Mañana 2 de abril es el día del cuento infantil, y como no podía ser de otra manera nuestra cuentista particular, Nieves Gascón (@nigasniluznina) nos recomienda un cuento infantil muy especial del que es autor alguien muy querido para nuestro blog Javier Termenón, a quien desde aquí mandamos un gran abrazo pues deja de ser colaborador habitual del blog para centrarse en eso que tan maravillosamente hace y que tanto nos gusta y nos hace soñar… ilustrar y contar las historias de las niñas y niños de colores que todos llevamos dentro. ¡¡Muchas gracias por formar parte del arranque de este proyecto, Javi!!
Siempre hay respuesta frente la curiosidad infantil. Mi hija Raquel, con cuatro años comenzó a preguntar de forma constante e insaciable. Le consulté a mi apreciado terapeuta Pedro Gutiérrez -psicólogo de gran experiencia- si aquello era normal. “Pues claro que si. Es una chica inquieta”. Me quedé mas tranquila. Pero lo mejor de Raquel fueron sus propias respuestas. ¿Quién dijo que las niñas y los niños no se enteran o debemos racionarles o negar la realidad? La verdad debe estar adaptada a la inmediata y probable comprensión, acorde al desarrollo psicológico de cada etapa de la infancia, unida al factor crucial de cada personalidad. En mi opinión y con cierto orgullo por el potencial de Raquel, de la comprensión, escucha y estimulación infantil además de disfrutar, podemos aprender poderosas razones. Las mejores.
De esta manera llego a nuestra elección para el mes de abril. Un álbum ilustrado y relatado por su único autor, Javier Termenón Delgado: Vengo. Editado por eraseunavez.com, Fundación Triángulo y subvencionado por la Junta de Extremadura en primera edición de 2007. Merece la pena buscarlo en estanterías de bibliotecas y librerías, para añadirlo como imprescindible en nuestro aprendizaje familiar sobre valores de diversidad y mucho más. Un relato dinámico en el que una niña explica y razona sobre el inicio de su propia vida. Va descartando posibilidades presentes en nuestro imaginario sociocultural. La cigüeña no es respuesta, porque tiene miedo a las alturas y una de sus dos mamás no le dejaría jamás que le trajera un pájaro por los aires. De pájaros ni hablar, para alguien a quien le gustan los gatos. Brillante elección que personalmente comparto. Sobre que los bebés y las bebas vienen con un pan debajo del brazo, al abuelo de nuestra protagonista, no le parece un lugar sanitariamente adecuado para transportar este alimento. Opción descartada por lógica aplastante.
¿Y qué decir de la mítica frase “los niños (y las niñas, por supuesto) vienen de París”? Tampoco es un argumento de peso para una niña inteligente, puesto que ninguna de sus dos madres estuvo jamás en la capital francesa e indagó para concluir sobre la inexistencia de un almacén de niños y niñas en esta ciudad.
Tampoco le vale la opción del paquete postal, con embalaje incluido. Ni cree en la disparatada historia de la semilla que va creciendo como una lechuga; no es opción convincente para frioleras a la intemperie.
Una de sus mamás, le explica que los niños y las niñas crecen en las barrigas de las mujeres. Está podría ser la idea más descabellada de todas, porque nuestra protagonista es muy grande para caber en la barriga de ninguna de sus dos mamás.
De lo que está segura esta niña es que ella viene del mar y llegó de las aguas saladas, hasta Lugo, gateando. Esta es su verdad porque cuando se chupa, sabe a sal.
Terminada la historia, aún hay otra más: la referencia autobiográfica y descriptiva del autor sobre sí mismo. Original y divertida.
Disfruten de este libro, lleno de ilustraciones que con simetrías, a modo de colage y trazos en tonos ocres, nos va trasportando en el transcurso del relato, sumergiéndonos en la coherencia aplastante de la psicología infantil. Una lectura que engancha y finaliza con un guiño de su autor, recordándonos sencillamente ¡¡¡que se acabó!!!.