Escuelas libres de transfobia y acoso escolar #YoTambiénSoyAlan

Por Violeta Assiego (@vissibles)

«Saber qué es lo justo y no hacerlo, es la peor de las cobardías». Confucio

Alan

A pesar de la edad, o precisamente por esta, cada día me reconozco más intolerante hacia ‘la crueldad’. Intolerable en el sentido más digestivo de la palabra. Llámenme ingenua (y no por ello querré dejar de serlo) pero ya no me trago, ni me entra, esa crueldad que algunos asocian a la condición humana, y que posiblemente por eso, toleran en el sentido más pasivo del término mirando a otro lado cuando no directamente la observan sentados. Hablo de esa crueldad que, por ejemplo, de manera consciente y reiterada se ejerce en las escuelas y que se llama acoso o bullying. Aquella que responde a un acto cobarde por parte de uno o varios chavales y que solo es posible si, dentro y fuera de las aulas, se la consiente, se la tolera, se normaliza, se justifica, se relativiza,.. en definitiva, se invisibiliza para que suceda.

Durante un buen tiempo tuve la oportunidad de dirigir y coordinar un proyecto que -entre lo socioeducativo y lo formativo- atendía a casi doscientos chavales (de muy diferentes edades) procedentes de eso que se llama ‘desventaja social’ -la forma políticamente correcta de nombrar una de las consecuencias más graves de la desigualdad-. En ese tiempo, parte de mi responsabilidad era que aquel espacio dedicado al aprendizaje integral de chavales por los que nadie apostaba, fuera un lugar seguro y propio para todos y cada uno de ellos. Es decir, que fuera un lugar libre de prejuicios, burlas, insultos, agresiones y amenazas. Fuera un lugar distinto al que ellos creían que era el mundo al que se supone que debían de adaptarse, un lugar estimulante donde pudieran ser ellxs mismos sacando lo mejor de cada unx; sí, lo mejor.

El que esto fuera posible era parte del trabajo educativo que teníamos que hacer el casi medio centenar de profesionales que formábamos parte de aquel estupendo equipo. Todos éramos conscientes que el lograrlo no iba a ser principalmente a través de normas, sanciones y expulsiones. De hecho esa nunca fue nuestra seña de identidad ni nuestro estilo. Lo nuestro era fijar los límites desde la ejemplaridad, la presencia y la cercanía; la inmediatez a la hora de actuar para hacer notar que sabíamos lo que estaba pasando; hablarlo en equipo y acordar entre todos una respuesta; abordar el problema lo antes posible con los chavales implicados haciendo partícipe a sus familias; ser piña con los que podían ser víctimas de burlas o abusos de otros y mostrando algo más que una clara reprobación hacia los autores de esas situaciones. Sobretodo, comprendíamos que todo aquello era parte de nuestro trabajo, más allá de las clases, los talleres, las actividades, las horas de descanso, las programaciones a cumplir, las rencillas internas, las justificaciones a presentar… La prioridad era ‘Educar’. Echando la vista atrás, y sabiendo que no existe la perfección, creo que más bien que mal logramos fijar una línea roja que nadie podía pisar,m: la de la crueldad con el otro. Quien la ejercía se auto-excluía, estaba fuera del proyecto, del centro. Y antes de llegar a ese punto, su educador de referencia abordaba individualmente con él (o ella) tres elementos clave en su toma de conciencia de lo sucedido: su responsabilidad, su empatía y su autoestima.

Una de las peores cosas que le puede pasar a una comunidad educativa, a un equipo de profesionales dedicados a la educación, al equipo directivo de un centro cuyo objetivo principal es el aprendizaje y maduración de los chavales que acuden a él, es que uno de sus chicxs se suicide por acoso escolar. Pongo énfasis en el aspecto de la colectividad porque sin unidad de criterio, sin cohesión dentro de la comunidad  educativa, no es posible abordar las situaciones de ‘bullying’ que se producen en sus escuelas.

El día de Navidad (el 25 de diciembre) otra comunidad -la de los que somos lesbianas, gais, biesxuales y/o trans- tuvimos noticia de la muerte de Alan, un chico de 17 años que sufría acoso escolar por ser trans y que tomó la decisión de no seguir viviendo. La transfobia en las escuelas (y fuera de ellas) es una expresión más de la violencia de género que tan paralizados parece dejar a los adultos que debe acompañar, educar y formar a los chavales que crecen bajo el influjo de sus luces y por lo visto, también de sus sombras. Porque la crueldad no es parte de la condición humana. Dejarnos la piel en que estas situaciones se eviten, o se atiendan, sí es parte de nuestra condición humana.

Esta tarde a las 17h, en diferentes ciudades, Chrysallis ha convocado concentraciones para decir basta ya de que los chavales trans sean víctimas de acoso en los lugares que frecuentan cada día, como son las escuelas. Desgraciadamente el caso de Alan -que contaba con el amor y apoyo de su familia- no es el único. Por eso la concentración de esta tarde va dirigida a los que relativizan, invisibilizan, posponen, callan, consienten, justifican y a su manera animan a los que se sienten cómodos y son cobardes acosando a los más vulnerables. A ellas y ellos les debería pesar la crueldad que consienten y que ejercen, la que se lleva vidas, y que hoy sabemos (una vez más) que provoca muertes. Porque «la transfobia NOS mata a todos. Y hoy todos somos Alan».

8 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Rosa-Alan

    Mi más sincero apoyo a la familia de Alan, y mi más sincero reproche y lástima a todos aquellos que han colaborado en la desaparición de Alan, espero que algún día puedan dormir.

    27 diciembre 2015 | 12:24

  2. Dice ser pilar066

    Los niños siempre han sido crueles, eso es mas que sabido; siempre se han cebado en las pequeñas (o grandes) diferencias de otros niños para burlarse y acosarles. A unos por su sobrepeso, a otros por su excesiva delgadez, al de mas allá por llevar gafas (a mi misma me reconozco en este caso, con 10 años y mis gafitas)…ahora hay otro tipo de crueldades y otro tipo de víctimas, el niño inmigrante que no habla bien determinado idioma, el transexual, etc…el asunto es que lo que en otros tiempos se solucionaba con apoyo del profesorado, los padres y un poco echarle morro de la víctima, ahora se ha convertido en un monstruo de 7 cabezas porque se le han dado a los acosadores todas las armas para su total impunidad; el profesorado en muchos casos ni puede ni quiere inmiscuirse, y cuando quiere, se encuentra con los padres del acosador, que como fiera defendiendo a su cachorro fomentan su pésimo comportamiento al desautorizar de frente a todo el que cuestione las acciones de su pequeño monstruo. La ley del «todo vale» para el menor infractor nos ha llevado a situaciones tan lamentables como el suicidio de este jovencito que no pudo contra esto. Lo peor es que seguramente ni sus acosadores ni sus familias, ni sus maestros y orientadores sienten en este momento el mas mínimo remordimiento por sus acciones o por su falta de ellas. No pretendo desde luego incentivar ningún tipo de maltrato, pero desde luego hay que reconocer que a mas de cuatro chavales les hace falta un sopapo bien dado, y a los adultos, que su inoperancia tenga consecuencias tangibles. DEP Alan, y que no se repita

    27 diciembre 2015 | 13:08

  3. Dice ser Una

    Considero que es otra forma de acoso escolar el obligar a aceptar una mentira a los colegios.

    Pedís tolerancia solo para algunos, la realidad está delante, no podemos ni debemos ocultarla.

    No quiero poner un ejemplo feo como decir yo soy un caballo, y quiero ir en pelotas por la calle. Por mucho que lo diga yo, no es cierto y no encuentro bien que se obligue a nadie a decir que soy un caballo cuando no lo soy. Te da igual, no sé para qué escribo estas líneas.

    27 diciembre 2015 | 13:15

  4. Dice ser Maria

    Como ciudadana estoy indignada. No entiendo como se permite que cobardes como los que se como los que hicieron bullying a Alan, sigan en la calle con total impunidad.
    Porque sí señores, cobarde es el que se siente fuerte frente a un grupo para ensañarse con quién no sigue las mismas reglas que ellos. Y digo cobardes, porque si no fueran con el grupo que lo amparan no tendrían valor de hacerlo.
    Y no olvidemos que cualquiera puede ser objeto de bullying( quizás por ser transexual, homosexual, porque quizás no les gusta tu color de pelo, o porque eres dislexico, o por tener cojera, o con sobrepeso, o braquets o porque llevas gafas, o no les gusta tu forma de vestir, o quizás no tienes su color de piel….
    Las administración deberían penar a estos cobardes, para que los chicos que padecen bullying no se sientan incomprendidos ante nuestra sociedad, que puedan acudir con total firmeza a sus maestros y éstos que puedan dar la voz de alarma para que los acosadores sean debidamente juzgados y penados, no solamente con amonestaciones de los maestros y con castigos de tres días sin clases, sino con multas para sus padres , porque no olvidemos que muchos de estos padres miran hacia otro lado cuando ven las hojas de incidencia por mala conducta…si llegan, porque muchos de ellos las rompen antes de llegar a casa.
    Así es como posiblemente se sienta la madre de Alan, incomprendida cuando pasee por su ciudad y vea los rostros de los cobardes o el de sus padres que miran hacia otro lado…
    Desde aquí pido que se haga una recogida de firmas y se haga una propuesta de ley con castigos firmes por bullying.

    27 diciembre 2015 | 15:29

  5. Dice ser carmela

    Q tipo de gente son las que acosan ?
    Quien se creen que son ?
    Para su familia todo el cariño del mundo.

    27 diciembre 2015 | 16:16

  6. Dice ser lucky

    Ya esta bien de transfobia, homofobia, violencia de genero, etc…. educación en el respeto y la no violencia en el sentido mas amplio, en el único que puede ayudar a cambiar las cosas. EDUCACION; RESPETO; TOLERANCIA:

    27 diciembre 2015 | 23:22

  7. Dice ser Daniel L.

    yo lo dejaría en «escuelas libres de fobias».
    me temo que se acercan subvenciones que harán que aumenten estos casos.

    28 diciembre 2015 | 10:13

  8. Dice ser José

    Posiblemente el día que dejemos de condenar,sensibilizar…cosas que después de tantos años no evita acosos,suicidios,muerte de mujeres por violencia de género y metamos a unos cuantos en la carcel,pero en serio,incluidos «esos jóvenes que no tienen edad para ser juzgados»pero si para maltratar,acosar,incluso matar,posiblemente avancemos un poco,por qué ya está bien de tener que cambiar de instituto al acosad@,tener que enterrar a una inocente

    28 diciembre 2015 | 22:09

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