¿Que podía ser peor que ser judío en la Alemania nazi?

Foto del State Museum of Auschwitz-Birkenau, Oświęcim, Poland

Foto del State Museum of Auschwitz-Birkenau, Oświęcim, Poland

Por Violeta Assiego (@vissibles)

¿Ha hecho la Historia suficiente como para ‘no olvidar’ a las personas homosexuales torturadas y perseguidas en el régimen nazi?

Muchos expertos, y los pocos datos, coinciden en que no. Además basta echar un vistazo a la actual legislación que criminaliza las relaciones entre personas del mismo sexo como para comprobar que la huella del nazismo sigue muy vigente y arraigada en este sentido. Al menos 80 países castigan con prisión y castigos físicos la homosexualidad y otros 10 con la pena de muerte.

En 1933, cuando Hitler alcanzó el poder, el artículo 175 del Código Penal alemán apenas se aplicaba y estaba a punto de ser derogado. Aquel precepto -exactamente igual que pasa hoy en las leyes donde la homosexualidad es delito-  hablaba de ésta como «el acto sexual antinatural cometido entre personas del mismo sexo masculino o de humanos con animales». A pesar de invisibilizar a las mujeres y las diferencias de identidad de género, la ley era igualmente aplicada aunque de manera más discrecional (para bien o para mal) con la prisión y hasta con la pérdida de los derechos civiles.

Con el triunfo del Partido Nacionalsocialista, las autoridades nazis cerraron bares y cabarets de ambiente que pasaron a ser vigilados noche y día por la policía. La GESTAPO creó una división especializada en la persecución a los homosexuales y se fijaron las «líneas rosas» a partir de las cuáles se empezaron  a detener y torturar a los que eran, o presuntamente podían ser, gays. Entre 5.000 y 15.000 hombres gays fueron encarcelados en los campos de concentración donde eran obligados a llevar un uniforme distinto donde se podía distinguir un «triángilo rosa» que les exponía a las agresiones de los guardias y los otros presos.

Cuando eran capturados por los nazis, muchos homosexuales preferían decir que eran judíos antes que confesar su homosexualidad puesto que sus condiciones de vida en los campos de concentración eran las peores con diferencia. Los gays fueron salvajemente torturados y hay estudios que afirman que el 60 % de los homosexuales internados en los campos murieron durante su encierro. Un nivel de supervivencia tan bajo como el de los judíos. Sin embargo, los homosexuales estaban solos en los campos como nadie más lo estaba, la falta de solidaridad hacia ellos era absoluta.

Tras la liberación de prisioneros de los campos de concentración muchos fueron enviados nuevamente a prisión, la homosexualidad seguía siendo considerada delito no solo en Alemania -donde se ‘despenalizó’ en 1969- sino también en los «países aliados» como Francia, donde la homosexualidad dejo de ser castigada penalmente en 1981. A pesar de haber sido liberados de los nazis, los homosexuales seguían siendo perseguidos y encarcelados por ser quienes eran.

La asociación que ha hecho el nazismo entre los valores morales y sociales con la verdadera raza aria lamentablemente encuentra demasiadas similitudes en países del Este (como Rusia) cuando se afirma que hay que proteger a los menores de la homosexualidad porque va contra natura y contra los valores tradicionales rusos; o  cuando en casi 40 países del continente africano se persigue a las personas LGBT porque «la homosexualidad no es africana».

Parece impensable que 70 años después del Holocausto nazi, un gobierno pueda volver a repetir la historia de la terrible y horrible persecución que sufrió el pueblo judío. Y si bien es cierto que periódicamente determinadas etnias y clanes son objeto de crímenes calificados contra la Humanidad, sigue sin ser calificado como crímen contra la Humanidad la persecución que a día de hoy sufren millones de personas por ser homosexuales, bisexuales o transexuales en detereminados territorios y por parte de autoridades políticas o instigados por líderes religiosos.

No se trata ni muchísimo menos de decir ahora quién fue más víctima del horror nazi. Solo se trata -y más en un blog como este y en una fecha de conmemoración como la que nos ronda- de seguir recordando a esos otros colectivos que, como el homosexual, fueron perseguidos, discriminados y criminalizados por el nazismo. De lo contrario repetiremos esa parte de horror de la Historia. De hecho y respecto a la comunidad LGBT ya se está repitiendo en demasiados países.

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Solomillo

    Desgraciadamente el odio a los homosexuales, bisexuales y transexuales no es patrimonio exclusivo del nazismo, si fuese solamente una cuestión de nazis, ya no existiría esta discriminación. Es lo único que puedo reprochar a la entrada del blog, es que parece ligar de forma indisoluble el ser homófobo con ser nazi. Son todos los que están, pero no están todos los que son. Afortunadamente no hay regímenes nazis en la actualidad, aunque desgraciadamente sí que hay homofobia.

    Por suerte, hoy en día, no hay ningún país del mundo que se autodenomine o al que se le pueda llamar régimen nazi como tal, es decir, un régimen realmente nazi en ideología, escala de valores y que practique el nazismo como convicción política, a no ser que metamos en el saco de ‘nazi’, de forma metafórica, a cualquier tipo de dictadura o fanatismo. Nazi no es sinónimo de dictadura, es peligroso pensar eso, porque creemos que estamos a salvo. Hitler fue elegido por el pueblo en unas elecciones democráticas (aunque con serias sospechas de que no fuesen totalmente limpias, elecciones hubo). Cuidado con menospreciar el peligro, la fuerza y la seducción del nacionalsocialismo, que además crece muy bien en tiempos de crisis y desesperación.

    También supongo que ser negro, en un campo de concentración, no se llevase nada bien.

    02 febrero 2015 | 00:32

  2. Dice ser ser palestino

    1. Ser palestino en 2014
    2. Ser gitano en la Alemania Nazi
    3. Ser homosexual en la España Franquista

    los horrores no son comparables aunque se les deba justicia

    02 febrero 2015 | 15:00

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