Hoy, Día Internacional del cáncer de mama desde el blog, y de la mano de Lucía Rodríguez Sampayo (@rs_lucia), nos sumamos a las reflexiones que hoy todos los medios de comunicación harán. También en esto se debe tener en cuenta la diversidad sexual.
Hoy es un día de esos que genera mucho movimiento en redes sociales, mucho lazo rosa, mucho discurso solidario… y que nos hace pensar también si lo estamos haciendo bien, si realmente sirve de algo. Vaya por delante que no me molestan los lazos rosas, y que valoro el poder que puede tener un símbolo así para mover personas y compromisos; pero soy de las que cree que todo ese movimiento y su visibilidad deberían buscar siempre una mejora efectiva, en las políticas y en la realidad de las personas. Nuestros lazos rosas deberían ser mañana una sanidad pública de todas y para todas, programas preventivos, investigación, mejor tratamiento y esperanza de vida. Si no, de nada me sirve.
Entiendo que un día para visibilizar el problema es útil, siempre que se respete escrupulosamente la dignidad de las personas. Hace unos días Barbijaputa denunciaba el tratamiento macabro del tema en algunos medios, la exclusión que destilan algunos artículos. Y me puso a pensar…
No quiero negar la realidad de las mujeres cisexuales y heterosexuales que viven esta enfermedad, ni la de sus familias. E insisto: creo que debemos exigir una sanidad que invierta en prevención, que atienda con respeto y eficacia a todas las realidades.
Sin embargo, me resulta repugnante leer un artículo escrito desde un centro médico de élite, que describe realidades difíciles (el cáncer no discrimina, y es difícil en todos los estratos) pero con soluciones de país rico y de clase alta, adornado además con imágenes de mujeres esbeltas, con grandes melenas y con sus tetas bien puestas. Porque la realidad del cáncer es mucho más amplia, más diversa, y muchas veces incluso más dramática. Y hay que afrontar la realidad si queremos solucionar este problema de verdad.
Yo quiero una sanidad pública y gratuita que garantice la salud de las mujeres previniendo y sin excluir a nadie. Respetando la identidad de cada una, de cada uno. Reconociendo que una mujer sin tetas sigue siendo una mujer, como también lo es una mujer sin útero, sin vagina. Que una mujer que se acuesta con mujeres también tiene derecho a la salud, y a una atención sanitaria que se adapte a su realidad. Y quiero también una sanidad que reconozca, asuma y afronte que también hay hombres que pueden pasar por esta enfermedad, y que con ellos también hay que prevenir.
Porque hasta la fecha la inmensa mayoría de los sistemas de salud, por no decir todos, se basan en prejuicios, y se componen de personas cuya falta de formación e información adecuadas consolida actitudes discriminatorias y violaciones de derechos. Y es por eso que muchos hombres trans no se atreven (y con razón) a realizar un seguimiento preventivo en un cuerpo que el mundo, el sistema sanitario y el ginecólogo que los atiende, no entiende y no acepta. Sentirse rechazados cada día, huir del rechazo específico en una consulta, evitar la discriminación y la humillación implica en demasiados casos no poder cuidarse.
Por eso mi lazo rosa hoy significa que exigimos servicios sanitarios y médicos que por fin sepan cómo atender a una población diversa, que por fin sirvan para cuidar la salud de todas las personas: heterosexuales, bisexuales y homosexuales, cisexuales, intersexuales y trans. Que sepan atender las necesidades específicas de todas las mujeres y de todos los hombres, sin importar cómo se llaman, cómo es su cuerpo.
Mi lazo rosa exige una sanidad pública que previene y atiende el cáncer de mama en todos los casos. En todos. Para todas las mujeres en iguales condiciones, con iguales derechos, con toda la dignidad. Y para todos los hombres, que también pueden tener cáncer de mama aunque no nos lo hayamos planteado.