Archivo de la categoría ‘Laura Ramírez’

El amigo invisible de la lesbiana común

La entrada de nuestra colaboradora habitual Laura Ramírez (@laura1decada10) prevista para hoy, encaja casi perfecta en el último suceso que ha denunciado la asociación DiversAH. Os invitamos a leerla. En su tono directo y habitual está diciendo basta ya de agresiones empezando por las de los micro-machismos de nuestros entornos más cercanos, que encima piensan que exageramos.

meme Laura Ramírez

Meme de Laura Ramírez

Llevo en este blog casi un año escribiendo sobre lesbianas y el mismo tiempo pensando cual sería el enemigo natural del bollo común. El caso es que encuentro dentro de mí diferentes posturas al respecto y no sé, me preocupa no estar mirando en la dirección correcta. Habría que definir la estrategia de defensa de la manada y lo primero es identificar bien al depredador.

Resulta que una lesbiana es una mujer ¡Anda! Pues sí, con lo que vamos doblemente mal. Mujeres y para colmo homosexuales, estas son las mimbres. El enemigo directo ya se ve, son estos ‘iluminaos’ que nos niegan, negaron a Cristo, no lo van a hacer con nosotras… nos rechazan, nos ocultan, nos anulan o incluso nos violan por prevención. Lo que haga falta en el nombre del padre, del hijo o de quien corresponda. Qué voy a decir aquí que no se haya dicho ya.

Pero mirando más cerca y ajustando la cámara en modo macro descubro a ese amigo heterosexual (con cuerpo de amiga, a veces) que conocemos de siempre o no necesariamente… Ese que siempre forma parte de la mayoría, usa buenas maneras y se dice progresista. A veces hace de comentarista en blogs variados. Lee el resto de la entrada »

‘Mariquitinas e identidad de género’

Laura Ramirez Martín (@laura1decada10) regresa al blog como cada mes… sorprendiendo.

 

Hoy he decidido entrarle a la identidad de género. Y el cortejo va a ser largo y de primeras, torpe, marca de la casa. Como profana en materia y terminología que soy solo se me ocurren preguntas.

“Violeta mariquitina* y la identidad de género” – Fotografía de Laura Ramírez

“Violeta mariquitina* y la identidad de género” – Fotografía de Laura Ramírez

El DRAE en este caso no sirve ni para empezarnecesitaremos un diccionario técnico porque hay aquí un baile de términos y conceptualizaciones de lo más entretenido y es fácil confundirse y mezclar las cosas mal. Lo primero que te dicen en la Wiki sobre la identidad de género: No debe confundirse con orientación sexual o identidad sexual.

Así que está el sexo, que no es lo mismo que el género y también está la identificación con cada uno, de cada cual. Uno tiene que ver con los genitales que te tocaron y el otro con el sentir. Si en ese sentido todo parece correcto es que eres cisexual. Pero puede ser que las cosas no te cuadren. Si ves que te cuelga algo que no terminas de ver… en este punto puedes querer operarte y te llamarán transexual. 

Luego está la orientación, la sexual, la de las ganas, que tiene que ver con todo pero no necesariamente, vamos que tú puedes ser un hombre cisexual y gustarte las mujeres, no pasa nada. Incluso pueden apetecerte los dos, los dos géneros quiero decir, entonces serás bisexual ya seas hombre o mujer o transgénero y el campo será todo orégano, ole por ti. El grado aquí se llama pansexualidad. Ya para nota. Lee el resto de la entrada »

Lesbianas al Photoshop: Servicio de realidad sustitutoria

                                                                      Estábamos deseando que llegará este momento, una nueva entrada de Laura Ramírez Martín y sus masterclass sobre fotografía

'Yo incrustada en una croma' - Fotografía de Laura Ramírez Martín

‘Yo incrustada en una croma’ – Fotografía de Laura Ramírez Martín

 

Hoy hablaremos de la costumbre bien antigua del ser humano de imaginarse el mundo a su antojo y de su bendita y maldita capacidad de ponerlo en imágenes y creérselo.

De siempre, por lo que sea, el ser humano ha tenido problemas con asumir la realidad en la que vive y necesita bálsamos para el alma, adaptar las apariencias, disfrazarlas y pintarlas de colores. Se ha visto además que a las imágenes se les supone verdad, como a la palabra impresa y como el ser humano es un creador, un inventor, lleva jugando al Photoshop con las imágenes desde el principio.

Para no sentirnos solos nos contamos batallitas y las plasmamos en los jeroglíficos de las pirámides, los relieves griegos y romanos, las imágenes religiosas, la pintura de palacio… hasta que puestos a inventar, nos inventamos la fotografía y ahí ya se profesionaliza el asunto. Después llegó el cine, la televisión… qué bonito el NODO, ¿eh? De la hazaña bélica a la gesta deportiva, la leyenda urbana o no, o la conquista de territorios lejanos han sido objeto de imágenes e invenciones. No te digo más que descubrimos América nosotros… y tan anchos que nos quedamos y así seguimos.

Ya desde el principio se iluminaban fotografías en blanco y negro, se enriquecían con orlas en los márgenes, se enmarcaban retratos en aureolas evanescentes, se practicaban fotomontajes a laboratorio abierto: Stalin fue el rey del escapismo ajeno en su propaganda, en sus fotos la gente aparecía y desaparecía según fuera conveniente.

Entonces el ser humano moderno y avispado comprobó que el formato digital era bueno, pintó una pared de verde e inventó el croma para gloria catódica y humana. Después instaló el Photoshop en cada ordenador personal e hizo las mieles del respetable en materia de composición y descomposición de la realidad y manipulación al gusto de las cosas y las gentes. Lee el resto de la entrada »

El proceso fotográfico II: La copia positiva para lesbianas

Por Laura Ramírez Martín (@laura1decada10)

Veníamos de imaginar otros mundos posibles.

Hablaba del proceso fotográfico: Una vez configurado el cliché como negativo, hoy va de copias en positivo.

Y por llevar la contraria voy a hablar bien de televisión y al final, un poco de política.

Punto positivo para la televisión española. Como dice Rita Indiana, ‘La televisión es parte de nuestra educación emocional, y la invisibilidad mediática, una señal de tránsito hacia el armario’. No sé si será asunto de cuotas, pero cada vez más, las series españolas incluyen a un par de personajes lésbicos, entre policías, hospitales y escaleras de vecinos aunque nunca son las protagonistas. Eso si, decoran de puta madre con lo buenas que están todas. Son bolleras cañón, como las de Anson. Ese punto hay que revisarlo pero por algo se empieza, así que empecemos dando gracias a dios. Ya llegará la diosa de Bukowski más tarde a poner orden, aquella lesbiana negra de 180 kilos. Puede que libere pensar en dios así en vez de mantener la estampa tradicional de señor mayor con barba, puesta de sol entre nubes o triángulo con ojo dentro, que no llevan a ninguna parte. Aunque la opción paloma tenía posibilidades. (Y que estos iluminaos vengan a opinar de nosotras… en fin, sigo)

Una excepción, un  milagro: Un puntazo a Teresa y Ana de Amar en Tiempos Revueltos, esa historia de amor lésbico en plenos años 50 entrando en los hogares nacionales cada día a través de la Primera Cadena de la Televisión Española, después de comer, para disfrute de ellos y ellas… aunque luego las mandaron de Santander a Argentina para acabar matándolas en Portugal… parece que cambiaron de guionista. Debió de pasar lo mismo que con la Bola de Cristal, fue posible hasta que se dieron cuenta.

Fuera de la ficción al menos se ve una parte del colectivo, los hombres, qué raro. Tenemos en versión gay, transexual e incluso transgénero. Los gays tienen representante en ese concurso donde van las madres a casar a sus hijos. Las lesbianas no tenemos madre alguna que casarnos quiera… Si los señores que mandan en las teles entendieran las posibilidades del bollodrama otra galla cantaría, además de Rosana. Mira el culebrón venezolano, qué tirón. Aún me pregunto cómo no hay tronistas bollos, ni siquiera gays; eso sí, siempre suele haber algún miembro del colectivo para comentar la jugada a modo de bufón medieval.

No soy una experta en tele y me salen Jesús Vázquez, Izaguirre y Jorge Javier sin necesidad de pensar. Y mujeres…. coño, ¿En España no hay lesbianas aparte de Elena Anaya? ¿Conchita Martínez, quizás? Y Carla Suarez. El deporte nos salva. Y las folclóricas. Que viva el tenis. Ahora es cuando buscas hombres y no están por ningún lado. No hay maricas en el fútbol ni en el baloncesto ni en el balonmano ni en…  Queridos niños, en el deporte se puede ser corrupto, o putero o ponerte hasta las cejas pero marica no, que da mala imagen a la marca España y se enfada la afición. Teleparadojas, ¿eh?

En la lista de lesbianas patrias (entre las cuales está mi jefa!) salen trabajadoras de lo social y las humanidades. Desde luego estas mujeres son necesarias. Pero además nos hace falta una Ellen, bueno, dos, una Jodie, una Cynthia…

En fin, seremos visibles cuando seamos negocio.

Los programas de la tarde sí han visto el filón. Eso sí, ahí se visibiliza cualquier cosa y sálvese quien pueda. Aún así prefiero que exista, aquí sí que meto al pulpo en el barco, cierro los ojos y amén. Los guetos fueron necesarios. Como la cabalgata del Orgullo, con sus luces de colores.

Ya fuera de fronteras, algún moderno o moderna te hablará de Lip Service, Orange is the New Black… Y por supuesto, The L Word, el gran acontecimiento,  el destape en versión lésbica. Todo siglo XXI, my friends. En el siglo XX rien de rien, que es donde crecimos todas. De estos barros que venimos, hasta donde yo sé todas las lesbianas que conozco se han tragado la serie de marras. Aunque seas de las que te gustan el cine francés, el free jazz y leer ensayo tostón. Te la pones. Un serial yanqui absurdo a lo Melrose Place, sí, pero la única oportunidad de ver en una pantalla a mujeres besando y acostándose con otras mujeres. Y esto a veces, lo justifica todo. Las seis temporadas para adentro. Porque aquí sí, una imagen vale más que mil palabras. Ya hablarás después de metafísica con tu prima la de Cuenca.

Por ello hablaba de la necesidad de imágenes inclusivas, de espejos, reflejos, contrarios. Hablaba de mi reivindicación de disponer de la misma casilla de salida que el resto, ya veré yo después si me apetece o no correr… o correrme y con quién.

La imposición tácita del modelo tradicional de familia como única vía de vida es un fraude. Porque es uno y solo ese, pero no es libre ni es grande, sino que cuestiona todo lo demás y cualquier otra cosa se ve como sucedáneo. Lo bueno para nosotras es que cuanto antes te quedas sin patrones, antes puedes comenzar a inventártelo todo. Podemos cargarnos con más facilidad la parte oscura del cliché, su segunda acepción del DRAE. Acabas asumiendo antes que tarde que la mujer del anuncio no eres tú, que para ti no se anuncian detergentes ni lavadoras, que no se te espera en un crucero de ensueño, ni te guardan un asiento de autobús de vacaciones programadas… Esas cosas no son para ti. Y esto a mí, personalmente, me hizo ser bastante más libre.

Yo he visto relaciones que vosotros no creeríais. Y no hace falta ir más allá de Orión ni a la puerta de Tannhäuser. Me he permitido fantasear con ellas, observarlas, aprender. Sé que son posibles, yo lo he visto. Y sé que no se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de vivir.

Con todo lo que aún nos falta, hay que decir que las leyes españolas con respecto a los derechos LGTB son de las más avanzadas del mundo, otro punto positivo para quien hizo por lograrlo. Pero hay que seguir y darle cabida a las familias intencionales.

Opciones de familia hay muchas y todas son historias de amor, en varias direcciones. Todas con sus inconvenientes, todas con sus ventajas.

Y esto no sucede de cualquier manera: además de amor del bueno ha de haber conciencia, mucha, de lo que se hace y convencimiento de que es posible. Y cuidado y mirada y lugar para todos y cada uno de los miembros. Es un trabajo, una responsabilidad, no valdrán las inercias de siempre. Yo, al menos, así lo veo y así lo escribo aquí. Así lo busco, también. Y digo que ese camino cansa, duele, te despista. Pero también te nutre, te hace fuerte y te pone en contacto contigo y con el mundo. En definitiva, así lo quiero para mí.

Aquí adelanto una foto, una copia en positivo, sé que la serie o la película tardarán. Ojalá alcance a ver una historia de amor parecida sentada en una butaca de la Gran Vía o en el sofá de mi casa en prime time.

Esta es una opción. No es la mejor ni la peor, es una más. Os deseo mucha suerte y mucho amor, de corazón.

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Foto de familia II: Gracias a Valle, Enrique,  Javi y Óliver.

 

El proceso fotográfico: Clichés, lesbianas y cintas de vídeo

Por Laura Ramírez Martín (@laura1decada10)

 

Hoy escribo sobre clichés, fotográficos y no tanto.

En el proceso fotográfico el cliché es el material original. Es una tira de película fotográfica revelada a partir de la cual se copian las fotos mediante la técnica de positivado.

En su proceso vital, la lesbiana común nace, crece más o menos perpleja y cuando llega el momento de emparejarse, aparearse y reproducirse empieza el follón. A los mitos me refiero y a los hechos me remito: ¿Cómo se apañan las bolleras en la cama? ¿Qué hacen para quererse? ¿Y para tener una familia?

Sucede que si te encuentras en alguna de las letritas del acrónimo LGTB, indefectiblemente en algún momento te ha faltado un espejo para mirarte. Mala suerte, colega, no tienes modelos. Si además eres mujer es el colmo de los colmos. Te falta ser negra y gorda.

De niños y niñas somos grandes imitadores, así aprendemos. Y como no tenemos filtros ni moralidad alguna nos tragamos todo lo que se nos pone delante, de ahí la mayoría de estampas familiares cortadas por el mismo patrón. La imagen que encontramos casi todos desde que nacemos es una familia heteropatriarcal, compuesta por núcleo de padre y madre y acompañada con hermanos, abuelos o animales como guarnición opcional. Lo que reproduces al crecer si no te lo piensas mucho, es esto mismo. Copias lo que ves en casa, en la calle, en las películas, en la tele…  Y el patrón está por todos esos sitios.

Aquí entra además a jugar el sentimiento de pertenencia a un grupo, algo inherente al ser humano desde que es tal: formar parte de la comunidad. ¿Pero qué pasa si no cabes, si no te hallas en lo que ves, si no cuadras con los roles? ¿Cómo pertenecer a algo donde no existes?

Si queréis, poneos escépticos un rato, ensayad vuestra mejor cara de suficiencia y cuando se os pase probad, a ver qué pasa si abandonáis por un rato la zona de confort.

Alguien que no ha visto cuestionada y por tanto no ha tenido que pensar jamás sobre su opción sexual, sentimental… vital al cabo, no creo que pueda entender de primeras lo que digo, deberá pararse a pensar, a planteárselo. Las imágenes ayudan, juguemos a las películas:

A ver, ¿grandes historias de amor del cine? A mí me sale Casablanca, Lo que el viento se llevó, Oficial y Caballero… En realidad, la mayoría de las películas incluyen un enamoramiento y, oye, que nunca es entre mujeres. Te vas a mirar la lista de las pelis más de amor que haya habido jamás y hasta sale Brokeback Mountain. Pues ya está cubierto el cupo, maricas a la palestra. ¡Conseguida la igualdad! ¿Veis qué bien?

¿Y las mujeres? ¿No hay lesbianas que se quieran? ¿Dónde está el Empire State cuando se habla de amor bollo? Las mujeres no viven grandes historias de amor, por lo visto. Cualquier tortillera de bien que te oiga… Nada, ni se quieren, ni se besan, ni se meten mano.

Ha hecho falta el siglo XXI para ver en las salas comerciales un polvo lésbico en un hotel de Roma o un instituto francés.

¿Podrían imaginárselo? Un mundo al revés como en ‘Las hijas de Egalia’, pero en vez, o además de un mundo en femenino, uno donde la normalidad fuera homo, trans, bi… En ese mundo verían a Meg Ryan dándose el lote con la Bullock a cada rato en varios canales, o a Newman y Redford tirándose de la mano al río, y luego besándose emocionados por haber escapado de los malos juntos.

Rocío y Alba, por Laura Ramírez
Rocío y Alba, por Laura Ramírez

¿Y si esa fuera la norma, lo común? Traten de visualizarlo, apuesto a que no pueden. Les llevamos ventaja en eso, hemos pasado la adolescencia rescatando sutilezas de pelis como Tomates Verdes Fritos o… Batman.

Yo quería volar a Kenia con la baronesa Blixen, silbarle al oído a la Bacall y bajarme de la moto de Top Gun para llevarme a la rubia. Los chicos supongo que a la rubia ni la vieron, entretenidos con el mamoneo entre Maverick y Iceman.

Creces mirando eso, tardas en comprenderte, en entender que no cabrás ahí. Y si entramos en la parte práctica… las alturas, las posturas, los aparatos genitales. ¿Esto cómo va? Inevitable la pregunta. Hasta el más ignorante sabe que follar consiste en meter una polla en un coño… ¿qué hacéis vosotras entonces? Lo de los chicos queda más claro, la imaginación heteroquietista pondrá cara de estreñida pero llegará hasta ahí. ¿Pero las chicas? No queda otra que concluir que siempre nos faltará algo. Ustedes mismos.

Lo mejor es que ante la confusión hay quién apela al término contra-natura mientras hace un voto de castidad, que es de lo más natural y no tiene apenas consecuencias, como se ha visto. (Los niños abusados en colegios de curas y los bebés muertos en conventos de monjas son hilillos sueltos sin importancia. Pueden barrerse y esconderse sin problemas debajo de las alfombras de damasco. Eso sí, luego que se encarguen los voluntarios y voluntarias de limpiar el chapapote de la playa.)

El caso es que mientras los curas hablan de sexo contra-natura con la boca llena de no quiero saber qué, tú te sacudes el polvo y el lodo, trasciendes el modelo único y te reinventas. Porque no nos queda otra.

Primero fueron los guetos, luego vinieron las leyes.

La primera vez que entré en un bar de ambiente tuve que llamar a un timbre. Me congratulo pensando en que las adolescentes que así lo quieran encontrarán abiertas las puertas de los bares lésbicos. En que dos mujeres, o dos hombres se pueden casar. En que yo puedo escribir aquí mis cosas.

Desde luego hay mucha gente heterosexual que tampoco cabe ahí dentro, que no quiere copiar el negativo original y lo sabe e intenta otra cosa. No solo es coto de bolleras y gays este asunto de los clichés, por suerte hay muchas más posibilidades vitales y elecciones personales.

Pero al final es como la libertad de expresión, personalmente no veo el matrimonio como panacea, pero defenderé el derecho de cualquier persona a pasar por ese gran aro, o arito en dedo, si es lo que quiere.

(Continuará)

 

Lesbianas a contraluz: Esquemas de iluminación básica II

Os traemos la segunda entrega de la clase de fotografía de Laura Ramírez Martín dedicada a la luz. Si te la perdiste, no tienes perdón. Antes vinieron el enfoque, y el por qué de todo esto, la clase de presentación

La situación es la siguiente: Tenemos a la pareja de lesbianas a contraluz, en forma de mancha negra plana, silueteada, sin detalles que la definan. Sugerimos que, desde nuestro punto de vista, las condiciones desiguales de iluminación en el conjunto de la escena impiden la visibilidad adecuada de lo que tenemos justo delante. Mientras que hay mucha luz al fondo, la pareja queda a oscuras por el contraste, que es excesivo.

Soluciones posibles:

  1. Una solución de emergencia para visibilizar a la lesbiana a contraluz es usar un flash. Añadiendo una luz extra reducimos el contraste, pero cuidado: cuando los recursos son artificiales hay que tener un grado de control y conocimiento del aparato que no es fácil de conseguir y recordamos que el flash de aficionado, ese que va incrustado en la cámara y se dispara él solo todo el tiempo, ha hecho mucho daño a la fotografía en general.
    Ejemplo:
Laura y Susana. Foto de Laura Ramírez

Laura y Susana. Foto de Laura Ramírez

Conseguimos unas lesbianas al flash con cara de susto.

Vemos aquí que para iluminar una escena, además de intensidad y dirección, también importa la calidad de la luz. Y la luz de flash es dura y fría, aplana, aplasta, afea, sacude, te hace daño a los ojos… y sobre todo, te saca de contexto. La lesbiana es presentada al mundo de esta guisa, con un sartenazo de blanco puro en la cara a bocajarro. Es verdad que soluciona el problema del contraste, pero de qué manera.

¿Os parecen formas de iluminar a alguien? Yo creo que no. Por favor… pero si parecen un corta y pega… El flash tiene otro color, resulta artificioso, su luz es muy agresiva para la delicada piel del bollo común y corriente. Y claro, pasa lo que pasa, que se llena el mundo de imágenes imposibles, forzadas, metidas con cuña, cutres y dañinas. Es como vivir a mitad de horneado, cual bollito a medio hacer. Y pretendernos además agradecidas por ello: Vale, os aceptamos, podéis quedaros por aquí pero sin molestar. Incluso podéis casaros siempre que no lo llaméis matrimonio… ¿qué más queréis?

Queremos lo mismo que tú.

Recurrir al flash es señalar a la lesbiana y marcar bien clara la diferencia, es coserle a la camisa un distintivo negro en forma de triángulo, dejarla para a vestir santos, incrustarla en una ley de parejas de hecho, ¡que tu pareja de a luz a un hijo y para que sea tuyo haya que completar una yincana en el Registro Civil!  ¿a santo de qué no podemos optar como pareja a la inseminación artificial en un hospital público? 

Como si fuéramos pulpo o barco. O si no, ¿qué? ¿os lleváis el juego a casa? Soluciones rápidas para gente con prisa, que quiere estandarizar en lugar de comprender, un puto parche. El flash de aficionado es a la Fotografía lo que toda esta sarta de sucedáneos a los derechos del colectivo LGTBI y resto de letras que haya que ir añadiendo. Soluciones de pacotilla que producen escenarios falseados, rechinan, resultan artificiosas. Pero como sucede en la propia práctica fotográfica, hay muchos (a saber por qué) que prefieren el artificio y todo lo complican, hacen cuentas, formulan y reformulan, se inventan maneras de forzar las cosas cuando lo más sencillo, como suele suceder, es lo más efectivo si lo que queremos es de verdad incluir a todo el mundo en el mismo circo.

2. ¡Lo importante es el concepto! y el contexto.

Por todo esto la solución mejor depende del posicionamiento. Tanto del fotógrafo como de, en este caso, la fotografiada. Y es, como siempre, la más fácil, la más lógica, sencilla y natural: Darle la vuelta a la tortilla, digo a la lesbiana, que no es lo mismo pero es igual… y que le de la luz.

Susana y Laura. Foto de Laura Ramírez

Susana y Laura. Foto de Laura Ramírez

Que sí, que nos llegue la luz, pero suavita, oiga. No nos enchufen con sus focos de tercer grado, queremos luz natural, sin filtros, ni artificios, sin disparos de flash agresivos que nos descontextualicen. Cambiar la composición de lugar y dejar que nos definamos, que nos mostremos, inseminarnos por la Seguridad Social, adoptar tranquilamente hijos e hijas… queremos poder vivir como las demás mujeres, optar exactamente a lo mismo que las demás.

Como ven, la cuestión es clara, para enfocar e iluminar el problema no hay mucho más que explicar: Que caiga luz, mucha luz sobre la lesbiana. Necesitamos intensidad suficiente, que el haz de luz resulte cálido y una posición adecuada.

Además, hay que deconstruir el blanco puro. En el cole aprendimos que al hacer pasar un rayo de luz por un prisma aparecen todos los colores del arco iris. Como por arte de magia, pero no es magia ni cosa de brujas, ¡es el género humano en toda su variedad y esplendor!

Lesbianas a contraluz: Esquemas de iluminación básica I

                                    Nuestra colaboradora y fotógrafa Laura Ramírez sigue explicándonos distintas técnicas para fotografiar lesbianas

 

¿Es la visibilidad una cuestión de mirada o del objeto de esa mirada?

Hoy hablaremos de luz.

La luz, elemento imprescindible para que exista el mundo. Y responsable, además, de que podamos ver todo lo que hay en él. Sin luz no hay vida ni lesbianas ni nada.

De hecho, la materia prima de la Fotografía es la luz. Resulta fundamental pues, saber iluminar correctamente un objeto o sujeto para que pueda salir decentemente en la foto.

Y necesitamos salir en la foto porque en este mundo de imágenes, lo que no se fotografía no existe.

Recordemos que proyectar luz sobre un asunto también ayuda a ponerlo a foco correctamente.

En el ecosistema que habitamos, el depredador natural de la lesbiana común es la ignorancia, el desconocimiento, la prepotencia, el miedo: La falta de luz, vaya.

Dentro de la estrategia defensiva de la manada, a veces, para protegernos de las agresiones que causan estos comportamientos nos ocultamos, buscamos refugio, guarida, calor en el agujero, abrimos el doble fondo del armario y allí nos metemos a esperar tiempos mejores. Hay quien lo hace para siempre. Y es por algo parecido, no crean, por miedo, por necesidad, por no saber cómo, por comodidad mal entendida. Siempre encuentras a alguien que piensa que es donde debemos estar. Y siempre encuentras a alguien que le escucha.

Lo malo es que dentro del armario no se ve apenas, está negro, huele a polilla; un armario no hay que usarlo mas que para jugar al escondite, ocultar amantes si te pescan in fraganti y guardar joyas de la abuela. Para nada más. No sé qué hace ninguna lesbiana ahí dentro. Lo primero y primordial es salir de ahí, abandonarlo. Una vez fuera, buscad la fuente de luz.

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque. Propongo como ofensiva que la lesbiana, a oscuras hasta el momento, se prepare para su ración de luz correspondiente y necesaria.

Vamos pues al segundo punto de nuestro manual fotográfico de visibilidad lésbica:

2. Esquemas de Iluminación básica para lesbianas

Cuando se habla de iluminación en Fotografía, se dice que hay que tener en cuenta fundamentalmente tres cualidades de la luz: intensidad, calidad y dirección. Según esto, para iluminar algo o a alguien nos preguntaremos tres cosas, si la luz es suficiente, si resulta dura o suave y cual es la posición de los distintos elementos entre sí (fuente de luz, fotógrafo, modelo).

La responsabilidad de llevarlo a buen puerto es, de esta manera, de todos los participantes del juego.

Veamos:
Contamos para empezar con el sol que nos alumbra, fuente de luz natural por excelencia y, de momento, a disposición de todo el mundo. La intensidad se da por descontado, pero pensad muy bien en la dirección del haz de luz, dónde os colocáis con respecto a él, no vayáis a provocar un eclipse. Si os van a fotografiar y os plantáis justo delante, el que os mira se deslumbra y os convertís en silueta. Si sois quien tiene la cámara, seguid el consejo universal para cualquier fotógrafo principiante: que el sol esté a vuestra espalda, procuradlo, porque si no, ni la cámara ni vuestros ojos serán capaces de distinguir nada.

Es entonces cuando llega un/a chavalito/a sonriente y te hace el siguiente comentario: ‘No, si yo estoy a favor de los homosexuales y todo eso pero dime, ¿Cual de las dos hace de chico?’ (…Pasa rodando una pelusa gigante…)

Por no escuchar esto, a mí a veces también me dan ganas de meterme no ya en el armario, sino en una cueva en mitad del monte y no volver a salir… Aunque esto es descafeinado, puede ser peor y tener que asistir a variopintas groserías de macho ibérico con sus correspondientes soluciones a mi problema de todos los calibres, que no transcribiré aquí por ahorrarles el cuadro de estupideces sobre pesos y medidas. (Y claro está que lo mismo puede provenir de cierto espécimen de mujer, pero no encuentro el apelativo equivalente…)

Señoras, señores, a esto me refería, estamos en situación de contraluz y es la que menos nos conviene. Por tanto tenemos un problema de colocación, de posiciones.

Contraluz
Fotografía de Laura Ramirez

 

Es habitual ver la lesbiana a contraluz, cual silueta, a modo de bulto negro sin dibujo. Una mancha negra sin detalles de la que solo se aprecia su contorno y que cabe en cualquier saco, por lo visto.

Y es que cara al sol no se distingue nada porque te deslumbra con su brillantez y te quedas momentáneamente ciego (cuidado con mirarlo demasiado tiempo, que entonces la ceguera será permanente). Con los ojos tan llenos de blanco puro se te vienen ideas demasiado claras y como con un resplandor brillante…

Iluminadores de caminos: Las lesbianas no somos una copia defectuosa, tarada de la sacrosanta imperante idea de vida, de pareja, de matrimonio. Presten un poco más de atención, por favor. Lo importante son los detalles, ¿nunca se lo han dicho?

El problema es el contraste: La diferencia entre las condiciones lumínicas de una y otra parte de la escena es demasiado extrema. La demasiada luz del otro lado deslumbra al que mira y resulta excesiva por comparación, con lo que quedamos a oscuras. Necesitamos, por tanto, la misma luz que los demás, que incida sobre nosotras de una manera más adecuada.

Una vez definido y localizado el problema, las soluciones en la próxima entrega.

(Continuará…)

Retrato de familia: Técnicas de enfoque para lesbianas

Por Laura Ramírez Martín

 

Decía que no se nos ve.

Y yo sé que estar, estamos, ¿qué sucede entonces?

Después del primer ejercicio de auto-focus pienso en el hombre desenfocado de Woody Allen en ‘Desmontando a Harry’ (que me parece brillante) y me apetece desarrollar la idea de la visibilidad lésbica como asunto de enfoque.

 

(El vídeo es la versión original, para no perder los matices. La traducción sería algo así: – Mel, ven aquí. Estás… no sé cómo decírtelo, pero… no das la imagen. – He ganado algo de peso, sí, pero es que… – No, no es eso. Estás… borroso, estás… desenfocado.)

 

Enfocar (Según el DRAE)

1. tr. Hacer que la imagen de un objeto producida en el foco de una lente se recoja con claridad sobre un plano u objeto determinado.
2. tr. Centrar en el visor de una cámara fotográfica la imagen que se quiere obtener.
3. tr. Proyectar un haz de luz o de partículas sobre un determinado punto.
4. tr. Dirigir la atención o el interés hacia un asunto o problema desde unos supuestos previos, para tratar de resolverlo acertadamente.

 

No iba yo mal. Definitivamente nos encontramos ante una cuestión de enfoque y no solo fotográfico, sino en todas sus acepciones: Aquí se habla de recoger con claridad una imagen, centrar en el visor, proyectar luz, dirigir la atención y el interés hacia un asunto o problema.

Y tenemos un problema, así que hagamos lo propio.

 

  1. Técnicas de enfoque para lesbianas

La primera acepción habla de óptica. Se refiere a la nitidez del sujeto, en este caso de la lesbiana, sobre el fondo dado, en este caso la familia y ya determinado por dios padre y la santa madre iglesia. Lo fundamental es ajustar la mente, digo la lente con que se mira y dirigirla a ella, a la lesbiana sin dilación. Accionar el mecanismo tantas veces como sea necesario hasta ver claramente los contornos y los detalles.

Pareja desenfocada y enfocada

El enfoque es asunto de quien mira. Pero no de sus ojos, o no solo, sino de su capacidad, su interés, de si pone o no cristal y si lo limpia o lo tiñe con algo.

Los ojos, como las cámaras fotográficas no son más que herramientas, sirven para ver pero miramos con la intención. Mirar es una actividad deliberada, consciente y responsable. Se mira aposta.

Queridos lectores, hoy aprenderemos cómo mirar lesbianas, esa especie exótica o rara avis de lejanos e inexplorados territorios allende los mares. Así que a continuación y para leer esto con propiedad, pongan por favor voz interna de Félix Rodríguez de la Fuente.

Dentro de su hábitat, la lesbiana común es fácil de ocultar, por los demás y por ella misma. Porque nada tienen de especial dos mujeres que se dan la mano, ya lo dice la canción.

¡Simplifiquemos!, dice la Norma. ¡Eliminemos los matices!, corea el pueblo. Y vitorea: yupi.

– Hija, ¿tu amiga viene a comer? Es que tu hermana me ha dicho que trae a su novio y es por saber cuántos somos…

Lo más normal del mundo, ¿verdad? Y yo puedo contestar. Contestar sí o no, con un punto de tristeza antigua, conformada por los años, conformista pues y perfectamente educada.

Y así mi madre sabe si echar un puñado de garbanzos más o menos al cocido. Vital, el asunto.

Me llamaréis pesada, pero es que esto me obliga a mantener a raya las puertas del armario constantemente. Y con sinceridad, es un tostón. La pesada es mi madre. Los pesados sois vosotros. ¡Mirad cómo miráis!

Llamad a las cosas por su nombre y acabemos con esto de una vez. ¿A usted le gustaría tener que andar siempre señalando su condición de heterosexual? Pues no lo hagas, me dirá alguien… que siempre estáis igual, con las reivindicaciones y blablá…

Ya, ¿qué le dices a alguien que te llama María cuando te llamas Marta? Igual le comentas algo… ¿le sacas de su error o le dejas que te cambie el nombre? Total, si es solo una letra y una tilde. (Lo peor es que aún habrá quien pensará ¿una letra y una qué? Pero aquí no entro, parto de unos mínimos).

Así que protesto. Con mi estandarte casero pequeñito y la bocaza que me ha tocado en la rifa, para cruz de mi madre (piensa ella). Por los detalles con importancia (pienso yo).

– Mi novia, mamá. – Le digo
– Ya, bueno… ¿pero viene o no? Que es lo que importa.

Pues no. No es lo que importa porque ya se sabe que donde comen cuatro comen cinco, pero si tú no dejas de llamar ‘amiga’ a mi novia, tú no me estás mirando. Estás mirando a través de mí; o te has quedado corta. Miras una proyección que te inventaste, no soy yo. Ves el bulto, te pierdes los detalles. ¡No me enfocas!

Si esto hace mi madre, que me quiere, ¿qué no harán los demás?

Retrato de Familia, de Laura Ramírez
Retrato de Familia, de Laura Ramírez

(Gracias a Sofía, Elena, Silvia, Luis, María, Diego y Aníbal por prestarse a representar un papel que no es suyo)

 

Autorretratos: salir del baño

Por Laura Ramírez

Desde hace mucho tiempo me hago autorretratos en los espejos de los baños.
Me gustan los baños. Quizá por el agua.
Por la sonoridad.
Por el silencio.
¡Por las bañeras con velas! (esto es un brindis)
Por lo íntimo.
Por cierto, leí en algún lugar que cuando estás a gusto con alguien en un baño, es que entre las dos, o los dos, hay algo realmente importante. Se me quedó grabado en su momento y ahí sigue.
También me gustan los espejos.
Y pienso yo que a lo mejor es que quiero investigar y alimentar el vínculo que existe entre mi reflejo y yo, en un baño.
Hecha esta aclaración vamos a lo que me trae aquí, la mirada y su reinado: la visibilidad.

¿No nos miran? ¿No nos miramos?

No hay muchas historias de lesbianas, ¿no? Quizá hemos normalizado tanto ciertos comportamientos y reacciones que nos hemos desenfocado para el resto, más bien hemos permitido la confusión. Estamos, pero entre la niebla.

En muchos de mis autorretratos no se me ve bien, son borrosos, oscuros, imprecisos… Y esto puede ser una cuestión formal o no tanto. Hay razones fotográficas, soluciones fotográficas para la visibilidad que pueden aportar algo de luz al tema.

Empecemos por mirarnos a fondo. Empiezo por mirarme a fondo. Salgo del baño. Quiero enfocarme en condiciones, salir nítida en la foto. Y que las condiciones sean no tan íntimas.

Diré que me siento extraña al tratar algo que para mí es lo más natural en estos términos, no me gustan las etiquetas, nunca encontré una que pudiera colgarme y me quedara bien (sabe la diosa que hubiera sido más fácil) ¿De dónde me la colgaría? ¿Del agujero siempre vacío de mi oreja?

Pero ahora quiero definirme, no para cerrarme ni acotarme ni diferenciarme, más bien al contrario, para abrirme. La definición de hoy, ni que decir tiene, puede matizarse cualquier otro día. Déjame que investigue un poco más sobre la teoría queer y ya te diré. De momento:

Hola, mi nombre es Laura y soy lesbiana.

Me alegra decirles que nunca he tenido ningún problema en aceptarlo, que soy reincidente desde que lo sé y que no pienso quitarme.

Y ya está, esto no es una reunión de ‘LLAA’ (‘Lesbianas Anónimas’)

Estaría bien que saludarais, si os quedáis un momento me sirve.

¿Que a qué viene esto? Por si alguien no se había dado cuenta. Por las lesbianas anónimas, precisamente. Aunque aún se considere en círculos bien-pensantes del como-dios-manda que esto que me pasa es más bien una desgracia, yo quiero que se vea de lejos. Y de cerca.

Además de bollera soy fotógrafa, me muevo entre miradas y, como se me ve el plumero por todas partes y además me da igual, empiezo hablando de mí a ver si con ello hablo de más gente.

Quiero enfocarme y no solo en la foto.

Quiero enfocarme del todo.

(También me pasa que tengo los ojos castaños, pero no hay un blog para las que tenemos ojos castaños, no sé por qué)

Autorretrato de Laura Ramírez Martín

Autorretrato de Laura Ramírez Martín.