Por Andrea Puggelli (@aikkomad) activista italiano LGBTQI
Con el voto de confianza de ayer se cierra, de hecho, el largo proceso de aprobación del proyecto de ley sobre las uniones civiles en el Senado Italiano. Salvo imprevistos la ley será aprobada también en el Congreso dentro de unos meses. Ha sido un camino difícil y lleno de obstáculos. Hoy quiero analizar el texto de la ley que contiene algunas cosas verdaderamente inaceptables, algunas menos relevantes y otras aún más ridículas:
1.
Es inaceptable que en 2016, once años después de la ley de Zapatero y después de lo que ha sucedido en todo el mundo occidental, en un Parlamentos como los de Londres y París, después del fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos, después del referéndum irlandés, haya una clase política que podemos definir provincial y, al menos en parte, intolerante. Una clase política que no ha puesto fin a la doble discriminación contra las personas LGBT.
Es realmente inaceptable, sobre todo, que la falta de voluntad política y la incapacidad se han ocultado detrás de la excusa de las limitaciones constitucionales que no existen. A la Constitución italiana no le falta nada que les habría permitido garantizar la plena igualdad.
Se produjo, sin embargo, un largo y complicado recorrido legislativo, que ha creado una ley que asegura a las parejas homosexuales todos los derechos del matrimonio pero que, de hecho, sigue en el principio «separados pero iguales»: se ha creado la figura de»formación social especifica”
Esta ley no satisface las exigencias de la igualdad y no nos pones entre los países más civilizados.
2.
Es totalmente inaceptable que en un país democrático, no sea posible poner en una ley el principio del derecho que tienen los niños al reconocimiento legal de la relación con sus padres.
No fue posible confirmar algo tan básico como la necesidad de proteger el interés superior de los niños, de todos los niños, incluso los que tienen dos mamás y dos papás. Era una «garantía mínima».
La política, sin embargo, ha renunciado, dejando la pelota a los jueces.
Poco o nada cambia para las familias homoparentales que pueden seguir acudiendo en todo caso al poder judicial. Pero hay que recordar que el Parlamento italiano se encuentra entre los países occidentales, el único al no haber introducido todavía la “adopción del hijastro” de la pareja.
3.
Para el resto, se reconocen todos los derechos del matrimonio, sin excepción: los derechos de propiedad, de herencia, el derecho a la reversabilidad de la pensión del cónyuge fallecido, el derecho a la reunificación familiar ciudadanía y el derecho a recibir toda información sanitaria y terapéutica de la pareja.
Para las personas LGTB que acuden a una unión civil, se han quitado las obligaciones de lealtad y fidelidad, previstas en el Código Civil italiano para las parejas heterosexuales, perpetuando así el estereotipo de que las parejas LGBT son infieles que viven en la promiscuidad o que son inestables.
4.
El cambio de sexo, tanto en el caso de matrimonio o lo de una unión civil implica la disolución automática de estos, pero si las dos partes quieren permanecer unidos, la ley contiene una disposición “razonable”: el matrimonio se transforma directamente en una unión civil, mientras la unión civil tendrá que celebrar el matrimonio inmediatamente después de la rectificación de la resignación de sexo en el registro civil.
5.
Los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados en el extranjero serán reconocidos en Italia como uniones civiles.
6.
Las familias formadas por parejas homosexuales y sus hijos no necesitan un reconocimiento del Parlamento para ser apreciados como familias. Las familias están por encima y más allá de la voluntad de los diputados y senadores y que la ley sólo debe reconocer.
No se puede dejar de destacar, sin embargo, como en la ley el carácter familiar de las familias de gays y lesbianas está hoy expresa y formalmente reconocido, a través del uso exclusivo del término «vida familiar». No es que había dudas. Como he mencionado, es evidente que las parejas homosexuales y lesbianas forman familias, pero el hecho de que ahora la ley también lo diga es sin duda un paso histórico que no puede ser subestimado y que nadie puede ignorar.
En conclusión, el Senado votó lo que es sin duda la más importante reforma del derecho de familia italiana después la del divorcio y del aborto, pero utilizando un procedimiento bastante peculiar, el instrumento de la confianza del gobierno, con una mayoría extraña y después de un proceso parlamentario muy raro.
Lo que es relevante aquí es que un trozo del país, hasta ahora ignorado, tenga finalmente reconocida su ciudadanía (después de 30 anos desde el primer proyecto de ley presentado sobre este asunto). Una ciudadanía que a pesar de todo sigue siendo incompleta.
El movimiento LGTB italiano manifestará el próximo 5 de marzo para pedir que en el siguiente pasaje parlamentario se puede lograr una igualdad plena y eliminar cualquier discriminación que se mantuvo en la ley de unión civil.