidades LGTB del país, que escuchaban muy atentamente a una mujer de pelo blanco, bajita, y con unos calcetines con los colores del arcoiris que asomaban entre sus zapatillas y pantalones.

Tomé asiento y empecé a escuchar. La oradora, hablaba y hablaba sin mirar ningún papel. Sabía bien lo que decía. No necesitaba chuletas. Además, transmitía veracidad, seguridad y emocionaba a todas las  personas que  escuchábamos. Lee el resto de la entrada »

Hagamos que el activismo no duela

Por Marta Márquez (@marta_lakme) escritora y presidenta de Galehi, asociación de familias LGTBI

Foto: Larissa Puro

Ser activista es, para mí, mucho más que “una dedicación intensa en alguna línea de acción en la vida pública, en este caso en el campo social” (Wikipedia). No. Es una forma de vida. Es levantarte por las mañana y querer y creer que puedes hacer alguna cosa, por pequeña que sea, para mejorar algo concreto. Es ser consciente de tus propios privilegios y los del resto y luchar por los derechos de otras personas. Es quitarme tiempo de pasarlo con mi familia, con mi entorno cercano y, por qué no decirlo, conmigo misma. Ser activista, para mí, es ser más yo, ser una mejor yo.

Pero, digamos, que el activismo no es fácil. Pareciera sencillo que si todas y todos buscamos el mismo fin pues que estemos siempre de acuerdo y no es así. Algunas personas dentro del mismo colectivo estamos en distintas puntas de algo que para mí debería ser redondo. Pensamos tan distinto como distintas personas somos. Y, a priori, eso debería ser bueno, ¿no? Yo, al menos, así lo creo. Si algo tiene de bonito el activismo es que lo que se ansía es el bien común, pero “el bien” es tan subjetivo. Tanto como que lo bueno para una madre no lo es para una hija, lo que a un vecino le gusta a otro no, lo que está bien para un partido político no lo está para otro. Y así podría poner cientos de ejemplos. ¿Dónde está el límite entonces que nos hace seguir remando hacia la misma dirección? Para mí está muy claro: el respeto. Lee el resto de la entrada »

Instrucciones de uso para entrar en el 2020

Por Boti García Rodrigo (@btcpd ), activista LGTBI

Foto: Phil Roeder

Se nos acaba el año. Otro, uno nuevo, empezará el día en que arranquemos la última hoja del calendario, la última de las 365 que lo han compuesto. Ya está a la vuelta de la esquina del tiempo el sonido del reloj que, entre voces, brindis y deseos cerrará el año que nos deja, para dar  bienvenida y  relevo  -¡ay!-  al siguiente.

Mas, antes de que llegue ese momento parece adecuado refrescar algunas instrucciones y aventurar algún consejo para la ocasión.  Recordemos que no hay que confundir los cuartos con las campanadas: en primer lugar sonarán los cuartos y luego, tan,tan,tan,tan, arrancarán las campanadas que serán, como acostumbran, doce, de solemne sonido y ritmo acompasado. Lee el resto de la entrada »

Mis compañeras de la FELGTB

      Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

 

 

Hace cuatro años que pisé por primera vez las dependencias de la  FELGTB para hacerme cargo de las políticas de familias que la federación tendría que desarrollar en los próximos años. Y ahora dejo la que ha sido mi casa y la que estoy ya añorando.

Aquel primer día pasé a la sala de reuniones y me encontré con una enorme foto de Pedro Zerolo sonriendo. Si no hubiera tenido problemas con los meniscos me habría plantado de hinojos ante quien representó el mayor triunfo de los últimos años en la igualdad de derechos de las personas LGTB. Gracias a él y a otras y otros como él yo estaba casado y era padre. Era feliz.

Llegué a la FELGTB vacío, con mucha fuerza y tesón, pero con poco recorrido en el activismo. Sabía que había que hacer valer la voz de quienes éramos madres y padres y sobre todo hacer entender que nuestras hijas, hijos e hijes eran ciudadanía y que el primero de sus derechos era poder ser escuchados por el resto de la sociedad.

Han sido unos años plenos en los que he reído y he llorado, en los que hubiera comido a besos o lanzado una bofetada a mi interlocutor, pero, sobre todo, han sido años de aprendizaje, y no solo de teorías, que esas están en los libros y en las publicaciones, sino de personas, de asimilar tras el contacto de piel con piel de lo que significa ser una mujer lesbiana, ser una persona trans, ser no binaria, ser bisexual, ser portador de VIH. Lee el resto de la entrada »

A veces en octubre, es lo que pasa

Por Boti García Rodrigo (@btcpd ), activista LGTBI

“A veces en octubre, es lo que pasa» (Ángel González)

Una noticia aparecida en el BOE del pasado martes  rompió los aburridos párrafos escritos con manguitos y por ese roto se me coló un olor como de amanecer y me invadió una asombrada felicidad al leer, en un lenguaje alambicado, que yo había merecido el Premio Estatal de Voluntariado Social de 2019.

Más allá de la emoción, más allá de la enorme alegría que me recorrió de la cabeza a los pies, me sentí -me siento- muy orgullosa de que se me cuente entre los voluntarios que han merecido este importante reconocimiento.

Porque hacer voluntariado es soñar con otro mundo y vivir para vivirlo, es cambiarnos por dentro y rescatarnos, es hacernos útiles y dotar de sentido el cada día. Hacer voluntariado es también contaminarnos y anegar para siempre nuestra vida.

Y porque lo creo así, comprobar en el BOE que se me reconoce a mí, activista de esta cosa mía, de esta cosa nuestra, como parte de esas gentes entregadas a tal causa, me supuso -me supone- una emoción y un orgullo difíciles de describir.

Pero, lo que realmente importa es que este premio recae en una mujer lesbiana precisamente por su activismo y que por primera vez –seguro que por primera vez- al premiarme a mí se está premiando    a las mujeres del colectivo de la diversidad sexual, de género y familiar; lo que importa es que este sea un premio a las lesbianas, tan preteridas, tan invisibilizadas y que sea un premio a la lucha activista… y eso es un colocón de orgullo. Y eso me encanta.

Quiero dar las gracias a la FELGTB, Federación Estatal LGTB, por haberme pensado como candidata y haberse esforzado, me consta que mucho, en mi candidatura; quiero agradecer a las personas y organizaciones que la avalaron, que, me lo han dicho, mostraron tanta ilusión al hacerlo. Y también las gracias a quienes, jurados de la cosa, valoraron que mi activismo, que mi manera obcecada de luchar, no se traducía mal del todo como voluntariado….

A muchas personas agradezco este BOE que tan feliz me ha hecho, y os digo que nunca olvidemos la importancia del voluntariado y que nunca se olvide que estamos en deuda con el activismo y con quienes cada día, cada cual en su ámbito, se dan a luchar, a cambiar y a mejorar la vida de las gentes. Gracias a estas  personas, cada cual en su lucha y que sigan en ella que tenemos mucho que cambiar y mucho por lo que seguir luchando.

A veces en octubre hay que dar gracias, muchas gracias por tanto cariño.

Boti G.Rodrigo.

Ninguna lucha que merezca más la pena que la lucha por ser y por amar

Discurso de Boti García Rodrigo(@btcpd) ante el Gobierno de España el pasado miércoles 3 de julio y cuyo texto fue elaborado junto con Jesús Generelo (@JesusGenerelo)

Fotos de Marina Liotta para FELGTB y COGAM

Hemos sido quemados en las hogueras, encerradas en hospitales, torturados en cárceles y campos de concentración, exiliadas de nuestros hogares, apedreados en nuestros pueblos, ridiculizados por la opinión pública, ignoradas por nuestra cultura.

Hemos sido la bollera a la que insultar, el marica del que reírse o el travelo al que apalear.

Y quienes formamos parte de nuestra historia activista  e  integramos nuestro colectivo–personas diversas, también migrantes, gitanas, racializadas-  estamos hoy aquí para celebrar nuestra supervivencia y nuestro Orgullo de ser como somos y de haber logrado lo que hemos logrado.

Porque nada de esto ha sobrevenido -parafraseando a Bertolt Brecht- como la amanecida, después de una noche bien dormida. No, ha sucedido porque hemos querido que sucediera y hemos luchado cada día de nuestras vidas para que esto sucediera. Lee el resto de la entrada »

28 de abril: ¡a la calle y a votar!

Por Boti García Rodrigo (@btcpd ), activista LGTBI

 

 

Nací yo en un tiempo y en un lugar en el que votar era un ejercicio  no ejercitado, un algo totalmente desconocido para muchas personas, un algo  que, contaban muy de pasada, había ocurrido en España en otros y muy diferentes momentos y circunstancias; un algo que, nos explicaban con retintín de desprecio, era cosa de países extranjeros de costumbres disolutas.  En el franquismo no existían los partidos políticos ni la posibilidad de elecciones democráticas y durante la larga y muy oscura dictadura las leyes caían de arriba, como piedras, emanadas de la implacable voluntad del dictador y sin intervención alguna de la ciudadanía que, por cierto, ni lo era ni se tenía por tal.  

Cumplidos más de cuarenta años de aquel quince de junio de 1977  en que este país pudo volver a votar desde 1936, llevo acudiendo a cada convocatoria electoral sin faltar una y cada cita con las urnas me sigue suponiendo la misma alegría y me sigue pareciendo una fiesta, la fiesta de la democracia.   Lee el resto de la entrada »

Soy lesbiana y no soy la única

Por Violeta Assiego (@vissibles)

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Soy lesbiana y, al igual que Laura Ramírez, colaboradora de este blog, «Me alegra decirles que nunca he tenido ningún problema en aceptarlo, que soy reincidente desde que lo sé y que no pienso quitarme«.

Tal es mi grado de aceptación que siempre me ha costado entender que otras personas pudieran tener algún problema en que me gustarán las mujeres, que me pudieran rechazar por ser, en realidad, de lo más normal. Yo al igual que usted, me enamoro. Como usted, he deseado compartir la vida con alguien y formar una familia. Sucede, como imagino que le pasa a usted, que también sufro el desamor y compruebo que pocas veces las relaciones son para toda la vida. Y concluyo, puede que diferencia de usted, que una buena vida es en la que predomina el respeto y la libertad y no la seguridad, aunque todos la buscamos. Lee el resto de la entrada »

Lesbianas visibles que han hecho Historia

Hoy sería el 97 cumpleaños de Chavela Vargas, una ‘grande’ por muchos motivos. Al recordarla, Charo Alises (@viborillapicara) ha traído a la memoria otros nombres, otras mujeres, otras ‘grandes’. 

Todas

La falta de visibilidad es un mal endémico que afecta al colectivo lésbico. Esto es algo que da lugar a la perpetuación de prejuicios y estereotipos fuertemente arraigados en el imaginario social. Las razones de esta invisibilidad son variadas, entre ellas está el miedo a sufrir una doble discriminación: por ser mujer y por ser lesbiana. Esta discriminación puede ser múltiple si a ella se añaden factores como la etnia, raza, nacionalidad, edad, religión, condición social o diversidad funcional.

Los referentes positivos de lesbianas visibles que tienen, o han tenido, una dimensión pública, sin duda contribuyen al empoderamiento de aquellas mujeres que no se atreven a  expresar abiertamente  su orientación sexual. Desafortunadamente, esos referentes son aún escasos. Lee el resto de la entrada »