María Luisa López Municio (@mluisalmunicio) del equipo de CinHomo nos invita -este año también- a conocer el festival que se está celebrando en Valladolid
Estamos en la recta final de la 16ª edición de CinHomo, y eso nos permite hacer una valoración tanto de la Muestra de Cine de Valladolid como del cine LGBT en general.
La primera pregunta que podemos plantear es: ¿realmente hace falta una muestra de cine tan específica?. Me gustaría decir que no, pero aunque cada día parece que hay más cabida para el cine LGBT, aún queda mucho camino por recorrer. Ciertamente un ejemplo claro es que en nuestra Sección Caleidoscopio, en la que recogemos las películas estrenadas comercialmente, contamos con grandes obras como ‘Viaje a Sils Maria‘, ‘Eisenstein en Guanajuato‘, ‘Pride‘ o ‘Une nouvelle amie’, pero no es menos cierto que otras películas de gran talla como The girl king -a pesar de haber pasado por la SEMINCI y estar dirigida por Kaurismäki- están retrasando su estreno comercial mientras que otras probablemente no lo hagan, tanto las de ficción como, más claramente, las documentales.
Precisamente, es el ciclo documental, como reivindicación de los DDHH, lo que más hemos tratado de potenciar este año con una semana propia en la Universidad y grandes títulos como ‘Tchindas‘ (símbolo de integración social en Cabo Verde), ‘La Primavera Rosa en el Kremlin‘ (parte de una serie en diferentes países), ‘El canto del colibrí‘ (y la aceptación familiar), ‘Reina de corazones‘ (con su lucha y solidaridad), la aclamada The Amina profile‘ o Diversxos, entre otros.
El cine LGBT nos sigue mostrando toda la realidad y no sólo una parte cercenada de ésta. No es una temática (como a veces se describe), sino un cine cuyos protagonistas forma parte de esa realidad, naturalmente diversa, y que enmarcamos dentro del cine romántico, suspense…
Si a esto le unimos el hecho de servir como ejemplos vitales, se nos hace más imprescindible. El cine nos muestra modos de vida, reflexiones, personas que nos remueven o nos hacen pensar. Nos podemos situar como simples espectadores de cine con historias ajenas o identificarnos con sus protagonistas, ya sea por su orientación sexual, por su búsqueda de identidad, por procesos a veces compartidos y apenas verbalizados, o por la empatía que generan. Esa es la magia del cine, siempre dentro de un marco de calidad y de huida de estereotipos, no sólo en los roles de género sino también en los roles de orientación sexual y de identidad. Y, en la medida de lo posible, con toques de humor, como el que nos trajo ‘De chica en chica‘, producto de mucho esfuerzo y tesón en un país donde resulta muy complicado hacer una obra con protagonistas LGBT y en la que estén al frente varias mujeres.
Hacer una muestra de este tipo en una ciudad como Valladolid no es más difícil que en otras ciudades, pero sí es imprescindible en nuestra Comunidad. La visibilidad es un paso más en la aceptación de la diversidad y en la huida de la soledad, asignatura todavía pendiente. Una muestra de cine, además, permite que sus directores/as, actores o actrices se acerquen y hablen de tú a tú con el espectador, nos expliquen lo que hay detrás de la cámara y nos permitan entrar en su mundo, conocer sus tribulaciones y sus aprendizajes de primera mano.
Y si algo nos hace sentir especiales en CinHomo -a pesar de ser un festival pequeño- es el respaldo de pequeños patrocinadores que, junto al público, son los que financian todo lo que mostramos. Ese respaldo es fundamental y muy especial, y ha permitido vivir todos estos años con un presupuesto nimio pero con una calidad abrumadora. El respaldo y el trabajo en equipo es imprescindible, mucho trabajo para un grupo de voluntarias y voluntarios que tenemos que hacer de todo, ayudándonos frente a las dificultades como la falta de apoyo mediático o institucional, a pesar de que por fin un alcalde ha asistido a la inauguración. Y por último, reforzándonos con los parabienes, que los hay, y vienen representados por el público, el jurado y la certeza de que estamos transformando nuestra sociedad.